Escucha tu cerebro
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Escucha tu cerebro

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Escucha tu cerebro

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Información del libro

La clave de la neurofelicidad. Recientes descubrimientos en el campo de la neurociencia han demostrado la neuroplasticidad del cerebro; lo que significa que se trata de un órgano muy moldeable, tanto en su estructura como en su actividad. También se ha comprobado que la felicidad depende de unos circuitos cerebrales diseñados por la evolución para producir este estado de bienestar. El conocimiento sobre qué activa estos circuitos nos permite actuar, de forma voluntaria, en nuestro beneficio. Tenemos, pues, la posibilidad de modificar nuestro cerebro, solo tenemos que escucharlo y hacer aquello que nos ayuda a sentir bien. Así, todos podemos aprender a ser más felices, más allá de nuestra genética y de nuestra situación personal y social. A partir de los últimos estudios en neurociencia, neuroplasticidad y epigenética, los autores han logrado elaborar una guía práctica para ser más felices. Escuchar conscientemente lo que nuestro cerebro nos dice es la clave de la neurofelicidad.

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Información

Editorial
Plataforma
Año
2015
ISBN
9788416429035

PARTE II El placer de los sentidos

«Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos.»
ARISTÓTELES
SISTEMA DOPAMINÉRGICO Y S ISTEMA SEROTONÉRGICO

11. Siente la alegría de vivir
aquí y ahora

«El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente.»
GUSTAVE FLAUBERT
Tenemos una gran capacidad para recordar el pasado, para revivirlo como si estuviera ocurriendo ahora y sentir las emociones que su recuerdo nos produce. Nuestro cerebro tiene almacenada toda nuestra vida, incluso aquellas vivencias que creemos olvidadas. Además, podemos comparar tiempos pasados con los actuales, podemos compararnos a nosotros mismos, a los seres con los que nos hemos relacionado a lo largo de nuestra vida, así como todos los objetos, lugares y contextos que nos han acompañado. Sin embargo, como dice un proverbio anónimo:
Si aún sigues hablando de lo que hiciste ayer, no has hecho mucho hoy.
Además, somos la especie del planeta con mayor capacidad de planificar el futuro, de elaborar mejores estrategias para conseguir nuestros objetivos. Para esta tarea contamos con la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro de aparición más reciente a lo largo de la evolución y que más nos diferencia de nuestros antepasados más cercanos. Sin embargo, como dijo Séneca:
«La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy.»
De manera que solo vivimos el presente. Él es el que nos proporciona las vivencias que en el futuro recordaremos y el que desea cómo nos gustaría que fuera el futuro. Si nos ocupamos demasiado del pasado y del futuro, se nos escapará el presente. Nos lo han dicho y nos lo siguen diciendo todos los pensadores y artistas de todos los tiempos y lugares. El poeta Horacio (65-8 a. C.) ya nos lo dijo con su famosa frase «carpe diem» («aprovecha el día presente»). Palabras que nos recuerdan que la vida es corta y debemos apresurarnos a gozar de ella.
«Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.»
PROVERBIO ÁRABE
En cualquier momento y, especialmente, en aquellos de dificultad, de cambio, no resulta útil tener nostalgia del pasado ni anhelar que todo vuelva a ser perfecto lo antes posible. Por el contrario, es un momento en el que se requiere estar centrado en el presente, en el aquí y ahora, para poder obtener el máximo de lo que en realidad tenemos: el presente y nuestra capacidad para actuar de la manera más eficaz posible. Es en el presente, en el aquí y ahora, donde podremos obtener fuerzas para seguir adelante. Como nos sugiere el escritor Eckhart Tolle (1948): «Haz de tu momento presente un amigo, no un enemigo».
En un estudio publicado en 2010 en la prestigiosa revista científica Science llevado a cabo por los investigadores Matthew A. Kilingsworth y Daniel T. Gilbert de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, se hizo un seguimiento a 2.250 personas, de una media de edad de treinta y cuatro años, con las que se contactaba varias veces al día a través del iPhone. Cada vez que se contactaba con ellas se les preguntaba qué sentían en ese momento, qué estaban haciendo y si estaban pensando en otra cosa diferente a lo que hacían. Los investigadores hallaron que en un 47 % de las ocasiones en que se contactó con los participantes estaban pensando en una cosa diferente a la que estaban haciendo. Además, eran menos felices cuando pensaban en cosas diferentes a las que estaban haciendo, y aquello en lo que pensaban predecía más su nivel de la felicidad que lo que hacían en ese momento. La conclusión del estudio es que si bien el cerebro humano tiene la capacidad de pensar en cosas que no están ocurriendo en el aquí y ahora, esta capacidad tiene un alto coste emocional: la infelicidad. Por lo tanto, una mente distraída es una mente infeliz. Esta conclusión ya nos la recordó el escritor inglés Aldous Huxley (1894-1963) en su libro La isla, cuando el pajarito que vive en ella dice, de vez en cuando, la frase:
«¡Atención, atención! Aquí y ahora.»
La felicidad es un «estado de flujo», un «estado de experiencia óptima», como dice el psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi (1934). Dicho «flujo» se produce en situaciones en las que la atención o energía psíquica se invierte libremente y con éxito en el logro de las metas elegidas por la persona, y se caracteriza por momentos de concentración activa, de motivación, de absorción completa en la actividad que se está haciendo, momentos en los que experimentamos la sensación de estar flotando y de sentirnos poseídos por sentimientos de gozo creativo, de plenitud. Seguro que todos hemos experimentado esa absorción total en el momento presente en el que el tiempo y el espacio desaparecen y estamos totalmente concentrados en lo que estamos viviendo en ese momento, sin ningún pensamiento que disturbe esa entrega total al presente. Las investigaciones que han explorado qué pasa en nuestro cerebro cuando estamos en un estado de «flujo» indican que se produce una inactivación de la corteza prefrontal dorsolateral, que es la encargada del autocontrol de nuestros impulsos y nuestra conducta. Eso hace que desaparezca nuestro propio juicio sobre nuestros actos y que estemos más propensos a pensar más libremente, más creativamente. Además, durante estos estados, el cerebro aumenta su producción de dopamina, endorfinas y serotonina, todas ellas relacionadas con el placer.
«Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, crecer y hacer y, especialmente, vivir.»
DALÁI LAMA TENZIN GYATSO
Por supuesto que no se trata de no tener planes para el futuro ni de no recodar el pasado, tan solo es recomendable vivir centrados, la mayor parte del tiempo, en nuestra vida real, en la que estamos viviendo en cada momento. Sabemos que la Tierra realiza un largo viaje alrededor del Sol durante un año, pero, a la vez, hace un viaje sobre sí misma cada veinticuatro horas. El viaje largo no le impide realizar el corto.
Nosotros podemos hacer lo mismo que la Tierra: teniendo como perspectiva el largo viaje de nuestra vida, tenemos que concentrarnos en el viaje diario, que termina con el sueño, igual que en la Tierra termina con oscuridad para volver a ver la luz al amanecer. Como dijo Friedrich Nietzsche: «Cuando se tienen muchas cosas que meter en él, el día tiene cien bolsillos».

