Epistolario 1512-1527
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Epistolario 1512-1527

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Esta selección de cartas nos entrega el retrato de un hombre con sus estrategias íntimas, su humor agudo y helado, sus afectos familiares y sus audacias públicas.

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Información

1. NICOLÁS MAQUIAVELO A UNA DAMA NOBLE

Florencia, después del 16 de septiembre de 15121

PUESTO que vuestra señoría desea, ilustrísima señora, conocer estas novedades nuestras de Toscana acaecidas en los últimos días, yo se las narraré de buen grado, tanto para satisfacerla como porque el desenlace de ellas ha honrado a los amigos de vuestra señoría ilustrísima y señores míos, las cuales dos razones borran todos los otros disgustos sufridos, como en el orden de la materia vuestra señoría entenderá.
Concluido que se hubo en la dieta de Mantua reponer a los Médicis en Florencia, y partido el virrey2 para regresarse a Módena, mucho se temió en Florencia que el ejército español no fuese hacia Toscana; sin embargo, no habiendo otra certeza, por haber gobernado la dieta las cosas secretamente, y no pudiendo muchos creer que el papa3 quisiera que el ejército español turbase aquella provincia, entendiéndose además por cartas de Roma que no había entre los españoles y el papa gran confianza, estuvimos con el ánimo suspendido sin hacer otra preparación hasta que de Bolonia nos vino la certeza del todo. Y estando ya las tropas enemigas a una jornada de los confines nuestros, turbóse de repente por ese ataque súbito y casi inesperado toda la ciudad; y discutiéndose lo que se debía hacer, se decidió, no siendo posible llegar a tiempo a guardar los pasos en las montañas, mandar con la mayor presteza posible a Firenzuola, castillo en los confines entre Florencia y Bolonia, 2 000 infantes, a fin de que los españoles, para no dejar a sus espaldas una banda tan grande, se dirigiesen a la expugnación de ese lugar y nos diesen a nosotros tiempo de aumentar las tropas y poder resistir con más fuerza a sus ataques; estas tropas se pensó primero no ponerlas en campaña, por no juzgarlas capaces de resistir a los enemigos, sino oponer resistencia con ellas en Prato, castillo grande y ubicado en la raíz de los montes que bajan del Mugello, y a distancia de 10 millas de Florencia, juzgando que ese lugar era suficiente para dar cabida al ejército, que allí podría estar seguro, y por estar cerca de Florencia sería posible socorrerlo en caso de que los españoles fueran por ahí. Tomada esta decisión, moviéronse todas las fuerzas para conducirlas a los lugares planeados, pero el virrey, cuya intención no era asaltar plazas fuertes sino venir a Florencia para mudar el estado, esperando poder hacerlo fácilmente con ayuda de los partidarios,4 dejó atrás Firenzuola, y tras pasar los Apeninos bajó a Barberino de Mugello, castillo situado a 18 millas de Florencia, donde sin oposición todos los castillos de esa región, que estaban abandonados de todo presidio, recibieron sus órdenes, y proveían al ejército de vituallas según sus facultades. Mientras tanto se había trasladado a Florencia gran cantidad de gente, y reunidos los capitanes de las gentes de armas y deliberándose con ellos sobre la defensa contra ese ataque, aconsejaron que no se debía oponer resistencia en Prato, sino en Florencia, porque juzgaban no poder resistir, encerrándose en ese castillo, al virrey, porque no conociendo sus fuerzas, ciertamente podían creer que cuando tan animosamente venía a esta provincia, serían tales que el ejército de ellos no podría resistirlas, y por eso estimaban más seguro regresar a Florencia, donde con la ayuda del pueblo eran suficientes para defender esa ciudad, y con ese orden tratar de mantener Prato, dejando allí un presidio de 3 000 personas. Agradó esta decisión, y en especial al gonfalonero, por juzgarse más seguro y más fuerte contra los partidarios cuanto más fuerzas tuviese adentro junto a él. Y hallándose las cosas en estos términos, mandó el virrey a Florencia sus embajadores, los cuales expusieron a la Señoría que no venían a esta provincia como enemigos, ni querían alterar la libertad de la ciudad ni el estado de ella, sino que sólo querían asegurarse de que dejara la parte francesa y adhiriese a la Liga, la cual no juzgaba poder estar segura de esta ciudad, ni de cuanto se le prometiese, mientras Piero Soderini fuese gonfalonero pues lo había conocido partidario de los franceses, y por eso quería que depusiera ese grado, y que el pueblo de Florencia eligiera otro como le pareciese. A lo cual respondió el gonfalonero que no había llegado a ese cargo ni con engaños ni por la fuerza, sino que había sido puesto en él por el pueblo, y por eso aunque todos los reyes del mundo reunidos le ordenaran que lo depusiese, jamás lo depondría, pero que si el pueblo quería que él lo dejase, lo haría tan de buen grado como de buen grado lo aceptó, cuando sin ambición suya le fue concedido. Y para tantear el ánimo del universal, apenas se fue el embajador reunió a todo el consejo y les notificó la propuesta hecha, y ofreció que cuando al pueblo pluguiese, y juzgase que de su partida había de nacer la paz, él estaba dispuesto a irse a su casa. Lo cual unánimemente fuele por todos negado, ofreciéndose todos a dar hasta la vida por defenderlo.
