Las violencias en los entornos escolares
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Las violencias en los entornos escolares

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Las violencias en los entornos escolares

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Información del libro

El contenido de este libro hace patente la preocupación de académicos, autoridades escolares, políticos e instituciones de varios países por la temática de las violencias. Incluye reflexiones producto de trabajos de investigación relevantes en Iberoamérica realizados de manera reciente.

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Información

Año
2020
ISBN
9786077424284
Edición
1
Categoría
Education

1. Procesos de normalización, tolerancia y silencio respecto de la violencia en y alrededor de una escuela primaria

Carmen Castillo Rocha y Juan Carlos Mijangos Noh

INTRODUCCIÓN

No es el propósito de este texto definir conceptos sobre los que se abunda en este libro, pero conviene recordar que el bullying ha sido caracterizado como una relación entre compañeros con una notable asimetría de poder en el que intencionalmente se lesiona a un igual de manera reiterada en un ejercicio de tres actores: agresor, víctima y observador, donde el observador funge como un reforzador del comportamiento del agresor (Defensor del Pueblo, 2007; Moreno y Paz, 2006; Olweus, 2006). También conviene recordar que la violencia en las escuelas tiene límites mucho más amplios que involucran a la comunidad educativa, a las familias y sus entornos, e incluso al Estado mismo.
No obstante lo previo, desde que las industrias mediáticas vieron la posible explotación del bullying como recurso amarillista, las otras formas de violencia en la escuela comenzaron a hacerse menos visibles, después de todo es políticamente más sencillo poner “el problema” en los escolares y no en las autoridades cualesquiera que sean. El fenómeno de la violencia toca ámbitos de mayor envergadura y aquí examinamos los que están relacionados con una escuela primaria. El propósito de este capítulo es presentar el análisis de las dinámicas de las violencias que circundan a una escuela semirrural del estado de Yucatán a partir de lo observado, lo escuchado y lo vivido durante un ciclo escolar. El análisis se entrelaza, desde luego, con lo que sucede en México.
Dadas las condiciones sistémicas que alimentan las violencias cotidianas en la escuela que aquí se describe y en la localidad donde se ubica, lo pensable es que situaciones semejantes a las que aquí se presentan estén ocurriendo también en otras localidades de la península de Yucatán y del país.
Iniciaremos exponiendo lo que se representa en los medios de información masivos y su relación con las investigaciones académicas. Continuaremos con la metodología y la descripción del contexto de la localidad a la que nos referimos. Posteriormente mostraremos y analizaremos algunas de las prácticas violentas que circundan a la escuela primaria de esta localidad para finalmente invitar a pensar en la necesidad de trabajar en la modificación de situaciones estructurales para poder construir un ambiente digno para nuestros niños, nuestros maestros y nuestra comunidad en general.

