Vida y obra de la primera santa chilena.Contada en primera persona por la misma Juanita Fernández Solar, en un lenguaje sencillo y acompañado de hermosas y simpáticas ilustraciones, acerca a los niños al conocimiento de este personaje, desde su infancia en las calles santiaguinas, su vida en el colegio y su constante acercamiento a la virgen María.

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Información

Editorial

Bibliográfica Internacional

Año

2018

ISBN

9789563123647

Categoría

Teología y religión

Categoría

Biografías religiosas

Delirio y canonización

La miré de frente. Era una mujer extrañísima, de piel pálida, ojos muy claros y sonrisa blanca. ¿Estaría soñando otra vez?

—¿Cómo te llamas? —me preguntó tan pronto me vio.

—Juana. Quiero decir… Teresa —le respondí con un susto escondido, la frente sudorosa y la garganta seca—. ¿Y tú? —le pregunté llena de curiosidad, pues no sabía de dónde había aparecido.

—Soy el Hada Blanca y vengo de Kyam, ciudad de los sueños sin tiempo. ¿Qué te pasó? Dime, ¿qué tienes? —me interrogó.

—¡No…! ¡No…! —exclamé, y la vi alejarse y acercarse, agrandarse y achicarse.

—¿Desde cuándo estás enferma? —insistió el Hada Blanca.

—Desde el inicio de la Cuaresma, hace doce días.

—¿Sabes en qué mes y qué año estamos?

—Es abril de 1920.

—Bien. Ahora dime, ¿cómo empezó tu malestar?

—Con dolores abdominales y de espalda, además de fiebre… Fiebre… Fiebre muy alta… ¡Ah…! Me duele… Me duele mucho la cabeza…

—Tranquilízate… Tranquilízate, hija… Haré cuanto pueda…

—No soy tu hija… Y no quiero que hagas nada. El fruto ya está maduro.

—Te pondré este paño húmedo en la frente. Te hará bien.

Dicho y hecho: así fue. Poco después, un segundo, un día, un mes, no lo sé bien, mi vista se aclaró y vi la Basílica de San Pedro en Roma, lo que me llenó de contento. No en vano estaba en el corazón de la cristiandad.

La Plaza de San Pedro era una de las más bonitas que había visto. Era una gran explanada, con forma elíptica que se ensanchaba lateralmente. Una de las cosas que más me llamaba la atención eran las grandes columnatas que la rodeaban, en las que se asentaban las figuras de ciento cuarenta santos de diversas épocas y lugares.

Tan ensimismada estaba que recién después de mucho rato me percaté que la plaza estaba llena de fieles de todo el mundo. Lo supe porque tenían banderas de sus países. Agrupados en un sector había alrededor de 5.000 chilenos que ondeaban nuestra bandera tricolor. Había también numerosos cardenales, arzobispos y obispos.

En la Basílica de San Pedro, y durante una misa solemne, el Sumo Pontífice Juan Pablo II canonizaba a una joven llamada Teresa de Los Andes. El Papa decía: “Teresa es Luz de Cristo para toda la Iglesia”. Era el día 21 de marzo del año 1993.

—Teresa, bebe un poco de agua —escuché que me decía el Hada Blanca aparecida en mi claustro, y me tendió un vaso de agua con el que aplaqué mi sed. Al recuperarme, vi que se trataba de una monja. Había estado teniendo visiones otra vez.

Mi encuentro con Cristo

Eran las 19:00 horas del día 12 de abril de 1920. Si Jesús no me hubiera sostenido, ya habría muerto. En esos momentos sufrí un dolor de cabeza que me hizo ver todo de diversos colores.

—Dios mío —recé—, hágase tu voluntad y no la mía. Te ofrezco mis sufrimientos por mis pecados y por los pecadores. Morir: ¿qué más ideal? Morir, vivir en Dios por una eternidad, gozar en Dios: ¿puede haber felicidad más grande? Jesús querido, cada vez que me siento mal, siento nostalgia de ti, de ese Cielo en donde no te ofenderé nunca y seré una contigo.

Entonces me faltaban 3 meses para cu...

Índice

Portada
Créditos
Portadilla
Mi nacimiento
Una infancia llena de descubrimientos
Terremoto y Cristo
Mis estudios en el Sagrado Corazón
Sueño con la Virgen
El Poverello de Asís
El día que recibí a Cristo
Mente sana, cuerpo sano
Monja carmelita
Es tan rico dar
Un ciego que miraba al cielo
Algún día seré santa
El amor es más fuerte
Mi ingreso al monasterio
Un extraño milagro
Mis pensamientos
Delirio y canonización
Mi encuentro con Cristo
Cronología