Convivencia y utopía
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Convivencia y utopía

El gobierno indio y español de la ciudad de Mechuacan, 1521-1580

  1. 471 páginas
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Convivencia y utopía

El gobierno indio y español de la ciudad de Mechuacan, 1521-1580

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Este libro contiene la utopía de don Vasco —una utopía de convivencia— y sigue las vicisitudes del gobierno indio español de la "ciudad de Mechuacan" que fundó el obispo, primero en Tzintzuntzan y despúes en Pátzcuaro.

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Información

Año
2018
ISBN
9786071655820
Categoría
History
Categoría
Mexican History

I. NOMBRES

PRIMERAS MENCIONES CORTESIANAS
AÑOS ANTES de obtener el título formal de ciudad en 1534, la capital de la “provincia de Mechuacan” fue considerada “ciudad” por los españoles desde el primer momento en que supieron de ella. Debieron influir las noticias sobre su gran poder, la riqueza y extensión de su señorío y el haber permanecido independiente del imperio mexica, que jamás la pudo derrotar.
Me parece que la mención escrita más antigua de Mechuacan, la “provincia” de Mechuacan, y de su “señor”, llamado Calçucin, está en la tercera Carta de relación escrita al emperador Carlos V (1500-1558) por Hernán Cortés (1485-1547), firmada en Coyoacan el 15 de mayo de 1522. Poco después de la caída de la ciudad de Tenochtitlan en agosto de 1521, Cortés refiere que “vino a noticia de un señor de una muy gran provincia que está setenta leguas de Temixtitan, que se dice Mechuacan, cómo la habíamos destruido y asolado…” Sabedor de que no podría enfrentarse a los españoles, el “señor de aquella provincia” envió a Cortés en Coyoacan “ciertos mensajeros, y de su parte me dixeron por los intérpretes de su lengua que su señor había sabido que nosotros éramos vasallos de un gran señor, y que, si yo tuviese por bien, él y los suyos lo querían también ser y tener mucha amistad con nosotros”.
Cortés aceptó la sumisión del señor de la gran provincia de Mechuacan a Su Majestad (el gran señor de España) y preguntó a los mensajeros si por su tierra podría llegar a la Mar del Sur (el Pacífico). Los mensajeros le contestaron que por lo pronto no podían llegar, por ser “tierra de un gran señor con quien ellos tenían guerra”. Los mensajeros estuvieron tres o cuatro días con Cortés, quien hizo escaramuzar frente a ellos los caballos “para que allá lo contasen”. Cortés les dio joyas y los despachó, junto con dos españoles, “para la dicha provincia de Mechuacan”.1
Más adelante en la misma tercera Carta de relación, Hernán Cortés se refiere nuevamente a la provincia de Mechuacan y menciona por primera vez cómo se llamaba al señor de dicha provincia: Calcucin, más bien Calçucin (Caltzontzin en lengua náhuatl). Cortés narra que regresaron “los dos españoles que habían ido a la provincia de Mechuacan” (Antón Caicedo y otro), acompañados por una gran comitiva:
y con los dos españoles vino un hermano del señor de Mechuacan [Huitzitziltzi], y con él otros principales y servidores, que pasaban de mil personas, a los cuales yo recibí mostrándoles mucho amor; y de parte del señor de la dicha provincia, que se dice Calcucin [Calçucin], me dieron para Vuestra Majestad un presente de rodelas de plata […]2
La primera mención del nombre de la “ciudad principal” de la provincia de Mechuacan, Huicicila (Huitzitzillan), se encuentra en la cuarta Carta de relación de Hernán Cortés, firmada en Tenochtitlan el 15 de octubre de 1524. Cortés comienza recordando
