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Epistolario 1512-1527
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Esta selección de cartas nos entrega el retrato de un hombre con sus estrategias íntimas, su humor agudo y helado, sus afectos familiares y sus audacias públicas.
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Biografías políticas1. NICOLÁS MAQUIAVELO A UNA DAMA NOBLE
Florencia, después del 16 de septiembre de 15121
PUESTO que vuestra señoría desea, ilustrísima señora, conocer estas novedades nuestras de Toscana acaecidas en los últimos días, yo se las narraré de buen grado, tanto para satisfacerla como porque el desenlace de ellas ha honrado a los amigos de vuestra señoría ilustrísima y señores míos, las cuales dos razones borran todos los otros disgustos sufridos, como en el orden de la materia vuestra señoría entenderá.
Concluido que se hubo en la dieta de Mantua reponer a los Médicis en Florencia, y partido el virrey2 para regresarse a Módena, mucho se temió en Florencia que el ejército español no fuese hacia Toscana; sin embargo, no habiendo otra certeza, por haber gobernado la dieta las cosas secretamente, y no pudiendo muchos creer que el papa3 quisiera que el ejército español turbase aquella provincia, entendiéndose además por cartas de Roma que no había entre los españoles y el papa gran confianza, estuvimos con el ánimo suspendido sin hacer otra preparación hasta que de Bolonia nos vino la certeza del todo. Y estando ya las tropas enemigas a una jornada de los confines nuestros, turbóse de repente por ese ataque súbito y casi inesperado toda la ciudad; y discutiéndose lo que se debía hacer, se decidió, no siendo posible llegar a tiempo a guardar los pasos en las montañas, mandar con la mayor presteza posible a Firenzuola, castillo en los confines entre Florencia y Bolonia, 2 000 infantes, a fin de que los españoles, para no dejar a sus espaldas una banda tan grande, se dirigiesen a la expugnación de ese lugar y nos diesen a nosotros tiempo de aumentar las tropas y poder resistir con más fuerza a sus ataques; estas tropas se pensó primero no ponerlas en campaña, por no juzgarlas capaces de resistir a los enemigos, sino oponer resistencia con ellas en Prato, castillo grande y ubicado en la raíz de los montes que bajan del Mugello, y a distancia de 10 millas de Florencia, juzgando que ese lugar era suficiente para dar cabida al ejército, que allí podría estar seguro, y por estar cerca de Florencia sería posible socorrerlo en caso de que los españoles fueran por ahí. Tomada esta decisión, moviéronse todas las fuerzas para conducirlas a los lugares planeados, pero el virrey, cuya intención no era asaltar plazas fuertes sino venir a Florencia para mudar el estado, esperando poder hacerlo fácilmente con ayuda de los partidarios,4 dejó atrás Firenzuola, y tras pasar los Apeninos bajó a Barberino de Mugello, castillo situado a 18 millas de Florencia, donde sin oposición todos los castillos de esa región, que estaban abandonados de todo presidio, recibieron sus órdenes, y proveían al ejército de vituallas según sus facultades. Mientras tanto se había trasladado a Florencia gran cantidad de gente, y reunidos los capitanes de las gentes de armas y deliberándose con ellos sobre la defensa contra ese ataque, aconsejaron que no se debía oponer resistencia en Prato, sino en Florencia, porque juzgaban no poder resistir, encerrándose en ese castillo, al virrey, porque no conociendo sus fuerzas, ciertamente podían creer que cuando tan animosamente venía a esta provincia, serían tales que el ejército de ellos no podría resistirlas, y por eso estimaban más seguro regresar a Florencia, donde con la ayuda del pueblo eran suficientes para defender esa ciudad, y con ese orden tratar de mantener Prato, dejando allí un presidio de 3 000 personas. Agradó esta decisión, y en especial al gonfalonero, por juzgarse más seguro y más fuerte contra los partidarios cuanto más fuerzas tuviese adentro junto a él. Y hallándose las cosas en estos términos, mandó el virrey a Florencia sus embajadores, los cuales expusieron a la Señoría que no venían a esta provincia como enemigos, ni querían alterar la libertad de la ciudad ni el estado de ella, sino que sólo querían asegurarse de que dejara la parte francesa y adhiriese a la Liga, la cual no juzgaba poder estar segura de esta ciudad, ni de cuanto se le prometiese, mientras Piero Soderini fuese gonfalonero pues lo había conocido partidario de los franceses, y por eso quería que depusiera ese grado, y que el pueblo de Florencia eligiera otro como le pareciese. A lo cual respondió el gonfalonero que no había llegado a ese cargo ni con engaños ni por la fuerza, sino que había sido puesto en él por el pueblo, y por eso aunque todos los reyes del mundo reunidos le ordenaran que lo depusiese, jamás lo depondría, pero que si el pueblo quería que él lo dejase, lo haría tan de buen grado como de buen grado lo aceptó, cuando sin ambición suya le fue concedido. Y para tantear el ánimo del universal, apenas se fue el embajador reunió a todo el consejo y les notificó la propuesta hecha, y ofreció que cuando al pueblo pluguiese, y juzgase que de su partida había de nacer la paz, él estaba dispuesto a irse a su casa. Lo cual unánimemente fuele por todos negado, ofreciéndose todos a dar hasta la vida por defenderlo.
