La religión socialista. Los malhechores del bien
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La religión socialista. Los malhechores del bien

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La religión socialista. Los malhechores del bien

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Esta obra de Jesús Ángel Muro no pretende ser un tratado filosófico, sino aportar una visión diferente del socialismo, sobre todo, a los jóvenes, para que tenga una nueva forma de enfrentarse a la vida y a la política. ¿Puede ser el socialismo una religión? A través de estas páginas el autor dará respuesta a esta pregunta. El lector aprenderá a diferenciar las distintas formas de expresión del socialismo y el capitalismo.Jesús Angel Muro defiende que los términos "derecha" e "izquierda" han quedado desfasados, que es momento de superar lo que los diferencia y nos ofrece un análisis sobre la situación actual que vive España desde esta nueva visión."Éste es un libro que me hubiera gustado leer a los veinte años, mi vida hubiera sido otra", confiesa el autor.

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CAPITALISMO Y SOCIALISMO. DERECHAS E IZQUIERDAS
En la Francia de 1789, mes y medio después de la revolución, se votó en la Asamblea la supresión o no de la potestad real para vetar decisiones de la Asamblea. Como la votación se hacía a mano alzada y no se podía contar bien, la presidencia pidió que los que estaban a favor de mantener los privilegios reales se colocaran a la derecha y a la izquierda los que no. En la Asamblea se formaron dos grupos, estaban los conservadores (girondinos) que se sentaban en el lado derecho del parlamento y los revolucionarios (jacobinos) que se sentaban a la izquierda. Este es el origen de la llamada izquierda y derecha. Estos jacobinos han cambiado de nombre y nos están amargando la vida desde hace dos siglos, han ocupado el poder y no quieren dejarlo por ningún motivo para mantener sus privilegios aun siendo a costa de la libertad de los demás. Como dice Bennett “han sido tan hábiles que logran convencer a las masas de que la esclavitud que sufren se llama libertad”.
Uno de los triunfos de la nueva religión socialista es la de mantener la diferencia entre izquierdas y derechas, que han generado dos categorías básicas de nuestro universo político de las que es muy difícil abstraerse. La verdad es que son muy buenos haciendo el mal. Algo que se originó en la Francia revolucionaria se ha mantenido hasta nuestros días porque les convenía y de qué manera. Todavía hoy en día consideran a la Revolución Francesa como un acontecimiento positivo, algo normal pues es el origen de su religión. Es fundamental erradicar del lenguaje ordinario y de nuestras mentes esta diferenciación entre izquierdas y derechas que sigue confundiendo a la mayoría de las personas conduciéndolas a un callejón con una única salida, las izquierdas son buenas y las derechas malas. Hoy en día se debe hablar de capitalismo y socialismo, no de derecha e izquierda, centro, centroderecha, centroizquierda, ultraderecha, etc. Hoy en día, en el mundo de la política y de la economía, o se es capitalista o se es socialista. Ya lo dijo en su momento Ortega y Gasset: “ser de izquierdas es, como ser de derechas, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”. En la antigüedad, los religiosos dictaminaron que el mal estaba abajo y el bien arriba, los religiosos socialistas se han encargado de transmitir hoy en día que el mal está a la derecha y el bien a la izquierda. La desorientación es general.
La mala fama que tiene, sobre todo entre muchos jóvenes, la llamada derecha, donde se engloba, en teoría, todo lo que no es socialista, se debe a la propaganda de los religiosos socialistas. La religión madre de la URSS venció en la Segunda Guerra Mundial a sus dos grandes herejías, el fascismo y el nazismo, ambas socialistas hasta la médula, hijas de la gran madre. Había que demonizarlas, eliminarlas de la gran religión socialista, y qué mejor forma de hacerlo que endosársela a su gran enemiga, la religión cristiana y el capitalismo a eliminar. Incluyendo el fascismo y el nazismo en sus filas mataba dos pájaros de un tiro, eliminaba a sus herejes y se los imponía sí o sí al capitalismo.
