Batman, el héroe
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Batman, el héroe

La trilogía de Christopher Nolan

  1. 208 páginas
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Batman, el héroe

La trilogía de Christopher Nolan

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El Batman de Christopher Nolan se ha convertido en una referencia de prestigio para el cine de superhéroes contemporáneo.Nolan propone un discurso crítico sobre la respuesta occidental a los atentados del 11S y a la crisis financiera de 2008, entre otros sucesos relevantes de la primera década del siglo. Y lo hace con la espectacular narrativa audiovisual propia de esta clase de producciones.El héroe de Gotham se mueve así en un ámbito alegórico, donde villanos como el Joker representan el miedo y la ansiedad propios de un mundo en el que se han roto para siempre los lazos con la modernidad.

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Información

Capítulo 1
Christopher Nolan, un cineasta para el siglo XXI
BATMAN NACIÓ DEL DOLOR. Esta es una pauta común a muchos héroes de ficción, que se convierten en paladines de la justicia tras un suceso trágico que golpea sus vidas. Sin embargo, el caso del caballero oscuro es especial, pues al trauma que motiva su transformación en héroe —el asesinato de sus padres— hay que unir el contexto dramático de una época, la Norteamérica de los años treinta del siglo XX, que sufría las secuelas del Crac de 1929. De modo que, sí, Batman es hijo de un crimen espantoso, pero también de un tiempo convulso en el que la sociedad norteamericana volvió su mirada a los héroes en busca de esperanza, justicia y liderazgo. En definitiva, de una nueva etapa[1].
Trauma, crisis y heroísmo son, por tanto, los componentes fundacionales de la dinámica histórico-ficcional de Batman. Un personaje que, después de casi 80 años de trayectoria en distintos medios expresivos, Christopher Nolan renovó y adaptó al siglo XXI en su trilogía de filmes formada por Batman Begins (2005), El caballero oscuro (The Dark Knight, 2008) y El caballero oscuro: La leyenda renace (The Dark Knight Rises, 2012). Apenas cuatro años después del 11S, y en pleno renacimiento del cine de superhéroes en Hollywood, el defensor de Gotham volvió a la acción para convertirse en un símbolo cinematográfico de un tiempo de incertidumbre y ansiedad. También, en la obra más popular de un director que, como Batman, nació del dolor.
Los periodos de crisis suelen traer consigo una nueva sensibilidad artística que impregna todas las disciplinas y, por ende, los distintos ámbitos de una sociedad, desde la política hasta la educación. Historiadores, filósofos y sociólogos dudan en determinar si se trata de un proceso generacional, que sucede a intervalos regulares de unos treinta años, o si es más bien un fenómeno psicológico, motivado por el impulso de renovación que sugiere todo cambio drástico en el seno de una comunidad. En las transiciones entre siglos y décadas se aprecia también ese ánimo transformador que incuba nuevas miradas expresivas, corrientes de pensamiento y tendencias estéticas. En estos casos, el devenir del tiempo histórico parece actuar como generador de ideas.
De entre todas las posibles aproximaciones a esta cuestión, quizá la sociología del conocimiento sea la materia que más luz ha arrojado al respecto. En concreto, el pensador de origen húngaro Karl Mannheim, que en su obra Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, publicada en 1929, empleó el concepto de acontecimientos generacionales[2] —hitos sociales positivos (un desarrollo tecnológico) y/o negativos (una guerra)— para entender el origen de las generaciones y la naturaleza de los cambios que estas proponen en la aprehensión de la realidad y el desarrollo del conocimiento.
Qué es y cómo surge una generación, qué características la definen, qué ideas la moldean o qué sistemas de pensamiento comparten sus miembros eran algunas de las cuestiones que preocupaban a Mannheim. El autor encontró en los hechos que marcan la niñez y la juventud, y por tanto influyen en el resto de la vida de las personas, un argumento para acercarse a esos interrogantes. En la vida adulta se padecen también traumas, pero son las tragedias de la infancia —como la de Batman y otros superhéroes—, las que construyen al hombre.
