Santidad para el cambio social
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Santidad para el cambio social

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Santidad para el cambio social

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A finales del siglo xvi, Roma era una ciudad marcada por la pobreza generalizada: mendigos, prostitutas, delincuentes y muchos huérfanos. En este contexto, los niños eran los más vulnerables, porque sufrían las consecuencias de una alimentación insuficiente, abandono de los padres, insalubridad, trabajo infantil y la imposibilidad de asistir a la escuela. Como consecuencia había una alta mortalidad infantil. La deplorable situación de ignorancia en que vivían muchos niños despierta en Calasanz la convicción de que la educación es el medio más eficaz de promoción social de los pobres y de reforma de las costumbres en la sociedad. Poco a poco descubre una vocación pedagógica que, perfectamente integrada en su vocación religiosa, se mantendrá sin desfallecimiento durante toda su larga vida. La reflexión pedagógica de Calasanz se ha ido construyendo desde la experiencia diaria de las aulas y dando respuesta a los problemas y necesidades que iban surgiendo en contacto con la realidad de los niños.Este libro está dirigido especialmente a los educadores que buscan dar mayor profundidad a su trabajo en la escuela, que quieren crecer en identidad y descubrir que la educación es una vocación que hay que cuidar y hacerla crecer. Ojalá estas reflexiones puedan ser usadas en la formación de los educadores, para que, conociendo a Calasanz, se identifiquen más con el proyecto escolapio.

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Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2018
ISBN
9788428832458
Categoría
Education
1