Sucedió mientras tanto que el ejército español se había presentado en Prato, lanzando un gran ataque; y no pudiendo expugnarlo, comenzó su excelencia a tratar del acuerdo con el embajador florentino, y lo mandó a Florencia con uno suyo, ofreciendo contentarse con cierta suma de dinero, y que la causa de los Médicis se remitiese a la católica majestad, que pudiese rogar y no forzar a los florentinos a recibirlos. Llegados los embajadores con esta propuesta, y refiriendo las cosas de los españoles débiles, añadiendo que se morían de hambre, y que Prato se podía conservar, inspiró tanta confianza en el gonfalonero y en la multitud, con la cual él se gobernaba, que aun cuando aquella paz fuese aconsejada por los sabios, sin embargo el gonfalonero la fue dilatando, tanto que al otro día después vino la nueva de que se había perdido Prato, y de cómo los españoles, tras de romper un trozo de la muralla, empezaron a forzar a los defensores y a atemorizarlos, tanto que después de no mucha resistencia todos huyeron, y los españoles, ocupada la plaza, la saquearon y mataron a los hombres de ella con mísero espectáculo de calamidades. Y no referiré los detalles a vuestra señoría para no darle esa molestia de ánimo; diré solamente que murieron allí más de 4 000 hombres, y los demás quedaron presos y por diversos modos obligados a rescatarse; y no perdonaron a las vírgenes encerradas en los lugares sagrados, los cuales todos se llenaron de estupros y de sacrilegios.
Esta nueva dio gran perturbación a la ciudad, pero sin embargo el gonfalonero no se asustó, confiado en ciertas vanas opiniones suyas. Pensaba mantener Florencia y llegar a un acuerdo con los españoles por cualquier suma de dinero, con tal que se excluyera a los Médicis. Pero una vez que su comisión fue y volvió con la respuesta de que era necesario recibir a los Médicis o esperar la guerra, empezaron todos a temer el saqueo, por la vileza que se había visto en nuestros soldados en Prato; ese temor empezó a ser estimulado por la nobleza, que deseaba mudar el estado, tanto que el lunes 30 de agosto a las dos horas de la noche5 se dio a nuestros embajadores el encargo de llegar a un acuerdo con el virrey de cualquier modo. Y tanto creció el temor de todos que el palacio y las guardias que habitualmente hacen los hombres de ese estado quedaron abandonados, y al quedar privada de guardia fue obligada la Señoría a poner en libertad a muchos ciudadanos los cuales, por ser juzgados sospechosos y amigos de los Médicis, habían sido retenidos muchos días en el palacio con buena guardia; éstos, junto con otros muchos ciudadanos de los más nobles de esta ciudad, que deseaban recobrar su reputación, cobraron ánimos, y tanto, que el martes de mañana fueron al palacio armados, y ocupados todos los lugares para forzar al gonfalonero a irse, fueron persuadidos por algún ciudadano de no hacer violencia alguna, sino dejarlo partir por acuerdo. Y así el gonfalonero acompañado por ellos mismos se volvió a casa, y a la noche siguiente con buena compañía y consentimiento de los señores6 se trasladó a Siena.
A los magníficos Médicis, enterados de lo sucedido, no les pareció bien venir a Florencia sin antes componer las cosas de la ciudad con el virrey, con el cual después de alguna dificultad llegaron a un acuerdo; y entrados en Florencia, han sido recibidos por todo este pueblo con grandísimo honor.
