Historia portátil del mundo
eBook - ePub

Historia portátil del mundo

  1. 304 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Un relato histórico que nos asoma a los acontecimientos más relevantes de la historia de la humanidad.Desde la revolución cognitiva hasta Silicon Valley, este libro ameno condensa en menos de 300 páginas la historia de la humanidad, despertando nuestra curiosidad por nuestro pasado, presente y futuro y haciéndonos reflexionar sobre la unicidad de la especie humana.Los inicios de nuestra especie, los grandes acontecimientos históricos, las principales ciudades, los personajes históricos más influyentes, las ideas más revolucionarias, el arte, los inventos, las palabras y los discursos que han cambiado nuestra concepción del mundo se condensan en diez capítulos cortos, en cuyo final el autor enumera su "Top 10" a modo de resumen. Asimismo, dedica un capítulo a reflexionar sobre nuestra fascinación por la crueldad como característica intrínseca de la condición humana, sobre el devenir de la historia y sobre las falsas creencias infiltradas en el pensamiento colectivo.Un relato histórico que nos permite hacernos una idea general de los acontecimientos más relevantes y, sobre todo, comprender su significado histórico. Von Schönburg defiende la tesis de que no importan tanto los nombres, las fechas o los datos concretos, sino más bien las grandes preguntas que se esconden detrás de los hechos históricos y su vigencia en el presente."Schönburg consigue conjugar con una perfección inaudita la erudición con un lenguaje accesible. Con "Historia portátil del mundo" uno se ríe tanto como aprende."SWR2"Elegante e inteligente, con un lenguaje accesible, cumple con las expectativas de forma consistente y con estilo."Der Freitag"Lo que Schönburg escribe, siempre resulta ocurrente, divertido... y sobre todo fascinante."Film, Sound & Media"Schönburg consigue algo poco frecuente en la literatura alemana: expresar un contenido denso con elegancia y facilidad."Der Tagesspiegel"Un libro para disfrutar de la Historia."Radio Fritz

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Historia portátil del mundo de Alexander von Schönburg, María Esperanza Romero en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Historia y Historia del mundo. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2017
ISBN
9788494740008
Edición
1
Categoría
Historia
1.
CÁSCARA DE NUEZ
(4.500 millones de años a cámara rápida)
El ardiente Indo bebe el agua del helado Araxes; el Persa, las aguas del Elba y del Rin. La diosa de los mares Tetis revelará nuevos orbes, ya no será Thule el confín de las tierras.
SÉNECA
El comienzo de la historia se narra rápido; nadie conoce lo que había «antes». En cambio, lo que sucedió después, hace aproximadamente trece mil millones de años, se sabe con bastante exactitud: un cosmos de dimensiones mínimas revienta liberando un máximo de energía, sus fragmentos se expanden y se alejan los unos de los otros como si estuvieran en la superficie de un globo que se va hinchando. Surgen el espacio, la luz y el tiempo. Nadie puede decir por qué sucedió tal cosa; no obstante, la distancia de los fragmentos, que todavía se desplazan de forma explosiva, permite inferir que, en efecto, sucedió e incluso determinar cuándo.
Saltémonos el asunto un tanto inquietante del Big Bang y también la larga, muy larga historia del nacimiento de la tierra. El vuelo centrífugo del cosmos da lugar, gracias a la gravitación, al surgimiento de bolas de gas y estrellas. Nuestro sol, un diminuto astro fijo, apareció hace alrededor de cinco mil quinientos millones de años. Nuestra tierra, que gira fielmente alrededor del sol, es solo unos mil millones de años más joven y ha sido, la mayor parte de este tiempo, un lugar bastante inhóspito. Durante más de cuatro mil millones de años todo ha ardido y burbujeado sin parar. En tres mil quinientos millones de años, tiempo en que que transcurrió la mayor parte de la historia de la tierra, nuestro planeta fue una sopa primigenia con algas dentro. Uno no quiere saber lo que decían por aquel entonces en el telediario de la noche...
Hace unos quinientos millones de años ocurre algo extraño: surge la vida. La llamada explosión cámbrica. De forma fulminante —según las dimensiones temporales objeto de nuestra observación— aparecen plantas terrestres, animales de caparazón duro, los primeros pececillos, anfibios, insectos y finalmente reptiles y pájaros. En un lapso de tiempo muy reducido se produce una proliferación, un ajetreo acelerado de seres que se deslizan, reptan, vuelan presentando una variedad y exuberancia nunca vistas. A continuación se suceden algunos impactos de asteroides o cometas, algunas de las especies vegetales o animales mueren dejando espacio para otras.
