Einstein
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Redactado en 1938 y revisado en 1956, el cuerpo de estas notas se hallaba inédito. El mayor valor de este texto es que presenta una faceta poco conocida del polígrafo: su genuino interés en los avances científicos de su tiempo y su capacidad para entender y proyectar su valor y alcance. Para Alfonso Reyes, entre los trabajadores científicos, los hay que construyen sistemas, es decir, frases y periodos, con el abecedario descubierto por otros. Tal es el caso de Newton. Pero los hay que descubren como Galileo las letras del abecedario. Einstein es como una mezcla de estos dos caracteres. La civilización occidental puede considerar sus conquistas en al ciencia física como sus conquistas más plenas.

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Einstein

Advertencia

Durante los días en que me trasladé al Brasil, con carácter de embajador, pero sin hacerme ya cargo de nuestra embajada en Rio, sino solamente para desempeñar cierta comisión relacionada con la nacionalización del petróleo en México por el presidente general Lázaro Cárdenas, leí varios libros sobre las tesis de Einstein y tomé estos apuntes, donde no hay más trabajo mío que la redacción sintética y algunas insinuaciones de carácter no matemático, o algunas expresiones de tipo literario. Lo demás es ajeno. Ni conservo nota de mis «fuentes» ni creo que valga la pena, dado el carácter de este folleto y su limitada edición para obsequio de algunos amigos.

Uno

[Escrito a un lado del texto: «Me he ocupado también de Einstein en 1923 (véanse Los dos caminos) y, en Tren de ondas, 1932, ‹Einstein desde lejos›».]
1. a) Parte negativa: demoler las nociones clásicas de espacio y tiempo, entendidas como especies fijas y universales. b) Parte positiva: construir otras. En (b) se encuentra su mérito privativo y mayor, pues en (a) le han precedido otros, como Henri Poincaré, Mach, etcétera.
2. Nociones clásicas: Aristóteles, Galileo, Newton no se han detenido a pensar que el tiempo entre dos eclipses de Sol, vistos desde la Tierra, sea diferente si se le mide desde la Tierra o desde Sirio, o si el espacio entre la Tierra y el Sol será igual medido desde la Tierra y desde Sirio.[2] Para ellos, el tiempo y el espacio existen por sí, como continentes de objetos y fenómenos: el tiempo es río que fluye indiferente a los barcos hechos que los surcan, y el espacio es cauce de ese río. Poincaré objeta: el espacio en sí es mera abstracción verbal incorporada en la mente por el hábito: si digo «Hoy estoy en la Plaza de Armas y mañana estaré otra vez aquí», sólo expreso una realidad relativa a la Plaza de Armas y no al mismo punto del espacio, pues mañana —translación de la Tierra— ese sitio habrá recorrido dos millones de kilómetros con relación al Sol, el cual se habrá movido con relación a la Vía Láctea, la que a su vez… etcétera. Si todas las dimensiones aumentan de hoy a mañana en proporción de mil, nadie lo notará, lo mismo que si se produce una torsión en el Universo, etcétera. Aun la rotación de la Tierra en torno al Sol no es más que una hipótesis cómoda. En cuanto al tiempo, lo mismo. El único tiempo sin objetos es el tiempo psicológico de Bergson, que nada tiene de común con el tiempo físico, medida científica. Por lo demás, ya Galileo y Newton tuvieron alguna noción de esta relatividad, al reconocer la imposibilidad de distinguir entre sí los movimientos de translación uniforme: tal es el llamado principio de la relatividad clásica. Y Epicuro, según Lucrecio, ya ha dicho que el tiempo no existe por sí, sino por los objetos sensibles. ¡Qué tío!
3. La extensión del principio clásico de relatividad resultó, para Einstein, de una experiencia de Michelson. La luz atraviesa el éter a 300 000 km/seg; la Tierra se traslada a 30 km por segundo (rotación, desdeñable: 2 km/seg). Pero la Tierra no arrastra al éter. Testigo, la aberración de Bradley en el telescopio que contempla una estrella: el telescopio se ha desviado con la Tierra, mientras pasa el rayo de luz, pero el rayo no se ha desviado. La Tierra no es pues flotante en un río de éter que la mueve o acompaña, sino en un lago de éter inmóvil. Luego, puede fijarse el movimiento de la Tierra respecto al éter. La experiencia consistió en medir la propagación de la luz cuando el que la recibe se aleja de ella, y luego cuando se acerca a ella. (Los espejos conjugados, de este a oeste y viceversa). ¡Y resultó ser igual la velocidad de esta proporción, contra lo que se esperaba! ¿Luego el éter es arrastrado con la Tierra? ¿Luego no hay viento de éter? De esta contradicción nació el chispazo Einstein.