cómo una gran provincia que se dice Mechuacan, que el señor de ella se llama Casulci, se había ofrecido por sus mensajeros, el dicho señor y sus naturales de ella, por súbditos y vasallos de vuestra cesárea majestad, y que habían traído cierto presente, el cual envié con los procuradores que desta Nueva España fueron a vuestras altezas.
En seguida Cortés destaca las “muchas riquezas” de dicha provincia y su decisión de enviar un capitán (Cristóbal de Olid, en julio de 1522) con setenta de a caballo y doscientos peones bien aderezados, “para que viesen toda la dicha provincia y secretos della, y si tal fuese, que poblasen en la ciudad principal, Huicicila”.3
Los españoles fueron bien recibidos por el “señor y naturales de la dicha provincia y aposentados en la dicha ciudad” de Huicicila. Recibieron grandes cantidades de piezas de oro, plata y cobre, mantas finas y “otras cosillas”. Sin embargo, los españoles no quisieron “poblar” en esta tierra.
Y como a ellos no les satisficiese mucho la tierra para poblar —escribe Cortés—, mostraron para ello mala voluntad y aun movieron algunas cosillas, por donde algunos fueron castigados, y por esto los mandé volver a los que volver se quisieron, y a los demás mandé que fuesen con un capitán a la mar del Sur, adonde yo tenía y tengo poblada una villa que se dice Zacatula, que hay desde la dicha ciudad de Huicicila cien leguas, y allí tengo en astillero cuatro navíos para descubrir por la mar del Sur […].
Es notable que en esta primera mención de la “ciudad principal” de la provincia de Mechuacan, Huicicila, Hernán Cortés expresara su deseo de que algunos de sus hombres poblasen allí, esto es, que fundasen una villa española, con su cabildo, concejo municipal o ayuntamiento, como él mismo lo había hecho fundando el cabildo español de la ciudad de Tenochtitlan, primero establecido en Coyoacan tras la conquista y trasladado a Tenochtitlan a comienzos de 1524.4
La fundación michoacana fracasó, al parecer, no por “cosillas”, como escribe Cortés, sino porque él se dio cuenta de la riqueza de la provincia, que quería apartar para su propio provecho. A los españoles que sí querían poblar Cortés los mandó con Rodríguez de Villafuerte al puerto de Zacatula.5
Así pues, según Hernán Cortés, Uicicilan era la “ciudad principal” de la poderosa y rica “provincia de Mechoacan”, cuyo “señor” era llamado Calçucin. Estos primeros nombres que oyó Cortés en la ciudad de Mexico de boca de sus intérpretes o naguatatos6 son nombres nahuas o nahuatlizados, y españolizados por Cortés y los españoles. Los nahuas de Mexico y de Mechuacan los utilizaban comúnmente para referirse a las cosas michoacanas. Y en los tres nombres, como en otros más, se mezclan los significados nahuas y michoacanos.
1. El reino y la provincia
Mechuacan
Al mencionar al señor de la provincia de Mechuacan, Cortés expresó el nombre náhuatl Michhuahcan, que viene de michin o mechin, “pescado”; huah, “dueños de”; y can, sufijo locativo: “Lugar de los dueños del pescado”. Los michhuahque son la “gente de Mechuacan”. Esta designación nahua hace alusión a los varios y ricos lagos que existían en el reino de Mechuacan y particularmente al lago de Pátzcuaro, en cuya ribera se encontraba la capital política del reino (primero en Pátzcuaro, luego en Ihuatzio, finalmente en Tzintzuntzan).
El cronista chalca don Domingo Chimalpáhin utiliza el nombre de Michhuacan Chiuhcnahuapan cuando refiere la migración conjunta de michoacanos, mexicas y malinalcas.7 Chiuhcnahui es “nueve” y apan, apantli, puede ser acequia, barranca, zanja o puente, según Frances Karttunen,8 por lo que Chiuhcnahuapan puede ser “Nueve puentes o acequias”.