Rebobinemos hacia delante: los siguientes cuatrocientos noventa y siete millones de años vuelven a transcurrir muy despacio, hasta que hace unos tres millones de años la cosa vuelve a ponerse interesante porque una especie animal presenta un comportamiento llamativo. Algunas especies de monos que, como todos ellos, proceden de un tipo de tupaya insectívora, comienzan a comportarse de una manera extraña. Caminan erguidos y por lo tanto tienen las manos libres. Se desarrollan varias especies de primates. Así como hoy en día existen diferentes razas de perros o de pájaros, durante dos millones de años hubo también diferentes especies de homínidos primitivos. En Europa y en Asia occidental se gestó el hombre de Neandertal. En Asia también existió el Homo erectus soloensis, el hombre de Solo, y el Homo floresiensis, el hombre de Flores, que en la literatura popular se conoce como el hobbit, extinguido hace apenas doce mil años.
El avance técnico que se produjo en el lapso de tiempo comprendido entre tres millones y setenta mil años antes de nuestra era cronológica es asombrosamente lento. Tras la aparición del primer ejemplar de bifaz no hubo durante millones de años un bifaz 2.0. Ni un solo Steve Jobs a la redonda. Muy tarde, allá por el mencionado año 70.000 a. C., una conmutación en el cerebro catapulta hacia delante a una de las muchas especies de homínidos, al Homo sapiens, originario de África oriental, colocándolo en una posición bastante ventajosa. Uno de sus hándicaps evolutivos —el hecho de traer al mundo seres prematuros— favoreció seguramente sus capacidades comunicativas. En lugar de andar recogiendo herramientas de piedra por aquí y por allá, estos seres crean de repente auténticos talleres. Las capacidades organizativas y técnicas se disparan. Hablamos, pintamos, jugamos, hacemos planes, comerciamos. Nos convertimos en seres pensantes. Comienza la llamada revolución cognitiva. Nos llega en un momento en que somos pocos. Varias catástrofes naturales, como los estallidos de volcanes, hacen que 70.000 años atrás quedáramos reducidos a menos de 10.000 exponentes. Esto quiere decir, primero, que ya en una ocasión estuvimos a punto de extinguirnos, y, segundo, que todos somos parientes cercanos. Desde el punto de vista genético, la reina de Inglaterra, El Chapo y Elvis Presley están íntimamente emparentados, con cada uno de los lectores de estas líneas.
Hace unos doce mil años se produjo la siguiente cesura de gran envergadura: el sedentarismo. Dejamos de dedicarnos exclusivamente a la caza y la recolección, para sembrar, cosechar y asentarnos. Probablemente no sin que esto diera lugar a conflictos significativos entre las culturas tradicionales, desligadas de la tierra, y las sedentarias. Estas últimas se impusieron porque podían hacer acopio de una mayor cantidad de alimento y almacenarlo. Esto, sin embargo, las obligaba a producir cada vez más para poder alimentar a una población en crecimiento. Desde ese momento ya no hubo vuelta atrás. Una vez el hombre se ha asentado...
Luego pasa todo tan deprisa que apenas se puede asimilar. Con la propiedad llegan los números y la escritura. El sedentarismo implica también una patria que hay que defender. La planificación se hace necesaria y son muchas las cosas que hay que tomar en consideración, hay mucho de qué ocuparse y mucho que vigilar: se requieren murallas, guardas y armas para la seguridad y la defensa; hay que buscar jefes que organicen la defensa, crear reservas de alimentos para una población en crecimiento; el éxito del aprovisionamiento depende del clima. Hay gobernantes que se dedican a ampliar su territorio arrebatándole los excedentes a aquellos que siembran los víveres; entran en liza sacerdotes que creen poder impedir las sequías. La producción de metal fomenta la creciente división del trabajo, surgen las clases sociales, lo que requiere organización. Fundamos ciudades, hacemos guerras, creamos naciones, imperios, acueductos, ruedas dentadas, sistemas de calefacción central, hornos microondas, sociedades anónimas, marcapasos y teléfonos inteligentes.
A partir de la revolución agrícola es habitual enumerar las superpotencias. Se empieza tradicionalmente con los sumerios y asirios, luego se sigue con el relato de la fabulosa Babilonia, se cargan un poco las tintas, mencionando prácticas como la prostitución en los templos y excesos por el estilo; a continuación se describen las recurrentes olas de migración de los pueblos, con las que las tribus de las estepas de Asia y del este de Europa se desplazan hacia el sur haciendo retroceder a otras. Luego nos ocupamos de los persas, de los egipcios, enseguida damos un giro hacia China y al río Indo, hasta que por fin les toca el turno a los griegos y a los romanos. Es muy entretenido, pero al final siempre una tribu nómada acaba venciendo a otra, una civilización desarrollada acaba imponiéndose a otra en algún rincón de nuestro planeta. Más interesante que enumerar estos conflictos es, en realidad, constatar la vertiginosa velocidad con la que culturas completamente aisladas acaban dando lugar a un mundo interconectado. En el siglo XIII antes de nuestra era cronológica, un soberano de Mesopotamia todavía podía decir de sí mismo, sin mala conciencia, que era «rey de las cuatro orillas del mundo». No sabía de la existencia de un rey chino. Y ninguno de los dos sospechaba siquiera que existieran los mayas. Bien podrían haber vivido en diferentes planetas.
