Para una historia de América, III.
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Para una historia de América, III.

Los nudos (2)

  1. 516 páginas
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  4. Disponible en iOS y Android
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Este tercer volumen valora puntos nodales de la historia del subcontinente americano, sin pretender estudiarlos todos, ni cubrir todas las variantes posibles de los diferentes espacios. Los temas estudiados se agrupan en: aspectos políticos, constitucionalismo, políticas económicas, alimentación y el estudio de la encomienda.

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Información

VIDA POLÍTICA Y CULTURA DE LA MOVILIZACIÓN
EN BUENOS AIRES, 1860-1880*

HILDA SABATO
EL PUEBLO EN LA CALLE
Desde el momento mismo de la revolución de 1810, la ciudad de Buenos Aires tuvo una agitada vida política. Los relatos tradicionales sobre el pasado nacional así como buena parte de la historiografía destacan la temprana existencia de una actividad política que excedía los límites de los sectores de poder e involucraba a grupos más amplios de la población de la ciudad. Esa presencia no era continua y se reconocen momentos sucesivos de efervescencia y de calma a lo largo de la primera mitad del siglo, para culminar en la década de 1860 cuando, como ocurrió en otras ciudades de Iberoamérica, esa participación habría encontrado sus límites.1
En ese punto la historiografía muestra un corte a partir del cual queda desdibujado el papel de las relaciones entre élites y pueblo urbano en la dinámica de la vida política de la ciudad. Así, para las décadas de 1860 y 1870, la intensa rivalidad entre las facciones que desde Buenos Aires luchaban por conquistar el poder local, provincial y nacional se ha interpretado generalmente como un juego de minorías que se disputaban el poder más o menos al margen del resto de la población. A partir de entonces, un sistema político restrictivo, apoyado en el control y la limitación del sufragio, y una sociedad civil más interesada en la vida privada que en los asuntos públicos habrían coexistido con escasa interacción durante varias décadas. Mientras Buenos Aires se modernizaba convirtiéndose en una ciudad burguesa por excelencia, formaba parte de un sistema político que mantenía pautas tradicionales y no incorporaba a los sectores sociales nuevos y dinámicos de esa Argentina en extraordinaria expansión.2
Hoy esta visión está siendo revisada desde distintos ángulos y, en el estudio de la segunda mitad del siglo XIX, ha ido surgiendo una imagen más compleja de las relaciones que, en el marco del proceso de construcción de una comunidad política nacional, se establecieron entre élite y pueblo, gobernantes y gobernados, sociedad civil y sistema político. Explorando un terreno que actualmente está en el centro de las preocupaciones de la historia política de América Latina, se ha comenzado a revisar el papel del sufragio y las elecciones desde esa perspectiva y se ha abierto la discusión sobre otros mecanismos de participación política.3 En trabajos anteriores he explorado estos temas para la ciudad de Buenos Aires en las décadas de 1860 y 1870, postulando que por esos años tuvo lugar un proceso de formación de una esfera pública que operó como mecanismo de mediación entre sociedad civil y poder político.4 La intervención en ese espacio para expresar opinión o presionar por alguna causa constituía una instancia clave de participación política para la población porteña. A su vez, desde el poder se atendía a las señales que provenían de la esfera pública en la medida en que, como en otras sociedades en proceso de modernización, “políticamente… la noción de ‘público’ se convirtió en la base de un nuevo sistema de legitimidad en una cultura política transformada”.5
En el marco de ese proceso se desarrolló una serie de prácticas que fundaron una verdadera cultura de la movilización. En las páginas que siguen me propongo explorar esas prácticas en una de sus formas más visibles: las multitudinarias concentraciones públicas que se realizaban con frecuencia en Buenos Aires, cuando miles de personas se reunían en teatros, plazas y calles para manifestarse colectivamente por alguna causa.
El pueblo en la calle, la multitud… no son imágenes novedosas en la historiografía sobre Buenos Aires de la segunda mitad del siglo XIX, pero en general aparecen asociadas a algunos acontecimientos que, como la Revolución de 1890, son representadas como momentos puntuales de irrupción popular y la imagen que predomina es la de una población habitualmente ajena a los asuntos públicos que, sólo de manera excepcional y más bien espontánea, recurría a la acción colectiva en señal de protesta o rebeldía.6
No era ésa, sin embargo, la visión que los contemporáneos tenían de la presencia colectiva del “pueblo” en las calles de la ciudad. Al menos hasta 1890, la realización de meetings, reuniones públicas y manifestaciones se consideraba en general “una práctica benéfica de las instituciones democráticas” resultado del “uso del derecho de reunión pacífica…” establecido por la Constitución y las leyes de la República.7 Se entendía que se trataba de una forma habitual y deseable de expresión de opinión por parte del público urbano, que no implicaba amenaza alguna para la paz y el orden. Otra cosa eran las revoluciones, pero ellas se asociaban más a las luchas entre los militantes de facciones políticas que a los comportamientos colectivos de la población de la ciudad.
Por eso mismo, en la documentación de la época sobre ese tipo de movilizaciones, en particular los periódicos, se informa con detalle sobre convocatorias, organización, realización y resultados de cada acto. El vacío que en este sentido muestra buena parte de la historiografía del periodo no resulta, pues, de una falta de referencia a estos hechos en fuentes accesibles y de consulta habitual en la materia, sino de una dificultad para contextualizarlos en los marcos de las interpetraciones tradicionales sobre la vida política de entonces. Al postular una concepción amplia de la participación política y proponer una nueva mirada sobre las relaciones entre sociedad civil y sistema político, un conjunto de trabajos recientes “descubren” la cuestión y comienzan a estudiarla. Me he referido a estos actos y manifestaciones multitudinarios proponiendo que se les considere como prácticas que se desarrollaban en el seno de una esfera pública en formación en las décadas de 1860 y 1870. En ese marco, me propongo ahora explorar sus formas y su dinámica, analizar las relaciones con otros mecanismos de participación política y de intervención en la vida pública de la ciudad, e interpretar su papel en la construcción del orden político de ese periodo.
EL ESCENARIO
A principios de la década de 1860, la ciudad de Buenos Aires se convertía en sede del gobierno nacional. Con unos 120 000 habitantes, era el principal centro económico, político y cultural del país. En las décadas siguientes la ciudad creció física y demográficamente dentro de una Argentina que había iniciado una larga etapa de expansión capitalista sostenida. Hacia 1880, cuando fue designada capital federal de la República, ya superaba los 300 000 habitantes, más de la mitad de los cuales eran inmigrantes.
La mayor parte de la población estaba empleada en el comercio, el transporte y los servicios, y, en una medida bastante menor, en la manufactura. Predominaba el empleo asalariado pero existía también un número importante de trabajadores por cuenta propia — pequeñ...

