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Por Laura Fontán de Bedout y Eric Ortega González
El respeto se observa en que cada estudiante construye nuevas ideas para apoyar su aprendizaje y avanzar de una manera intelectual permitiéndoles, a su vez, tomar sus propias decisiones y afrontar las consecuencias que se van presentando a lo largo proceso y que garantizan una armonía en la comunidad.
Paula Valentina Ortega, estudiante, 14 años.
Con este primer capítulo nos referiremos al principio que guía el pensamiento y la acción pedagógica de la Educación Relacional Fontán FRE, bajo el cual se organiza el modelo educativo. |
En sentido amplio, el respeto es considerado una actitud moral basada en la reciprocidad y el reconocimiento de la autonomía del otro. El respeto supone atención y cuidado. Y se caracteriza por una determinada forma de ser que deja actuar al otro para que dé lo mejor de sí. Por esta razón, creemos que el respeto es un valor de gran relevancia en educación. Cuando un sistema educativo se basa en el respeto se cambia la óptica de trabajo con educadores y estudiantes. Se les reconoce su valor y todas las acciones se dirigen hacia su cuidado y atención, brindándoles así el espacio necesario para que se desarrollen y crezcan.
Cuando se parte del respeto, la idea de autonomía y la de personalización surgen de manera espontánea. La autonomía aparece como reconocimiento de la capacidad del otro para ponerse normas a sí mismo y para gestionar su propio proceso de aprendizaje. Y la personalización, como parte de la metodología que proporciona al estudiante las herramientas, caminos y procesos específicos, respetando así su individualidad. Por esta razón, el respeto, la autonomía y la personalización son ideas que tendrán en este libro una relevancia muy especial.
En este capítulo explicaremos, en primer lugar, algo que nos ocurrió en un colegio que visitamos y que nos llevó posteriormente a la necesidad de considerar el respeto como parte esencial y primera de la Educación Relacional Fontán. En segundo lugar, presentaremos la imagen de la sinfonía, metáfora que nos permite introducir la idea de la coherencia necesaria en todo sistema. En tercer lugar, ahondaremos en el significado del respeto como principio FRE. Finalmente, expondremos una consecuencia práctica de este principio, que tiene que ver con nuestra forma de ver la inclusión educativa.
1. LA HISTORIA DE ANA MARÍA
Teniendo en mente la idea de respeto, contaremos una situación que nos ocurrió en un colegio que estábamos visitando y que ratificó el principio de FRE. Además, nos demostró que los estudiantes son conscientes de la necesidad de un cambio que los lleve a vivir la escuela de otra manera.
Estábamos de visita en un centro educativo y le preguntamos a Ana María, una estudiante, si en su colegio había bullying y ella con una cara de desconcierto contestó: “Claro que sí” y agregó: “El colegio no respeta mis sueños, mis gustos y mis capacidades, tampoco la manera como yo aprendo o descanso, ¿por qué tengo que respetar a mis compañeros?”. Para ella el sistema educativo le hace bullying.
Su respuesta nos dejó desconcertados. En los años que llevamos trabajando en educación, era la primera vez que una estudiante mostraba tal claridad. Ella, a sus 15 años, se había dado cuenta de la importancia del respeto como principio del sistema educativo.
Como todos los estudiantes son únicos, las respuestas pedagógicas del sistema también deberían serlo.
¿Por qué Ana María siente que sus sueños, gustos y capacidades no son respetados? En FRE creemos que el sistema debe ofrecer una respuesta para cada estudiante y que la manera de hacerlo es por medio de un currículo que tenga en cuenta las diferencias de las personas. Es decir que la diversidad entre las personas debería mostrarse también en la multiplicidad de respuestas pedagógicas. Las experiencias, logros, sueños, gustos y capacidades de Ana María han de tenerse en cuenta y un plan personal es la manera de lograrlo. Por esta razón, proponemos un sistema que plantea el concepto de currículo flexible.
Pero no son solo los estudiantes quienes deben ser respetados, los educadores también. En muchos casos, el currículo establecido y la excesiva normatividad no respeta el profesionalismo de los educadores. Ellos conocen a sus estudiantes, saben qué les gusta, qué sueñan y comparten muchas horas con ellos, pero, ¿qué decisiones están tomando sobre su proceso de aprendizaje? Su experiencia docente y su conocimiento profesional quedan restringidos por el direccionamiento que les exige el currículo. Dar una respuesta pertinente para cada estudiante requiere de un papel activo por parte de los educadores, las familias y los propios estudiantes.
En FRE, el respeto va más allá de la práctica en las relaciones personales, convirtiéndose en guía de todas las acciones educativas. Al ser este el principio del modelo educativo que aquí presentamos, cada estudiante, con el apoyo de sus educadores, define las metas de su aprendizaje y toma decisiones. Acciones que lo acercan a que cumpla sueños, desarrolle su potencial, trabaje guiado por sus intereses y necesidades, y aprenda a evaluarse. De esta forma, los educadores despliegan su profesionalismo para brindar estrategias y conocimientos pertinentes con el contexto y con las particularidades de cada estudiante.
