Crónicas de Un Inmigrante Indocumentado
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Crónicas de Un Inmigrante Indocumentado

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Crónicas de Un Inmigrante Indocumentado

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Es una crónica de 25 años, en que el autor recoge los testimonios y las vivencias, personales y de los inmigrantes indocumentados que han llegado a los Estados Unidos, en busca de una mejor calidad de vida y las dificultades que deben sortear para adaptarse a un nuevo sistema. La creciente ola antiinmigrante que se generó sobre todo, después de la caída de las torres gemelas de Nueva York, ha venido a empeorar aún más la situación. Las deportaciones, producto de las redadas, son cada vez más frecuentes y las familias indocumentadas deben convivir a diario con esta terrible realidad. Por lo tanto, se hace urgente una ley de ajuste migratorio, para detener la separación de familias. A esta lucha se les unen activistas de las diferentes organizaciones, que apoyan un proyecto de ajuste migratorio que saque de las sombras a millones de indocumentados, a través de la legalización de los mismos. Por otro lado, los mismos inmigrantes indocumentados, anhelan que así sea, apelando a la buena voluntad de las autoridades, entendiendo que esta lucha es parte del mismo sueño americano.

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Información

Año
2019
ISBN
9781643340531
Cruzando Fronteras
Todos los inmigrantes repartidos por el mundo coincidimos en que, una vez que dejamos nuestros países cualesquiera que sean las razones no fue una decisión fácil.
Se piensa en la oportunidad de emigrar al no poder tener el desarrollo que buscamos en nuestra tierra de origen. Resueltos a enfrentarnos a una vida desconocida, cuando ya se tomó la decisión, no habrá vuelta atrás. Será un viaje con un boleto de ida, el de regreso será muy incierto y eso lo dirá el paso del tiempo. Hay una serie de elementos que se toman en cuenta al emigrar, el principal es es hacia donde y cómo. En el caso concreto de los Estados Unidos quienes tienen la mayor ventaja son los mexicanos puesto que hacen frontera con este país. También será el territorio de tránsito para quienes vienen de otros lados del continente, también los centroamericanos. Después están los que llegan del resto del mundo y que aterrizan en esta frontera para tratar de atravesar en busca del sueño de una mejor vida.
Para quienes tienen que recorrer una larga travesía hasta llegar a esta parte del mundo y que no conocen las dificultades geográficas del terreno fronterizo el cruce se hace muy difícil, intentar atravesar por si solos, es prácticamente imposible. En aquel momento es cuando se debe recurrir a unos personajes que recorren los pasos fronterizos ofreciendo sus servicios, estos son los llamados coyotes o polleros. En muchos casos no irradian mucha confianza, pero cuando se está ahí, es tómalo o déjalo. Generalmente estos individuos son ciudadanos mexicanos nacidos y criados en esa parte del país y conocen los lugares por donde cruzar como si estuvieran en el living de sus casas. Todo esto se hace movidos por el dinero, que se paga al contado por parte de alguno de los familiares una vez llegados a los Estados Unidos, o según el trato que se haga con ellos. Otros inmigrantes tendrán la suerte de conseguir una visa de turistas y una vez aquí tomarán la decisión de quedarse a vivir ilegalmente en el país. Estos son los más favorecidos, por razones obvias. Las fronteras son un lugar crítico en cualquier parte del mundo y esta no es para nada la excepción. El límite entre Estados Unidos y México corre de este a oeste desde las ciudades estadounidenses y mexicanas respectivas. Desde Brownsville, Texas y Matamoros, Tamaulipas, el golfo de México hasta el de San Diego, California y Tijuana, Baja California en el océano pacífico. Atraviesa grandes áreas urbanas y desiertos muy inhóspitos. Corre a lo largo del rio Bravo conocido en Estados Unidos como rio Grande. Luego cruza las grandes extensiones del desierto de Sonora y Chihuahua, donde recorre un tramo del rio Colorado, para luego cruzar al norte de Baja California y desembocar en el océano pacífico. Esta tiene una longitud de 1.951 millas o 3.185 kilómetros. Es la frontera con el mayor tránsito de personas legales en el mundo con 50.23 millones de cruces peatonales, como por ejemplo el puente internacional que conecta Reynosa, Tamaulipas, México con Hidalgo, Texas. Enormes filas para cruzar tardan en promedio una hora para llegar al lado americano. Mucha gente de Monterrey cruza cada fin de semana para ir de compras a MC Allen, Texas. También es la que tiene mayor cruce de ilegales del mundo, la mayoría de los que cruzan son de nacionalidad mexicana y en orden decreciente centroamericanos, sudamericanos, caribeños, asiáticos y resto del mundo. Basta deambular por los diferentes pasos fronterizos para encontrar millones de historiascon relatos de personas desesperadas por huir de la pobreza.
