¿Somos todos religiosos?
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¿Somos todos religiosos?

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¿Somos todos religiosos?

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De este modo, una vez más afirmamos que la propuesta de tomar la enseñanza de Lacan en bloque es la única oportunidad de captar qué fue para él el significante del Otro barrado y ver de qué manera él mismo se embrolló y desembrolló ante ese real al que la práctica analítica día a día nos convoca. Un real que es lo que precisamente debería poner en cuestión lo religioso que siempre anuda en el corazón del parlêtre, del hablanteser. Porque si como decía Lacan en el 75, la religión es un síntoma, no va de suyo que su función como tal sea fácilmente eliminable. En otros términos, nos preguntaremos: ¿cuánto de religión aún perdura entre nosotros, en el uso de nuestros conceptos, en nuestra práctica y aún en el lazo la Escuela? ¿Podremos al menos no contradecirnos todo el tiempo?Leonardo Gorostiza

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Información

Año
2020
ISBN
9789878372259
Categoría
Psicología
Categoría
Psicoanálisis
Jaculación
Introducción
Leonardo Gorostiza
Buenas noches. Bienvenidos a la tercera noche abierta convocada bajo el nombre “Lacan en bloque”, que como ustedes ya saben es la idea de tomar en conjunto los dichos de la enseñanza de Lacan y ver sus transformaciones. Este año en particular, y bajo signos de interrogación, esa formulación que no es fácil de entender: “¿Todo el mundo es religioso?”.
Voy a ser muy breve con la introducción para luego pasar a las presentaciones, que son muy ricas en contenido. Planteábamos que, prosiguiendo con la interrogación a la formulación de que todo el mundo es religioso -incluso los ateos-, que tal vez el análisis sería capaz de producir un ateo viable, es decir, alguien que no se contradice todo el tiempo. Abordaremos, en esta oportunidad, la noción de jaculación.
Este término tiene claras resonancias religiosas. Es mencionado por Lacan en el Seminario 20, Aún, tras haber situado las jaculaciones místicas como siendo del mismo registro que sus Escritos, es decir en un momento que abre lo que llamamos su ultimísima enseñanza y que en el Seminario 24 considera a la jaculación como un modelo posible de la interpretación analítica.
Las preguntas que nos hacemos y que intentamos situar son las siguientes: ¿Cuál es el fundamento de una tal afirmación? Por otro lado, ¿qué lazo y qué diferencia puede haber entre un recurso inherente a una experiencia mística y una intervención analítica que se inscribe en la perspectiva de producir un ateo viable? Y la última pregunta sería: ¿Cuáles podrían ser las consecuencias clínicas de vincular dicho término con la función de nominación?
Esta noche vamos a escuchar tres intervenciones. En primer lugar, Marisa Moretto, ella va a abordar de lleno la problemática de la interpretación jaculación.
Luego vamos a escuchar a Claudia Lázaro quien va a abordar la perspectiva mística, la jaculación en la mística y nos va a hablar de una mística francesa, en general poco transitada.
Por último, Enrique Prego, que va a hacer una correlación entre jaculación y nominación, y va a apuntar sobre algunas consecuencias clínicas en la época, a partir de este acercamiento entre ambas nociones.
Ese es el plan que tenemos. Luego de cada intervención voy a proponer unas puntuaciones mínimas para luego abrir a una conversación general.
La interpretación jaculatoria
Marisa Moretto
El término jaculatoria, según el diccionario de la RAE, designa una oración breve y fervorosa. Sus sinónimos son: oración, plegaria, rezo e invocación. No solo los cristianos la usan en sus rezos. El Corán empieza todos los suras con una jaculatoria.
¿Por qué Lacan emplea este término, usado en la cultura religiosa, para referirse a la interpretación? ¿Es acaso que la interpretación opera de manera religiosa, o es una cuestión de fe, o tal vez sugestiva? Es cierto que también tiene usos literarios, se aplica en sentido figurado a una frase o estribillo corto, repetitivo y sentencioso.
No obstante, la expresión jaculatoria es utilizada por Lacan no solo en referencia a la interpretación, sino al límite de la significación, es decir como cadena rota. Así lo leí por primera vez en “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis” (1). Allí Lacan ubica la opacidad en las jaculatorias del amor cuando ante la escasez del significante para llamar al objeto de su epitalamio usa para ello del expediente del imaginario más crudo: “Te como… –¡Bombón! Te desmayas… –¡Ratoncito!” Un significante que no hace cadena, expresándose con crudeza. Así se expresan, la palabra de amor o el insulto, ante la imposibilidad de significar acabadamente.
