La salvaja
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La salvaja

  1. 160 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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La salvaja

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Índice
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Información del libro

Poeta, dramaturga y narradora, Carmen Boullosa reúne en el presente volumen una selección de sus libros de poesía publicados anteriormente, así como material inédito, agrupado bajo el título de "La infiel".

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Sí, puedes acceder a La salvaja de Carmen Boullosa en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literature y Women in Poetry. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2014
ISBN
9786071621894
Categoría
Literature
Categoría
Women in Poetry

LA INFIEL

IDENTIDAD

ME SENTARÉ a reírme de ella,
ahora que puedo,
ahora que no llegan imperiosos a buscarme,
a pedirme, por ejemplo, una sonrisa, por favor,
o sin por favor,
el abrazo, el cómo te ha ido, te ves
bien.
Yo no tengo nada que ver con ella
y si llevo años persiguiendo el nombre
no es (¡vaya que estoy segura!)
el que ustedes gritan en este momento
para llamarme a la cena.

LA GIGANTE

CON PASOS largos va la gigante.
Pisa duro, hace eco en las paredes.

Tendría que inclinarse para entrar en cualquier puerta, lo sabe,
encogerme para caber bajo cualquier techo:

La noche me ha vuelto demasiado inmensa.

LA BRUJA

TODOS saben que desaparezco,
menos tú.
Duermo contigo y procuro por las noches no quitarme las piernas y salir de la cama.
Lo cierto es que desaparezco,
pero contigo
(¡déjame creerlo!)
soy como una perla que ha creado mi triste,
mi rugosa alma.

LA INFIEL

LA INFIEL
huyo —los ángulos cerrados del espacio me
fuerzan a escapar de aquí y de ahora a cada
instante—,
la que abandona su nombre como a una corteza.
La infiel:
así me grita lo que intenté o intento ser yo
y que quise abandonar y creí abandonar,
de ello se me acusa y así se me nombra.
Nada me culparía si hubiera sabido ser lo suficientemente infiel como para desarraigarme.
Pero no supe ser infiel desde el centro, no he dejado nada virgen para refugiarme,
todos los nombres me acusan de no ser ellos, de Infiel, y me acusan falsamente.
Infiel aquel que recorre las tierras abandonando ciudades
con el alma limpia y clara y serena como la de un sedentario.
Le dicen el Fundador de Ciudades.
No el infiel, como a mí.
Es mi destino: ensuciar todos los nombres sin poder gozar del privilegio de ser uno de ellos
y huir,
huir, perseguida por mí, por lo que no soy yo,
perseguida por mi nombre dicho en bocas impuras:
¡Infiel!
¡No eres Medea, ni Andrómaca, ni Hécuba, nadie!
Eres la infiel.
Pierde la esperanza de que alguien comparta tu nombre.

POLVO

Para Horacio Rodríguez

I

OIGO —es casi inaudible— el rugido en el que externas tu vergüenza,
el sonar de tus pasos coléricos:
te veo caminar en la selva que tanto amaste,
que fue motivo de orgullo por representar la separación de la luz y la oscuridad,
como si en ella el terreno estuviera limpio,
como si los árboles hubieran sido arrasados,
las plantas quemadas, las serpientes encerradas en frascos de vidrio,
los animales enseñados a caminar en dos patas.
Todo en orden. Pero hoy la selva es una maraña de ramas,
de cuerpos muertos o sigilosos, resbaladizos,
de silbidos y golpes
y olores que permitiste pero nunca tramaste.
Así te imagino. ¿Lo sabrás?

Sé muy bien que no.
SOY LA forma que no articulaste, la que no deseaste,
el soplo que no salió de ti.
(…que calle,
que no soy aunque piense serlo a tu pesar…)
Por eso hablo con los sonidos que se acumulan cuando todos pretenden dormir
impulsando el aire para articular las palabras con las vísceras desechadas de lo que otros comen,
y hablo porque tengo los ojos vacíos
y el cuerpo está muerto, irreparablemente.

II

TE ABRAZO como si tu amor pudiera herir mi cuerpo inerte, como si tu oscuro vigor fuera capaz de incorporarme, de hacer salir el sí de lo que nunca me amó para darme forma. Pero tus abrazos de cabrío en celo no buscan nada, ni tu espíritu de semental acorralado hace nacer lo que no existe. No hay en el polvo un torso, una cara, una boca; sólo te expulsas para a mi lado, como a sombras, abrazarnos; sales de ti para hacernos dos; giras para darme movimiento, agitas los brazos y dices palabras tiernas y manchas el piso con tu fertilidad desperdiciada.
¿QUÉ HIZO que aquél cerrara su arsenal de órdenes
cuando era el turno de mi aparición?
¿Qué lo indujo a omitir, siendo él tan pródigo?
¿Fue un descuido?
¿O el pálido y artero, el que finge,
aconsejó a su oído que no lo permitiera?
Aquél supo cuál sería el trastabillar,
cuánto desesperaría, buscaría en vano, arañaría la puerta,
renegaría de mi enfermedad, de no ser rostro,
sabiendo que de eso y de mí yo no saldría,
cuánto.
AHORA sólo tú puedes darme forma
en el incendio.
Han ordenado encerrar las llamas en una caja,
han decidido esconderlas tras una puerta.
No piensan recurrir al agua
.
NO PERMANECE,
no habla, no entrega: el amor no forma. A él me he confiado
para cambiar por brazos el polvo.
A lo que gira cómo.
Trate de mirar las facciones y detectar las señas características, porque luego traerán el cadáver para que lo reconozca. Obsérvelo bien, puede ser que muerto muestre otro rostro. Tóquelo. Intente fijarlo en la memoria.
Se irá y me lleva...

Índice

  1. Portada
  2. Dedicatoria
  3. LA MEMORIA VACÍA
  4. EL HILO OLVIDA
  5. INGOBERNABLE
  6. POEMAS DESDE LA INFANCIA
  7. ABIERTA
  8. LEALTAD
  9. LA INFIEL
  10. LA SALVAJA
  11. Índice