EL CONTEXTO DESINFORMATIVO Y OFICIAL DE LA VIOLENCIA ESCOLAR EN MÉXICO

Diferentes medios informativos de la República Mexicana (como la cadena CNN, y los diarios El Economista, La Jornada, El Universal y Milenio) publicaron entre marzo y mayo del 2014 que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México “ocupa el primer lugar internacional en casos de bullying”. Aquí un ejemplo de lo expuesto en estos informativos:
México ocupa el primer lugar internacional de casos de bullying en educación básica ya que afecta a 18 millones 781 mil 875 alumnos de primaria y secundaria tanto públicas como privadas, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Valdez, 2014, s. p.).
Es interesante, pues rastreando la cifra, tres años antes, el 17 de abril de 2011, aparece una nota en el periódico El Universal (Otero, 2011) donde se cita la misma cifra y se identifica como el origen de la información una investigación de la citada OCDE realizada en el año 2009 y se cita como fuente un boletín de prensa de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). La Comisión Nacional de los Derechos Humanos México informó en el año 2011 lo que sigue:
Ante el riesgo que representa para 18 millones 781 mil 875 niños que estudian primaria o secundaria ser víctima del fenómeno conocido como bullying o acoso escolar, es imprescindible reforzar las acciones para erradicar esta práctica nociva (CNDH, 2011, p. 1).
Es decir, la cifra refiere a la población total de estudiantes de educación básica inscritos en el año 2011, pero las notas del 2014 nos conducen a pensar otra cosa. La “información” públicada en el 2014 es inverosímil, y su presencia como “noticia” antecedió, también en los medios informativos nacionales, a la promoción de la iniciativa de la Ley General para la Prevención y Atención de la Violencia Escolar, presentada ante la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados el 4 de junio de 2014. Lo previo pone en evidencia que no es posible sacar conclusiones respecto de la incidencia de bullying en nuestro país a partir de información pública de este tipo, y sí pensar que la población en general está desinformada al respecto.
En un contexto diferente, la instancia que a nivel nacional recoge datos que nos pueden aproximar al problema es el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (organismo público autónomo) que sistematizó los datos provenientes de los “cuestionarios de contexto” de la prueba Excale (Examen para la Calidad y el Logro Educativo) aplicada en 2005, a partir de lo cual publicó un texto titulado Disciplina, violencia y consumo de sustancias nocivas a la salud en escuelas primarias y secundarias de México. Los cuestionarios fueron administrados a docentes y alumnos (47,858 de escuelas primarias y 52,251 de secundarias). En el citado documento se escribió lo siguiente:
En primaria, el acto violento que más se enfrenta es el robo de algún objeto o dinero. Ahora bien, por las dimensiones que mostró este incidente, es presumible que en la gran mayoría de los casos no haya constituido un atentado grave a las posesiones de los alumnos, o incluso, que en cierto número de casos no se trate de robo como tal, sino de pérdida involuntaria por parte de los propios alumnos afectados (Aguilera, Muñoz y Orozco, 2007, pp. 57-58).
El estudio muestra índices de victimización de un 46.4% en robos en primaria y 43.6% en secundaria; un 24.2% en burlas en primaria y un 13.6% en secundaria; un 17% en agresiones físicas en primaria y un 14.1% en secundaria. En el estudio se concluye:
Lo primero a señalar es que la magnitud de las manifestaciones violentas exteriorizadas por los estudiantes en las instituciones educativas es relativamente baja y se ajusta a los rangos registrados en otros estudios. Sin embargo, se identifica que existen algunos casos en los que la manifestación de violencia es alta y por lo tanto preocupante (p. 187).
Estos y otros porcentajes mostrados en el texto difieren notablemente de los datos internacionales reportados sobre el tema en años previos y posteriores, en los que el abuso verbal (entre ellos las burlas), tiene siempre una mayor incidencia sobre las demás formas de maltrato (Aparicio y Córdoba, 2005; Avilés, 2003; Cajigas, et al., 2006; Castillo y Pacheco, 2008; Defensor del Pueblo, 2000 y 2007; Hoyos, 2005; Ortega, 2005; Smith, 2006) y donde el robo es mucho menos frecuente incluso que las agresiones físicas. Concluimos que fuentes gubernamentales como este texto del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) tampoco han sido útiles para aproximarnos a las dimensiones del problema.