Una vez aquí en los Estados Unidos, sólo basta conversar entre nosotros los inmigrantes ilegales para que cada uno cuente la dificultad que fue el haber dejado su país, para cruzar o entrar de cualquier otra forma. Cada persona tiene su historia fascinante y única. De ellas he recolectado cientos. En su mayoría con un final feliz, pero otras no tanto, donde se unen la alegría y la esperanza de quienes logran cruzar hacia una nueva vida, contrastando con la siniestra sombra de la tragedia de quienes no logran completar el viaje. No hay ningún centroamericano conocido que no me haya contado de las dificultades que tuvieron que enfrentar para poder llegar a tierras del norte, como ellos dicen. Es allá en sus países de origen en donde comienza la verdadera tragedia. Falta de oportunidades, pobreza, hambre, violencia, narcotráfico, inseguridad social para ellos y sus hijos; son algunos de los tantos motivos que los obliga a lanzarse hacia el norte, en busca del tan ansiado sueño americano. La travesía desde, Centroamérica para estos inmigrantes no es una tarea muy fácil, en su mayoría hacen gran parte del viaje a pie, pues no vienen más que con lo puesto. Muchos deben cruzar más de dos y hasta tres fronteras para recién llegar a México y después seguir viaje hasta la frontera con Estados Unidos. Una vez ahí, comienzan a deambular en busca de quien los ayude a llegar a salvo a territorio americano. Entonces es cuando aparece en acción el coyote o pollero, quien hará el trato con ellos y la forma de pago. Si tienen éxito, logrará llevarlos a suelo estadounidense. La frontera es una larga huella inhóspita, llena de peligros, en donde la muerte deambula las 24 horas, en busca de los más débiles, los más desamparados, los que se han quedado sin recursos, varados mirando hacia el otro lado, en donde están las oportunidades de hacer realidad los sueños frustrados. Si intentas cruzar sin apoyo de alguien que conozca el terreno, es como suicidarse puesto que los pasos por donde se puede cruzar no son tan vigilados por la patrulla fronteriza, por lo mismo son parajes remotos e inhóspitos y eso los hace doblemente peligrosos, en caso de alguna emergencia quizá la ayuda llegue demasiado tarde.