Sucedió mientras tanto que el ejército español se había presentado en Prato, lanzando un gran ataque; y no pudiendo expugnarlo, comenzó su excelencia a tratar del acuerdo con el embajador florentino, y lo mandó a Florencia con uno suyo, ofreciendo contentarse con cierta suma de dinero, y que la causa de los Médicis se remitiese a la católica majestad, que pudiese rogar y no forzar a los florentinos a recibirlos. Llegados los embajadores con esta propuesta, y refiriendo las cosas de los españoles débiles, añadiendo que se morían de hambre, y que Prato se podía conservar, inspiró tanta confianza en el gonfalonero y en la multitud, con la cual él se gobernaba, que aun cuando aquella paz fuese aconsejada por los sabios, sin embargo el gonfalonero la fue dilatando, tanto que al otro día después vino la nueva de que se había perdido Prato, y de cómo los españoles, tras de romper un trozo de la muralla, empezaron a forzar a los defensores y a atemorizarlos, tanto que después de no mucha resistencia todos huyeron, y los españoles, ocupada la plaza, la saquearon y mataron a los hombres de ella con mísero espectáculo de calamidades. Y no referiré los detalles a vuestra señoría para no darle esa molestia de ánimo; diré solamente que murieron allí más de 4 000 hombres, y los demás quedaron presos y por diversos modos obligados a rescatarse; y no perdonaron a las vírgenes encerradas en los lugares sagrados, los cuales todos se llenaron de estupros y de sacrilegios.
Esta nueva dio gran perturbación a la ciudad, pero sin embargo el gonfalonero no se asustó, confiado en ciertas vanas opiniones suyas. Pensaba mantener Florencia y llegar a un acuerdo con los españoles por cualquier suma de dinero, con tal que se excluyera a los Médicis. Pero una vez que su comisión fue y volvió con la respuesta de que era necesario recibir a los Médicis o esperar la guerra, empezaron todos a temer el saqueo, por la vileza que se había visto en nuestros soldados en Prato; ese temor empezó a ser estimulado por la nobleza, que deseaba mudar el estado, tanto que el lunes 30 de agosto a las dos horas de la noche5 se dio a nuestros embajadores el encargo de llegar a un acuerdo con el virrey de cualquier modo. Y tanto creció el temor de todos que el palacio y las guardias que habitualmente hacen los hombres de ese estado quedaron abandonados, y al quedar privada de guardia fue obligada la Señoría a poner en libertad a muchos ciudadanos los cuales, por ser juzgados sospechosos y amigos de los Médicis, habían sido retenidos muchos días en el palacio con buena guardia; éstos, junto con otros muchos ciudadanos de los más nobles de esta ciudad, que deseaban recobrar su reputación, cobraron ánimos, y tanto, que el martes de mañana fueron al palacio armados, y ocupados todos los lugares para forzar al gonfalonero a irse, fueron persuadidos por algún ciudadano de no hacer violencia alguna, sino dejarlo partir por acuerdo. Y así el gonfalonero acompañado por ellos mismos se volvió a casa, y a la noche siguiente con buena compañía y consentimiento de los señores6 se trasladó a Siena.
A los magníficos Médicis, enterados de lo sucedido, no les pareció bien venir a Florencia sin antes componer las cosas de la ciudad con el virrey, con el cual después de alguna dificultad llegaron a un acuerdo; y entrados en Florencia, han sido recibidos por todo este pueblo con grandísimo honor.
Como mientras tanto habíase hecho en Florencia cierto nuevo orden de gobierno,7 en el cual no parecía al virrey que estuviese la seguridad de la casa de los Médicis ni de la Liga, significó a los señores que era necesario volver todo al modo que estaba cuando vivía el magnífico Lorenzo; los nobles deseaban satisfacerlo en eso, pero temían que no conviniese en ello la multitud; y estando en esa disputa de cómo habían de tratarse esas cosas, entró en Florencia el legado papal,8 y con su señoría venían muchos soldados, y además italianos; y el día 16, los señores habían reunido en el palacio muchos ciudadanos, con los que estaba el magnífico Juliano,9 y estaban razonando de la reforma del gobierno cuando se alzó de pronto cierto clamor en la plaza, por el cual Ramazzotto10 con sus soldados y otros tomaron el palacio, gritando “bolas bolas”.11 Y pronto toda la ciudad estuvo en armas, y por todas partes de la ciudad resonaba aquel grito, tanto que los señores se vieron obligados a llamar al pueblo a asamblea, la que nosotros llamamos parlamento, donde fue promulgada una ley por la cual los magníficos Médicis fueron reintegrados a todos los honores y grados de sus antepasados. Y la ciudad quedó tranquilísima, esperando vivir no menos honrada con la ayuda de ellos que vivió en los tiempos pasados, cuando gobernaba la felicísima memoria del magnífico Lorenzo su padre.
Tenéis pues, ilustrísima señora, el relato en detalle de los casos nuestros, en el cual no he querido incluir las cosas que pudieran ofenderos como míseras y poco necesarias: en las otras me he extendido cuanto lo permite la estrechez de una carta. Si os he satisfecho, quedaré contentísimo; si no, ruego me tenga por excusado vuestra señoría ilustrísima, que viva feliz por mucho tiempo.12

