Benjamin Péret y México
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Benjamin Péret y México

  1. 246 páginas
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Benjamin Péret y México

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Información del libro

Benjamin Péret y México, permite al lector conocer una etapa de la vida de este sobresaliente escritor surrealista. Su salida de Europa, al inicio de la Segunda Guerra Mundial y su breve estancia en México son el tema central de la primera parte de la obra; ahí se refieren episodios importantes de su destierro y finaliza con el retorno a Francia. La segunda parte la constituye un conjunto de textos cuyo asunto está relacionado con aspectos históricos o artísticos de México, mientras que aquellos que tratan cuestiones ajenas al ámbito mexicano fueron seleccionados por haber sido escritos durante su exilio.

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Información

Año
2015
ISBN
9786071630599
APÉNDICE
ESCRITOS EN Y SOBRE MÉXICO
ÚLTIMA DESDICHA, ÚLTIMA SUERTE
I
Hubiera requerido las cuatro manos de señales ópticas
con los siete dedos de palma olorosa de la lechuza chata
para volar a ras de tierra como el palo de campeche
que ha perdido su alma de cantos litúrgicos
y limar las cabezas de cabra que leemos en las pompas de jabón
Reclaman de beber como el carretero
acechado por sombras ante el movimiento de llaves que rechinan
pregunta entre dos juramentos olímpicos por el cruce de un
puente
donde las estrellas caen una a una con un ruido blando de
muñecas de salvado
que se aplastan en el suelo erizado de pipas
desprendiendo nubes de limaduras que ciernen los ojos llorosos
y más agotado que lámpara que trata de parecerse a un relámpago protozoario
Cierra la salida del puente el fondo de una cantera
habitada por cenizas que el viento reúne en leyendas amenazantes
Se ha esculpido allí el fragoroso comienzo del mundo
como un aullido de sirena degollada
sin saber que el fin
igual a la última gota de agua
se le mezcla
para hacer poco a poco un tiempo martilleando meteoros artificiales
que lanzan fulgores de tortugas
flores carnívoras de nudel y nácar deslustrado
semejantes a un vaso de crema manchada de frambuesas aplastadas
que abejas más inquietas que orejas perseguidas
vigilan como a matraz donde un líquido entre dos nubes
se adorna de mil hojas de acanto sacudidas por temblores epilépticos
donde fácilmente hallaríamos las islas Azores
con casas sucias pintadas de casas limpias
para dar a las moscas la ilusión de que una vida sedentaria
las aguarda con una cadena de reloj
Nada más aturdidor que una cantera abandonada
donde impacientes vegetales luchan por borrar bajorrelieves
resonantes
sólo admirados por las bestias histéricas de la noche
con la respiración entrecortada a la espera del desastre que nunca llegará
Sus ojos en sentido prohibido iluminan todos sus detalles
orlados de arañas de angora que querrían volverse traje
para moldear un cuerpo de mar feliz que rueda sobre arenas de tormenta
al punto que se diría un rebaño llevado al matadero
por una calle muy concurrida
Que una calle concurrida se vuelva puente pronto a desmoronarse
bajo el peso de zapatos de tacones que lo atravesaron estremecidos
como los cantos de gozo de la corteza ebria que un pájaro cava
brillo de ojos abiertos bajo el musgo de las pestañas
y que pasa bajo un sol menos poderoso de lo que proclaman los arroyos que precipitados de las montañas
jadeando bajo el peso de sus nieves de osos sabios
más fuerte de lo que se lo confiesa el cielo así abandonado
como un perro de caza olvidado en un banco de coral
sordo a la tentación de un cuello oloroso a baño turco
La sal se venga de las miradas reducidas a hablar bajo
para no delatar a la hoja que hurga en su corazón de abismo
donde ninguna piedra alada osa buscar el pan que le es debido
talismán único de los grandes seres con frente de relámpagos
más suave que el invertebrado terciopelo que desgarran
grandes gestos errantes de gorilas domados
más salvajes que la locomotora que va contra su hermana
celosa del túnel espejo abortado que la fascina
ojo de otras edades cuando los pies aullaban escarnios mortales
batiendo las montañas como una tortilla para siempre inconclusa
Atraviesan solemnes el semidía de los cuartos altos atestados de muertos faltos de brazos
que querrían detener su marcha inexorable
de relojes más helados que témpanos
que guardaran veleros perdidos para repisas de chimeneas de mármol
que piden con gritos de asonada los graffiti de los fusilamientos