TIEMPOS DE CAMBIO.
EL MUNDO QUE CONOCIÓ CALASANZ

San José de Calasanz ha pasado a la historia de la Iglesia por ser el fundador de la primera Orden religiosa especializada en educación y el iniciador de la escuela popular cristiana en Europa.
Su modelo educativo surge y se desarrolla entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII, una época en la que suceden grandes acontecimientos que configuran la historia moderna de Occidente. Sin conocer estas coordenadas históricas es difícil entender la novedad que supone la propuesta educativa de Calasanz.
El siglo XVI, que comenzó con aires medievales, asiste a la desaparición del sueño de una monarquía universal cristiana sostenida por Carlos V. Durante su largo reinado se quiebra la unidad religiosa de Europa y nacen las monarquías autoritarias nacionales, germen de los Estados modernos. A Carlos V le sucede su hijo Felipe II, que gobierna el Imperio español hasta 1598, año en que Calasanz ya ha iniciado las Escuelas Pías en Santa Dorotea.
En el siglo XVII se consolida en toda Europa el modelo de monarquía absoluta, con soberanía íntegra y total del monarca, ligada a su voluntad personal e ideológicamente vinculada al origen divino de su autoridad. También se consolida la ruptura religiosa de Europa iniciada en el reinado de Carlos V.
La quiebra de la unidad de la Iglesia en Europa marcó decisivamente la política, la cultura y la idiosincrasia de la época. Sin duda fue un fenómeno complejo en el que confluyó el auge de los nacionalismos con la debilidad y mundanidad de la Iglesia, especialmente del alto clero.
Ya desde los inicios del siglo XVI, muchas personas dentro de la Iglesia pedían una necesaria reforma. El gran humanista Erasmo de Róterdam buscaba purificar el cristianismo de lo accesorio que se había adherido a través del tiempo. Para ello propone una espiritualidad auténtica y no formalista, despojada de ritos agobiantes. También los Reyes Católicos –Isabel y Fernando– impulsaron por su cuenta una fuerte reforma de la Iglesia, que extienden a todos los reinos de la nueva unión: Aragón, Castilla, Navarra y el nuevo territorio conquistado de Granada. Se unen pronto los territorios de ultramar, donde se difundió la fe católica provocando un gran movimiento misionero que dinamiza la Iglesia de los reinos de España y Portugal. Se inicia la reforma del Carmelo con Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. San Ignacio de Loyola funda la Compañía de Jesús y la misma monarquía católica se compromete en reformar todos los monasterios.
Mucho mayor descontento con la Iglesia había en Centroeuropa, donde los príncipes habían ignorado la necesaria reforma de la Iglesia que los humanistas pedían con urgencia. Por ello, la propuesta de Lutero prendió con mayor facilidad en una Iglesia anclada en estructuras medievales y muy necesitada de cambios.
Como soberano, después de la imposición de la corona del Imperio por manos del pontífice en 1530, Carlos V, como heredero del Sacro Imperio Germánico, se dedicó a resolver los problemas que el luteranismo estaba creando en Alemania y en Europa, con el fin de salvaguardar la unidad de la fe cristiana contra el embate de los turcos musulmanes.
En el mismo año de 1530 convocó la Dieta de Augsburgo, en la cual se enfrentaron luteranos y católicos sobre la llamada Confesión de Augsburgo. Carlos V confirmó el Edicto de Worms de 1521, es decir, la excomunión para los luteranos, amenazando la reconstitución de la propiedad eclesiástica. Como respuesta, los luteranos, representados por las llamadas «órdenes reformadas», actuaron dando vida a la Liga de Esmalcalda en 1531. Tal coalición, dotada de un ejército y de una caja común, fue llamada también la «liga de los protestantes».
Reconociendo que era necesaria una reforma, y para intentar resolver el problema, el pontífice Paulo III convocó a los obispos a un Concilio en la ciudad de Trento, cuyos trabajos comenzaron oficialmente el 5 de diciembre de 1545.
La división religiosa provocó una cruel guerra en Europa que terminó con una victoria imperial en Esmalcalda (1547). A pesar de su triunfo no logró el anhelado deseo de unificar política y socialmente el luteranismo con el catolicismo, por lo que tan solo ocho años después, en 1555, se vio obligado a suscribir la «Paz de Augsburgo», por medio de la cual se reconocía el inalienable derecho de los alemanes a adherirse a la confesión católica o al luteranismo, dando fin, aunque fuera de manera temporal –cincuenta años–, al largo conflicto surgido con la Contrarreforma. En 1618 comenzarían nuevamente las guerras de religión en Europa, que durarían treinta años.
El Concilio de Trento duró de 1545 a 1563, y se sucedió en tres sesiones diferentes. Fue convocado como reacción a la confusión producida por las divisiones de la Iglesia y, lejos de buscar el diálogo y la unidad, se dedicó a reafirmar la identidad católica frente a las desviaciones de los herejes protestantes.
Los primeros papas posteriores al Concilio, san Pío V, Gregorio XV y Sixto V, se alejaron del perfil de gobernante renacentista mundano y fueron grandes reformadores de la Iglesia.
Las disposiciones del Concilio marcaron la dinámica de la Iglesia católica y, por supuesto, la de José de Calasanz, que se formó en pleno posconcilio. Estas decisiones conciliares influyeron enormemente en el despertar misionero y evangelizador de la Iglesia. En el ámbito educativo se produce también una renovación que tiene su origen en la normativa escolar preceptuada en el decreto De reformatione 5, de la sesión V, celebrada el 17 de junio de 1546. Seis normas de actuación educativa se desprenden de dicho decreto:
1) Se establecerán escuelas en las poblaciones donde no existan y serán dirigidas por maestros instruidos y piadosos.
2) Se enseñará religión, conocimientos elementales y gramática.
3) Cada iglesia tendrá un maestro que enseñe gratuitamente la gramática a pobres y ricos.
4) Se favorecerá a las Órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza secundaria.
5) Los obispos establecerán en sus diócesis seminarios para la formación del clero.
6) Las universidades puestas bajo la inspección de la Iglesia serán preservadas del contacto con herejes.
Desde la segunda mitad del siglo XVI se comenzaba a vivir un ambiente de reforma religiosa que se manifestaba en una mayor devoción popular y en una mayor formación religiosa del pueblo. Poco a poco se iban aplicando las disposiciones del Concilio de Trento; sobre todo con el protagonismo de las Órdenes religiosas y el apoyo de los príncipes católicos a la reforma de la Iglesia.
Felipe II sucede en el trono a Carlos V en 1556, un año antes del nacimiento de José de Calasanz. Su reinado se caracterizó por la expansión territorial a través de los océanos Atlántico y Pacífico, llevando a la monarquía hispánica a ser la primera potencia de Europa. Por primera vez en la historia un imperio integraba territorios de todos los continentes habitados del planeta Tierra.
En la segunda mitad del siglo XVI ya se había consolidado el comercio con América, de donde llegaban muchas riquezas que en realidad revirtieron poco en el bienestar de la población. El reino se endeudó, financiando campañas militares contra los reinos protestantes y el Imperio otomano.
Ya se había consolidado la división de la cristiandad en Europa en diferentes confesiones. Enrique VIII rompió con el papa y creó la Iglesia anglicana, la reforma de Lutero aglutinó a muchos reinos de Centroeuropa y Calvino consolidó una reforma que aplicó en Suiza y después se extendió a los Países Bajos y a Escocia.
Con Felipe II se acentuó la disgregación europea: giro ideológico aislacionista (prohibición de estudiar en universidades extranjeras, salvo Roma y Bolonia), política defensiva y represiva contra los herejes (el papel de la Inquisición; infiltraciones de protestantes hugonotes por los Pirineos; brotes luteranos en el interior), reformismo eclesiástico y conventual (auspiciado por la monarquía), crisis internas (moriscos y enfrentamientos institucionales con Aragón) y tensas relaciones exteriores (Francia, Inglaterra, turcos, Países Bajos).
La formación de José de Calasanz se desarrolla en el ambiente cultural promovido por el Concilio de Trento. Su formación teológica, sus experiencias pastorales y sus amistades indican que es un apóstol entregado a una verdadera y profunda reforma de la Iglesia. En sus primeros años de sacerdote se encuentran muchos detalles del espíritu de reforma tridentino. Acompaña al obispo La Figuera en la reforma de los bene...

