Capítulo V
Monedas virtuales bitcóin/blockchain. ICOs&ITOs
Donde más vuelo e impacto tienen las aplicaciones de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) es en el campo de la creación de monedas virtuales y redes seguras, (blockchains), que se utilizan para su comercialización y la creación de vínculos jurídicos entre los usuarios digitales, (smart contracts).
Lo que para unos se trata de la mayor tecnología disruptiva capaz de alterar completamente los patrones del sistema económico, por su permeabilidad en múltiples sectores, para otros, se trata de una red oculta, destinada exclusivamente a un grupo de expertos informáticos e inversores capaces de lucrarse mediante el empleo de dicha tecnología y de dar cobijo al blanqueo de capitales.
Como todo lo novedoso y rompedor se presta a una doble visión, como las dos caras de la criptomoneda, la positiva y la negativa, cada una de esas caras se alimenta de las correspondientes noticias que la sustentan.
Es necesario, en este caso más que en otros, detenerse en los conceptos propios de esta vertical para poder comprender el momento incipiente por el que atraviesa esta tecnología.
1. Blockchain
La madre de esta red es la tecnología de contabilidad distribuida, en inglés distributed ledger technology («DLT»), y su discípulo aventajado es el blockchain.
La cadena de bloques o “blockchain” es una contabilidad pública/privada compartida en la que se basa toda la red bitcóin y el resto de criptomonedas menos conocidas. Ojo, todas, repito, todas, las transacciones confirmadas se incluyen en la cadena de bloques. La integridad y el orden cronológico de la cadena de bloques se hacen cumplir con criptografía, con claves.
Estos bloques de información irán enlazándose entre sí, como una secuencia de ADN, mediante la conexión del correspondiente bloque con el anterior, formando así una cadena, y ello, a través de los llamados apuntadores (hash), que identifican con un algoritmo matemático la información recibida, asegurando que no ha sido manipulada, y esto se consigue mediante la generación de un valor de 32 o más dígitos, con la certeza que si se manipula un solo bit del conjunto de datos o de la información que certifica el bloque, el valor hash será diferente.
Todas las operaciones realizadas, para poder ser incluidas en la cadena de bloques, deben ser autorizadas por los llamados mineros, que transmiten y confirman operaciones en orden cronológico y mediante cifrados. Su labor permite que las operaciones, una vez confirmadas, pasen a ser inmutables, de tal forma que no puedan ser alteradas a través de piratería (hacking). Es decir, la información contenida en un bloque solo puede ser rechazada o editada modificando todos los bloques posteriores. Por esta actividad reciben una recompensa en moneda virtual, que deberá tributar a Hacienda.
Hay diferentes tipos de cadenas de bloques. Se pueden clasificar en blockchains públicas con permisos y sin permisos y las privadas.
En las blockchains públicas sin permiso posicionamos a bitcóin o ethereum, en las que cualquiera puede convertirse en un nodo o parte de la red únicamente instalando el software recomendado. En cambio en las blockchains públicas con permiso únicamente los usuarios aprobados previamente pueden ser nodos de validación y añadir datos a la cadena, sería el ejemplo de Alastria.
Finalmente están las blockchains privadas, como wetrade o enerchain, que se caracterizan por ser de carácter cerrado y requieren de una invitación previa en la que se determina expresamente que nuevos usuarios pueden incorporarse y bajo qué requisitos.
Ya sé que requiere de un esfuerzo mental adicional para comprender su potencial, pero hay que dejarse llevar, créetelo!, hazte una representación mental de su funcionamiento, piensa que tampoco necesitas saber exactamente cómo salen las imágenes por el televisor para opinar si su contenido es adecuado, dejémoslo ahí. Esta comparativa nos autoriza a opinar del desarrollo de este tipo de tecnología.
Sigamos, esta tecnología, que entre otras virtudes, evita los intermediarios en una operación bursátil y permite el pago instantáneo de persona a persona, se basa en una red compuesta por un conjunto de participantes o nodos. Estos nodos son ordenadores situados alrededor del mundo conectados a dicha red.