Como dejamos entrever hace un momento, el respeto se manifiesta en un plan de estudios personal que tiene en cuenta todo lo concerniente al estudiante, desde su conocimiento hasta su nivel de autonomía. Establecer el respeto como valor central de la Educación Relacional Fontán lleva a cambios de diferentes niveles, modifica paradigmas, reordena metas y nos lleva a proponer nuevas planificaciones, a transformar las prácticas y a modificar las maneras de evaluación.
Si deseamos ser coherentes con el respeto como principio educativo, debemos asumir el reto de transformar la educación. Estamos seguros de que partir de la investigación y el desarrollo es un buen camino que nos llevará a pensar y actuar de manera diferente. Así esperamos brindar herramientas y conocimientos a toda la comunidad educativa, para que las personas tengan una mejor calidad de vida.
¡Escuchemos a Ana María!
2. SER COHERENTE EN EDUCACIÓN: UNA SINFONÍA EDUCATIVA
Podemos entender una sinfonía como el resultado del trabajo conjunto de un grupo de músicos que interpretan una pieza musical. Una sinfonía implica un sistema ordenado que tiene una meta común y en el que cada persona cumple su papel. Para obtener óptimos resultados, en una sinfonía, como en cualquier otra composición musical, debe haber una concordancia entre los músicos, así como unas relaciones particulares y una determinada forma de comunicación entre ellos. Nos parece posible realizar una analogía entre una sinfonía y una escuela, pues en educación también debe existir esa coherencia lógica entre los diferentes actores, cada uno de los cuales debe asumir su papel y mantener unas relaciones particulares para que la “pieza educativa” suene bien. Intentaremos ahondar en esta analogía a continuación.
En el momento de su creación el sistema educativo tenía unos fines específicos. Uno de ellos estaba dirigido a mejorar la productividad laboral y, por esto, debía garantizar una formación inicial a gran número de personas. Para llevar a cabo esta idea fue necesario trasladar algunos elementos de la producción industrial hacia el terreno educativo. Así, la educación se empezó a producir “en línea”. Los estudiantes, según el grupo de edad, recibían unos insumos para obtener, al final, un cierto tipo de producto uniforme.
Desde la analogía de la sinfonía, podemos decir que cada uno de los instrumentos que suenan se sumergen en una coherencia general y que el funcionamiento de cada uno de ellos depende de otros. Lo que se intenta es que cada que cada uno de los elementos no desentone con los demás. Exactamente la misma cosa ocurre en educación, pues todos los actores implicados, interdependientes entre sí, deben ser capaces de conservar una coherencia general.
Pero, cuando en una sinfonía partimos de otros elementos o pensamos en las necesidades de la realidad, creamos una nueva pieza musical que requiere de una organización y de unas relaciones entre agentes que dan paso a un sistema educativo alternativo. Tocar una nueva pieza musical implica unas nuevas formas de relación y unos aprendizajes para que esta pueda tener sentido. Por eso, durante el proceso de cambio entre un sistema coherente y otro de iguales características, siempre hay multiplicidad elementos a tener en cuenta y modificarse. Se trata de un ir y venir entre teoría y práctica, en la que ambas se van retroalimentando.
Entonces, cuando se transforma uno de estos elementos y, por ejemplo, se introduce la autonomía de los estudiantes o el principio del respeto, como lo hace la Educación Relacional Fontán, se da una especie de movimiento interno en el que se acomodan cada uno de los instrumentos y músicos para que la sinfonía vuelva a tener armonía. Estos ajustes ocurren, como decíamos, porque cada sistema tiene una lógica interna. Teniendo esto en cuenta, cuando se introduce el respeto como el principio de FRE, que guía la acción pedagógica y la reflexión, deben modificarse todos los elementos pedagógicos circundantes para que la teoría y la práctica sean coherentes.
En el caso de la Educación Relacional Fontán, incluso después de tantos años de situar el principio en el respeto, encontramos que algunas de nuestras prácticas siguen siendo contrarias a este. Nuestro trabajo de autocrítica sobre la coherencia es continuo y, por esto, valoramos constantemente los elementos que hay que modificar o aquellos sobre los cuales debemos profundizar. Llevamos más de 25 años trabajando con un equipo de investigación y desarrollo que nos muestra el camino a seguir para dar una mejor respuesta a los estudiantes.
Aun cuando el principio del respeto ya estaba latente en nuestras prácticas educativas, ha sido necesario revisar algunas de ellas para dar una coherencia a nuestra sinfonía educativa.
Aun cuando el principio del respeto ya estaba latente en nuestras prácticas educativas, ha sido necesario revisar algun...