12. Alimentos que te dan felicidad

«No hay amor más sincero que el amor a la comida.»
GEORGE BERNARD SHAW
La alimentación que seguimos es fundamental para nuestro propósito de ser más felices. Hay alimentos que, por su propia condición, inducen estados placenteros y reducen el malestar. Por eso nos sentimos mejor después de comer chocolate. Pero, además, hay un tipo de alimentación que hace que mejore tu salud y tu bienestar, lo que contribuye notablemente a tu felicidad.
¿Qué tipo de alimentos fomentan el bienestar? Para responder a esta pregunta es necesario hablar de un neurotransmisor: la serotonina. Esta está implicada en la regulación del estado de ánimo, las emociones, el control de los impulsos, como el sexual y el apetito, la afiliación social, el sueño y los ritmos biológicos. Se sintetiza a partir del aminoácido triptófano, que se encuentra en las proteínas de las carnes, pescados, huevos, quesos, lácteos, frutos secos y otros alimentos como el plátano, la piña, el aguacate y el chocolate. Se ha comprobado, manipulando los niveles de triptófano en la dieta, que un bajo nivel de serotonina altera nuestro estado anímico, y aumenta la probabilidad de que estemos irritables y tristes. Por el contrario, una dieta rica en triptófano mejora el estado de ánimo.
Otra de las claves alimenticias para nuestra felicidad consiste en consumir más carbohidratos, ya que mejoran la sensación de bienestar. Además, también podemos ingerir alimentos ricos en dopamina, que, como ya se ha indicado, está relacionada con el placer y nos hace sentir bien. Proviene de un aminoácido denominado tirosina, por lo que si ingerimos alimentos ricos en tirosina se formará más dopamina y tendremos mayor cantidad de «química de la felicidad». ¿Qué alimentos contienen mayor cantidad de tirosina? Pues, entre ellos, los plátanos, la calabaza, las almendras, los aguacates, las habas y el sésamo, además de los lácteos, el tofu, los pescados y las carnes. Pero no olvidemos consumir lácteos y carnes bajos en grasas y calorías, ya que de otro modo puede ser contraproducente por sus efectos negativos sobre el organismo.
Incluso se habla de «dieta de la felicidad», que tiene que ir acompañada de algunos hábitos para aumentar su efectividad. Se trata de una alimentación variada que permite comer de todo de cuatro a cinco veces al día, con cantidades moderadas de alimentos. Y se pauta así porque está científicamente comprobado que los niveles bajos de glucosa en sangre (hipoglucemia) pueden provocar irritabilidad y hostilidad, mareos, cansancio y fatiga, nerviosismo y falta de concentración. Si lo pensamos, quizás hemos sentido estos síntomas al estar mucho tiempo sin comer. En un artículo publicado en la revista American Chronicle se afirma que muchos de los síntomas relacionados con la sensación de cansancio y un bajo estado de ánimo se deben a una mala alimentación y a la falta de vitaminas y minerales. Por eso, se indican cinco alimentos claves para aumentar el vigor: aceite de pescado, arroz integral, levadura de cerveza, avena integral y col o repollo. Son alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, vitaminas B y C y ácido fólico. Hay multitud de estudios en este sentido y se han propuesto un gran número de dietas que fomentan el bienestar psicológico y la salud y, por extensión, contribuyen a la felicidad. En la actualidad se ha acuñado el término «nutrición óptima» para hacer mención a aquella que pretende maximizar la calidad de vida y el bienestar integral de las personas. Desde esta perspectiva, la nutrición es parte de la promoción de la salud. Eso hace que sintamos mayor bienestar y, por consiguiente, contribuye a que seamos más felices. Una de las dietas más aconsejadas por sus beneficios sobre la salud es la dieta mediterránea, que contiene alimentos como legumbres, hortalizas, frutas, verduras, pescados, lácteos fermentados, aceite de oliva virgen extra, y en pequeñas cantidades, vino y frutos secos.
La dieta saludable y de la felicidad tiene, además, que ir acompañada de la ingesta de agua. Porque cuando no se bebe suficiente cantidad de agua (se recomienda alrededor de dos litros diarios) empeora el humor y disminuye la capacidad de concentración. Una ligera deshidratación produce ya dolores de cabeza, dificultad en la atención y fatiga mental. Y es que el agua facilita muchos procesos importantes para el equilibrio de nuestro organismo, como son la eliminación de toxinas, el correcto funcionamiento de las mucosas y del sistema respiratorio, el mantenimiento de la presión arterial, de la temperatura corporal y de las estructuras cerebrales. Todo eso permite, además, paliar los efectos del envejecimiento, pues las frutas y las verduras son ricas en vitaminas A, C y E, que, junto con el consumo de agua, ralentizan la aparición de arrugas y mejoran la hidratación de la piel. Además, ayuda a vivir más años al mejorar la salud.
Cuida tu alimentación. Reprograma tu cerebro, enséñale a elegir lo que comes. No olvides, además, beber agua. Todo eso mejorará tu bienestar y tendrás mejor salud, lo que contribuirá a que seas más feliz.