Residuos húmedas cicatrices de peñascos que el hierro ha desollado vivos
matad águilas que sean cristales que aprisionan ardillas
Qué puente no franquearía el abismo petrificante de los párpados con un tenaz impulso de sus raíces
quizás frenadas por la saciedad de un deseo más vasto que todos los horizontes
prontos a confundirse con las nubes
que juegan algunos grados más arriba un drama
cuyo héroe bicéfalo con una cabeza devora a su hijo
salpicando como aorta cortada por un viento
y en la otra alisa los bigotes a llama de soplete
recortando según un diseño espontáneo en el que se adivina
la sonrisa de todas las mujeres amadas
el acero siempre fénix de una caja fuerte
tal un lobo que gruñe mostrando una mandíbula orificada
urgido por imitar las sopas de leche
Contiene una colección completa de lagartos
azules que roen la niebla de las materias grises
y elevándose en el aire de cantos dorados
se ahogan con las plumas que tragan con tal gula
que se diría un obispo que devora el tronco de los pobres
amarillos empenachados con cuchillos para cortar pan
tan blanco que se requieren lentes para comerlo
poco a poco como una tierra rara
que desprende luces intermitentes de falso faro
llamando a sus hermanos de las profundidades parecidos a enterradores
y otros más transparentes que una lancha en el Sena sudorosa
u ondulantes como bailarinas cuyos senos apuntan a la gente
El héroe del drama galeote oscuro oculto en hierro ondulado
que imita un breve curso de agua comido de nenúfares
habitados por minúsculos espectros con mirada de nutria
que enfurecen las lentejuelas fúlgidas que caracolean encima de ella
en torno de un arco triunfal límpido
rumoroso costal de aventurinas con miradas de fiera que acecha
resplandeciente como la llama de plata que lanza el pañuelo de una isla desierta
donde las piedras chatas se adornan con ombligos cantores
El héroe del drama
filo empolvado con varias sangres secadas como zuecos cerca el fuego
acecha a su heroína que escapa por la savia
recubriéndolo con un manto de húmeda selva
que lo maleficia
tornasol detenido de golpe
lo duerme como una nariz griega
de súbito lo cambia en polvo perfumado
que gira
en torno a una uña central
adornada sobre el cinabrio de un incendio último
con el mágico signo de iniciales tan bien entrelazadas
que forman el rostro del amado que viene
espada en mano violando al cañón del Colorado
defendido por barricadas de helechos arborescentes
resonante dosel de oros sin precio
para evaporarse como cualquier suspiro aun de champaña
de modo que el héroe del drama en una balsa de aire pálido
se aleje como la última sombra
exangüe
que el azufre ha despojado de una piel áspera
para manos tan leves
que el canto de la tetera amante de los trópicos
se borraba como el mediodía
barre su medianoche que crepita de siglos sin memoria
II
De un minuto al otro el frío flaca bandera de cielos cortados
en forma de rosa
se pierde en devaneos de colibrí sin tiempo de aburrirse
se multiplica familia de leones empenachados que izan la vela
el tocado de encaje de tan lejano parece una constelación de vinos finos
se rebela contra un agua cuyos párpados tocan a generala
y se obstina en vestirse de niñita inocente
que bajo su piel de cebolla esconde una cascada a la medida peinada de oro naciente
y termina por armarle lío a unas plumas demasiado blancas
por un tabaco que pipa alguna fumaría por miedo a un baile de San Vito
espiando su turbina pronta a cualquier exceso y a simular incluso el final de una época
y viendo reflejos de arcángeles en alas de mosquitos
cuyo calor lo colma más que cualquier coñac
Pero el frío insiste epidemia de mal curtidos cueros
y se obstina en una pose de museo de armaduras
donde todo se envara hasta el polvo
de una vida de aventuras donde la corona con relieves de puré de guisantes
tiende a desaparecer en la olla
dueña aterrada ante su enemigo
ardiendo en alta llama que surge repentina de un cañón fundido
lleva a la peor cárcel irisada sobre fondo de mohosos panes
labios cerrados que espían en las esquinas de ciudades hundidas bajo siglos de arado
el mareo que sucumbirá a una pesadilla que brilla con todos sus fuegos
donde el milenrama de los muros
prolífico
revela tantas cabezas cubiertas de catafalcos para exequias sin cortejo
más aprisa que la captura de insectos deportivos
invocando al ídolo de viejas mentiras narrando gestos secos
que los domina desde su selva hostil a los más pequeños que ella
se reproduce e hincha
se hincha