ALGUNOS ANTECEDENTES

Más allá de lo que sucede con algún tipo de información pública y masiva, los estudios cuantitativos sobre la incidencia del problema y sus características pueden apoyar al diseño de políticas públicas, lo que no ayuda es que tales situaciones sean construidas con información manipulada o con notables sesgos, sin embargo, todavía hay poca información de buena calidad al respecto y no alcanza una cobertura nacional. Haciendo una exploración sobre el tema, encontramos que en el año 2008 Muñoz reportaba que no existían investigaciones trasnacionales en las que México hubiera participado y concluía que no había razones para asumir que la magnitud del problema en México fuera muy distinta de lo observado en estudios realizados en otros países.
Moviéndonos al año 2009, si bien los medios publicaron que la OCDE había identificado a México como el primer lugar internacional en casos de bullying, hay que decir que México no participó en la investigación trasnacional realizada por dicho organismo sobre el tema en ese o algún otro año. En la investigación de la OCDE sobre bullying participaron 24 países entre los cuales Grecia y Turquía mostraron los índices más altos de maltrato entre compañeros (OCDE, 2009a).
Lo que sí reportó dicha organización fue que México ocupaba los peores lugares en un estudio comparativo que evaluaba el bienestar infantil en 30 países. México ocupó el lugar 29 en bienestar material, el 26 en hogar y medio ambiente, el 29 en bienestar educacional, el 28 en salud y seguridad y el 30 en comportamientos de riesgo (OCDE, 2009b).
A pesar de que suele ser política y mediáticamente más sencillo ubicar el problema del bullying en las relaciones entre escolares (como lo hicieran los medios) la solución de los problemas identificados por la OCDE rebasa por mucho las interacciones entre compañeros. El bienestar material, el hogar, el medio ambiente, el bienestar educacional, la salud y la seguridad, requieren de políticas más allá del diseño de una ley que reglamente las relaciones entre compañeros y las acciones de profesores y padres de familia al respecto. La violencia escolar y con ello el bullying, es un asunto que depende de múltiples factores que van desde la manera en cómo son comprendidas las relaciones interpersonales, hasta cómo se estructura la sociedad, pasando por los antecedentes histórico-biográficos (Castillo 2010; 2011 y 2012).
No obstante que el estudio cuantitativo sobre las tasas de prevalencia del bullying en México sigue siendo una tarea pendiente, Del Tronco y Madrigal (2013) presentan una aproximación considerando información de 1,389 estudiantes de secundaria de diez ciudades del país (Acapulco, Chihuahua, Colima, Durango, Mexicali, Tijuana, Reynosa, Toluca, Texcoco y Villahermosa). En el rango más bajo de frecuencias respecto de este tipo de comportamientos, estos autores detectaron un 9.4% de varones que han sufrido el intento de ser forzados a tener relaciones sexuales, y en el más alto un 38.76% que ha recibido amenazas. Para el caso de las mujeres, el rango más bajo está en un 3.89% de intentos de ser forzadas a tener relaciones sexuales, y el más alto corresponde a un 43.13% de intentos de besos o tocamientos por la fuerza.
En comparación con la citada investigación del INEE, dónde se identifica la incidencia de los robos entre un 43.6% y un 46.4%, Del tronco y Madrigal obtuvieron un índice del 33.62%; y mientras que el INEE encontró que las agresiones físicas estaban entre un 14.1% y 17%, Del Tronco y Madrigal las ubican en un 36.6%. Los datos son dispares, y los de estos últimos autores se acercan más a lo reportado en otras investigaciones nacionales de carácter local o en las investigaciones internacionales citadas párrafos arriba.
Del Tronco y Madrigal señalan que “no todo es bullying” y ubican a la escuela como un espacio capaz de generar sus propias formas de violencia, como el abuso de autoridad. El 16.74% de las mujeres y el 23.64% de los varones reportan haber sido ofendidos verbal o gestualmente por sus profesores. También han sido amenazados, calumniados, discriminados y agredidos físicamente por éstos en porcentajes que van entre el 6.18% y el 14.44% para el caso de las niñas, y el 14.37% y el 20.51% para el caso de los varones.
Estudios como el previo nos dan una visión más aterrizada de lo que sucede con el fenómeno en cuanto a sus dimensiones a grandes escalas, pero cuando se trata de explicar lo que pasa detrás de los números, los estudios cualitativos como el realizado por Prieto (2013) y Carrillo y Prieto (2013), pueden dar mejor cuenta de las dimensiones subjetivas y humanas del problema, y las estrategias etnográficas dan mejor cuenta de la complejidad del fenómeno. Entre los trabajos pioneros más visibles en México con metodología etnográfica están los de Saucedo (2005), Tello (2005), Gómez (2005) y Prieto y García (2005) que muestra la incidencia de factores familiares, escolares y sociales en la presencia de violencia en escuelas mexicanas. Algunas investigaciones han trascendido la pesquisa y se han traducido en programas de intervención (Prieto, Carrillo y Jiménez, 2005).
Trabajos como los señalados dan cuenta de cómo la violencia en las escuelas es un asunto complejo que, al inmiscuirse en la dinámica de la socialización, conduce a procesos de “normalización” que tienden a hacer invisible la relevancia del daño a las personas agredidas y en última instancia al tejido social. En este contexto se encuentra este capítulo. Lo que se describe a continuación atiende a las dimensiones cualitativas de la violencia vinculada con una escuela en una población semirrural (que permanecerá anónima) del estado de Yucatán.

