Capítulo 1
¿Cómo educar a la “funesta raza y género de mujeres” nacidas de Pandora? Dispositivo didáctico-matrimonial y modos de subjetivación en Hesíodo
María Cecilia Colombani
Universidad Nacional de Mar del Plata
Universidad de Morón
Introducción
El objetivo del presente trabajo es pensar la problemática de la mujer inscrita en el dispositivo matrimonial en el marco de lo que, a su vez, representa la constitución de cierto modelo femenino, un primer esbozo de subjetividad delineada a partir del proyecto político de ficcionar a ciertos individuos. La pregunta recae entonces en la formación de la esposa y, en ese marco, ver cómo se despliega el trazo de un programa que hace de la cuestión de la mujer y del matrimonio un núcleo de inquietud en Hesíodo, presente tanto en Teogonía, como en Trabajos y Días. El tópico se puede leer como uno de los núcleos que dan cohesión a la obra y ubica al poeta de Ascra en un tópos privilegiado de interrogación, de cuestiones ético-antropológicas que adelantan preocupaciones de impacto filosófico (Judet De La Combe, 1996). Es esa capacidad de interrogar situaciones que devienen un pro-blema, lo que ha impulsado a Rodríguez Adrados a ubicar a Hesíodo en otro espacio mental, haciendo de ese plexo de cuestiones que abren el campo de la interrogación, una novedad del discurso hesiódico (2001).
El programa solidariza matrimonio y educación como campos afines y complementarios en la consolidación de un tipo de esposa que tendrá, sin lugar a dudas, el epicentro de la ficción histórica en el relato de Jenofonte y sus consideraciones económicas. No obstante, como cada concepto, práctica social, institución o comportamiento legitimado tiene su historización y como la tarea arqueológica nos enseña a revolver los bajos fondos, la espesura mítica “habla” desde los ecos de un tiempo remoto. Allí debemos dirigirnos para ver qué encierra ese lógos como una primera trabazón entre lo que una determinada configuración de época “ve” sobre su superficie y el modo en que nombra aquello que ve (Foucault, 1964).
En realidad, la inquietud nos ubica en las relaciones entre mito y cultura, pues es allí donde se define el grafo de lo Mismo y de lo Otro en materia antropológica. Viejo tema transitado ya por el pensamiento antiguo, retorna en la pólis clásica frente a la necesidad de trazar la cartografía de lo que se ajusta a lo Mismo y lo que queda territorializado en el tópos de lo Otro a partir de su conducta indeseable. Gesto antropológico que define la urdimbre cultural (Garreta & Belleli, 1999). La presencia de las Otredades es un tema de vieja data y las sociedades suelen conjurar su presencia amenazante dándole lógos. Parece una paradoja o, incluso, una contradicción, pero la lógica en la que se inscriben lo Mismo y lo Otro, como los dos polos de la tensión antropológica por excelencia, con sus territorialidades acotadas y el celoso cuidado de evitar sus contaminaciones, opera según reglas específicas de funcionamiento.
Toda sociedad y, por ende, la producción y circulación del discurso que en ella se genera (Foucault, 1983), instala sobre la superficie discursiva el objeto sobre el cual recae una intensa inquietud y problematización, porque hay en él una especie de “mancha ciega” de la cual es necesario hacerse cargo para evitar los peligros que puede acarrear. De modo tal que, si nuestra preocupación es relevar cuáles son las inquietudes de Hesíodo por considerar que esas interrogaciones lo ubican en un lugar particular, su peculiar interés en darle lógos a la problemática matrimonial habla de una insistencia en el lugar que ocupa la mujer. Más allá de que el siguiente trabajo pretenda complejizar la unilateralidad de la lectura en torno a la dimensión de la esposa en Hesíodo.