Índice

  1. Presentación
  2. El trabajo indígena, su papel en la organización social y política prehispánica y colonial, Juan Villamarín y Judith Villamarín
  3. Alimentación e historia en la Venezuela colonial: el caso de los panes, José Rafael Lovera
  4. La encomienda y la economía colonial colombiana (1500-1808), Hermes Tovar Pinzón
  5. El primer constitucionalismo mexicano, 1810-1830, Antonio Annino
  6. Para una historia de las migraciones españolas e italianas a las regiones americanas sudatlánticas, Fernando J. Devoto
  7. La racionalidad esclavista de la producción henequenera en Yucatán (1880-1914), Marco Bellingeri
  8. Entre el conflicto y la integración: los sectores populares en Buenos Aires y Santiago de Chile a principios del siglo XX, Luis Alberto Romero
  9. Vicisitudes de un político de la costa atlántica colombiana: Saúl Charris de la Hoz (1914- ), Medófilo Medina
  10. Finanzas públicas y formación del Estado en la Argentina en el siglo XIX, Roberto Cortés Conde
  11. La política monetaria brasileña y el desenvolvimiento del sistema bancario de São Paulo (1898-1929), Flavio A. M. de Saes y Tamas Szmrecsanyi
  12. Los empresarios mexicanos en España y las nuevas relaciones económicas México-Unión Europea (1982-1997), Pedro Pérez Herrero
  13. Integración regional en América Central, Víctor Bulmer Thomas
  14. Vida política y cultura de la movilización en Buenos Aires, 1860-1880, Hilda Sabato