Defender la vida
eBook - ePub

Defender la vida

  1. 80 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Defender la vida

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Quien ama la vida, defiende la verdad. Pero esta debe imponerse por sí misma. La autora analiza qué actitudes deberían desarrollar quienes pretenden defender la vida: fortaleza y justicia… pero también humildad, saber escuchar, comprender y compadecer al otro.Este volumen recoge también un relato autobiográfico de la autora y un breve ensayo sobre el celibato y el amor.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Defender la vida de Jutta Burggraf en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Ensayos literarios. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2015
ISBN
9788432145056
Categoría
Literatura

CELIBATO Y AMOR

INTRODUCCIÓN

También actualmente hay quienes encuentran su felicidad en el celibato cristiano. A pesar de la ola de sensualidad y egoísmo con que nos inundan los medios de comunicación. Pese a todas las advertencias freudianas y a todas las publicaciones acerca del comportamiento sexual escandaloso, tanto dentro, como fuera de la Iglesia. Los miles de personas que actualmente viven el celibato según el ideal evangélico, son interiormente libres e independientes y aman con un amor fuerte, valiente y rebelde.
Adelantando un poco lo que pienso: estoy convencida de que el celibato se puede vivir también en el tercer milenio. Mientras más sea la insistencia con que se hace de él un tabú, mientras más se le ridiculiza, mientras más grotescamente se le desfigura y deforma, más urgente me parece hablar de él y reconocer el lugar que tiene dentro del cristianismo. Es lo que intento a continuación. Me propongo exponer, a grandes rasgos, cuál es el profundo sentido que, para los hombres y las mujeres de hoy, tiene el celibato voluntario.

VALOR DEL MATRIMONIO

Antes que nada, hay que dejar en claro que el celibato y el matrimonio no son una especie de contrarios, de antónimos, no se oponen. Para la gran mayoría de las personas, el matrimonio es la forma de vida más conveniente y adecuada y la que los conduce a la felicidad, a pesar de todas las dificultades que puedan surgir. En el matrimonio, se vive el amor humano, la disposición de darse a los demás. En la unión conyugal, la entrega personal a la pareja alcanza una forma muy profunda e íntima. Esta unión comprende, por su esencia, tanto la dimensión física como la dimensión espiritual del ser humano. Lo fundamental del matrimonio consiste en darse al otro con una reciprocidad sin reservas, con un amor personal e íntegro. Consiste en vivir y convivir con el otro; en la existencia común, que es tarea y responsabilidad compartida. Mediante la promesa matrimonial, un hombre y una mujer se deciden el uno por el otro. La promesa de dos cristianos ante Dios los une no solo a su pareja, sino que en cierta forma a través de él o de ella, se unen al mismo tiempo a Jesucristo. No se entrega uno recíprocamente, se entrega también a Cristo a través del otro, de la otra. Los cónyuges no solo viven para el otro. En realidad, viven juntos para Cristo; en su amor conyugal, aman también a Cristo. Mientras más unidos estén entre ellos, más se unirán a Él. Su unión es un sacramento, una de las siete fuentes misteriosas de la participación en la vida divina.
Así, el matrimonio es un camino hacia Dios. Por esta razón, en la auténtica tradición de la Iglesia, la importancia dada al celibato no se ha entendido nunca como una disminución o rebaja del matrimonio. Tampoco podemos aceptar el maniqueísmo, que ve en lo corpóreo y en la procreación algo malo[4]. ¡El hombre incapaz de sentir no ha sido nunca un ideal cristiano! Quien no es capaz de tener pasión, deseos y sentimientos padece una deficiencia, pues carece de esta capacidad fundamental de la naturaleza humana. ¡El celibato nada tiene que ver con eso! En el celibato, se renuncia voluntariamente a algo que, de acuerdo a la voluntad del Creador, conduce al matrimonio[5]. Ese algo es la necesidad de darse completamente a otra persona, que es muchísimo más profundo que la mera tendencia sexual. Tal vez, en vez de renuncia, deberíamos hablar de sacrificio. Al renunciar al matrimonio, la persona que se decide por el celibato, ofrece a Dios un sacrificio muy concreto y personal; en ningún caso desprecia el matrimonio. Por el contrario, en todas las religiones, se acostumbra a sacrificar no lo peor o malogrado —eso sería una verdadera ofensa a la divinidad—, sino lo más preciado.
Así como el hombre es capaz de escoger el matrimonio, también tiene la capacidad de renunciar a él. De esta manera, la vida célibe no representa solamente un estado, sino que constituye un valor en sí. El celibato es otra posibilidad, otro camino a través del cual, el hombre y la mujer pueden llegar a la plenitud.