Como mientras tanto habíase hecho en Florencia cierto nuevo orden de gobierno,7 en el cual no parecía al virrey que estuviese la seguridad de la casa de los Médicis ni de la Liga, significó a los señores que era necesario volver todo al modo que estaba cuando vivía el magnífico Lorenzo; los nobles deseaban satisfacerlo en eso, pero temían que no conviniese en ello la multitud; y estando en esa disputa de cómo habían de tratarse esas cosas, entró en Florencia el legado papal,8 y con su señoría venían muchos soldados, y además italianos; y el día 16, los señores habían reunido en el palacio muchos ciudadanos, con los que estaba el magnífico Juliano,9 y estaban razonando de la reforma del gobierno cuando se alzó de pronto cierto clamor en la plaza, por el cual Ramazzotto10 con sus soldados y otros tomaron el palacio, gritando “bolas bolas”.11 Y pronto toda la ciudad estuvo en armas, y por todas partes de la ciudad resonaba aquel grito, tanto que los señores se vieron obligados a llamar al pueblo a asamblea, la que nosotros llamamos parlamento, donde fue promulgada una ley por la cual los magníficos Médicis fueron reintegrados a todos los honores y grados de sus antepasados. Y la ciudad quedó tranquilísima, esperando vivir no menos honrada con la ayuda de ellos que vivió en los tiempos pasados, cuando gobernaba la felicísima memoria del magnífico Lorenzo su padre.
Tenéis pues, ilustrísima señora, el relato en detalle de los casos nuestros, en el cual no he querido incluir las cosas que pudieran ofenderos como míseras y poco necesarias: en las otras me he extendido cuanto lo permite la estrechez de una carta. Si os he satisfecho, quedaré contentísimo; si no, ruego me tenga por excusado vuestra señoría ilustrísima, que viva feliz por mucho tiempo.12
1 El 16 de septiembre de 1512 volvieron al gobierno de Florencia los Médicis. Se han propuesto diversas hipótesis sobre la identidad de esta gentildonna, que en definitiva permanece en el misterio, pero es aceptable la suposición más general de que se trata de Alfonsina Orsini, viuda de Piero de Médicis.
2 El virrey de Sicilia Ramón Folch de Cardona, representante de Fernando de Aragón, “la católica majestad”.
3 Julio II, organizador de la Liga contra Francia, de quien Florencia era aliada.
4 De los Médicis.
5 Es decir, dos horas después de la puesta del sol. Véase, la Advertencia, p. 17.
6 La Señoría, constituida principalmente por el Consejo de los Diez señores.
7 Las reformas más importantes habían sido indudablemente favorables al partido magnaticio u optimate, uno de cuyos jefes —Juan Bautista Ridolfi— había sido elegido gonfalonero.
8 El cardenal Juan de Médicis —futuro León X— que seguía al ejército español.
9 Juliano de Médicis, futuro duque de Nemours.
10 Melchor Ramazzotti, capitán al servicio de los Médicis.
11 Palle palle. Era el grito de los partidarios de los Médicis, en cuyo escudo de armas figuraban cinco círculos (véase la figura Las “bolas”).
12 En latín en el original: quae diu et foelix valeat.
2. NICOLÁS MAQUIAVELO A PIERO SODERINI
Florencia, invierno de 1512-15131
UNA CARTA vuestra se me presentó enmascarada, sin embargo a las 10 palabras la reconocí. Creo la frecuencia de Piombino por conoceros, y de las dificultades vuestras y de Felipe2 estoy seguro, porque sé que al uno lo ofende la poca luz y al otro la excesiva. Enero no me inquieta, con tal que febrero me tenga en sus manos. Duélome de la sospecha de Felipe, y en suspenso espero su final. [El que no sabe esgrima arrolla al buen esgrimista.]3 Fue vuestra carta breve y yo releyéndola la hice larga. Fuéme grata, porque me dio ocasión de hacer lo que yo temía hacer y vos me recordáis que no haga,4 y sólo esta parte he reconocido en ella sin propósito. De lo cual me maravillaría, si mi suerte no me hubiera mostrado tantas ...
