En tiempo de Crisálida
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En tiempo de Crisálida

  1. 480 páginas
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En tiempo de Crisálida

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Una obra maestra. Esta novela trata la historia de Andrea Pasquier, que ocultó su cuerpo de mujer para vivir en un mundo de hombres.Muchas mujeres han tenido que adoptar el papel de hombre a lo largo de la historia para llevar a cabo sus más firmes deseos o simplemente encontrar un sitio en la sociedad. Algunas, buscando la aventura, fueron filibusteros o soldados, como la conocida Monja Alférez, otras en el campo de la literatura se tuvieron que esconder detrás de nombres de varón como George Sand, George Eliot, Fernán Caballero o Víctor Catalá. La discriminación e intolerancia de siglos con las mujeres llevaron a las más rebeldes a travestirse para luchar contra una sociedad intransigente, absurda e injusta, que negaba a la mujer el mismo derecho que al hombre.Nuestra protagonista, pseudobiografía de alguien que en realidad existió, fue médico y soldado en las guerras napoleónicas, recorrió los campos de batalla de Europa, prisionera en España y emigrante en el nuevo mundo, da con su vida una lección de decisión y valentía a la hipócrita sociedad de su tiempo y se transforma en espejo reivindicativo para las generaciones posteriores.Por otra parte, esta novela trata de desvelar la incógnita de si es cierto o no que el "hábito hace al monje"; si el navegar por un río de profundas vivencias, que por naturaleza no te corresponden, transmuta no solo el cuerpo sino también la psiquis, dejando al ser que lo experimenta en estado de eterna crisálida.