Como adjetivo deriva del latín jaculari, que es: lanzar. La jaculatoria, es lanzada con fervor y tiene entonación.
Recuerdo, en analogía, al Hombre de las ratas cuando para insultar expresaba cualquier palabra despojada del enunciado. De muy pequeño, nos cuenta Freud, al ser castigado por su padre una ira se apodera de él y como aún no conocía las malas palabras, recurre entonces a nombres de objetos que se le iban ocurriendo: “¡Eh, tú, lámpara, pañuelo, plato! (2)”El significante llega a un límite en que sólo es comprensible por su dimensión de acto. No se trata entonces de las palabras sino de lo lanzado. Modo que indica aquello que no puede ser atrapado por el concepto, que no puede ser traducido.
También en analogía en su libro sobre el chiste, Freud refiere al disparate, esos lanzamientos que solo en apariencia son chistes, frecuentes en el laleo infantil y también en las psicosis (3). Sin sentido, significantes que no hacen cadena.
Hasta aquí consideramos la jaculatoria como expresión que exterioriza el carácter nativo del sujeto con el significante, así lo desarrolla Gorostiza en su texto El principio de lo ininterpretable (4).
En su texto, “La interpretación-Jaculación” (5), Laurent toma la clase del Seminario RSI (6) del 11 de febrero de 1975 y hace referencia al decir del analista. “Ese decir del analista que pone en entredicho las categorías lingüísticas de la enunciación y del enunciado. Es eso a lo que Lacan pudo dar, entre otras, el nombre de jaculación”.
Vayamos al Seminario, Lacan ubica, “…Ante todo se plantea la cuestión de saber si el efecto de sentido en su real se sostiene en el empleo de las palabras –digo el empleo en el sentido usual del término– o solamente en su jaculación. Muchas cosas desde siempre lo han hecho pensar; pero de este empleo a esta jaculación no se hacía la distinción. Se creía que eran las palabras las que producen. Mientras que, si nos damos el trabajo de aislar la categoría del significante, vemos bien que la jaculación conserva un sentido, un sentido aislable”. La palabra se borra, la experiencia no puede traducirse, no obstante, el impacto está.
De qué sentido aislable se trata a diferencia de una palabra. Eso que lanza y hace resonar otra cosa que la significación. Es decir que no apunta a la prosecución del despliegue de la cadena significante. ¿Se trataría de un efecto de sentido que por su resonancia toque el cuerpo e incida en el campo del goce? En “Sutilezas analíticas (7)”, Miller dirá: “Un análisis es concebible donde una jaculación puede rectificar… el goce, esto es que pueda ser concebido como satisfactorio”.
Unos años después en “El ser y el Uno” (8), Miller no hablará de jaculación sino de constatación o delimitación a propósito de la interpretación. Señala que, tratándose del goce imposible de negativizar y ya habiendo dado varias vueltas sobre las verdades mentirosas que se construyen de la mala manera ante lo real que no enlaza con nada- se trata de una interpretación que precipita un “es así” cesando el afán de continuar buceando en descifrados eternos.
De la misma manera que el insulto o la palabra de amor en el decir del sujeto, delimita, constata el imposible de seguir poniendo en palabras, ya que no hay S2 que signifique adecuadamente –lo digo en el sentido de la inadecuación, del no enlace, en fin, de lo real– la interpretación jaculatoria delimita, constata eso mismo y su efecto es un goce que aún iterando e intraducible es satisfactorio.
Entonces, si bien no sé cómo se le ocurrió a Lacan lo de la jaculatoria que tiene usos religiosos, vale la pregunta de si acaso esta constatación jaculatoria no tiene, dado su alcance transferencial, un carácter de creencia. Si se trata de lo que queda, de una huella, de un fuera-de-sentido, al decir de Laurent, eso que terminó por apagar el falso canturreo de la creencia en el síntoma, eso entonces ¿es una cuestión de creencia?
Cómo transmitir una constatación, cómo hacerlo pasar de una buena manera, para no quedar sugestionados y repetir fervientemente ¡Haiuno! Cada trabajo de Escuela es instrumento para intentar uno por uno no obstaculizar cada hallazgo incomparable que cirnió el analizante vía su jaculatoria. En los límites entonces la trasmisión será comprensible en acto, uno por uno y cada vez. Parafraseando a Vicente Palomera, en su conferencia dada en la noche preparatoria de la Jornadas Anuales del último tres de octubre, “Esas huellas son esas y no son otras las que se han podido aislar, se hace algo con ellas y eso se corporiza”.