Los inmigrantes que vienen de Centroamérica, entre México y Guatemala, el primer obstáculo a sortear es el río Suchiate, al sur de México. Este es conocido también como el río de la muerte. Quienes lo cruzan a nado, se arriesgan a ser arrastrados por las aguas torrentosas y jamás ser encontrados. El río Suchiate marca la frontera occidental entre México y Guatemala. Nace a 3000 mil metros de altura en las faldas surorientales del volcán Tacana, en el departamento de San Marcos y corre en dirección sur oeste hasta desembocar en el océano pacífico. Los últimos 75 kilómetros del rio forman la frontera entre México y Guatemala. El nombre Suchiate es derivado de las palabras náhuatl “xochi atl” que quiere decir “agua de flores,” el yacimiento arqueológico precolombino de Izapa se encuentra en las cercanías del rio. Los puentes que cruzan al Suchiate son el puente internacional de Talismán, entre las ciudades de Talismán y el Carmen, y el puente del doctor Rodolfo Robles, entre ciudad Hidalgo y ciudad Tecun Umán, municipio de Ayutla. Ambos, puentes fronterizos se han convertido en un importante lugar de paso para un número creciente de migrantes latinoamericanos, buscando un futuro mejor en México y los Estados Unidos. La mayor dificultad la enfrentan mujeres y niños, una vez en territorio mexicano se viene un nuevo calvario. En algunos tramos el rio tiene una profundidad de cinco metros. Una vez sorteado este obstáculo irán al encuentro de su homologo “el tren de la muerte.” En un camino que será largo y lleno de sufrimientos e incertidumbre. La mayoría de quienes cruzan por aquí son hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, y nicaragüenses. Hasta ese momento sólo se piensa en llegar al norte, como sea, ese es el pensamiento que ocupa sus mentes.
Este es un territorio inhóspito, en donde impera la ley del más fuerte. Según las estadísticas, aquí 12 personas mueren a diario por medio de la violencia con armas de fuego. Pero la miseria y el hambre de la región hacen que no pare el flujo migratorio. Todas estas personas no poseen los recursos para ingresar a los países fronterizos de forma normal y luego pasar a los Estados Unidos, por lo tanto, deben jugar al gato y al ratón. Una vez ingresados en territorio mexicano, los migrantes deberán buscar el tren de la muerte para poder viajar en él, sorteando la mayor cantidad de puestos de control para no ser deportados.
El tren de la muerte, muchos le llaman así, otros simplemente la “Bestia,” se suben a su primer tramo recorre lentamente la costa hasta la ciudad de Oaxtepec, Oaxaca. Transporta maíz, cemento, y minerales en un viaje de 12 horas. En Ixtepec, los inmigrantes se suben en a otros trenes que los logren llevar hasta la ciudad de México. Luego de ahí, a los diferentes lugares de la frontera para poder cruzar hacia el otro lado. Tijuana, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, son los lugares de cruce más comunes. Esta travesía, dependiendo de los recursos que cada uno tenga, puede llegar a durar semanas. Aunque el sacrificio sea sobrehumano nunca es poco, con tal de cruzar a territorio americano, en busca de las remesas que mandarán para quienes quedaron en sus pueblos. Tampoco cuantas horas haya que trabajar al día. Por otro lado, están las tristes estadísticas de los miles que intentaron llegar sin lograrlo y que perdieron la vida en el intento. Viajar en este tren, no digamos que es la comodidad sobre ruedas, no se debe olvidar que son trenes de carga. Todos viajan hacinados en los techos de los vagones, en un viaje que no todos finalizan. El cansancio, la fatiga por falta de alimentos, la deshidratación, terminan por pasarles la cuenta. Caen bajo las ruedas de la bestia encontrando una muerte muy trágica, otros terminan perdiendo sus extremidades, las que se deben amputar por la gravedad de sus heridas. Como si fuera poco, quienes logran ir sorteando el viaje, se ven enfrentados a bandas criminales y autoridades corruptas que se aprovechan de la miseria de estos inmigrantes. Para las mujeres y los niños