Mencionemos que el nombre descriptivo de Mechuacan también le fue dado a otras localidades del mundo nahua, como el barrio de Mechuacan Colomochco, que formaba parte del señorío de Tlalmanalco.9
En el Códice Telleriano-Remensis, que recoge una tradición poblana de la peregrinación desde las Siete Cuevas, aparecen dos versiones del glifo de Mechuacan. La primera aparece en el folio 25v, en la representación del paso de los migrantes chichimecas (mexicas) por Mechuacan, lugar que conquistaron, como todos por los que pasaron, con un glifo del reino o señorío: un pez, michin, sobre la representación de un cerro, tépetl: in altépetl Mechuacan, el reino o señorío de Mechuacan. La segunda aparece en el folio 33v, en la representación de una batalla en 1462 entre un guerrero matlatzinca del pueblo de Xiquipilco, del valle de Toluca, y un guerrero michoacano, identificado por el glifo de pez. En ambos casos se aprecia la camisa corta de algodón que visten los michoacanos.10 [Véanse figuras I.1. y I.2.]
En palabra o glifo, Mechuacan no sólo era el nombre nahua o mexica del reino de Mechuacan, sino también el nombre con que era conocido o reconocido por los diferentes grupos étnicos y señoríos de Mesoamérica. Nada obliga a que la voz náhuatl Mechuacan haya sido un nombre impuesto por los mexicas a los michoacanos. De hecho, los asentamientos nahuas son antiguos en Mechuacan, muy anteriores a la llegada hacia los siglos XII o XIII de los migrantes tarascos, llamados chichimecas y uacúsecha, encabezados por Hireti Ticátame, quienes acabarían conquistando y unificando el territorio michoacano.11 El nombre de Mechuacan debió ser utilizado desde tiempos antiguos en tierras michoacanas.
El historiador liberal michoacano Eduardo Ruiz (1839-1902) avanzó la hipótesis de que Mechuacan fue el nombre original nahua de Tzintzuntzan, antes de la llegada de los tarascos, y que éstos la llamaron Michámacuan, “Cerca del Agua”, buscando un sentido y un sonido afines en su idioma.12 Eduardo Ruiz debió basarse en la entonces reciente primera edición de la Relación de Mechuacan,13 que se refiere sistemáticamente a Tzintzuntzan como “Mechuacan” o “ciudad de Mechuacan” o “la ciudad”, y registra la existencia allí de una arraigada población nahua. También debió tener noticia del nombre Mechuamacan, mencionado por el doctor Pablo García Abarca en un manuscrito de 1876.14
Es posible también que la insistencia en esta designación de Tzintzuntzan como “Mechuacan”, “la ciudad de Mechuacan”, “la ciudad” o “esta ciudad”, se deba al sesgo “tzintzuntzanista”15 de la Relación de Mechuacan,16 escrita por fray Jerónimo de Alcalá (ca. 1508-ca. 1545)17 entre 1538 y 1541.18 El padre Alcalá, aliado con la nobleza indígena michoacana, se propuso recuperar para Tzintzuntzan el título de “ciudad de Mechuacan”, usurpado en ese año de 1538 por Pátzcuaro, cuando el obispo Vasco de Quir...

Índice

  1. Portada
  2. Índice
  3. Propósitos
  4. Reconocimientos
  5. Nota sobre ortografía
  6. Abreviaturas
  7. I. Nombres
  8. II. El reino de Mechuacan
  9. III. El primer impacto de la Conquista (1502-1530)
  10. IV. Proyectos comunitarios (1530-1533)
  11. V. Fundaciones (1531-1538)
  12. VI. Traslados (1538-1541)
  13. VII. Reconstitución del gobierno indio (1540-1554)
  14. VIII. El conflicto de las tres ciudades (1547-1556)
  15. IX. Decadencia del poder indio (1560-1576)
  16. X. Reacción india (1576-1580)
  17. XI. Recapitulación y avance
  18. Apéndice. Querella que dio don Juan, gobernador, de Urdiales, porque llevaba el cofre de los títulos desta ciudad, 1577
  19. Bibliografía
  20. Créditos de figuras