Obras completas, II
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Obras completas, II

Teatro, crítica

  1. 594 páginas
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Obras completas, II

Teatro, crítica

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Información del libro

Este segundo volumen de las Obras completas de Efrén Hernández reúne sus obras de teatro y prosa crítica. Junto a Dicha y desdichas de Nicócles Méndez: tragiburledia cinematográfica, Casi sin rozar el mundo y Cederano, se incluyen un libro de ideas y pensamientos que Efrén Hernández llamó Manojo de aventuras, algunos apuntes ensayísticos y narrativos pertenecientes a proyectos inconclusos, y un ilustrativo dossier que resume la historia crítica de la obra del autor, dando un panorama completo de esta vertiente de su obra.

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Información

Año
2013
ISBN
9786071614452
Categoría
Literature

TEATRO

El teatro que yo intento escribir1

A Martín Duarte
Aquel aliento místico y de música en que se engendró el teatro griego originalmente —y que aún conservan el de China y otros países del Oriente— fue amenguándose y siendo desplazado por tendencias analíticas y especulativas, tal como puede ya bien verse en los Diálogos, y más cumplidamente en Aristóteles, institutor de las primeras bases de las ciencias.
Europa continuó, básicamente, en el mismo sentido hacia adelante. El teatro llegó a hacerse sentir como bagazo y se acudió, entonces, a la componenda, mistificada a todas luces de la ópera.
(Las líneas anteriores quieren condensar, en lo fundamental, las ideas que Nietzsche desarrolla en su Origen de la tragedia.)2
En esta pieza se ha intentado atraer, hasta hacer que converjan y causen unidad, los alientos del logos y la música —no efectuar sólo mezcla— y no se ha descuidado evocar el misterio.
Ni en tratados de estética, ni afines, hay, para el género, otro nombre que el de poesía dramática.
Y, ciertamente, teatro y vida proceden de lo mismo. El mundo quiere estar frente a sí. La luz querría caer siempre sobre el ojo. Ella no fue sino hasta aquel momento en que se hizo la visión.
Y la visión, la chispa complaciéndose en la comunión consigo misma jamás se lograría sin este acoplamiento de correspondencia perfectísimo, cuyo acceso es privativo y solamente dado por gracia y por milagro de las correspondencias de la música; que no hay posible información de encanto, verdadera seducción expresiva, donde no se contienen los conciertos secretos de la música, ni verdadera música si no la da, como sucede con la vida misma, el misterio. Que el logos privado de la gracia de la música sólo engendra tratados, virtuosismo, oficios. Y poesía, quizá no es más que esto:
Ese aliento que sale del silencio y tiene a la diestra el logos, y a la izquierda la música; y hace con la música significaciones, y con las significaciones música. Y con ambas, imágenes de vida en que lo vivo se reencuentra y complace en sí mismo.
Sólo para que se recuerde hasta qué punto los dramaturgos del Oriente tienen su fe puesta en el poder del verbo, transcribo, de Max Dauthendey, las siguientes líneas:3
Como si las lenguas de los actores se hubiesen tornado diamantes y penetrasen en los oídos como chispas de fuego.
Miles de espectadores escuchaban atentos, y cada uno oía la sangre en su corazón, que hacía vibrar en el silencio sus dos grandes alas.
Ningún decorado, ningún lienzo pintado tras el ir y venir de los dolores y alegrías de aquellas gentes.
Y las melódicas voces de los actores forzaban a la gente a ver ahí campos y casas, estancias, árboles, soles, estrellas y noches.
Y todos los espectadores veían agua, tierras y árboles y aire en las desnudas tablas, en las lisas paredes.
Decorados como ningún pintor es capaz de crear.
En el ambiente que enciende las pasiones, las imágenes y lugares lejanos se acercan, y aquellos centenares de hombres que ocupaban el teatro podían abarcar con la mirada toda la tierra y ser sabedores por un momento de lo que ordena el destino.
Ojalá, además, y México (más equitativo sería decir la América Latina), haciendo un esfuerzo, por suerte unos hilitos menos que imposible, de sinceridad, viera por sacudirse esta más que doble década de siglos de deformaciones y prejuicios que están sobre nosotros, empezar a comprender ya, y de una buena vez, que en esencia nuestro espíritu es mucho más afín con el místico y contemplativo del oriental, que con el analizador, positivista y práctico del europeo.
Importa, finalmente, recontrasubrayar por vez reenésima la necesidad de no seguir olvidando a cada caso cuál diferencia va de esa potencia sustancialmente vivificante que es la poesía, a eso otro formal último hacia lo externo, no forzosamente vital, que es el verso.
Y más aún, salir de esa confusión tan difundida, de que el teatro es acción, procedente nada más que de una incomprensiva conversión de la palabra drao, que aquí dice actuación, representación, lo que oficia el actor —no acción—, lo que el poseso de la acción, el personaje, vive.