De la mano de Mannheim, las generaciones dejaron de ser exclusivamente un mecanismo de relojería —una nueva cada tres décadas, según la clásica teoría positivista de Auguste Comte— para responder también a una dialéctica fenomenológica. Sociedad y pensamiento forman un sistema de vasos comunicantes mediante el cual la sociedad influye en el pensamiento —a través de sucesos traumáticos, generalmente conflictos bélicos— tanto como el pensamiento influye en la sociedad —a través de los hallazgos de una escuela cultural y/o científica—. Y lo más importante: las ideas nacidas de ese diálogo modifican la sociedad y provocan su transformación. Unas ideas que hacen suyas los miembros de una generación, mecidos en ese contexto que bascula de la sociedad al pensamiento y viceversa.
Si estas breves notas sobre la sociología del conocimiento cobraran forma de guion cinematográfico, el resultado se parecería bastante a Origen (Inception, 2010), una de las películas más sobresalientes de Christopher Nolan. En aras de la diversión, el director no menciona a Mannheim, ni aturde al público con reflexiones sobre los acontecimientos generacionales, pero los diálogos entre Cobb (Leonardo DiCaprio) y Miles (Michael Caine) habrían recibido el visto bueno del sociólogo. Porque, en última instancia, lo que la película traslada al espectador es una tesis reducida sobre el origen social de las ideas y su poder transformador, y el carácter alterador, definitorio, de los sucesos traumáticos.
Es indispensable tener estos dos conceptos en mente a la hora de hablar del cine de Christopher Nolan, y en particular de su trilogía dedicada a Batman, en la que se desarrollan ambas nociones a través del personaje de Bruce Wayne. El británico es un director extraordinario en casi todos los aspectos cinematográficos, pero también, o por encima de otros motivos, por el carácter doblemente generacional de su obra. En un ámbito temático, pocos directores de vocación comercial ofrecen, como él, un catálogo tan complejo de los resortes que activan las transformaciones sociales. Y en un ámbito sociológico, tantas pistas para entender una parte del cine producido en Hollywood en los primeros años del siglo xxi, marcados por los atentados del 11S.
A Nolan le fascina la relación entre sociedad y pensamiento. Es un tema que alienta los guiones de sus películas desde su ópera prima, Following (1998). Y, a la vez, buena parte de su carrera es fruto de un momento histórico de crisis donde esa relación se ha convertido en un signo generacional; es un trauma insoslayable. El director, como el personaje de Leonardo DiCaprio en la última escena de Origen, es quizá consciente de ese juego de influencias mientras contempla el giro de una peonza, atónito ante la posibilidad de que sus ideas no sean del todo suyas.
Steven Spielberg, con quien a menudo se compara a Christopher Nolan, es otro caso de director comercial consciente del tiempo que le ha tocado vivir, como evidencia el carácter alegórico y fabulador de algunas de sus películas a partir del año 2001[3]. El cine de Nolan, sin embargo, representa de forma más compleja los primeros años del siglo XXI porque a esa misma autoconciencia se le añade una preocupación temático-filosófica característica de otros directores de su generación: la relación sincrónica entre espacio de representación, tiempo cinematográfico, identidad y memoria; entre sociedad y pensamiento. En las historias del director londinense los acontecimientos rara vez se presentan en una línea temporal cronológica, sino que saltan entre pasado, presente y futuro. Las distintas acciones se pliegan en una sola dimensión, sugiriendo, como los retratos cubistas de Picasso, que el ser es una proyección del «fue» y del «será».
Este motivo es sintomático del manto de escepticismo que se cernió sobre EE.UU. y algunas sociedades occidentales a partir del año 2001 y que, en el cine de Hollywood, se filtró a través de los géneros de la fantasía, en particular el terror y la ciencia ficción. El mundo post-11S sufrió cambios drásticos en todos los órdenes de la vida política, social, económica y cultural; era un panorama sin certezas ni seguridad. En la ficción cinematográfica ese carácter mutante encontró su salida natural en los géneros especulativos por antonomasia, produciéndose multitud de historias que apelan a la transformación como motor de los acontecimientos.