es un viaje doblemente peligroso, porque son más vulnerables. Muchas de ellas son bajadas a la fuerza y secuestradas para luego ser vendidas, esclavizadas y obligadas a prostituirse. Mujeres que encuentran un trágico destino, lo mismo que los niños, quienes desde esa edad son obligados a trabajar para estas bandas. Para muchos de ellos el sueño de una vida mejor nunca llegará. Lo más penoso es que, quienes debieran hacer algo al respecto hacen vista gorda con un problema endémico y regional. Cómo se puede hablar de igualdad y progreso existiendo esta clase de atropellos a los derechos humanos en pleno siglo 21, estos seres humanos que, muchas veces son menores de edad, y cuyo único delito es ir en busca de una vida mejor, huyendo de la miseria y la falta de oportunidades provocada por la incompetencia de quienes los gobiernan, y que posteriormente se beneficiarán de las divisas que mandarán al país. Algunos de estos inmigrantes que felizmente lograron hacer esta travesía con éxito, son los que más tarde el destino quiso que algunos de ellos, se convirtieran en mis compañeros de trabajo en el rubro de la construcción y a los cuales agradezco me hayan confiado sus historias, como el caso de un inmigrante guatemalteco que se dedica a instalar pisos en la misma compañía en donde yo trabajo. Arrodillado haciendo su labor instalando lozas consigo llamar su atención. De inmediato levanta la cabeza y mira cuando pregunto quién vino al país montándose en la bestia, la pregunta va dirigida siempre a los centroamericanos, porque son quienes más transitan en ese primer tramo, en su peregrinar a los Estados Unidos. Muchos guatemaltecos cruzan por Suchiate hasta Chiapas, para luego hacer el trayecto y por eso con los guatemaltecos o demás centroamericanos de preferencia quienes han desafiado la bestia, en la mayoría de las veces acierto con la pregunta. Hombre trabajador como todos, callado, de pocas palabras, pero pareciera revivir y querer que todo el mundo conozca su historia. Comienza a contar cómo era su vida antes y después de llegar a América y lo difícil que fue el haber desafiado a la Bestia.
“¡No había nada que hacer por allá en mi pueblo!” dice, con un tono de resignación y desahogo. Sin más que unos pocos pesos en el bolsillo para poder pagar el pollero y después de haber caminado casi dos días, logra sortear su primer obstáculo, el río Suchiate; Tienes que mojarte y seguir adelante, no hay tiempo, ni lugar para secar la ropa, sola se te seca en el cuerpo.”
De aquí sigue camino hasta Chiapas para poder abordar la Bestia, hace una pausa para que los recuerdos fluyan de mejor manera.
“El Tren de la Muerte, dice, con su peculiar acento guatemalteco, es una verdadera bestia, una vez que te montas en ella sabes que todo puede pasar y que es un viaje sin retorno.”
Es curioso, pero muchos de estos inmigrantes coinciden en sus respuestas, al preguntarles si temen a la muerte cuando pasan por estas experiencias extremas. “De todas maneras me iba a morir de hambre igual en mi pueblo,” luego hace una pausa y dice tenerle miedo a la muerte, pero no lo desean todavía por los que han quedado atrás esperando el dinero que ellos enviarán para poder sobrevivir. El momento más difícil es en la noche, cuando viene el cansancio y el sueño te quiere dominar; si te duermes, despiertas en las mortales ruedas de la bestia y todo habrá acabado. Lo peor de todo es que numerosas veces durante el trayecto debes cuidarte de los demás inmigrantes, que van montados a tu alrededor pues quieren robarte. Por último, si tienes mala suerte, las bandas de delincuentes que operan en esa región te asaltan, quitándote lo poco que llevas, secuestran niños y mujeres que convertirán en esclavos por el tiempo que ellos deseen y quizás nunca lleguen a la frontera del norte. Varias veces cuando presentía estos peligros se bajaba y una vez sorteado el riesgo, se escondía a esperar que el nuevo tren pasase, lo que tarda significativamente el viaje. Por otro lado, está la fatiga de muchos días sin beber agua y con el estómago