El conflicto palestino-israelí
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El conflicto palestino-israelí

En cien preguntas

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El conflicto palestino-israelí

En cien preguntas

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14 de mayo de 1948. Tras el plan de división trazado por la ONU nace el Estado de Israel, un Estado judío, querido así por los movimientos sionistas. El estado árabe de Palestina, sin embargo, no logra ver la luz del día. Hay promesas contradictorias tanto para árabes como para judíos, desplazamientos de población, refugiados, guerras, terrorismo internacional, intifadas, asentamientos israelíes en Cisjordania y Gaza... Las instituciones internacionales no logran encontrar soluciones. En 100 preguntas y respuestas, con la ayuda de mapas y un glosario, el autor descifra este conflicto de 70 años, uno de los más importantes y tensos del planeta.

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Información

Año
2019
ISBN
9788432151088
Edición
1
Categoría
Historia
100 PREGUNTAS
1.
¿Por qué la ciudad de Jerusalén es santa para los judíos?
JERUSALÉN CRISTALIZA LAS TENSIONES entre israelíes y palestinos. Alberga las ruinas del templo, centro del culto judío histórico, edificado en este lugar debido a un pasaje de la Torá. En el capítulo 22 de Génesis, Dios pone a prueba a Abrahán pidiéndole sacrificar a su hijo Isaac como testimonio de su fe. El sacrificio ritual debe llevarse a cabo cerca de donde vive Abrahán, en el monte Moria. Ante la determinación de Abrahán, en el momento de pasar a los hechos, un ángel detiene su mano, acto fundador de la relación particular entre Dios y estos primeros creyentes monoteístas, los judíos. El sacrificio de un carnero resulta suficiente, los sacrificios humanos a los dioses ya no serán practicados por el pueblo de Abrahán. A cambio de la fe que se le profesa en adelante, Dios promete «multiplicar su descendencia» (Génesis 22).
El monte Moria marca la geografía religiosa: hacia el año 1000, el rey David instala la capital del reino judío en Jerusalén y su hijo Salomón emprende la construcción sobre el Moria del primer templo, destinado a guardar el Arca de la Alianza para las ceremonias celebradas por los sacerdotes en un lugar reservado, con exclusión de la multitud del común de los creyentes. Al sitio se le llama en lo sucesivo el Monte de la Casa (de Dios) (Har ha bayit en hebreo).
Se fija la tradición religiosa: Éxodo 23-37 impone la obligación a cada judío de acudir en peregrinación a Jerusalén y de rezar en las proximidades del Templo en las fiestas de Pessah (Pascua) que conmemoran la salida de Egipto de Moisés, las fiestas de Chavuot que recuerdan el don de la Torá y las ceremonias de Sukkot, la fiesta de las Tiendas que perpetúa el recuerdo de los cuarenta años de errar el pueblo con Moisés por el desierto.
La historia va enriqueciendo el símbolo que representa el Templo: en 586 a. C., Nabucodonosor se apodera del sitio, hace destruir la construcción, reduce a la esclavitud a los judíos y los lleva presos a la capital babilónica. El culto se reanuda en el mismo lugar después de la liberación de Babilonia y se inicia la construcción del segundo templo. La restauración de la monarquía permitirá más tarde a Herodes el Grande la renovación de este segundo templo, sobre una terraza que rodea el Monte Moria, y limitada por los altos muros construidos con piedras enormes. El templo no sobrevivió a las dos rebeliones judías de los años 70 y 132 y a la represión llevada a cabo por Tito, que saquea y arrasa el templo, y por Adriano, que romaniza la ciudad, prohíbe que la habiten los judíos y erige una estatua imperial para promover su culto en la ciudad sometida.
Pero la fe religiosa persiste, y los creyentes que pueden, con el permiso un día al año de las autoridades romanas, acuden a rezar contra el muro occidental del templo, el más próximo al Moria, sobre el que se han multiplicado las construcciones de casas, propiedades de no judíos. La dimensión simbólica del templo perdido y de su santidad se refuerza con el tiempo, mientras que se suceden las medidas de exclusión: entre 638 y 1099 d. C., el poder musulmán tolera solo una presencia algunos días al año; la prohibición es total bajo los cruzados, de 1099 a 1187, luego crece la tolerancia bajo la autoridad musulmana hasta 1917. La presencia judía es posible bajo el mandato británico, pero totalmente prohibida de 1948 a 1967 por el gobierno jordano. Solo después de la guerra de los Seis Días se puede acceder al muro occidental.