Dicha y desdichas de Nicocles Méndez

TRAGIBURLEDIA CINEMATOGRÁFICA
PERSONAJES
Principales:
Secundarios:
NICOCLES
VEJETE
SECO CASTRO
VIEJA
LEONCIO
CURA
SAMUEL
DOCTOR
CHINO ELÍAS
HOMBRE DEL PUEBLO
ESTEBAN
MUCHACHO (Maceta)
DIEGO
SALVADOR
PASCUAL
FELIPE
DOÑA MARIANA
DIRECTORA
MARÍA ELENA
OBISPO
MARGARITA
PRESIDENTE MUNICIPAL
DOCTOR OCHOTERENA
MELQUISEDEC
JOVITA
CONCERTADOR DE PELEAS
DOS EN UNO
MOZO DE MONTEPÍO
GENDARME
FONDERA
ARRIEROS (dos)
ENTRADA PROGRESIVA
GRAN ALEJAMIENTO
Porción panorámica extensa de una ciudad de provincia en la República. Por unos momentos es de noche. Enseguida, empieza a amanecer la luz de un día muy limpio y muy fulgente.
ACERCAMIENTO PROGRESIVO
(CÁMARA EN GRÚA DESCENDENTE OBLICUA.)
Correlativa a la progresión del acercamiento, y a partir de cierto punto, empieza a entrar, y va creciendo en sonoridad la voz de un pregonero.
(VOZ DE) NICOCLES: ¡Gorrión! ¡Gorrión! ¡Gorrión! Se vende un gorrión muy cantador. Un gorrioncito lindo. Lindo, lindo y que llora, pobrecito, cuando canta. Que cuando canta, llora. Porque ha quedado solo. ¡Solitario! Que está solo en el mundo. Que no tiene gorriona. Madre, padre, mujer, hijos ni hermanos. Ni parientes ni amigos. Gorrión inconsolable, canoro, lloronsísimo. Que inconsolable llora su viudez, su soledad profunda, su dolor inmenso…
Ya la cámara está más próxima a tierra; consecuentemente, el pregón se oye con más fuerza y claridad. Como complemento humano, algún madrugador por las calles casi solitarias todavía.
Al llegar la cámara a una altura aproximada a la de las cornisas de las casas de un piso, toma el curso de la calle, más o menos a la celeridad de un hombre que va corriendo. Pasan, abriéndose, los edificios de las dos aceras. La voz es fuerte, vibrante, errabunda, viva, alegre.
ESCENA DE CONJUNTO
La cámara disminuye un tanto su celeridad y se vuelve al balcón corrido de una casa de dos pisos, en el cual dos mujeres, que pueden ser sirvientas, y han suspendido su quehacer un momento al oír la voz de Nicocles, miran hacia la calle, girando la mirada como para seguir al pregonero que, según esto, va corriendo.
La calle sigue abriéndose.
MUJER PRIMERA: ¡Ah, Nicocles, Nicocles!
MUJER SEGUNDA: Jar, jar, jar… Me cae más en gracia… más en gracia…
La voz de Nicocles no cesa, sólo disminuye, a fin de que pueda ser oído lo que hablan las mujeres.
(VOZ DE) NICOCLES: ¡Gorrión! ¡Gorrión! ¡Gorrión! Gorrión que canta. Se vende muy barato.
La cámara, girando en una esquina, toma por otra calle. Y sigue. Algún lechero, transeúnte, barrendero, vuelve la cara hacia atrás; sonríe, continúa su marcha o su trabajo.