AMOR A CRISTO

No obstante, el celibato no puede ser definido únicamente de un modo negativo. Si lo miramos tan solo como una renuncia o negación, tendremos una percepción equivalente a la de aquel que, estando frente a un jardín, solo ve la reja que lo cierra o de quien, al hablar del tenis, solo piensa en el dolor muscular que este deporte puede causar. ¡Si actuáramos así, no habríamos comprendido nada de la belleza y de la grandeza del celibato cristiano! Quien lo escoge, no se decide por una existencia fría y cruda. Por el contrario, elige una comunidad de amor especial: una vida con Cristo y con su Iglesia; él (o ella) demuestra que puede dirigir todo su amor a Dios. Por supuesto, renuncia a una determinada forma de realización del amor humano; pero renuncia por un amor más grande. ¡El valor de nuestro amor y de nuestro esfuerzo depende, sobre todo, de a quién amemos y por quién efectuamos ese esfuerzo! Y, en este caso, es el mismo Dios el objeto inmediato de todo nuestro amor y nuestro esfuerzo. San Agustín advierte a las mujeres consagradas: «Si vosotras les debierais un gran amor a vuestros maridos, ¿cuánto más amor debéis a Aquel por quien no tenéis marido?»[6]. El teólogo José Arquer señala: «Para ser lo que debe ser, (el celibato cristiano) tiene que ser vida en común con Dios, entrega consciente a Dios. Hacia afuera, parece una renuncia; en sí mismo, es íntima oración incesante»[7].
Como sabemos, el matrimonio se funda también en el misterio de la alianza de Cristo con su Iglesia. Pero no es el mismo esa relación, sino que solo la representa. Mediante la decisión de vivir el celibato, el hombre y la mujer se encuentran en cierta forma incorporados en el misterio de esa relación esponsal[8]. El mysterium caritatis, que en el matrimonio está solo insinuado, se encaja directamente en su vida y permite su plenitud a un nivel muy superior al natural. El hombre y la mujer viven una entrega total a un Tú, una relación directa entre Tú y yo, no a través de otra persona humana. Como personas, se unen al Cristo vivo y presente, en una relación directa e inmediata solo con Dios. El Papa Juan Pablo II lo señala con claridad: «Dejarlo todo y seguir a Cristo (…) no puede compararse con el simple quedarse soltero o célibe, pues la virginidad no se limita únicamente al no, sino que contiene un profundo en el orden esponsal: el entregarse por amor, de un modo total e indiviso»[9]. Quien vive el celibato, lo hace porque ha descubierto que Dios le ha querido por sí mismo y él (o ella) responde a ese amor divino con todas las energías del alma y del cuerpo. «La persona que se sabe tan amada por Dios, se entrega solo a Él»[10]. Su seguimiento de Cristo es radical. El celibato cristiano no tiene nada que ver con la mera soltería, tal vez involuntaria y que es llevada como un lastre, así como la virtud cristiana de la pobreza, tampoco tiene nada que ver con la miseria real, dolorosa e involuntaria.
En algunos ambientes parece moderno considerar tales pensamientos como una extravagancia idealista. Sin embargo, ello no nos puede paralizar. Debemos tener presente que, al inicio de la explosión apostólica que tuvo lugar en los primeros siglos del Cristianismo, era natural que muchas personas escogieran el celibato[11]. En la joven Iglesia, el celibato era considerado como un luminoso testimonio de fe, comparable al martirio. En aquel entonces, se veía en él una expresión del amor a Cristo, de la vitalidad del Pueblo de Dios.
POR EL REINO DE LOS CIELOS
Con frecuencia, el celibato es considerado como una soltería por el reino de los cielos. Esto significa algo así como: quien se...

Índice

  1. Portadilla
  2. Índice
  3. Nota del editor
  4. Sobre la personalidad de un «defensor de la vida»
  5. Sorpresa en Müngersdorf
  6. Celibato y amor
  7. Créditos