La degradación que suponía para el capitalismo esta pesada carga, que no era suya, le acompaña todavía. Los insultos de facha, fascista, nazi, derechista, ultra, etc, minan la moral de los no socialistas y enorgullece a los religiosos socialistas que se ríen de ellos llevándoles a callejones sin salida. Sólo dándose cuenta de este engaño se puede salir airoso de la situación, es imprescindible hacer frente a la batalla del lenguaje impuesta por los malhechores del bien. O se es capitalista o se es socialista, nada de derechas e izquierdas, que cada uno soporte sus maldades pero que no traten de inocularlas en los demás. Ernst Jünger ya se dio cuenta: “Me considero más allá del esquema derecha-izquierda, que ha llenado anaqueles de ideología”.
Al igual que en el cristianismo existen diversas tendencias o modos de entender la religión, la religión socialista tiene sus ramas de la religión madre. La religión socialista se define como una religión que adora al Estado, que es su dios, y lo adora dándole todo el poder posible. El ideal de la sociedad socialista es el comunismo que dominará todo el mundo y donde los hombres dependerán todos de él lográndose la libertad colectiva (algo imposible pues la libertad es siempre individual en un marco de libertad de los demás, hecho que en una sociedad socialista no existe), y donde el mercado es controlado por el Estado. En las sociedades capitalistas, donde esta religión también tiene su asiento, el Estado no está dominado por ellos y lo que hacen es intentar que tenga el mayor poder posible.
En los países occidentales se implantó la religión socialista creando los llamados partidos socialistas o comunistas de cada país (Trotski), todos controlados desde la madre Unión Soviética. Pero el afán de protagonismo de los líderes occidentales chocaba con los líderes supremos de Moscú, tal como ocurrió con los protestantes contra el poder de la Iglesia del Vaticano. Así surgieron líderes dentro de la religión que buscaban un protagonismo que los próceres soviéticos les negaban. Para ello qué mejor que echar mano del nacionalismo. El éxito estaba asegurado, si las religiones actúan sobre el corazón más que sobre el cerebro, recurrir a la nación para unificar una religión era el camino perfecto para liderar a muchas personas. En Italia surgió el Partido Fascista de Mussolini. Este era el secretario general del Partido Comunista de Italia y decidió caminar solo. El fascismo, una rama de la religión socialista que destacaba porque era además nacionalista, triunfó espectacularmente. Mussolini era un líder muy apreciado en la Europa de la época. En varios países surgieron religiones socialistas nacionalistas imitando a Mussolini. En Alemania surgió otra que además de religión socialista y nacionalista, era racista. Era el Nazismo de Hitler. Aunque eran hijas de la religión socialista original se enfrentaron a ella, eran herejes a eliminar, y acabaron en la Segunda Guerra Mundial destruidas. La religión verdadera seguía siendo la socialista universalista de la URSS.
Una religión no puede consentir que las ovejas negras contaminen al rebaño. No quiere decir esto que el que no siga las normas religiosas sea un desalmado, aunque existen y muchos, simplemente su camino es individual, no colectivo. Pero esto puede dar que pensar y eso no conviene. Entonces aparece el aparato opresor del Estado, del cristianismo, del islam, etc.
Hoy en día el cristianismo está en retroceso, no porque sus ideas sean desfasadas, sino porque el cristianismo moderno permite a sus seguidores evolucionar y muchos de ellos han dado el salto al nivel racional. Pero no siempre fue así, en el pasado estaba la Inquisición y sistemas similares que se encargaba de poner orden y de qué manera. Hoy lo vemos en el islam y su férreo control sobre sus seguidores. Y qué decir de la represión del dios socialista, la famosa “represión del Estado”. En la URSS, la tierra madre de la nueva religión, estaba la NKVD, la KGB, el Gulag, las masacres indiscriminadas de seres humanos; la STASI de la RDA, la SS alemana y los campos de concentración, la revolución cultural de Mao que inundó de muertos China, la Cuba y Corea del Norte actuales, los populismos de América, y tantos otros. El control de la sociedad por medio de la propaganda y el lavado de cerebro continuo por todos los medios a su alcance, personas espiadas y vigiladas.
