La ética en la entrevista periodística
El encuentro entre un periodista y la persona a la que entrevista es casi siempre breve. Cuando mucho se lleva un par de horas. Hay, por supuesto, algunas entrevistas que en varias sesiones se prolongan durante días o incluso meses, pero son excepciones. En condiciones habituales, la interacción entre el reportero y el entrevistado suele ser cuestión de minutos. Podría parecer que en una relación de tan poco tiempo no cabrían demasiadas consideraciones éticas. Sin embargo, hay más de las que en un primer momento podrían parecer.
Antes de revisarlas recordemos que una entrevista periodística es una conversación entre un periodista y otra persona, que gira en torno a un tema de interés público y cuyo contenido se difundirá públicamente.
La entrevista periodística tiene una doble función. Por un lado, es una herramienta que permite al periodista obtener información. Cuando el reportero pregunta, lo hace buscando que la respuesta del entrevistado le aporte datos pertinentes para la construcción de su discurso informativo. Esos datos son materia prima, ingredientes, para la elaboración de una noticia, de una crónica, de un reportaje, de un análisis o de cualquier otro género periodístico. Pero las respuestas pueden ser también presentadas en un formato que recrea la conversación entre el periodista y su interlocutor. En ese caso, la entrevista cumple por sí misma con su función de género periodístico.
Sea como herramienta o como género, la entrevista periodística está entreverada, como decíamos antes, con diversos asuntos éticos que hay que considerar.
Desde el momento que nos planteamos realizar una entrevista aparecen las preguntas éticas: ¿para qué?, ¿para quién?, ¿cómo?, ¿con qué finalidad? La manera en que la solicitamos y en que diseñamos lo que preguntaremos, en que nos presentamos ante el entrevistado y nos relacionamos con él, el modo en que le hacemos las preguntas, especialmente cuando son difíciles o dolorosas, la forma de editar sus respuestas, la elección de la fotografía. Todo el proceso está atravesado por esta dimensión ética. Lo sepamos o no, lo queramos o no. Porque la persona a la que entrevistamos se pone en nuestras manos y, por lo tanto, adquirimos una responsabilidad en torno a ella. Nosotros somos los mediadores de su voz. Lo que dice por medio de nosotros y lo que nosotros decimos de ella, tiene consecuencias. Es un imperativo mantener en todo momento el respeto por la persona, incluso en aquellos casos en los que lo que haya hecho o lo que haya dicho nos resulte hasta detestable.
El otro
Al formar parte del ejercicio periodístico, la entrevista se ve imbricada en esta dimensión ética por una razón muy sencilla: trabajamos con personas y para las personas. Esta relación con el “otro”, con los “otros”, nos coloca de entrada en esta situación porque lo que hagamos, o dejemos de hacer, y la manera en que lo realicemos tendrá repercusiones, de distinto grado, para los demás.
Dice Javier Darío Restrepo: “En cuanto periodistas nosotros estamos enfrentando diariamente el dilema de la relación con el otro, para humanizarnos o para deshumanizarnos. Para rechazarlo o para aprovecharnos de él, o por el contrario, para servir al otro, y trabajar con el otro. Siempre que uno decide cuál va a ser su comportamiento con el otro, está planteando una norma ética”.
La información que generamos los periodistas es para los destinatarios un insumo en el proceso de representar parte de la realidad que los rodea, aquella que tiene que ver con hechos novedosos de interés colectivo.
En otro de sus textos, Restrepo explica que la información
da elementos para asumir el control de los hechos y actuar como sujeto de la historia. Cuando la información abarca el futuro permite condicionarlo y construirlo. Cuando abarca el pasado permite aprovechar sus aciertos o corregir sus errores. La información tiene poder convocador y de unión de fuerzas. La información promueve acciones, cambios, avances y soluciones. El que da información muestra caminos, como los ojos al caminante.
Una información deficiente o mal intencionada dificulta, incluso impide, que esto ocurra y que en lugar de proporcionarle un servicio al destinatario le demos ingredientes de mala calidad en el proceso de interpretación que hará de su entorno y de la forma en que actuará en él.
La ética periodística implica entonces un doble eslabón. Uno es el que el reportero establece con los protagonistas de la información, y otro, el que lo vincula con los destinatarios de sus mensajes.
Existe también otra doble implicación que es la relación entre la técnica periodística y la ética periodística. Como veremos a lo largo de este texto ambas están fuertemente entrelazadas. La falta de técnica repercute en conflictos de carácter ético y una práctica periodística que falte a la ética es insostenible desde el punto de vista técnico. Restrepo lo explica así:
La técnica necesariamente tiene que estar atravesada por lo ético, y la ética impone el deber de una alta calidad técnica. Hay temas como el de las fuentes de información en que lo técnico y lo ético están tan estrechamente entreverados que los aspectos técnicos de sele...