1. Realidades y cambios en el reinado de los Reyes Católicos
A finales del siglo xv y comienzos del xvi reinan en la Corona de Castilla y Aragón los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Es un periodo de transición entre lo medieval y lo moderno y una época de cambios para la configuración peninsular y para el destino de la Monarquía Hispánica. En Europa, las monarquías comienzan un avance hacia la configuración de un sistema político más centralizado y se desarrollan las teorías políticas de un «poder absoluto», mientras que los nuevos ideales del Renacimiento y el Humanismo abren paso a un nuevo periodo histórico denominado comúnmente Edad Moderna. La España de los Reyes Católicos es una mezcla de reinos que unen sus destinos a través de un enlace dinástico y personal, que se convertiría, con el devenir de los tiempos, en una nueva realidad que sobrepasa los límites de la estructura política, social y económica de los siglos medievales.
La Península Ibérica se componía de diversos reinos: Portugal, Castilla, Aragón, Navarra y Granada. Con el acceso al trono de los Reyes Católicos esta realidad se vería transformada por la unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón, la conquista de Granada, en 1492; la anexión de Navarra, en 1512, y la política matrimonial con el reino lusitano, que sentaría las bases de una estrecha relación entre Portugal y la monarquía de los Reyes Católicos. Las transformaciones que se sucedieron durante y después de su reinado no pasaron desapercibidas para los coetáneos. Lucio Marineo Sículo, un humanista de la corte y testigo de los acontecimientos, se hacía eco de la acogida popular de los reyes: «Comprendemos y nos consta», dice, «que tuvo Dios especial cuidado y providencia de conservar y ayuntar a estos Católicos príncipes, para que socorriesen y remediasen las cosas de España, que se iban a perder, y para resistir y castigar a los enemigos de la fe católica».
¿Cómo estaba la Península antes del acceso al trono de Isabel y Fernando? ¿Qué cambios introdujeron?
Sólo hace falta observar el panorama peninsular antes de su reinado para comprender la voluntad de gobierno de los jóvenes príncipes; una voluntad de gobierno conjunto, aunque con la intencionalidad de preservar la pluralidad de los reinos que habían conseguido unir bajo una misma fe y una misma Corona.
Portugal había consolidado su independencia desde su enfrentamiento con Castilla y la victoria de los portugueses en Aljubarrota a finales del siglo xiv. Con ello, se pusieron fin a las pretensiones castellanas sobre el reino de Portugal y accedía al trono la dinastía portuguesa de los Avis. Portugal se concentró en su expansión marítima por las costas africanas y asiáticas y, aunque participó en la guerra civil castellana, a partir del reinado de los Católicos, se estrecharon las alianzas matrimoniales entre las familias reales y se firmaron acuerdos que garantizaban el respeto mutuo en las acciones exteriores.
Claros varones de Castilla del cronista Hernando del Pulgar, publicado en 1486. Los escritos de la época tendieron a ensalzar la obra de los Reyes Católicos y contribuyeron a fomentar la imagen de «mito» de los monarcas a lo largo de los siglos xvi y xvii.
La Corona de Castilla, a finales del siglo xv, tenía una mejor situación económica y demográfica respecto al resto de los reinos peninsulares. Era una sociedad dinámica y emprendedora que había concentrado sus esfuerzos en el comercio de la lana y la exportación a otros países como Inglaterra y Flandes a través de los puertos del Cantábrico. Existía una actividad comercial floreciente que se sustentaba en el desarrollo de la Mesta y de la industria naval y potenciada por las famosas ferias de Medina del Campo, así como las de Rioseco y Villalón. Atrás quedaba la Reconquista, que había configurado el espíritu caballeresco y heroico de los siglos medievales y que es la razón del carácter de su sociedad, eminentemente aristocrática e impregnada de valores religiosos. Castilla, sin embargo, todavía tenía que hacer frente a las luchas faccionales de la nobleza y fortalecer el poder y la autoridad de la monarquía.
Retrato de Isabel la Católica, fines del siglo xv, Cartuja de Miraflores. La Corona de Castilla tenía un mayor índice demográfico y era más dinámica económicamente, aunque continuaban las luchas internas entre la Monarquía y la nobleza.