Dos

1. En Einstein, la matemática es sólo un lenguaje para expresar investigaciones experimentales. Un día se le explicará sin fórmulas. Un día entrará en el hábito, y se hará intuición como las nociones clásicas de espacio y tiempo, o la del sistema copernicano. Estas nociones ya empiezan a rondar nuestra sensibilidad, dice Maeterlinck.
2. 1º Existencia del éter interplanetario en que se propaga toda onda-luz. 2º El éter no es transportado por la Tierra según algunas experiencias. 3º Sí lo es según otras. Aquí de Einstein.
3. Michelson y sus cuatro espejos cruzados, según los puntos cardinales, mide en la interferencia la velocidad del rayo de luz que va y que viene, sea en favor sea en contra del supuesto viento de éter, y no encuentra la menor diferencia. Y nótese que las franjas microscópicas de la interferencia hubieran revelado la menor alteración, aun cuando la Tierra sólo anduviera diez veces menos, o sea a 3 km por segundo.
4. Para resolverlo, se acude a una hipótesis suplementaria (FitzGerald y, sobre todo, Lorentz). Pero ante todo hay que disipar una ambigüedad: algunos dijeron que, a priori, Michelson tenía que llegar a resultados negativos; de lo contrario, hubiera sido posible medir la velocidad absoluta de la Tierra en el espacio, participando de su movimiento, lo que es contrario a la relatividad clásica. En este razonamiento especioso incurrió Eddington. Pero no: el resultado Michelson, positivo, no habría dado más que la velocidad terrestre con relación al éter, no la absoluta, puesto que éter y espacio no son la misma cosa. (Puede concebirse un vacío de espacio sin éter interastral, sin propagación de energía alguna). Bien puede todo el Universo no ser más que una burbuja de éter que rueda en el vacío. En caso de éxito, Michelson no sólo habría encontrado el movimiento terrestre con respecto al centro de gravedad de nuestro Universo, no con respecto al punto de reposo absoluto. Así lo dice Poincaré, aunque todavía con cierta vaguedad. Sólo la experiencia, y no el razonamiento a priori, podía probar la imposibilidad del intento Michelson.
5. No podemos percibir el movimiento absoluto. No podemos percibir el de la Tierra para el éter. ¿No será, pues, éste el movimiento absoluto? Puede que no o que sí: sólo la experiencia, y no el razonamiento a priori, podía demostrar la supuesta identidad entre espacio y éter. Si así es, no habrá burbujas de éter (universos) en un espacio vacío; sólo un baño de éter con astros. Michelson negativo no podía probarse a priori. Bien; pero ¿permite ahora, a posteriori, concluir la identidad espacio-éter? Aquí de FitzGerald y Lorentz, trampolín para Einstein. Resumamos a Michelson: cuando el viaje redondo de un rayo luminoso entre dos espacios es transversal al de la Tierra en el éter, y se le hace luego paralelo, debería resultar alargado. ¡Y resulta igual! Hipótesis explicativa: la distancia espacio entre los espejos que registran el viaje paralelo se ha contraído proporcionalmente. No sólo la distancia espacio: la materia variada de los aparatos no altera el resultado, luego también la materia se ha contraído en proporción a la velocidad de su movimiento respecto del éter, igual que se aplasta la pelota contra el obstáculo o la bala contra el blindaje: el viento de éter deforma la materia.
6. Objeciones: ¿idénticamente y en igual proporción para toda materia, pelota de caucho o bala de acero? ¿Igual proporción para todas las variadas circunstancias en que se ensayó el experimento, al punto de compensar siempre el efecto óptico esperado? Esto parece a la vez contrario a la física y al buen sentido. Para el eje de la Tierra, 12 000 km, la contracción sería de 6.5 cm. ¿Cómo había de ser aprensible para las pequeñeces con que opera el laboratorio? Entre la contracción espacial y el alargamiento luminoso debe haber una liga oculta que compensa el efecto. Además de que la dicha contracción se produciría también sobre los instrumentos de medición y ya no sería captable para nosotros, sólo para un habitante de otro cuerpo celeste. «Micromegas» la hubiera medido desde su planeta, y al venir a la Tierra, ya no lo hubiera podido hacer, quedando estupefacto hasta que Einstein no se lo explicara.
7. La translación del aparato de la experiencia en el éter varía con la hora y la estación. Para que la contracción en función de la velocidad sea igualmente compensadora (llamando V la velocidad de la luz y v la del móvil en el éter) debe obedecer a la razón:
(uno es a raíz de uno menos v cuadrada partida por V cuadrada). Esta deformación sólo aparece al que no participe de ella: el metro reflejado en el espejo deformador da iguales medidas que el objeto real, porque también se deforma en igual razón. Si no apreciamos la deformación en los objetos que vemos moverse es porque es infinitesimal. A ser verdad todo esto, los objetos inmóviles en el éter serían los únicos que conservaran su verdadera figura, deformándose en cuanto se mueven. Entre las esferas que vemos —planetas, proyectiles, gotas de agua— unas lo serían de veras y otras no, lo mismo que los cuadrados. No habría mucho de saber la verdadera forma de todos esos objetos animados de velocidades diferentes, puesto que no hay medio de calcular su velocidad en el éter. ¿Por qué, entre los objetos sensibles, unos —privilegiados— nos dan su forma real, y otros no? Por qué admitir excepciones que luego resultan indiscernibles.

Tres

1. Sin negar el éter (como se niega el flogisto y los espíritus animales que privaban antes de Lavoisier), puesto que algo sirve de soporte a los rayos del Sol, Einstein comienza por prescindir de esta noción, quinta rueda del carro electromagnético que sólo lo embaraza. Consideramos la luz sin su vehículo, sólo en relación al objeto que la envía y al que la recibe. Lo único que resulta de Michelson es que, en la Tierra, un rayo de luz se propaga con igual velocidad de este a oeste y viceversa: dos cañonazos opuestos. Sólo que, al revés del cañonazo, cuyo proyectil aumenta en velocidad si el blanco avanza hacia él o disminuye si el blanco huye (y así el juglar recibe, sin romperlo, un huevo lanzado al plato que tiene en la mano, alejando éste para disminuir el choque), el rayo de luz conserva su velocidad: el límite infranqueable de 300 000 km/seg, tan infranqueable como lo es en temperatura el cero absoluto: –273° C. Lo que probaría que la mecánica y la óptica ceden a leyes diferentes. FitzGerald-Lorentz pretenden conciliarlas con la contracción.
2. Einstein va a hacer posible la teoría de ...

Índice

  1. Portada
  2. Prólogo
  3. Einstein
  4. Otros textos de Alfonso Reyes sobre Einstein
  5. Notas