1 El 16 de septiembre de 1512 volvieron al gobierno de Florencia los Médicis. Se han propuesto diversas hipótesis sobre la identidad de esta gentildonna, que en definitiva permanece en el misterio, pero es aceptable la suposición más general de que se trata de Alfonsina Orsini, viuda de Piero de Médicis.
2 El virrey de Sicilia Ramón Folch de Cardona, representante de Fernando de Aragón, “la católica majestad”.
3 Julio II, organizador de la Liga contra Francia, de quien Florencia era aliada.
4 De los Médicis.
5 Es decir, dos horas después de la puesta del sol. Véase, la Advertencia, p. 17.
6 La Señoría, constituida principalmente por el Consejo de los Diez señores.
7 Las reformas más importantes habían sido indudablemente favorables al partido magnaticio u optimate, uno de cuyos jefes —Juan Bautista Ridolfi— había sido elegido gonfalonero.
8 El cardenal Juan de Médicis —futuro León X— que seguía al ejército español.
9 Juliano de Médicis, futuro duque de Nemours.
10 Melchor Ramazzotti, capitán al servicio de los Médicis.
11 Palle palle. Era el grito de los partidarios de los Médicis, en cuyo escudo de armas figuraban cinco círculos (véase la figura Las “bolas”).
12 En latín en el original: quae diu et foelix valeat.