ESTRATEGIA METODOLÓGICA

Este trabajo formó parte de un proyecto a largo plazo que pretende tener un impacto concreto a favor del desarrollo de la comunidad con la que se vincula. El proceso ha dado inicio como un acompañamiento de corte etnográfico en el que los investigadores han participado en la vida de la comunidad desde el verano de 2012 realizando talleres, actividades de convivencia y proyectos ecológicos con los niños y jóvenes.
Las actividades desarrolladas implicaron iniciar el diálogo con las comunidades escolares, pues la idea es vincular las actividades ecológicas con los programas de los tres niveles educativos. La investigación dio inicio en septiembre de 2013, cuando había en preescolar 33 niños, en la primaria 68 y en la secundaria 43. El registro de esos datos fue el inició de nuestra aproximación a los ambientes escolares de los cuáles la primaria será el eje de lo que aquí se escribe.
A lo largo de ese proceso de conocimiento, las actividades que efectuamos en un espacio de interpretación etnoecológica que construimos con la comunidad de estudio sirvieron para conocer a las comunidades escolares. Posteriormente una prestadora de servicio social fungió como informante clave de lo que día a día sucedía en la escuela. Pero para iniciar esta historia conviene ubicarnos en el contexto de la comunidad.

La bienvenida

La localidad, cuyo nombre no se hará explícito, forma parte de lo que fuera la zona de Yucatán que durante la mayor parte del siglo XX estuvo dedicada al cultivo del henequén. Una vez que se agotó el nicho comercial de dicho agave, los “patrones” se retiraron del lugar dejando a la comunidad sin más estrategias productivas que el cultivo de traspatio, razón que motivó a los habitantes a iniciar un comportamiento de migración pendular a la ciudad de Mérida, que se encuentra a 26 kilómetros. Así, los adultos viajan diariamente a buscar el sustento a la ciudad, y en la localidad se quedan niños, jóvenes y adultos mayores a construir el día a día.
Los empleos que reportaron tener las jefas y jefes de familia se encuentran en el campo de los oficios, como albañiles (principalmente), sastres, electricistas, costureras, choferes, pocero (hace pozos), carpintero, soldador, mecánico, jardineros y plomeros. También tienen empleos diversos como la atención de las granjas vecinas, auxiliares de secretaria, obreros y obreras, empleados y empleadas, funcionarios públicos, jefe de restaurante, profesora, policía, cajera, impresor. Algunos más trabajan por su cuenta y son tenderos, vendedores y vendedoras, moto-taxistas, trabajadoras domésticas, cuida coches. Muy pocos se dedican al cultivo de la tierra y dicen ser campesinos, milperos o granjeros. También hay algunos jubilados y otros con medios de sustento más inciertos, como quien manifestó ser trabajador ocasional o el que tiene “trabajos varios”.
El dinero que circula en la comunidad es muy escaso. Aproximadamente la mitad de lo que reciben estas personas como salario se emplea en el trasporte a la ciudad de Mérida y de regreso. Es frecuente que busquen maneras alternativas de conseguir recursos: es frecuente la recolección y venta de chatarra y otros materiales reciclables y también, poco a poco, venden los terrenos que antes conformaron sus parcelas ejidales.
En las visitas que se realizaron casa por casa en...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Contenido
  5. Introducción
  6. 1. Procesos de normalización, tolerancia y silencio respecto de la violencia en y alrededor de una escuela primaria
  7. 2. Paz al de lejos, paz al de cerca
  8. 3. Violencia y acoso escolar. Construir la convivencia desde la educación para la paz
  9. 4. Institucionalización de la violencia
  10. 5. Violencias en puentes de doble vía: escuela-entorno
  11. 6. Guerra en el ciberespacio. ¿Los universitarios en el campo de batalla? Estudio exploratorio en alumnos del nivel superior
  12. 7. Programa “Aprender a Convivir” como medio para prevenir la violencia en las escuelas
  13. 8. La violencia de ser diferente a los pares. Problemas que se generan con las altas capacidades en el AULA
  14. 9. Entender el conflicto para prevenir la violencia en la escuela
  15. 10. Bullying: donde se condensa la crisis del mundo actual
  16. 11. Una exploración del bullying en ambientes femeninos: “las garras de la acosadora no se ven cuando se ocultan bajo la fachada de la amistad”
  17. 12. Autoridades escolares y adolescentes de secundaria: relaciones que en ocasiones devienen en violentas