Una religión que se precie debe implicarse en todos los terrenos posibles para lograr el mayor caladero de fieles que sigan sus consignas. Hoy en día, con la globalización de las comunicaciones y la tecnología al alcance de todos, la infiltración de cualquier movimiento ya sea cultural, religioso, deportivo, etc, se logra rápidamente y con un éxito asegurado.
La lucha está hoy en día entablada entre el capitalismo y el socialismo. Una lucha que en el fondo es una pelea de religiones: la cristiana contra la socialista. Los musulmanes no cuentan aunque ellos tienen su propio camino, su lucha contra el cristianismo se basa en el terrorismo y en la ocupación pacífica de los territorios cristianos esperando que en un futuro cercano sean mayoría y así, por medio de las leyes ajenas, apoderarse de todo, como el caballo de Troya. Los religiosos socialistas apoyan a los musulmanes porque tienen un enemigo común, el cristianismo y la civilización occidental capitalista. No les importan nada los musulmanes, ni el islam, ya que la consideran una religión todavía más atrasada que la cristiana, pero se apoyan en ella para hacer daño al cristianismo, de aquí su apoyo a Palestina contra Israel o la continua negativa a las intervenciones de USA en Oriente Medio. Una vez que el cristianismo sea eliminado ya se encargarán de eliminar del tablero de juego a los musulmanes, si es que pueden.
Libertad, igualdad y justicia, tres palabras enormes pero que no se usan siempre de igual manera. Veamos cómo nos lo aclara Wendy McElray: “La igualdad de oportunidades es que la ley proteja de igual manera a cada individuo y a su propiedad, sin darle ventajas a nadie. Esa igualdad de oportunidades conduce, inevitablemente, a desigualdad de resultados porque éstos dependen de muchos factores, tales como la habilidad personal, trabajo duro, seriedad y suerte. La desigualdad de resultados no presupone una injusticia porque justicia significa que cada uno recibe lo que se merece. La versión contraria define igualdad en el resultado, cuando la gente es políticamente, socialmente y económicamente igual. Esto solo se logra bajo gobiernos totalitarios.”
Veamos los tipos diferentes de capitalismo y socialismo que existen, las distintas formas de expresar su pensamiento. La relación entre el Estado y el Gobierno que lo dirige con los ciudadanos es la medida que nos indica si la sociedad es más o menos dependiente de él. A mayor relación, mas socialismo, a menor relación, más capitalismo.
Capitalismo
No es mi intención en estas páginas el referirme a las facetas mejorables del capitalismo. Este tiene sus defectos, no cabe duda, pero la diferencia frente al socialismo es que el capitalismo tiene soluciones a sus problemas que son corregidos cuando surgen. De todas formas, los religiosos socialistas ya se encargan continuamente en resaltarlos aunque no sus soluciones, estas se muestran ante nuestros ojos en una sociedad, con sus defectos, cada vez mejor.
Hay quien considera (el propio Marx) al marxismo como una herejía del capitalismo y su dios, el Mercado, y sus súbditos, los esclavos consumidores, incapaces de salir del círculo vicioso del despilfarro y el gasto desmesurado, dominados por la idolatría del progreso y la razón. En realidad los dos provienen del cristianismo, el socialismo para transformarlo y el capitalismo para mejorarlo, por eso el socialista tratará por todos los medios de destruir al capitalismo y, con ello, al cristianismo.
