Texto manuscrito de Diego Calleja
(Hispanic Society de Nueva York)
DIEGO CALLEJA, BIÓGRAFO DE SOR JUANA
De Diego Calleja parca información nos legó la Historia; permanecen sus libros devotos, sus obras de teatro escritas en su primera juventud y algunos datos desperdigados que conjuntados nos presentan a un religioso que sirvió a la corte y a los colegios imperiales con diligencia y servidumbre, pero quien también fue un cortesano que acarició la vanagloria palaciega, como consta en su publicación del libro que reúne todos los poemas y textos elegiacos escritos por miembros de la compañía de Jesús con motivo de la muerte de la reina madre de Carlos II, cuyo título es Llantos imperiales de Melpomene regia. Llora la muerte de la ínclita reina señora doña Mariana de Austria. Pocos datos biográficos de Calleja han llegado hasta nuestros días y, en algunos casos, se encuentran plagados de inexactitudes. Barrera y Leirado apunta en 1860 la siguiente nota biográfica: “Jesuita nacido en Castilla, hizo sus primeros estudios en Universidad de Alcalá de Henares. Concurrió a la justa poética celebrada por aquella insigne escuela en 1658, para festejar el nacimiento del príncipe don Felipe Próspero, titúlase ya en aquella fecha el licenciado” (Beristáin 1860: 59). Por su parte, el historiador jesuita francés Carlos Sommoervogel, en la Bibliotèque de la Compagnie de Jesus (1891), incluye en su magna obra la siguiente entrada:
[Calleja] nació en Alcalá el 7 de noviembre de 1638, y fue admitido a la Compañía el 25 de febrero de 1663, predicó por varios años en la provincia de Toledo. También dirigió la Congregación de la Inmaculada Concepción en Madrid. En 1725 le fue consignada su residencia en Navalcarnero. Durante su juventud, Calleja hizo nombre con sus dramas sagrados en español, algunos de los cuales aparecieron bajo su nombre, mientras otros fueron anónimos. (559-61)
Así que podemos asentar que Calleja ingresó a la Compañía de Jesús a los 25 años y que cuando escribía la biografía de sor Juana tenía 62 años. En 1725, año en que se sitúa su estancia en el convento de Navalcarnero, tendría 87 años. No se sabe la fecha de su muerte, ni el lugar donde reposan sus restos, posiblemente en el desaparecido convento de Navalcarnero, cercano de Madrid.
La admiración del padre Calleja por sor Juana quedó patente en su protobiografía y en las dos Aprobaciones que escribió, una para Inundación castálida, fechada el 12 de septiembre de 1689, en el Colegio Imperial de Madrid, y otra para Fama y obras pósthumas (posiblemente en diciembre de 1698, cuando son fechadas la Licencia y la otra Aprobación). Ya sabedor de la muerte de sor Juana, Calleja parece haber compuesto dos poemas: un Soneto al desengaño con que murió la Madre Juana Inés de la Cruz y una Elegía, ambas aparecen sin nombre de autor en Fama y obras pósthumas: “Este papel se halló sin nombre de su autor; sólo parece que se compuso a raíz de llegar a España la nueva de haber muerto la poetisa” (73). El editor Castorena y Ursúa da a entender que ambas son de Calleja, pero no existe la certeza en esa adjudicación autoral; Antonio Alatorre propone que la primera es del mismo Castorena, por su parte Octavio Paz acepta la autoría de Calleja de los dos poemas (1994: 172). El soneto es como sigue:
Ya Juana, si que habrás bien entendido,
Discípula de Dios, tanta sagrada
Ciencia, que en este mundo a luz menguada
Acechó por resquicios tu sentido.
Y aún te habrás de tu fama arrepentido,
Al cotejar lo inmenso con la nada,
Viendo que es la opinión más celebrada,
Aire, sólido menos, de extendido.
Dichosa tú! cuyo mejor concepto
Es el que en vida, de lo eterno hiciste,
Aún venturoso más, de más discreto.
Tanto supiste, al fin, que al fin supiste
Santificar la envidia a lo perfecto,
y a lo entendido redimir de triste.
El soneto, sea de Calleja o de Castorena, poco agrega a la fama de sor Juana. Por el contrario, la Elegía posee mayores alcances por lo acabado de algunos de sus versos. Castorena percibe el estilo de Calleja emparentado con el de Bartolomé Leonardo Argensola (1562-1631), quien fue poeta de la escuela aragonesa: “La Elegía, [en] cuyos entretejidos tercetos vierten sollozos breves de llantos largos, no la discurras de los Argensolas, por la elegante propiedad de estilo” (Prólogo a quien leyere, 1700, s. n.). La misma influencia es ampliamente comentada en El Zurriago, como se podrá comparar más adelante. La Elegía posee algunas metáforas sugestivas, aunque el tono poético no es el adecuado para una elegía:
Rama seca de sauce envejecido,
donde colgué mi lira, ya cansada,
rotas las cuerdas y el abeto hendido,
¡así vivas de holgar pobre olvidada,
y destral forcejudo te perdone,
que me la vuelvas, aunque malparada!
Pruebo a templarla, y mal se me dispone,
que está vieja, y yo más, con que concierta
el juicio cuando el pulso descompone. (73)
Calleja indudablemente alcanza frases diáfanas sobre la poesía amatoria de sor Juana:
Jamás habréis leído con más gusto
amores, que ella escribe sin amores,
amores que a lo honesto no dan susto; (75)
Algunos de los tercetos de la Elegía incluyen información que resulta clarificadora de la relación epistolar y amistosa que, según Calleja, tuvo con la monja mexicana.
Ésta (sor Juana), pues, habrá bien sus veinte abriles,
que por suerte un poema leyó mío,
obra de años más leves, que sutiles,
Aun de que ya llorosamente rió;
y me escribió una carta, en que me daba
parabién del compuesto desvarío.
Cualquiera juzga sabio al que le alaba;
más sin esta pasión, cierto que hundía
en dirección lo mismo, que elevaba.
La afirmación escrita en este verso de que el inicio de la relación epistolar fue por una carta que sor Juana envió a España a un poco conocido poeta, no resulta creíble.
La primera biografía de sor Juana que ha llegado hasta nosotros es la que escribió el padre Diego Calleja, la escribió sin que nadie lo pidiera para la edición de Fama y obras póstumas. Este texto biográfico ha sido analizado y citado por numerosos críticos agradecidos de tener una biografía de sor Juana escrita a menos de cinco años de su muerte. La información biográfica consignada ha sido estudiada con el anhelo de esclarecer las múltiples incógnitas que nos presenta la vida de la monja, opacidades debidas al juego barroco del íntimo encubrimiento con el que est...