Dennis Villeneuve —La llegada (Arrival, 2016) y Blade Runner 2049 (2017)—, Alfonso Cuarón —Hijos de los hombres (Children of Men, 2006) y Gravity (2013)—, Joseph Kosinski —Tron: Legacy (2010) y Oblivion (2013)—, Doug Liman —Al filo del mañana (Edge of Tomorrow, 2014)—, Rian Johnson —Looper (2012), J.J. Abrams —Super 8 (2011) y Matt Reeves —Monstruoso (Cloverfield, 2008), El amanecer del planeta de los simios (Dawn of the Planet of the Apes, 2014) y La guerra del planeta de los simios (War for the Planet of the Apes, 2017)— son algunos de los cineastas que acompañan a Nolan en su viaje por la incertidumbre de una realidad en crisis.
El trabajo de este grupo de directores despunta en los años que transcurren entre los mandatos de George W. Bush (2001-2008) y Barack Obama (2009-2016). Un periodo político, económico y cinematográfico que Michael Coyne cataloga como «fase apocalíptica» (2008: 17), habida cuenta de la sucesión de fenómenos trágicos que afectaron a EE.UU. y a la producción cinematográfica de Hollywood. Los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono constituyen quizá el suceso más recordado, pero esos años estuvieron condicionados también por la invasión norteamericana de Irak y Afganistán, la crisis económica que siguió al derrumbe de Lehman Brothers y el auge de los populismos.
Otros autores como Jesús González Requena (2002: 7-18) y Slavoj Zizek (2012) han hablado de crisis de la postmodernidad para referirse a ese periodo tan convulso. Ambos observan que la ansiedad y el temor a sufrir un ataque terrorista, pero también a perder el empleo y el hogar —en definitiva, a que no haya un futuro— hicieron mella de un modo dramático en algunas sociedades del primer mundo, particularmente en Estados Unidos y en el sur de Europa. Inseguridad y miedo son los sustantivos que mejor definen un tiempo plagado de fenómenos dramáticos, tratados a diario en los medios de comunicación.
Jerome Gustave Speth enumera algunos de estos hechos al considerar que el terrorismo islámico y la inestabilidad financiera de la última década y media van de la mano del cambio climático, el éxodo hacia Europa de miles de refugiados procedentes de África y Oriente Próximo, el rearme nuclear de Afganistán, Irán y Corea del Norte, los recortes al Estado del Bienestar en España, Francia, Italia, Grecia y Portugal, el colonialismo económico de China y el resurgimiento político de Rusia (2008: 17-46). A un mundo globalizado le corresponden problemas globalizados. Esta es, quizá, una de las notas definitorias más relevantes de los primeros compases del siglo XXI.
En este contexto histórico, Christopher Nolan se ha erigido en una figura capital del cine de Hollywood por cuanto sus películas abordan abiertamente cuestiones del presente (políticas, filosóficas, sociales, culturales) y, al mismo tiempo, son epítome de la sensibilidad de una generación de directores conscientes de su protagonismo cultural en una nueva etapa histórica. Es probable que con el 11S arrancara la era de la posverdad, en tanto la explicación de los hechos, y su supuesta objetividad, dejó de ser más importante que los sentimientos que estos despiertan.
Títulos como El truco final (El prestigio) (The Prestige, 2006), Interstellar (2014), Dunkerque (Dunkirk, 2017) y la trilogía de Batman trascienden su adscripción a los géneros populares del cine de entretenimiento para reflexionar sobre un mundo en crisis y expresar la personalidad distintiva de un director marcado, siquiera por su condición de testigo, por un tiempo trágico. ...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADA INTERIOR
  3. CRÉDITOS
  4. DEDICATORIA
  5. ÍNDICE
  6. PRÓLOGO
  7. CAPÍTULO 1. Christopher Nolan, un cineasta para el siglo XXI
  8. CAPÍTULO 2. Una nueva edad de oro del cine fantástico
  9. CAPÍTULO 3. Batman Begins. Un héroe traumatizado
  10. CAPÍTULO 4. El caballero oscuro. Un mundo nuevo y amenazador
  11. CAPÍTULO 5. La leyenda renace. El apocalipsis es real
  12. CAPÍTULO 6. La transformación del héroe en mito
  13. BIBLIOGRAFÍA
  14. AUTOR