Un ejemplo de capitalismo-socialista lo ejemplariza el multimillonario George Soros, un hombre capitalista en lo económico pero socialista en lo político, que trata de implantar sus ideas socialistas cambiando la estructura mundial, las identidades nacionales y personales, para su beneficio económico y de poder. Como escribe Thibaud Collin: “El capitalismo nació sobre los escombros del cristianismo, sustituyendo a la salvación y a la verdad por el reino del derecho y del mercado… La libertad cristiana está fundada sobre la aceptación de la verdad: “La verdad os hará libres”, dijo Jesucristo. Esta verdad está mesurada por Dios, creador del orden natural y humano, accesible mediante la recta razón, y revelada por Cristo, venido a aportar el auténtico bien a los hombres: la salvación. La salvación y la verdad son comunicadas por la Iglesia, fundada sobre la autoridad misma de Cristo, que difunde su vida misma a través del orden sacramental. La Iglesia es, pues, mediadora de la salvación y la libertad es el fruto de la liberación del pecado aportado por Cristo… El capitalismo nace de la impugnación de esta mediación eclesial y en dos frentes, religioso y político, ambos profundamente entrelazados”.
Primero Lutero, luego el capitalismo y más tarde el socialismo rechazan a la Iglesia como mediadora del bien y de la libertad, emergiendo el Estado soberano, permitiendo al poder político alejarse del poder espiritual. Así, el socialista buscará un Estado controlador y magnánimo que sustituya a dios y el capitalista un Estado al servicio del individuo basado en el derecho y la economía.
El Capitalismo es un sistema social y económico basado en el libre mercado (en lugar de la planificación estatal de la religión socialista, el igualitarismo colectivista), en la competencia, en las leyes de la oferta y la demanda, en el interés producido por el trabajo realizado y en el que las personas deben ser responsables de sus actos no dejándolo en manos de otros. La función del Estado se limitará especialmente en mantener el orden social y en el cumplimiento de las leyes.
Para la escritora Ayn Rand: “La justificación moral del capitalismo radica en el hecho de que es el único sistema consonante con la naturaleza racional del hombre, que protege la supervivencia del hombre como hombre, y que su principio rector es: la justicia… El capitalismo es el sistema que deja al hombre libre para funcionar, que permite que cada individuo sea libre de vivir por su propia mente y por su propio juicio, de perseguir sus propias metas, de comerciar voluntariamente con otros. Es el sistema basado en la moralidad del interés personal racional.”
Solo en un mundo donde la libertad, el derecho de los ciudadanos y de las instituciones y la democracia representativa tienen una base mínima es posible el desarrollo y la evolución. En occidente, con todos sus problemas, el derecho existe, es una realidad aunque falle en casos puntuales y lastimosos; las democracias representativas y constitucionales, con todos sus defectos, son más racionales que cualquier otro sistema, las personas tienen una base sólida para poder ser libres en la medida que se pueda. No hay más que comprobar cómo ha disminuido la pobreza en el mundo en el último siglo gracias al capitalismo y la globalización. Los voceros de la religión socialista lo negarán una y otra vez pero la realidad es la que es y por mucho que mientan se hace evidente. Europa y los países occidentales y capitalistas nunca han estado mejor que ahora; Asia, una zona del planeta que en nuestra mente está asociada a la pobreza, desde que ha entrado en el mundo capitali...

Índice

  1. INTRODUCCIÓN
  2. UN POCO DE HISTORIA
  3. ¿ES EL SOCIALISMO UNA RELIGIÓN?
  4. CARACTERÍSTICAS DE LA RELIGIÓN SOCIALISTA
  5. CAMPOS EN LOS QUE SE MANIFIESTA LA RELIGIÓN SOCIALISTA
  6. CAPITALISMO Y SOCIALISMO. DERECHAS E IZQUIERDAS
  7. REFUTACIÓN DE LA RELIGIÓN SOCIALISTA
  8. ESPAÑA, UN CASO PARTICULAR
  9. EPILOGO
  10. BIBLIOGRAFIA UTILIZADA