Creencias religiosas e historia hacen de Jerusalén el lugar emblemático de la religión y de la nación judía.
El acceso al monte del templo está prohibido a los judíos desde el año 2000, medida gubernamental israelí que obedece a un principio de seguridad al que se une una razón religiosa: el templo no es accesible en su totalidad a los simples mortales, algunas zonas estaban reservadas a los sacerdotes, lugares que no se pueden situar hoy con exactitud. Con todo, algunos escasos activistas pretenden una autorización para que los judíos puedan rezar en el monte del templo. Durante las negociaciones de Camp David 2, en 2000, se contempló la eventualidad de una partición de la ciudad. El asunto no prosperó por desacuerdo de los negociadores y la división de la opinión pública.
2.
¿Cómo es que el Santo Sepulcro muestra en Jerusalén la división de los cristianos?
POR RAZONES TEOLÓGICAS, HISTÓRICAS y políticas, la cristiandad está dividida en varias Iglesias: en 1054, el Gran Cisma separa a ortodoxos y latinos. En 2016, sus respectivos jefes, el patriarca ortodoxo Kirill y el papa Francisco, se encuentran por primera vez en Cuba el 12 de febrero. Estas divisiones reducen el papel de los cristianos en Oriente Medio, en tanto que Rusia se presenta como protectora de los derechos de los ortodoxos desde 1840 y Francia ejerce ese papel respecto a los católicos entre 1535 y 1922.
La debilidad y la división de los cristianos son visibles en la basílica del Santo Sepulcro que contiene el Gólgota, lugar de la muerte de Cristo, y su sepulcro vacío. Para pacificar las relaciones entre Iglesias rivales, y ponerlas bajo su tutela, Saladino confía en 1244 las llaves de la puerta de entrada a una familia musulmana, los Judeh, y el control de la puerta a otra familia musulmana, los Nuseibeh. En 1852, las seis Iglesias cristianas (la Iglesia ortodoxa griega, la Iglesia católica romana representada por la orden de los Franciscanos, la Iglesia armenia, la Iglesia copta egipcia, la Iglesia ortodoxa siria y la Iglesia etíope) se entienden bajo la égida del sultán Abdul Mejid para precisar los derechos de cada una sobre las diferentes partes de la basílica y las horas de celebración litúrgica reservadas a cada una. Nace así el statu quo que se aplica siempre, confirmado en derecho internacional por el artículo 62 del Tratado de Berlín firmado en 1878.
El uso de las partes comunes está estrictamente reglamentado. Se detalla su limpieza: el suelo de la basílica lo barren los griegos ortodoxos, mientras que los latinos limpian los escalones que conducen a la capilla de los francos. Griegos, latinos, armenios cuidan, por turnos semanales, de la limpieza de la Rotonda y de la Piedra de la Unción.
Los lugares se detallan según una cartografía precisa: la Iglesia ortodoxa griega ocupa el espacio más importante. Controla la parte central del edificio (el Katolikon), las sacristías alrededor de la Rotonda donde se encuentra el sepulcro de Cristo, la mitad de las tribunas del crucero sur y la capilla del Calvario: 12ª estación del Gólgota; la Iglesia católica romana tiene el control de la capilla de la Crucifixión, 10.ª y 11.ª estaciones del Gólgota, de las tribunas del brazo norte del transepto, de la capilla de la Magdalena, de la capilla de la Aparición, en el convento franciscano anejo a la parte norte de la basílica, y de una parte de la Rotonda. Los armenios ocupan la mitad de las tribunas del crucero sur, la cripta de santa Elena y dos sacristías, así como una parte del sepulcro de Cristo. La Iglesia siria posee una capilla en la Rotonda, mientras que los coptos tienen una minúscula capilla detrás del sepulcro de Cristo y quedan relegados a la cubierta de la basílica.
Cada bien mueble tiene un propietario claramente identificado. Las lámparas pertenecen cada una a una comunidad: por encima de la Piedra de la Unción están suspendidas ocho lámparas, cuatro pertenecen a los griegos, dos a los armenios, una a los latinos y una a los coptos. Las tres grandes comunidades, griegos, latinos y armenios, poseen igualmente en torno al sepulcro de Cristo trece lámparas cada una, los coptos tienen cuatro, mientras que las otras dos comunidades no tienen ninguna.