Índice
- Portada
- Prólogo
- Introducción
- Agradecimientos
- Advertencia
- Cronología de Nicolás Maquiavelo
- 1. Nicolás Maquiavelo a una dama noble
- 2. Nicolás Maquiavelo a Piero Soderini
- 3. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 4. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 5. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 6. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 7. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 8. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 9. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 10. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 11. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 12. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 13. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 14. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 15. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 16. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 17. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 18. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 19. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 20. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 21. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 22. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 23. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 24. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 25. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 26. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 27. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 28. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 29. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 30. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 31. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 32. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 33. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 34. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 35. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 36. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 37. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 38. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 39. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 40. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 41. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 42. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 43. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 44. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 45. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 46. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 47. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 48. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 49. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 50. Nicolás Maquiavelo a Pablo Vettori
- 51. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 52. Juan Vernacci a Nicolás Maquiavelo
- 53. Nicolás Maquiavelo a Luis Alamanni
- 54. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 55. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 56. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 57. Bautista della Palla a Nicolás Maquiavelo
- 58. Bernardo Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
- 59. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
- 60. Zanobi Buondelmonti a Nicolás Maquiavelo
- 61. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
- 62. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
- 63. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
- 64. Piero Soderini a Nicolás Maquiavelo
- 65. Juan Vernacci a Nicolás Maquiavelo
- 66. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
- 67. Fray Hilarión Sacchetti a Nicolás Maquiavelo
- 68. Los Cónsules del Arte de la Lana a Nicolás Maquiavelo
- 69. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 70. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 71. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 72. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 73. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 74. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 75. Nicolás Maquiavelo al cardenal Julio de Médicis
- 76. El cardenal Juan Salviati a Nicolás Maquiavelo
- 77. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 78. Roberto Pucci a Nicolás Maquiavelo
- 79. Ser Vicente a Nicolás Maquiavelo
- 80. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
- 81. Ser Vicente a Nicolás Maquiavelo
- 82. Nicolás Maquiavelo a Rafael Girólami
- 83. Francisco Vettori a Nicolás Máquiavelo
- 84. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
- 85. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
- 86. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 87. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
- 88. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 89. Agustín del Nero a Nicolás Maquiavelo
- 90. Jacobo Sadoleto a Nicolás Maquiavelo
- 91. Francisco del Nero a Nicolás Maquiavelo
- 92. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 93. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 94. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 95. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 96. Luis Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
- 97. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 98. Los Cónsules del Arte de la Lana a Nicolás Maquiavelo
- 99. El cardenal Silvio Passerini a Nicolás Maquiavelo
- 100. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
- 101. Domingo Mazzuoli a Nicolás Maquiavelo
- 102. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 103. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 104. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 105. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 106. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 107. Juan Manetti a Nicolás Maquiavelo
- 108. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 109. Felipe Strozzi a Nicolás Maquiavelo
- 110. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 111. Florencia, abril de 1526
- 112. Los Cinco a Juliano de Médicis
- 113. Los Cinco a Galeotto de Médicis
- 114. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 115. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 116. Los Procuradores de los Muros a Galeotto de Médicis
- 117. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 118. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 119. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 120. Los Cinco Procuradores de los Muros a todos los podestà del condado
- 121. Los Cinco Procuradores de los Muros a los vicarios de Certaldo, Scarperia, San Miniato, San Giovanni y Poppi
- 122. Patente para Juan Francisco de Sangallo y Baccio Bigio
- 123. Los Cinco a Galeotto de Médicis
- 124. Nicolás Maquiavelo a Bartolomé Cavalcanti
- 125. Agustín del Nero a Nicolás Maquiavelo
- 126. Jacobo de Felipe Falconetti a Nicolás Maquiavelo
- 127. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 128. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 129. Bartolomé Cavalcanti a Nicolás Maquiavelo
- 130. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
- 131. Donato del Corno a Nicolás Maquiavelo
- 132. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 133. Bartolomé Cavalcanti a Nicolás Maquiavelo
- 134. Nicolás Maquiavelo a Bartolomé Cavalcanti
- 135. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 136. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
- 137. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 138. Jacobo Salviati a Nicolás Maquiavelo
- 139. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
- 140. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
- 141. Nicolás Maquiavelo a los Ocho de la Práctica
- 142. Nicolás Maquiavelo a los Ocho de la Práctica
- 143. Circular de los Cinco Procuradores de los Muros
- 144. Circular de los Cinco Procuradores de los Muros
- 145. Los Cinco Procuradores de los Muros al abad Cortusi
- 146. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
- 147. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 148. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 149. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 150. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 151. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 152. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 153. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 154. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 155. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
- 155B. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
- 156. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 157. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 158. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 159. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 160. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 161. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 162. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 163. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 164. Nicolás Maquiavelo a Guido Maquiavelo
- 165. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 166. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 167. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 168. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 169. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
- 170. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 171. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 172. Guido Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
- 173. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
- 174. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
- 175. Luis Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
- Apéndices
- Índice