En el siglo IV a. C. Alejandro Magno fundó ciudades desde el Mediterráneo hasta el Indo. Hacia el año del nacimiento de Cristo ya había habido contacto entre pueblos de todo el mundo. Nero enviaba expediciones a las fuentes del Nilo; Tomás, el discípulo de Jesús, predicaba a orillas del Indo. Luego se produjo una ola de conquistas árabes por todo el mundo mediterráneo, y el islam creó un imperio universal multicultural. Y, a finales del siglo I d. C., judíos, cristianos, vikingos y chinos comerciaban transportando mercancías más allá de las fronteras continentales.
En los siglos XII y XIII, después de las cruzadas, el mundo estaba ya tan interconectado que el Papa escribió cartas a los mongoles de China pidiéndo ayuda contra los musulmanes; Europa occidental se inundó de traducciones de antiguos textos griegos procedentes del mundo árabe, hubo universidades comunicadas entre sí, disposiciones legales de validez universal y metrópolis del comercio mundial. El término «contrario a la globalización» es uno de los más tontos al uso. Asimismo podría hablarse de «contrarios al crecimiento de las plantas». Desde hace al menos dos mil años, la interconexión denominada «globalización» está en plena marcha, a un ritmo cada vez más acelerado y de forma irreversible. Muchos de los escritos del especialista en derecho público Carl Schmitt son textos controvertidos, y con razón, pero una minúscula obra suya no lo es, se titula Land und Meer [tierra y mar], y la escribió para su hija Anima durante la Segunda Guerra Mundial. En ella intenta explicarle el mundo. Schmitt describe la historia de la humanidad como una historia de la superación del espacio.
La más trascendental «revolución espacial», como él la denomina, fue el paso de salir al mar. Primero a lo largo de las costas, luego adentrándose en la desconocida vastedad. Schmitt describe cómo los vikingos, los cazadores de ballenas y los piratas fueron los primeros en aventurarse mar adentro. Luego, en los siglos XV y XVI, a través de las rutas que estos exploraron, los estados-nación emprendieron la conquista de los océanos sumamente preparados, desde el punto de vista científico y militar. Es la época de la conquista de América, del comercio a escala mundial, de los imperios universales. Se hace realidad la frase del descubridor Walter Raleigh que dijo: «Quien domina los mares domina el comercio, y quien domina el comercio es dueño de todos las riquezas del mundo y, en consecuencia, dueño de este». La categorización basada en las diferentes revoluciones espaciales que propone Schmitt fue tan genial porque era la primera vez en que alguien ponía nombre al fenómeno de la globalización. Inglaterra se convirtió en una potencia de los mares y, con el invento de las máquinas, también en la mayor potencia mecánica. La primera máquina de vapor de probada eficacia se creó en 1770 en Inglaterra, al igual que el primer telar mecánico, que data de 1786. En 1804, y también en ese país, empezó a circular la primera locomotora de vapor y fue allí donde por primera vez se transportó a personas sobre los rieles. Gran Bretaña era a mediados del siglo XIX un imperio casi demasiado potente. En 1874 Benjamin Disraeli, quien más tarde sería primer ministro británico, coquetea en su libro Tancredo o la nueva cruzada con la idea de que la reina de Inglaterra trasladase la sede de su imperio de Londres a Nueva Deli. Sociedades británicas, como la East India Company, eran por aquel entonces más poderosas de lo que es hoy Google, disponían de ejércitos propios y podían decidir sobre la guerra y la paz. En el cambio del siglo XIX al XX, Estados Unidos va tomando paulatinamente el relevo de los ingleses, sus antiguos colonos.