La Corona de Aragón –formada por los reinos de Cataluña, Aragón, Valencia, Mallorca y los territorios italianos de Sicilia y Cerdeña– había pasado su época de esplendor entre fines del siglo xiii y fines del xiv. Era una sociedad expansiva y comercial que se regía por parámetros más «burgueses» que aristocráticos. En estos reinos se había consolidado una concepción política basada en la idea de pacto y poseían un mayor desarrollo de las instituciones representativas, fruto de su experiencia en la administración de otros reinos en el Mediterráneo. Sin embargo, el siglo xv supuso una ruptura en su evolución económica, social y política. A mediados de siglo, se evidencia una crisis económica y comercial, sobre todo marcada por el declive de Cataluña y a pesar del dinamismo que comenzaba a despuntar en el reino valenciano. La crisis catalana atiende a diversos factores: a las pestes que asolaron el territorio de forma continuada y que provocaron grandes catástrofes en el medio rural, que se agravaba por las luchas contra el poder feudal; el declive de la actividad comercial y la crisis urbana por el enfrentamiento entre los dos partidos que luchaban por el control del poder municipal, la Biga y la Busca, y por su preeminencia frente a la monarquía. Todo ello desencadenaría una guerra civil que dio comienzo en 1462 y terminaría diez años después.
Retrato de Fernando el Católico, hacia 1500. Fernando se convirtió en el heredero de la Corona de Aragón a la muerte de su hermanastro Carlos, príncipe de Viana, en 1461. Es un momento de crisis y de guerra civil en Cataluña.
Navarra estaba ligada a la Corona de Aragón por lazos dinásticos, aunque no toda la sociedad apoyaba la presencia catalano-aragonesa. La sucesión al trono a la muerte de la reina, mujer de Juan II de Aragón, se complicó por los conflictos entre el monarca y su primogénito, el príncipe de Viana, y por la oposición de parte de los navarros, que volvieron sus ojos a Castilla. El trono recayó, por voluntad del rey, en su hija Leonor e incluso pretendió nombrar como sucesor de la Corona de Aragón a su otro hijo, Fernando, el futuro Fernando el Católico, eludiendo la línea de sucesión legítima. Las hostilidades entre la familia real tuvieron repercusiones políticas en los demás reinos, ya que la Generalitat de Cataluña apoyó los derechos del primogénito y el rey tuvo que ceder. Aunque se reconoció a Carlos, príncipe de Viana, como heredero de la Corona, su muerte prematura dejó el camino libre a su hermanastro, Fernando. De esta forma accedía al trono Fernando el Católico.
Medalla de Fernando el Católico, Institución Fernando el Católico, 1952. La Corona de Aragón, a mediados del siglo xv, sufría una crisis política, social y económica, pero seguía vigente el sistema pactista de sus leyes e instituciones.
El reino de Granada era el último territorio que no había sucumbido a la Reconquista. Todavía dominado por el poder musulmán, conservaba su independencia, aunque debía pagar un tributo a la Corona castellana, que ayudaba a perpetuar el equilibrio entre la civilización islámica y la cristiana. Las ofensivas por parte de la nobleza andaluza en las zonas fronterizas habían sido una constante durante siglos, pero fue sólo a partir de los Reyes Católicos cuando la Corona inició un asedio constante y se desarrolló la voluntad de conquista para hacer prevalecer la unidad religiosa peninsular. La conquista de Granada, en 1492, marca el fin de una época que había comenzado en el siglo viii con la invasión de los musulmanes y que había provocado, al mismo tiempo, la acción reconquistadora de los territorios ocupados. La monarquía de los Reyes Católicos se alzaba como adalid de la lucha contra el Islam que, por aquellas fechas, amenazaba al Occidente europeo.
El matrimonio de los Reyes Católicos abrió el camino hacia la unidad peninsular. Se unieron bajo la dinastía Trastámara la Corona de Castilla y la de Aragón, pero, además, se anexionó el reino de Navarra, primero, a Aragón, y posteriormente, a Castilla; se terminó con el poderío musulmán, se dio fin a la Reconquista y se mantuvieron las relaciones con Portugal. Castilla empezaba su hegemonía, y se unían los destinos de las dos Coronas bajo los presupuestos de una unidad dinástica y personal, sustentada por los ideales de la pluralidad y respeto a los fueros y costumbres de los diferentes territorios. Con el tiempo, se formaría una nueva realidad: la Monarquía Hispánica de los siglos xvi y xvii, que incluía no sólo lo...