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- Spanish
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eBook - ePub
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Información del libro
Con magistral sencillez, Enric nos invita en este libro a un cambio de paradigma radical: que para crecer y desarrollar nuestro máximo potencial es mejor funcionar sin objetivos.Que los objetivos son en realidad el principal obstáculo para nuestro avance personal, profesional y social.Y que solo cuando actuamos sin objetivos, operan en nosotros fuerzas extraordinarias que nos impulsan hacia una vida de realización y plenitud.
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Información
Alto rendimiento
¿Quien está en su máximo desempeño? ¿El empleado que hace exactamente lo que le dicen? ¿O el que aporta más de lo que le dicen simplemente porque le sale de dentro?
Al empleado de alto rendimiento le pedimos «A», «B» y «C» y él, además de entregar estos, nos entrega también «X».
«X» suele tener un valor especial para la compañía. Porque a nosotros no se nos habría ocurrido jamás pedírselo.
Solo se le podía ocurrir al empleado, por sus talentos, por su manera particular de ver las cosas, y especialmente por estar donde está en la empresa.
Ese valor «X» que nos entrega espontáneamente tiene a menudo el potencial de ser incluso más valioso que lo que nosotros le habíamos pedido.
Pero esta espontaneidad del empleado de alto rendimiento no puede forzarse. En el mismo momento en el que pretendemos hacerlo lo estamos impidiendo.
Si le pedimos a alguien ser espontáneo, ya no puede serlo, porque se lo hemos pedido.
Forzar la unión produce ruptura, forzar el amor lleva al odio, forzar el sueño produce insomnio, forzar la utopía es distópico. Forzar lo espontáneo lo mata.
No podemos forzar. Pero sí podemos propiciar las condiciones adecuadas para permitir que pueda ocurrir.
El camino es sencillo: respeto, atención y cuidado hacia nuestros empleados. Amor.
No tiene sentido que como empresario inviertas sumas ingentes de dinero en programas de motivación o de formación cuando en tu empresa los jefes se comunican con su gente por mail. ¡Por mail!
Te sale más a cuenta cancelar esos programas y ahorrarte todo ese dinero. Te lo digo de verdad.
Si tratamos al empleado como a una máquina a la que simplemente hay que darle input, nosotros mismos somos los que estamos impidiendo su crecimiento.
Y como no crece, le damos más instrucciones. Y cuantas más instrucciones le demos, menos crecerá. La ambición nos estanca en la empresa. De nuevo, homeostasis.
Es cierto que hay personas con una ilusión tan grande que incluso en las peores condiciones son capaces de aportar más.
Pero son menos de un 0,5%, y si no les permitimos crecer se acabarán marchando a otra empresa donde puedan hacerlo.
La condición necesaria (aunque no suficiente) para hacer aflorar el talento en la empresa es un liderazgo presente y humano.
El único liderazgo verdadero.
No se puede liderar por mail. No se puede.
No sé si lo he dejado suficientemente claro.
Eso es dar instrucciones y además darlas mal, pero eso no es liderar.
Un líder tiene conversaciones proactivas, de calidad y continuas con su gente.
Cuando digo proactivas significa que son reuniones calendarizadas con meses de antelación. No me reúno contigo solo cuando tengo un marrón que pedirte o instrucciones que darte. O cuando tengo un fuego que apagar que me está abrasando.
Eso serían reuniones reactivas. En las que hablo contigo, sí, pero tú eres solo un medio para conseguir el objetivo. Lo que me importa no eres tú. Eso no es dar. Eso es pedir. Eso no es amor, eso es ambición.
Cuando digo conversaciones de calidad, significa que no son en cualquier sitio, aquí te pillo aquí te mato, o aprovechando para tomar un café o para comer.
No se trata de cubrir el expediente, de aprovechar un rato donde el objetivo principal es otro: comer, descansar...
Se trata de regalar nuestra presencia y un espacio de calidad al empleado.
Por eso son reuniones a solas, en una sala cerrada, donde podamos hablar tranquilamente, donde vamos preparados, donde no solo nos interesamos por el día a día sino que nos interesamos por cómo se siente la persona, por sus relaciones en el trabajo, por cuáles son las cosas que más le gusta hacer, cuáles son las que se le dan mejor, por cómo podemos ayudarle a seguir desarrollándose…
Cuando digo que estas reuniones son continuas, quiero decir que ocurren con frecuencia semanal. Cada semana, el mismo día, a la misma hora, tenemos esa reunión, que normalmente suele durar un mínimo de una hora.
Aquí es donde podemos motivar a los empleados. El talento, el alto rendimiento, la motivación y la identificación con la empresa no se consiguen ni con el salario ni con los bonus. Solo se pueden conseguir con amor.
Y si queremos que los líderes de nuestra organización entreguen amor a nuestros empleados, solo hay un camino. Entregárselo primero nosotros a ellos.
Si eres el presidente, el CEO o el director general de una compañía y te limitas a tener reuniones de seguimiento con tu Comité Directivo, no estás dando el amor necesario.
Necesitas conversaciones individuales, continuas, de calidad y proactivas con todas las personas que dependen directamente de ti.
Esas reuniones son con diferencia la mejor manera de dar atención, respeto y afecto.
Pero esas reuniones solo funcionarán cuando lo que te interese sea la persona y no el resultado que ella te pueda entregar.
Cuando des sin esperar nada a cambio.
O dicho de otra manera, cuando estés amando a tus empleados.
Si no amas a tus empl...
Índice
- La escalera
- Objetivos negativos
- Supervivencia
- Miedo innecesario
- No
- Objetivos positivos
- Comodidad y confort
- La primera trampa
- Ambición excesiva
- Sí
- Sin objetivos
- Realización sin ego
- Resultado inesperado
- La segunda trampa
- Vacío interior
- Pseudoamor y buenismo
- Silencio
- La tercera trampa
- Qué o cómo
- Siempre es posible
- Conoces la verdad
- El verdadero obstáculo
- Relajación activa
- Aceptar lo que hay
- Entender y recordar
- La dirección correcta
- La voz interior
- Dar más de lo esperado
- No se entrena
- No solo pan
- Sin obligaciones
- El gandul
- Lo que me da la gana
- Ser muy hombre
- Comiendo
- Haciendo deporte
- Aprendiendo
- En la empresa
- Pecado original
- Seguridad
- Sostenibilidad
- Alto rendimiento
- En la sociedad