vacío, “debes sacar fuerzas de algún lado, porque si no, todo se acaba y el gran sacrificio habrá sido en vano.” Me habla de sus sueños y metas que son enviar dinero y tener su propia tierra y trabajarla para él. Luego se hace el silencio y viene el recuerdo, la familia. Su hijo mayor de tan solo 12 años, es quien se supone es el hombre de la casa y deberá velar por su madre y sus hermanos ante su ausencia. Su meta es volver al reencuentro, junto a su familia nuevamente. Finalmente dice no temerle a la migra, como llamamos al departamento de inmigración y sus agentes, porque él es un hombre limpio, honrado y trabajador, por lo mismo no esconde su rostro, ni lo baja ante nadie y lo dice con mucho orgullo “¡no soy un criminal!”dice, en forma enérgica y poniendo mucho énfasis en esto. Para muchos quienes ignoran estas historias, las pueden ver todos los días, personificadas a diario por estos inmigrantes, que son una especie de actores anónimos de la vida, caminando por las calles de Estados Unidos. Uno nunca sabe cuántos han montado la Bestia, se han arriesgado de morir ahogados en el rio, y han sorteado los peligros geográficos de los pasos fronterizos para llegar aquí. Los podemos ver trabajando en construcción, de jardineros, lavando platos en los restaurantes, limpiado pisos o en cualquier actividad que permita sostener a los que están en sus países. Cuando alguien te cuenta su historia personal de cómo logro llegar aquí, de los peligros y sacrificios que tuvo que sortear lo hace con cierto orgullo, porque en realidad en esas condiciones no es muy fácil lograr llegar a tierras del norte. Las estadísticas dicen que el 40% del cruce de indocumentados se presenta en la frontera, entre las zonas desérticas de Sonora y Arizona. Según la oficina del censo de EE.UU. Actualmente hay 31.7 millones de hispanos en su territorio, 11.7% de su población. Dieciocho millones son de origen mexicano, que representan el 65% del total de hispanos viviendo en el país.
Cuando estos inmigrantes se deciden a cruzar fronteras y sortear peligros en busca de un mejor futuro para sus familias, aquí a diferencia de los aeropuertos las despedidas son tristes y silenciosas. No hay chequeos migratorios, ni pañuelos despidiéndote, los rostros están serios y la preocupación ronda en las caras de los familiares, porque todo es muy inseguro y la llegada a destino va a depender de muchos factores, incluyendo la suerte. Quienes eligen cruzar entre las zonas desérticas de Sonora y Arizona las estadísticas en cuanto a los peligros y a la alta tasa de mortalidad no son muy alentadoras, las cifras son cambiantes, pero altas. Por el lado mexicano se dice que más de 5 mil han fallecido en el intento en los últimos 17 años. En cambio, para la comisión de derechos humanos de México, las cifras de los fallecidos son diferentes, ya que alrededor de 10 mil indocumentados han muerto en la frontera norte de México, sólo en la zona del desierto de Arizona, durante los últimos 10 años, un promedio de 950 por año, siendo en su mayoría mexicanos, seguidos por centroamericanos, suramericanos, caribeños y asiáticos. Debido a lo peligrosa que resulta esta travesía y a la incorporación de nueva tecnología por parte de la patrulla fronteriza, las rutas tradicionales no se usan mucho, entonces buscan lugares nuevos, por donde hacer el cruce y que en ciertos casos son rutas más extenuantes y peligrosas por la geografía, de por sí difícil del desierto. Un desierto hostil, en donde la única flora son los espinosos cactus y numerosos arbustos que no dan ni siqui...

Índice

  1. 9/11 Un Antes Y Un Después
  2. América Me Sonreía
  3. Vientos De Cambio
  4. Aunque No Lo Creas Nunca Estás Solo
  5. La Educación La Mejor Inversión
  6. Eran Otros Tiempos
  7. Las Mujeres Sin Hogar
  8. A Quienes Nos Quitaron La Licencia De Conducir
  9. Los Que Se Fueron Para Siempre Y Los Que Regresaron A Su País De Origen
  10. Los Niños De Padres Deportados
  11. Los Cubanos También Son Inmigrantes
  12. Se Nos Esfumó La Primera Esperanza
  13. Cruzando Fronteras