(VOZ DE) NICOCLES: ¡Calcetines! ¡Calcetines! ¡Calcetines! ¡Ahora sí que se vendieron! Sin remedio se vendieron, un gran par de calcetines. Casi iguales, casi nuevos. De menos de un mes de uso. Que fueron del difunto, don Andrés Belaunzarán. Un difunto que murió del corazón. Enteramente bueno y sano de sus pies. Sin callos, sin juanetes. Un par de calcetines, inmensamente higiénicos. Casi iguales, casi nuevos. De la herencia de don Andrés Belaunzarán. Seda, elegancia, higiene, calidad garantizadas.
ALEJAMIENTO MEDIO
La cámara disminuye un tanto su celeridad, y se vuelve y se detiene ante una tienda de donde, en compañía, salen dos mujeres. Seca una, larga, entrada en años, vestida de negro y cubierta con un tápalo; y la otra en lo último de la juventud, y enlutada; pero sin tápalo. Al oír el pregón de Nicocles paran oreja.
MUJER SECA: ¡Óyelo nada más, óyelo al desvergonzado!
MUJER JOVEN: ¡Madre pura! ¡Dios, qué pena! ¿Cuándo me harás caso que no le andes dando a este loco cosas a vender?
MUJER SECA: Por fortuna no hay gente que nos vea. Vente, vámonos.
(VOZ DE) NICOCLES: ¡Las conocidas y distinguidas señoritas Belaunzarán responden! ¡Calcetines! ¡Calcetines! ¡Calcetines! ¡Se venden muy baratoooooooss! (Las mujeres salen por la izquierda, muy indignadas; pero más corridas.)
La cámara continúa su curso calle adentro. A la derecha va entrando en campo, por abajo, Nicocles encarrerado. Primero un sombrero, luego otro bajo éste, y otro, todavía más abajo, de charro, de alta copa. Enseguida la espalda y una de sus manos, enarbolando y agitando el par de calcetines en el aire, y finalmente la cintura. La pregonera voz se pierde simultáneamente; pero un poco después que la imagen.
SALIDA PROGRESIVA
ABRE A
Amplio patio de una vecindad. Día.
ALEJAMIENTO
Dentro del patio, Nicocles pregonando sus mercaderías. Lleva un sombrero de charro puesto y, empalmados, otros dos en la punta de la alta copa; un chaleco puesto, pero sin abrochar; varias corbatas, no anudadas, sino a guisa de estolas; una jaula con pájaro atada a la espalda, etc… Al fondo, junto a una puerta de vivienda, un viejo está en un equipal; en un lavadero, dos mujeres, otra mujer tendiendo ropa, un niño gateando, un perro…
(VOZ DE) NICOCLES: ¡Chaleco con corbata! ¡Chaleco con corbata! O sin corbata. Éste que traigo puesto. Mírenlo nada más cómo me queda. Botones bien pegados. Por necesidad se vende. No quieren que se sepa de quién es…
ALEJAMIENTO MEDIO
Nicocles se saca una pata de silla de la pretina, y la enarbola y la blande, y la muestra en todas direcciones.
NICOCLES: ¡Pata! ¡Pata! ¡Pata! Pata de silla de bejuco. Puede servir para atrancar la puerta....

Índice

  1. Portada
  2. Sumario
  3. Prólogo
  4. Teatro
  5. Crítica
  6. Dossier crítico
  7. Bibliografía
  8. Índice