Para seguir con el pensamiento de Carl Schmitt, los inventos de la telegrafía, la radiofonía y la telefonía, que tuvieron lugar entre 1835 y 1910, supusieron la eliminación de más fronteras espaciales. En 1850 se instalan los primeros cables submarinos que unen Europa y América, en 1866 Siemens construye generadores eléctricos, en 1903 se emprende el primer vuelo con motor. Desde 1913 existen aviones de combate, y, sin transcurrir ni siquiera diez años, la empresa aeronáutica Junkers de Dessau empieza a construir aviones para pasajeros a gran escala; en 1931 la aerolínea Pan Am realiza los primeros vuelos de largo recorrido (de Miami a Buenos Aires). En el año 1969 se produce la caída definitiva de las barreras espaciales con el viaje a la luna y con la primera transmisión de datos entre ordenadores. Hoy en día no hace falta siquiera poner un barco en movimiento o subirse a un avión para lograr un efecto determinado en el otro extremo del mundo o manejar incluso un satélite en el espacio. Basta con un clic de ratón. El mundo entero se ha convertido en uno solo. Hubo épocas en que los habitantes de cada valle fluvial, los miembros de cada tribu tenían sus propios cultos; hubo en todo el mundo métodos distintos para contar, para construir, para enterrar a los muertos. Hoy en día hay religiones universales (en rigor también pertenecen a ellas las promesas de redención estrictamente seculares como el liberalismo democrático); todos usamos, en caso de necesidad, el mismo sistema de pago y vivimos en edificios casi idénticos.
Hoy en día ya no hay ningún lugar en el mundo que no esté en contacto con la realidad común, globalizada. ¿Cuáles han sido los móviles de esta interconexión? Ante todo, el comercio. Y las conquistas. Y la religión. A partir del momento en que a una tribu ya no le es indiferente la creencia de la tribu vecina, la historia adquiere un ingrediente completamente nuevo. Esto empieza a ocurrir aproximadamente a partir del primer siglo antes de nuestra era cronológica. En Europa aparece otro móvil, un turbopropulsor de la interconexión: la ciencia. También las potencias conquistadoras de la Antigüedad, llámense persas o mongoles, ansiaron apropiarse de pueblos y tribus, pero siempre con el fin exclusivo de acumular riquezas. También ellos tenían astrónomos y matemáticos. Pero la diferencia entre los conquistadores europeos de la época moderna y las culturas de Oriente fue la capacidad de los primeros de hacer que una cosa sirviera para otra: poner la ciencia al servicio del comercio y de la guerra, el comercio al servicio de la religión y viceversa. Los navegantes cristianos de los siglos XVI y XVII no persiguieron solo intereses económicos e imperialistas, sino también científicos y religiosos. Las conquistas siempre fueron, al mismo tiempo, expediciones militares o científicas y misiones para la convertir a infieles, que, en principio, siempre llevaron a bordo a clérigos y estudiosos.
El afán cristiano de propagar la salvación, unido a la fuerza de la ciencia y al comercio, creó las condiciones para la conquista del mundo con un asalto perfecto. Sería una pérdida de tiempo discutir acerca de cuál de los factores fue el decisivo. El comercio o la religión. O acaso la ciencia. Lo decisivo fue su entrelazamiento y su acción conjunta. La dinámica a la que dieron lugar fue impresionante: la expansión de Europa hacia América, el primer observatorio astronómico del mundo, el globo terráqueo, mapamundis con cierto grado de exactitud, el correo, el reloj de bolsillo, el de la torre de la iglesia, la imprenta, la pólvora. El arma de fuego convierte la guerra en una máquina de guerra; a los soldados, en material humano. La imprenta también produce explosiones de ideas. Con los tipos de imprenta intercambiables llega el fin de la copia primorosa de los textos antiguos; las posibilidades de combinar palabras y frases son tan inagotables y asequibles para todo el mundo como las tesis y contratesis formuladas.
Comienza la era de las masas. Y del capitalismo. En estos tiempos en que los pensamientos se liberan gracias a la difusión que supone la imprenta, dos hombres, Lutero y Calvino, conciben teorías que explican el universo e introducen un nuevo orden en el mundo. Estos hombres predican que la riqueza no es necesariamente una deshonra y que la cuestión del camello y el ojo de la aguja debe interpretarse de otra manera. Dicen que...

Índice

  1. PORTADILLA
  2. CRÉDITOS
  3. ÍNDICE
  4. EN LUGAR DE UN PRÓLOGO, UNA ADVERTENCIA
  5. 1. CÁSCARA DE NUEZ
  6. 2. LOS MOMENTOS BIG BANG DE LA HISTORIA UNIVERSAL
  7. 3. POR FAVOR, ¿CÓMO SE LLEGA AL CENTRO?
  8. 4. DE HÉROES Y VILLANOS
  9. 5. EL PROBLEMA DE HUMPTY-DUMPTY
  10. 6. ¿O SE PUEDE PRESCINDIR DE ELLO?
  11. 7. DE ADÁN A APPLE
  12. 8. MONSTRUOS, S. A.
  13. 9. EL EJÉRCITO INVISIBLE
  14. 10. TODO TIENE UN FINAL...
  15. EPÍLOGO Y OTRAS HIERBAS
  16. AGRADECIMIENTOS
  17. BIBLIOGRAFÍA
  18. COLOFÓN