2. NICOLÁS MAQUIAVELO A PIERO SODERINI

Florencia, invierno de 1512-15131

UNA CARTA vuestra se me presentó enmascarada, sin embargo a las 10 palabras la reconocí. Creo la frecuencia de Piombino por conoceros, y de las dificultades vuestras y de Felipe2 estoy seguro, porque sé que al uno lo ofende la poca luz y al otro la excesiva. Enero no me inquieta, con tal que febrero me tenga en sus manos. Duélome de la sospecha de Felipe, y en suspenso espero su final. [El que no sabe esgrima arrolla al buen esgrimista.]3 Fue vuestra carta breve y yo releyéndola la hice larga. Fuéme grata, porque me dio ocasión de hacer lo que yo temía hacer y vos me recordáis que no haga,4 y sólo esta parte he reconocido en ella sin propósito. De lo cual me maravillaría, si mi suerte no me hubiera mostrado tantas ...

Índice

  1. Portada
  2. Prólogo
  3. Introducción
  4. Agradecimientos
  5. Advertencia
  6. Cronología de Nicolás Maquiavelo
  7. 1. Nicolás Maquiavelo a una dama noble
  8. 2. Nicolás Maquiavelo a Piero Soderini
  9. 3. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  10. 4. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  11. 5. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  12. 6. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  13. 7. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  14. 8. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  15. 9. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  16. 10. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  17. 11. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  18. 12. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  19. 13. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  20. 14. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  21. 15. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  22. 16. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  23. 17. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  24. 18. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  25. 19. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  26. 20. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  27. 21. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  28. 22. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  29. 23. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  30. 24. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  31. 25. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  32. 26. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  33. 27. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  34. 28. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  35. 29. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  36. 30. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  37. 31. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  38. 32. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  39. 33. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  40. 34. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  41. 35. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  42. 36. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  43. 37. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  44. 38. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  45. 39. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  46. 40. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  47. 41. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  48. 42. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  49. 43. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  50. 44. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  51. 45. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  52. 46. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  53. 47. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  54. 48. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  55. 49. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  56. 50. Nicolás Maquiavelo a Pablo Vettori
  57. 51. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  58. 52. Juan Vernacci a Nicolás Maquiavelo
  59. 53. Nicolás Maquiavelo a Luis Alamanni
  60. 54. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  61. 55. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  62. 56. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  63. 57. Bautista della Palla a Nicolás Maquiavelo
  64. 58. Bernardo Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
  65. 59. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
  66. 60. Zanobi Buondelmonti a Nicolás Maquiavelo
  67. 61. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
  68. 62. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
  69. 63. Nicolás Maquiavelo a Juan Vernacci
  70. 64. Piero Soderini a Nicolás Maquiavelo
  71. 65. Juan Vernacci a Nicolás Maquiavelo
  72. 66. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
  73. 67. Fray Hilarión Sacchetti a Nicolás Maquiavelo
  74. 68. Los Cónsules del Arte de la Lana a Nicolás Maquiavelo
  75. 69. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  76. 70. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  77. 71. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  78. 72. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  79. 73. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  80. 74. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  81. 75. Nicolás Maquiavelo al cardenal Julio de Médicis
  82. 76. El cardenal Juan Salviati a Nicolás Maquiavelo
  83. 77. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  84. 78. Roberto Pucci a Nicolás Maquiavelo
  85. 79. Ser Vicente a Nicolás Maquiavelo
  86. 80. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
  87. 81. Ser Vicente a Nicolás Maquiavelo