Toda sociedad neutraliza de alguna manera sus zonas oscuras, tenebrosas, peligrosas, situándolas en un espacio que, no obstante, sigue siendo discursivo, porque constituye el modo de visibilizarlo, de darle entidad, de ponerlo en circulación y así conjurar sus peligros aleatorios. Es así como aquello opaco se convierte en un objeto de preocupación; esto es precisamente lo que acontece con la mujer en cuanto funesta estirpe que desciende de Pandora. El movimiento en relación al objeto de inquietud es doble; se lo extirpa, de alguna manera, del foco luminoso que representa la Mismidad definida por los gloriosos Olímpicos, sus instituciones, sus valores, magníficamente representados en la figura de Zeus, sus prácticas, inscritas en el orden y la justicia, pero, al mismo tiempo, se lo objetiva, se convierte en objeto de discurso. ¿Qué oculta una sociedad cuando pone la mirada sobre estos objetos de preocupación? Temor a las fuerzas a-cósmicas que esas entidades portan desde su condición ontológica. La mujer es un gastér devorador y Pandora ha dejado un linaje que conmueve desde su precariedad las bases mismas del orden, conseguido con tanta dificultad. El Otro es siempre una amenaza en ciernes y ese doble movimiento de extirparlo y objetivarlo, de silenciarlo y visibilizarlo, obedece al páthos que produce.
Otra de las cuestiones que el presente capítulo se propone visibilizar son las complejas relaciones entre mito y lógos o mito y filosofía, tratando de suavizar las fronteras tajantes y férreas que históricamente los han territorializado en espacios y estatutos diferenciados. El desafío obedece a correr fronteras políticas construidas al abrigo de producciones temporales que, como todo lo ficcional, puede responder a otros horizontes, a revisitas y a reconsideraciones epistemológicas que desplacen también las canónicas formas de exposición. Nos interesan los orígenes, los linajes para descubrir en esos pantanos magmáticos los gérmenes, las procedencias, las contaminaciones, los azares, los desvíos que hicieron posible los objetos de pensamiento y discurso. Senda nietzscheana de saber que no hay origen inmaculado, aséptico, incontaminado, que no hay Ursprung, apenas Erfindung, procedencia, mezcla, revuelta, dispersión, genealogía (Foucault, 1979).
Hesíodo piensa temas filosóficos con las reglas específicas de formación discursiva que impone el mito, reglas que se imponen y “hablan” desde su ficción de época (Foucault, 1983). El mito tiene la potencia reveladora de un tema de alto impacto antropológico-filosófico. Temas como la precariedad humana, el paso del tiempo, la sabiduría de la vida, la tensión entre el mundo natural y el mundo cultural, la culpa, la fugacidad de la vida son apenas un mínimo recorte que narra el relato mítico con potencia creadora, pero que su fondo de significación va más allá del relato arquetípico. En ese sentido, el mito es un operador de sentido (Colombani, 2016), un vehiculizador de pro-blemata, de obstáculos, de promontorios a sortear por estar íntimamente inscritos en nuestra condición de hombres. Hay en el relato mítico un despliegue deliberado de una sabiduría de vida que pone en juego valores y consideraciones axiológicas que lo ubican en esa especie de “filosofía popular” a la que se refiere Gernet (1981). Define también un plano de crítica allí donde los valores se deterioran y atentan contra ese proyecto totalizador que representa una sabiduría de vida. Quizás Trabajos y Días resulta el texto emblemático en este sentido. Hesíodo hace opciones claras en lo que se refiere al éthos como sabiduría de vida y en ese despliegue elige, argumenta, expone, valora, aconseja, prescribe, opta, compara; en fin, realiza una serie de operaciones y competencias discursivas que parecen acercar el mito a la filosofía o, al menos, ubicarlo en una zona de cierta vecindad. La potencia de las imágenes que el mito pone en circulación no queda clausurada en el registro de la imagen; las imágenes salen de sí, convocan a una gesta hermenéutica que pone al discurso mítico en clave de proximidad filosófica.
La filosofía es también una forma de vivir y el mito es un perfecto artesano de ello. Una vez más, Hesíodo nos interpela. ¿Acaso Teogonía no muestra una forma de vida que supera en su despliegue genealógico, las formas más duras de la primera violencia? ¿Acaso Trabajos y Días no constituye el canto a una forma de vida, basada en el trabajo como virtud y justicia? ¿Acaso los núcleos de preocupación que interpelan a Hesíodo, entre ellos el que nos convoca, no representan los tópicos problemáticos para diagramar una filosofía de vida como forma de vivir? A partir de estas consideraciones teóricas, reto...