El statu quo es frágil: el 4 de noviembre de 1901, monjes ortodoxos griegos y franciscanos llegan a las manos, y en 2008 la poli­cía israelí debe intervenir para separar a unos monjes que riñen en el edificio. La desconfianza es fuerte y, para la restauración de la construcción, las negociaciones entre las Iglesias son largas: en 1808, un incendio asola la basílica, y un siglo más tarde, pocos trabajos se han podido realizar. El 11 de julio de 1927, un temblor de tierra debilita la construcción, de nuevo tocada por otro temblor en 1937: por seguridad, la administración británica prohíbe al público el acceso al monumento, reservándolo solo a los religiosos, antes de que las obras de consolidación se emprendan con urgencia. Pero hasta los años 1960 no se sustituyen los bloques de piedra afectados por el incendio y los temblores de tierra mediante una renovación en profundidad.
Las divisiones internas de la cristiandad suponen que los responsables cristianos tengan papeles de segunda fila en el conflicto palestino-israelí.
3.
¿Por qué Jerusalén es un lugar santo musulmán?
EL CORÁN NO MENCIONA JERUSALÉN: la sura 17, 1 indica que el arcángel Gabriel y Mahoma fueron de noche desde La Meca a la «Mezquita muy lejana» (Al-Masjid Al-Aqsa). Mahoma se apoyó en una roca para subir al cielo. La exegesis del siglo VIII, bajo los Omeyas que controlan Jerusalén, da una interpretación a este texto: Mahoma subió al cielo desde la roca del Moria. Al-Masjid Al-Aqsa se identifica con Jerusalén, «la Santa» (Al-Quds).
La ciudad fue conquistada en 638 por el califa Omar, y su sucesor Abd-el Malik ibn Marwn recubre la roca del monte Moria con un domo protector, el domo de la Roca, y construye la mezquita Al-Aqsa en la parte sur de la explanada del tiempo de Herodes. En adelante, el monte del Templo se convierte en la explanada de las mezquitas, el «noble santuario» (al-Haram a Sharif en árabe). La ciudad sigue siendo periférica para el islam en su imaginario religioso: Medina y La Meca están en el corazón de la religiosidad musulmana, no Jerusalén. Su importancia aumenta en el siglo XX, bajo el impulso de Amin al-Husayni, gran muftí de Jerusalén. En 1923, en un contexto de tensiones políticas con los británicos y los sionistas, moviliza a los musulmanes de todo el mundo para que financien la restauración de la explanada, presentada como el tercer lugar santo del islam. Como responsable político palestino, hace del destino de la explanada de las mezquitas un asunto político y religioso que alimenta la piedad musulmana, realzando el carácter santo de Jerusalén.
El lugar de Jerusalén en el islam no es algo unánime entre los musulmanes y divide a las filas sunitas. Los wahabitas y salafistas, particularmente implantados en Arabia saudí, privilegian La Meca, lugar de la peregrinación obligatoria para los creyentes. Los Hermanos Musulmanes, fundados en Egipto, bien implantados en El Cairo, que no puede rivalizar con La Meca como capital religiosa, valoran Jerusalén como centro espiritual. El debate se centra en el estatuto de los Santos Lugares: los salafistas autorizan únicamente la peregrinación y el sacrificio a La Meca y Medina. Los Hermanos Musulmanes lanzan una campaña de comunicación titulada «Al-Aqsa está en peligro».
La situación política ha hecho de la explanada un asunto entre jordanos, palestinos e israelíes. Después de la primera guerra árabe-israelí en 1948, la Ciudad Vieja de Jerusalén es jordana. El acuerdo de armisticio firmado en 1949 prevé el libre acceso de todos a los Santos Lugares, entre otros la explanada de las mezquitas. Pero este artículo no se aplica, se prohíbe a los judíos la presencia en la Ciudad Vieja, y el 24 de abril de 1950, el rey Abdallah de Jordania anexiona Jerusalén a Cisjordania. Una administración de asuntos religiosos, el Waqf, bajo la autoridad del gobierno, se encarga de la gestión de la explanada.
En 1967, Israel conquista la Ciudad Vieja en la guerra de los Seis Días. La Knesset, el parlamento israelí, promulga una ley que protege y garantiza la libertad de acceso a la explanada; la entrada en el domo de la Roca y en la mezquita Al-Aqsa está reservada a los musulmanes. El Waqf se mantiene, sus empleados seguirán pagados por Jordania. Un statu quo se instaura, institucionalizado en 1994 por el tratado de paz jordano-israelí que confirma las prerrogativas jordanas. A veces se rompe: en agosto de 1969, un fundamentalista cristiano prende fuego a la mezquita y provoca la movilización musulmana para salvarla. Eso alimenta también los discursos de los militantes nacionalistas palestinos, que movilizan la opinión pública musulmana haciendo de la explanada un símbolo nacional religioso, y no solo un lugar de oración.
El devenir de la explanada hace capotar los intentos de solución del conflicto e...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADA INTERIOR
  3. CRÉDITOS
  4. SUMARIO
  5. INTRODUCCIÓN
  6. 100 PREGUNTAS
  7. GLOSARIO
  8. CRONOLOGÍA
  9. ÍNDICE DE MAPAS
  10. ÍNDICE DE PREGUNTAS
  11. AUTOR