  88. 82. Nicolás Maquiavelo a Rafael Girólami
  89. 83. Francisco Vettori a Nicolás Máquiavelo
  90. 84. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
  91. 85. Nicolás Maquiavelo a Francisco del Nero
  92. 86. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  93. 87. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
  94. 88. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  95. 89. Agustín del Nero a Nicolás Maquiavelo
  96. 90. Jacobo Sadoleto a Nicolás Maquiavelo
  97. 91. Francisco del Nero a Nicolás Maquiavelo
  98. 92. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  99. 93. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  100. 94. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  101. 95. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  102. 96. Luis Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
  103. 97. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  104. 98. Los Cónsules del Arte de la Lana a Nicolás Maquiavelo
  105. 99. El cardenal Silvio Passerini a Nicolás Maquiavelo
  106. 100. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
  107. 101. Domingo Mazzuoli a Nicolás Maquiavelo
  108. 102. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  109. 103. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  110. 104. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  111. 105. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  112. 106. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  113. 107. Juan Manetti a Nicolás Maquiavelo
  114. 108. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  115. 109. Felipe Strozzi a Nicolás Maquiavelo
  116. 110. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  117. 111. Florencia, abril de 1526
  118. 112. Los Cinco a Juliano de Médicis
  119. 113. Los Cinco a Galeotto de Médicis
  120. 114. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  121. 115. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  122. 116. Los Procuradores de los Muros a Galeotto de Médicis
  123. 117. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  124. 118. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  125. 119. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  126. 120. Los Cinco Procuradores de los Muros a todos los podestà del condado
  127. 121. Los Cinco Procuradores de los Muros a los vicarios de Certaldo, Scarperia, San Miniato, San Giovanni y Poppi
  128. 122. Patente para Juan Francisco de Sangallo y Baccio Bigio
  129. 123. Los Cinco a Galeotto de Médicis
  130. 124. Nicolás Maquiavelo a Bartolomé Cavalcanti
  131. 125. Agustín del Nero a Nicolás Maquiavelo
  132. 126. Jacobo de Felipe Falconetti a Nicolás Maquiavelo
  133. 127. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  134. 128. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  135. 129. Bartolomé Cavalcanti a Nicolás Maquiavelo
  136. 130. Francisco Vettori a Nicolás Maquiavelo
  137. 131. Donato del Corno a Nicolás Maquiavelo
  138. 132. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  139. 133. Bartolomé Cavalcanti a Nicolás Maquiavelo
  140. 134. Nicolás Maquiavelo a Bartolomé Cavalcanti
  141. 135. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  142. 136. Felipe de Nerli a Nicolás Maquiavelo
  143. 137. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  144. 138. Jacobo Salviati a Nicolás Maquiavelo
  145. 139. Francisco Guicciardini a Nicolás Maquiavelo
  146. 140. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
  147. 141. Nicolás Maquiavelo a los Ocho de la Práctica
  148. 142. Nicolás Maquiavelo a los Ocho de la Práctica
  149. 143. Circular de los Cinco Procuradores de los Muros
  150. 144. Circular de los Cinco Procuradores de los Muros
  151. 145. Los Cinco Procuradores de los Muros al abad Cortusi
  152. 146. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
  153. 147. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  154. 148. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  155. 149. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  156. 150. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  157. 151. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  158. 152. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  159. 153. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  160. 154. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  161. 155. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
  162. 155B. Los Ocho de la Práctica a Nicolás Maquiavelo
  163. 156. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  164. 157. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  165. 158. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  166. 159. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  167. 160. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  168. 161. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  169. 162. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  170. 163. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  171. 164. Nicolás Maquiavelo a Guido Maquiavelo
  172. 165. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  173. 166. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  174. 167. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  175. 168. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  176. 169. Nicolás Maquiavelo a los Ocho
  177. 170. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  178. 171. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  179. 172. Guido Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
  180. 173. Nicolás Maquiavelo a Francisco Vettori
  181. 174. Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini
  182. 175. Luis Maquiavelo a Nicolás Maquiavelo
  183. Apéndices
  184. Índice