Una de sus principales cualidades que hemos mencionado, su inmutabilidad, puede ser a su vez uno de sus mayores problemas. Su virtud relativa a ser irrevocable e inmodificable conlleva que, todo aquello que acontece en la red blockchain dificulta cualquier gestión de error que se cometa en la misma, no admite por tanto la fuerza mayor ni la observancia de circunstancias sobrevenidas al momento de la perfección del contrato.
En tal sentido, ya ocurrió un suceso en junio de 2016, que da que pensar. En esa fecha un hacker encontró un error en el código fuente vulnerando el smart contract de lo que era la primera ICO en etherum, sufriendo una pérdida de más de 50 M$. La plataforma etherum toma las decisiones por consenso y se discutió entre alterar la red y evitar las pérdidas a los inversores, mediante una nueva actualización impidiendo la retirada de los fondos por los hackers, u optar por entender que lo ocurrido era un riesgo asumible para no evidenciar que la red es manipulable por consenso, en fin, que se puede alterar, ¿qué ocurrió?
Pues sí, votaron a favor de la creación de una nueva línea de bloques, manipularon el blockchain en beneficio de los intereses económicos de la mayoría, lo que evidenció que la irreversibilidad no es absoluta, depende de la plataforma. Los que no estuvieron de acuerdo con tal decisión filosófica fundaron “ethereum classic”, que es una versión paralela de la blockchain de ethereum, donde no es posible alterar nada de la red por consenso.
Otro de los temas espinosos y que suscita dudas en el entorno blockchain es el relacionado en cómo proporcionar información sobre el cliente y el origen de los fondos invertidos, al ir vinculadas ambas respuestas al responsable último de la cadena de bloques que haya desarrollado o gestionado dicha identificación, y esto como se adivina, entraña una gran dificultad, tanto en la averiguación exacta y computacional de la verificación de la operación como, en su caso, y tal vez más transcendente, de la jurisdicción implicada para depurar responsabilidades, ergo, es un resquicio para negociar con dinero ilícito.
2. Bitcóin
Para la operatividad de dicha red se utilizan criptomonedas, siendo la principal y más conocida la denominada bitcóin, moneda virtual, intangible, escasa, en tanto en cuanto está previsto un máximo de 21 millones para el año 2140, siendo que actualmente hay 17 millones, y no como equivocadamente se pronunció recientemente el TS, en sentencia de 20 de junio de 2019, afirmando que ya existen esos 21 millones de bitcoins.
Actualmente su valoración total en el mercado es de 90.000M$, eso sí es de una altísima volatilidad en su valor, es decir, depende de la oferta y demanda del mercado. Así, en sus inicios no tenía valor, enero de 2010, alcanzando su máximo histórico en diciembre de 2017, 19.900 $, cotizando a septiembre de 2019 a 10.308,10$.
El bitcóin como el resto de monedas virtuales son representaciones digitales de valor, sin respaldo ni emisión por ninguna autoridad bancaria, no es por tanto ni tan siquiera dinero electrónico, art.1.2 de la Ley 21/2011, de 26 de julio, de dinero electrónico. En tal sentido se hizo eco la anterior sentencia del Tribunal Supremo obligando a la devolución del valor del bitcóin y al momento de la finalización del contrato, es decir, obligando al defraudador a la devolución en euros y no en bitcóins, cuestión al menos discutible, ya que la especulación siempre exponencialmente al alza correría favor del estafador, le bastaría con devolver aquel valor en euros a la finalización del contrato que es cuando se ejecuta la compraventa, y, también por considerar el bitcóin, como el objeto del delito. Por cierto, el 11% de la población de EEUU posee la criptomoneda bitcóin.
Existen aproximadamente más de 1.300 criptomonedas además de las que se crean como divisa virtual o dinero electrónico sin emisor, en procesos de economía digital como ICOs.
El principal negocio es comprar y vender pero también es posible hacer trading, es decir, invertir sobre el precio de una criptomoneda sin llegarla a poseer. Se invierte en torno a la expectativa de que el valor del mercado elegido vaya a subir o bajar, utilizándose para ello algoritmos que trabajan 24 horas que replican o aconsejan posi...