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Información

Editorial
Olelibros
Año
2020
ISBN
9788418208515
Edición
1
Categoría
Literatura
EN TIEMPO DE CRISÁLIDA
Salvador Tomás Rubio
EN TIEMPO DE CRISÁLIDA
© Salvador Tomás Rubio
© de esta edición: Olé Libros, 2020
ISBN: 978-84-18208-51-5
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts. 270 y siguientes del Código Penal). Las solicitudes para la obtención de dicha autorización total o parcial deben dirigirse a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos).
KALOSINI, S. L.
Grupo editorial Olé Libros
www.olelibros.com
A mi mujer. Por su amor e infinita paciencia.
Concede a tu espíritu el hábito de la duda,
y a tu corazón, el de la tolerancia.
GEORG CHRISTOPH LICHTENBERG
La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano.
CONCEPCIÓN ARENAL
La naturaleza tiene perfecciones para demostrar
que es imagen de Dios e imperfecciones
para probar que solo es una imagen.
BLAISE PASCAL
Crisálida: estado intermedio del insecto entre oruga y mariposa.
EL JUICIO
—A la vista de estas pruebas y declaraciones —concluía el fiscal—, queda demostrado que la acusada, supuestamente llamada Andrea Pasquier de Berthod, es culpable de falsificación de documentos, incluyendo impostura [fingir ser hombre siendo mujer], soborno para conseguirlos, práctica ilegal de la medicina y perjurio. A estos cargos hay que añadir los ya demostrados de estupro y mancilla de la inocencia de una joven criolla, así como graves atentados contra la santa institución del matrimonio y ultraje a la religión católica, con gran escándalo público causante de conductas de incitación a la violencia. Para esto último solo hay que recordar los acontecimientos sucedidos en la población de Tiguabos en el momento de su detención.
La defensa, tímidamente, llamó a don Enrique González de Lezcano, director de la Sociedad Patriótica de Amigos del País, quien había tratado a Andrea desde su llegada a Cuba y a quien debió su primer trabajo como auxiliar de vacunaciones y para lo que, en consecuencia, elevó un informe favorable ante el Protomedicato. Así mismo, había asistido a la boda de la acusada en Baracoa. Este, por mucho que hubiera querido interceder por Andrea, que tampoco era de forma clara su intención dadas las circunstancias, se limitó a manifestar que las actuaciones públicas y profesionales de la persona conocida por él como André Pasquier siempre fueron muy correctas y, en lo concerniente a su relación personal de amistad, él había sido, en su momento, el primer sorprendido por la noticia de su verdadero sexo, al parecer ya evidente, sorpresa compartida por todos los que habían conocido y tratado al conocido como André. Poco aportó, por lo tanto, su declaración a la defensa y tal vez más a las tesis de la acusación.
Otras personas atendidas y curadas por «el conocido como doctor Pasquier» solo pudieron decir que sus dolencias habían sanado o mejorado con sus buenos oficios y que era una persona de trato amable y sencillo. Tampoco sirvieron las declaraciones, a regañadientes, del alcalde de Baracoa que, aunque testigo hostil, fue citado para hacer constar la notable labor realizada por André en la salud de los baracoenses, pobres y ricos sin distinción, como Fiscal del Protomedicato y Subdelegado de Cirugía en el distrito, aunque ninguna de estas evidencias desmentía o contrarrestaba las graves acusaciones que sobre ella recaían. Sin embargo, algo muy significativo de las condiciones en las que se celebró el juicio fue que apenas dejaron intervenir a Andrea con el fin de que pudiera defender o justificar su, tal vez, injustificable postura. Pero no le dieron opción alguna para ello. Su voz tan solo se oyó durante algunos pocos minutos en respuesta a breves, cáusticas y malintencionadas preguntas. Era indiscutible que la defensa estuvo pésimamente preparada.
La sentencia, en consecuencia, fue...
INTRODUCCIÓN
¡La biografía novelada de la protagonista de esta obra está inspirada en la vida de Henriette Faber Cavent, que vivió entre finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX. Varios escritores, de los que he tenido noticia, han considerado su vida lo suficientemente interesante como para tratar de rememorarla. Uno de ellos, Rafael Estenger, menciona sus andanzas en un breve capítulo denominado «Juana de León: La guajira burlada» en un, así mismo, pequeño prontuario bajo el título Amores de cubanos famosos, editado por la editorial Afrodisio Aguado en Madrid (la fecha es desconocida, pero se estima que fue a finales del siglo XIX).
Este nos indica de forma textual: «Un ajedrecista ingenioso como Andrés Clemente Vázquez y un historiógrafo tenaz como Francisco Calcagno, en la última década del siglo XIX, tuvieron la poca fortuna de escribir dos folletines ramplones con el asunto escabroso de los amores de Juana de León y su terrible compañera. Ningún lector de ahora —añade— resistiría las páginas abigarradas y espesas del novelón de Vázquez, aunque tal vez podría pasar gozosamente a través del fugaz relato de Calcagno, pues lo malo, como dijera el agudísimo Gracián, no tan malo, si breve. Nosotros prescindiremos —termina diciendo Estenger— de las novelas para limitarnos a la escueta relación de los informes judiciales. Los novelistas nada supieron añadir a la realidad, porque la vida, cuando da en la vena de tejer aventuras, no cede la palma ni a los más altos poetas».
Y eso es lo que hace Estenger: limitarse a narrar en seis o siete páginas los acontecimientos, más o menos objetivos, de la vida de Henriette Faber, junto con otros doce episodios de amores de cubanos famosos de la época, aunque circunscribiéndose única y exclusivamente al breve tiempo que pasó la protagonista en Cuba, obviando el resto de su vida anterior y posterior, la cual por lo visto desconocía o quiso ignorar. Ese librito, y aplico el diminutivo no solo por su tamaño, sino por la brevedad de su relato, cayó por pura casualidad en mis manos en mi último viaje a Cuba, husmeando en las tiendas del libro de uso (como se refieren por aquellas tierras al libro usado) que enriquecen de saber la hermosa plaza de Armas de la ciudad de La Habana, y despertaron de forma violenta en mí la necesidad de reinventar la historia apasionante de esta dama que tuvo que travestirse para ser médico y soldado, allá por los sugerentes primeros años del siglo XIX.
Aunque Rafael Estenger denosta de forma abierta la novela de Clemente Vázquez, cónsul honorario de México en La Habana, titulada Enriqueta Faber, novela histórica y ensayo, como la denomina él, publicada por la imprenta La Universal en 1894, al parecer esta tuvo en su momento una gran difusión, a pesar de que, según otros críticos de la obra, en el desenlace su imaginación se lanza a elucubraciones absurdas e increíbles tratando de proporcionarle un adecuado final feliz. Incluso el periódico El Fígaro, en mayo de ese mismo año, publicó fragmentos de esta con el titular «La mujer-hombre», como se la conoció en toda la isla desde el descubrimiento de su verdadero sexo y se inició contra ella un proceso judicial.
Pero, al parecer, hay más antecedentes. En 1846 un hombre de letras, José Joaquín Hernández, publicó en la revista Ensayos literarios, de Santiago de Cuba, un estudio del caso a partir del proceso jurídico, al que tituló «El médico mujer».
Mucho más próximo en el tiempo, allá por los años cuarenta del pasado siglo, la revista cubana Vanidades publicó una serie de artículos del doctor Emilio Roig de Leuchsering, bajo el seudónimo de Cristóbal de La Habana, titulados «Enriqueta Faber. La primera mujer médico de Cuba en 1819».
Algunos de estos datos fueron recogidos de un artículo publicado por la periodista Marta Rojas en la ciudad de La Habana cuando se cumplían los ciento diez años de la aparición de la novela de Clemente Vázquez (La Jiribilla, n.º 122).
Por último, ya plenamente impelido a mi aventura literaria, descubrí la referencia a otro libro escrito por el también cubano Antonio Benítez Rojo sobre la susodicha Henriette o Enriqueta, con el título Mujer en traje de batalla (Ed. Alfaguara, Madrid, 2001), donde proclama narrar la historia real de la Faber. «La investigación me ha llevado seis años de consultar libros, archivos y viajar por los lugares que ella recorrió —explica su autor, catedrático de Literatura en la Universidad de Massachussets—. Fue una francesa que se hizo pasar por hombre para estudiar cirugía en París, que se alistó en el ejército, también como hombre, y participó en las guerras napoleónicas... He introducido algunas inexactitudes, como la muerte de su marido, aunque sí es cierto que en Europa estuvo casada con un hombre...».
Hay, sin embargo, algo en común entre los relatores de esta singular vida. Todos, al parecer, han partido de una escueta nota de las autoridades coloniales cubanas de la época que decía así:
«Enriqueta Faber Cavent. Nacida en Lausana, Suiza, en 1791. Súbdita del rey de Francia. Ha cumplido cuatro años de reclusión sirviendo en el hospital de mujeres de La Habana. Ha cometido los siguientes delitos: perjurio, falsificación de documentos, soborno, incitación a la violencia, práctica ilegal de la medicina, impostura, estupro y graves atentados contra la institución del matrimonio. Se le ha prohibido residir en Cuba y en cualquier otro dominio de la Corona española. Queda a la disposición de las autoridades de Nueva Orleáns».
Con estos antecedentes y sin querer saber nada más de la vida y andanzas de la tal Henri...

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  1. EL JUICIO