rana que aspira el incienso de todas las iglesias en hoguera
Y el polvo contempla el espejismo
que ningún delirio sol con lentes ahumados lograría provocar
como su propia apoteosis
tan cerca del cáñamo que se vende en remate
que se diría una estrella al menos doble
muerta una en la tarea que la otra le impuso
más próspera que un banco de conchas cuyo espíritu de cielo flotante
aguarda una garganta que fuese una plaza asoleada donde pavonearse
auto nuevo que no teme los pasos a nivel
Gran grito de viento de vía láctea que modela manos de mantequilla
gotas de agua gotas de un agua como para refrescar el rostro de un fantasma
gotas que absorben todo un rostro menos la barba
borrad los rostros manchas solares demasiado dormidas
sembrad las barbas para nutrir las suntuosas máquinas inútiles
parecidas a tempestades de baños de leche densa como el mercurio
urgido en dar la hora a los gustadores de naranjas
de donde emergen puntas que se complacen en capturar relámpagos
Que el cielo de colinas abruptas se recurve en un arco
lanzando duras flechas que borren los mares de las palmas de las manos
con flechas de ecuador que cortan cuartos de Brie
en piel de cocodrilo
que imite una puerta giratoria prohibida a los derviches giróvagos
que perforan la tierra con estatuas que nunca encontraremos
disueltas en crema de elefantes
resueltos a todo para escapar de las catacumbas
tensas de centelleos todavía invisibles
que hervirían como un topo nacido del café cantando llamas de alcohol
donde los encerrará un gesto de impaciencia
tan brutal que los huevos de pronto abiertos lanzaban bruscos chorros de humo
tejiendo un tapiz de lizos altos para las grandes rapaces inquietas
Había que castigar los aullidos aterrados de diluvio
Las montañas desventraron las nubes
toros desencadenados cuyo matador ansía la oreja
y pierden sus tripas que asfixian los bosques
mientras ciempiés se aprestan a superar las marcas
ellas tienden cobardes la mejilla derecha luego de la bofetada en la izquierda
un balcón desde donde arengan los oradores un desierto de migajón
con la esperanza de escapar al triste futuro del neón
que los aguarda al cabo de un corredor oscuro
largo como el tiempo que corre entre la caída de la bomba y su explosión
que abre a las negras prisioneras horizontes puntuados por pañuelos movidos
y bordeados de monumentos más sombríos que la esencia
negra de mil tumbas
desde donde se alzan maestros vueltos piedra
estatuas de los modos de vidas latentes entre dos luces
Ni dios ni amo proclama el aire helante que avanza a paso de desfile
blandiendo la antorcha que destruye las cadenas de vampiros
de los subsuelos pavimentados de oro de cuerpo supliciado
Ni dios ni amo aprueban estrellas sometidas por las rocas
tan sin nervios y espíritu como un navío
antiguo suizo galoneado de un culto ofrecido a una sed galopante
tan insaciable que el infierno de las gargantas vaciado de todos sus demonios
fundirá siempre la espada arborescente de la dinastía nunca extinta
ahora esqueleto con el corazón digerido por el que fue su esclavo
que lo ha trocado en guiñadas que conciben piedras
más preciosas que los delirios que condensan
huracanes con grandes brazos de hermanos inferiores
que amasan panes echados a volar como chimeneas de fábrica
postes fronterizos de papagayos aglomerados
III
Cada vez más negra hasta el hambre
que condensará sus tinieblas en una gelatina para volver a soldar los mundos
esparcidos como dos y dos son cuatro
la noche llena de lava
mina del cráneo de los siglos
que no fueron más que una langosta sin penacho
la noche de carbón sin casa ni hogar
demasiado madura
se abre para ofrecer un fruto oscuro de volcán disimulado
que medita la extinción de una raza de hipótesis con aladas mandíbulas
un fruto jugoso con pulpa de náufrago perdido en los bosques
agitados por la tormenta original
memoria embalsamada
Bodegas de un castillo viejísimo donde cuelgan corazones perforados por largas agujas
de tejer callados saltos de panteras negras
cuyas miradas ciegas de harapos que protegen cosechas de plumas fundentes
se persiguen con odio de grisú sobre una ruleta sin ganadores
Cada vez más negra
Y el hambre tenaz que abre sus cráteres de arcilla
más blanda que una vida prenatal
que aspire a deslumbrantes redondeces perfumadas
Cada vez más negra
La piel antigua amante de un vértigo acelerado de nebulosa espiral
gruñe como un venero golpeado por una ...

Índice

  1. Portada
  2. Preámbulo
  3. PRIMERA PARTE
  4. SEGUNDA PARTE
  5. Apéndice Escritos en y sobre México
  6. Bibliografía