La pregunta freudiana se renueva: ¿Cuál es la diferencia esencial entre el analizado y el no analizado? (9)Parecería que en el no analizado tanto la palabra de amor, el insulto o el disparate poseen la misma estofa que escuchamos en los finales de la experiencia analítica. No obstante, no es lo mismo el modo en que una palabra de amor o la injuria jaculan intentando cernir en acto un goce opaco al sentido, o el niño que lalea vía el disparate, o el hombre de las ratas lanzando expresiones ante la furia por el castigo paterno, que cómo en algunos testimonios de pase el analizante aísla cierta huella que se corporiza de una buena manera o de una manera satisfactoria, vía la interpretación jaculatoria. Un analizado, es alguien que ha pasado por la creencia en el síntoma hasta apagar su sed de esos sentidos que hacían penar de más.
La interpretación-jaculación tratará de dejar entonces” … al analizante tomar confianza con el sinthome que ha inventado, en el tiempo que pueda”. (10) Constatación entonces. O mejor dicho “desembrollarse, pero sin tomar la cosa en concepto”. (11)
1- Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Escritos 2, Siglo Veintiuno editores, Buenos Aires, 1985, p. 517.
2- Freud, S., “A propósito de un caso de neurosis obsesiva”, en Obras completas, t. X, Amorrortu, Buenos Aires, 1980, p. 161.
3- Freud, S., “El chiste y su relación con lo inconsciente”, en Obras completas, t. VIII, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, p. 121.
4- Gorostiza, L., “ El principio de lo ininterpretable”, en Resonancias, Revista de Psicoanálisis del Nuevo Cuyo N°1, Grama ediciones, Buenos Aires, 2014.
5- Laurent, L. (2018) “La interpretación-jaculación”, en https://psicoanalisislacaniano.com/la-interpretacion-jaculacion/
6- Lacan, J., Seminario 22, Clase del 11 de febrero de 1975. Inédito.
7- Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 268.
8- Miller, J.-A., El ser y el Uno. Clase del 11 de mayo de 2011. Inédito.
9- Freud, S., “Análisis terminable e interminable”, en Obras completas, t. XXIII, Amorrortu, Buenos Aires, 1980, p. 229.
10- Guéguen, G. P., “La interpretación lacaniana”, Revista Psicoanalítica publicada en Barcelona bajo los auspicios de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Número 64. Distribuye: RBA Libros, S. A, 2012.
11- Lacan, J., Seminario 24, clase del 11 de enero de 1977. Inédito.
El valor indicial
Leonardo Gorostiza
Voy a introducir algunas cuestiones que hemos conversado en el cártel y otras que se me ocurrieron cuando estaba leyendo el texto de Marisa. Ella pone en cuestión dos veces la sugestión, al comienzo, cuando habla de qué tipo de interpretación podría llevarnos hacia la sugestión, porque no está claro que nos podamos desembrollar de ella.
Eric Laurent hace poco, haciendo una lectura del “ultimísimo Lacan” hablaba de otro tipo de sugestión, que sería la acción del significante sobre el cuerpo. Confieso que eso no me queda del todo claro y por eso mantengo por ahora la idea original de Lacan de que la sugestión, al igual que la magia, es lo que surge de la acción del significante sobre el significante, por lo tanto, eso elide lo real. Sería lo que Lacan cuestiona como la estafa psicoanalítica, que terminaría siendo puro efecto de sugestión, no sabiendo nada de lo real, del cuerpo, de la pulsión.
Marisa hizo hincapié, a partir de la referencia a “De una cuestión preliminar…” (1), que se trata de la cadena rota, del S1 aislado, de lo que no hace cadena, y eso sí es “ultimísimo Lacan”. En la clase del 11 de abril del 1978 en Momento de concluir, Lacan dice aproximadamente lo siguiente: “Uno se queda en los pensamientos y actuar por intermedio de los pensamientos o del pensamiento es algo que confina con la debilidad mental. Sería necesario que exista un acto que no sea débil mental, este acto intento de producirlo por mi enseñanza, que igualmente es un balbuceo. Nosotros confinamos aquí con la magia –reitero: magia y sugestión son equivalentes, la acción del significante sobre el significante.- El análisis es una magia que no tiene como soporte sino el hecho de que ciertamente no hay relación sexual pero que los pensamientos se orientan, se cristalizan, sobre eso que Freud imprudentemente ha llamado el complejo de Edipo”.
Magia, sugestión, complejo de Edipo, evitación de lo real, podríamos decir. Y luego, afirma: “Elevar el psicoanálisis a la dignidad de la cirugía, por ejemplo, eso es lo que sería muy bien deseable”.
Me parece importante porque precisamente la noción de jaculación, tal como la desarrolló muy bien Marisa, plantea la idea del corte. La jaculación sería un corte interpretativo, y congruente con la orientación de elevar el psicoanálisis y la interpretación analítica a la dignidad del acto quirúrgico, al corte en tanto tal.
Otra cuestión es cuando Marisa menciona la jaculación como lo que es lanzado. J...

Índice

  1. Portadilla
  2. Legales
  3. Nota
  4. Prólogo, Fernando Vitale
  5. Creencia
  6. La Escuela y el amor
  7. Jaculación