13. El sexo como fuente de felicidad

«El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse.»
FRIEDRICH NIETZSCHE
¿Has notado que tu vida sexual disminuye con las preocupaciones, el estrés diario y los problemas que tienes que ir afrontando? Si es así, tú no tienes la culpa, ya que la responsable es la evolución, que ha querido que en épocas en las que tenemos problemas acuciantes disminuya el deseo sexual para que no nos reproduzcamos, ya que considera que no está garantizada la supervivencia de la descendencia. Con esta finalidad, en situaciones de incertidumbre, el cerebro activa el llamado eje hipotálamo-hipofiso-adrenal, encargado de la respuesta de estrés, que produce la hormona cortisol. Una posible consecuencia es la disminución en el cerebro del deseo sexual, al desactivar el eje hipotálamo-hipofiso-gonadal, que se encarga de estimular la producción de andrógenos y estrógenos. Sin embargo, sabiendo esto, tenemos que hacer justo lo contrario, es decir, aumentar nuestra actividad sexual si queremos reducir el estrés y ser más felices.
Como dice el refranero popular: «Una vez al año no hace daño, pero es costumbre más sana una vez cada semana».
¿Es eso cierto? Sí, los estudios científicos así lo demuestran. En un estudio reciente llevado a cabo en Estados Unidos en el que participaron 16.000 hombres y mujeres se observó que tener relaciones sexuales aumenta la felicidad, tanto en hombres como en mujeres, sin que importe la edad. Las personas que se sentían más felices eran aquellas que tenían relaciones sexuales con mayor frecuencia. Además, el nivel económico no influyó, ya que tener más dinero no aumentó ni el número de parejas ni la frecuencia con la que tenían actividad sexual.
Pero ¿por qué el sexo nos hace más felices? Porque los seres humanos, al igual que las demás especies animales, hemos sido programados por la evolución para llevar a cabo dos importantes objetivos en nuestra vida: la propia supervivencia y la preservación de la especie. Para que podamos cumplir con estas «obligaciones», la evolución les ha concedido un premio: el placer que produce llevarlas a cabo. Todos sabemos que una de las actividades que más placer nos produce es hacer el amor. De este modo, nuestros propios genes, siguiendo la máxima de: «Si es bueno para mí, también lo tiene que ser para ti», se han asegurado de que no nos olvidemos de ellos.
Pero la especie humana ha mejorado infinitamente las posibilidades de disfrutar con las relaciones sexuales, haciendo que estas puedan ...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Dedicatoria
  5. Índice
  6. Prólogo de Ignacio Morgado
  7. Introducción
  8. PARTE I. Siente la fuerza de tu yo
  9. PARTE II. El placer de los sentidos
  10. PARTE III. Compartir con los demás
  11. PARTE IV. Evita lo que te aleja de la felicidad
  12. PARTE V. Diario de la felicidad
  13. Epílogo
  14. Lecturas recomendadas
  15. Colofón