Índice

  1. Portadilla
  2. Siglas
  3. Introducción
  4. 1. Tiempos de cambio. El mundo que conoció Calasanz
  5. 2. La revolución educativa. Los inicios de la escuela moderna
  6. 3. La historia de una gran aventura. Itinerario educativo de José de Calasanz
  7. 4. Espíritu para enseñar a los pobres. La educación popular
  8. 5. Para la salvación del alma y el cuerpo. Perspectiva teológica de la educación
  9. 6. Educar para la reforma de la sociedad. Perspectiva social de la educación
  10. 7. Eficaces cooperadores de la verdad. La identidad del maestro escolapio
  11. 8. Varones de buen talante y profunda vida interior. La formación de los educadores
  12. 9. Con idéntico estilo educativo. Educar en comunidad
  13. 10. Con amor de padre. La relación educativa con los alumnos
  14. 11. Como ángeles custodios. Acompañamiento educativo
  15. 12. Desde la más tierna infancia. Itinerarios educativos
  16. 13. Educar en la piedad y las letras. La educación integral
  17. 14. A la luz de Dios. La pastoral en la escuela
  18. 15. Métodos sencillos, útiles y breves. La metodología educativa
  19. 16. Educar a tiempo completo. Educación en el internado
  20. 17. Evitar la confusión de la multitud. La disciplina en las Escuelas Pías
  21. 18. Frecuentar los oratorios. Una escuela a tiempo completo
  22. 19. Para bien de la santa Iglesia católica. El apostolado extraescolar
  23. 20. El Señor proveerá cuanto sea necesario. La financiación del Instituto
  24. 21. Buenas escuelas para los pobres. Arquitectura escolar
  25. 22. Mirando al futuro. Una escuela innovadora
  26. Bibliografía
  27. Notas
  28. Contenido
  29. Créditos