Grandeza, miseria y agonía del PCE
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Grandeza, miseria y agonía del PCE

1939 - 1985

  1. 1,136 páginas
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Grandeza, miseria y agonía del PCE

1939 - 1985

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Hace tres décadas, Gregorio Morán daba a la imprenta un libro singular, Miseria y grandeza del Partido Comunista de España (1939-1985), una descarnada radiografía del PCE que arrancaba con la derrota en el mes más cruel de 1939, y llegaba hasta aquel presente. Un presente que tocó los cielos otro mes de abril, de 1977, cuando la legalización del PCE "el partido con mayor implantación social, prestigio y autoridad" invitaba a la esperanza a una España que recién acababa de enterrar al dictador. Pero, ay, aquellos a quienes los dioses aman, se pierden. Y después del suicidio del PCE, se procedió al reparto de sus despojos.En una nueva edición revisada, vuelve a las librerías un libro lúcido y desencantado, la más completa, brillante y polémica historia de Partido Comunista de España: un relato de héroes y villanos, de grandes figuras y de militantes desconocidos, una historia, a la postre, de épicos éxitos y sonoros fracasos."

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Información

Año
2018
ISBN
9788446043126
Categoría
Historia
Capítulo 1
Y ante el tránsito ciego de la noche
huyen hacia el oriente,
dueños del sortilegio,
conocedores del fuego originario,
la pira donde el fénix muere y nace.
L. Cernuda, Como quien espera el alba
LOS DIRIGENTES SE VAN LEJOS
Primero fue la derrota y luego vino todo lo demás. Porque esta historia comienza el día primero de abril de 1939, mientras se repetía por radios y paredes el último parte de guerra firmado por el general Franco, leído por el actor Fernández de Córdoba –especialista en Calderón de la Barca–: «Cautivo y desarmado el ejército rojo…». Nacía un nuevo régimen y los vencidos se sumían en el caos.
Tres años de guerra civil destruyeron familias, fortunas y vidas; es lógico que los partidos también salieran de ella descompuestos y algunos agonizantes. Llevaban muchos meses estudiando paliativos al desastre que se avecinaba. Los comunistas y sus abundantes compañeros de viaje, con fe en no se sabe qué, se mantienen en sus puestos, con excepciones de menor cuantía, y el final bélico los coge apelotonados en la zona de Levante. Allí está la dirección, la base, los cuadros medios. Prácticamente todos los efectivos comunistas, militares y políticos, se concentran en la zona levantina, salvo algunos suertudos que no han vuelto desde que se perdió Cataluña y se quedaron en Francia: Santiago Carrillo, Francisco Antón, Luis Cabo Giorla…
Pronto se irán los dirigentes y se quedarán para sustituirlos un puñado de hombres y mujeres que tratarán de ordenar el caos. A ellos especialmente está dedicado este capítulo. Son los que mostrarán su voluntad cuando todo está perdido y contra todo pronóstico pensaron que podían cambiar el curso de la historia y derribar la dictadura. Por el hecho de que hayan dejado sus vidas en el empeño, pese a lo cual no movieron siquiera esa historia que pensaban cambiar, no se merecen la crueldad del olvido.
A ellos se dirige este modesto homenaje del recuerdo: a Matilde Landa, a Enrique Sánchez, a los llamados Heriberto Quiñones y José Wajsblum, a Jesús Monzón y a Cristino García, a Trilla y a los innumerables etcéteras, tan llenos de vida ayer como llenos de olvido hoy. Lo escribió César Vallejo y puede servir para definirlos:
¿Batallas? ¡No! Pasiones. Y pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,
¡de dolores de pueblos con esperanzas de hombres!
* * *
A partir del 10 de marzo (1939), cinco días después del golpe del coronel Casado, la dirección del PCE empieza una atropellada marcha del territorio nacional. Lo hacen con lo puesto y una libra esterlina que va dando a cada uno el tesorero Delicado; no tienen documentación correcta, ni saben exactamente hacia dónde van; ni siquiera los pilotos están preparados: todo es improvisación.
El partido de la mítica organización leninista se muestra chapucero y torpe. El golpe de Casado no ha hecho más que incrementar la incompetencia y la falta de previsión del aparato del PCE y de los dirigentes de la Internacional Comunista (IC) en España. Fuera de los eslóganes sobre la resistencia a ultranza y el esquema dogmático, según el cual «la casa[1] se ocupará de todo» o «lo tiene todo previsto», es posible que tampoco ellos tuvieran ni idea de cómo terminar la guerra si Casado no hubiera favorecido un final precipitado. Nada previsto, nada pensado, ninguna iniciativa, exceptuando las de Togliatti para hacer menos costosa la fuga. Solo queda el «sálvese quien pueda» y en muchos casos rompiendo el tópico del escalafón; porque en la fuga no se tuvo en cuenta rigurosamente el nivel jerárquico del PC, sino que se fueron a la española, «marica el último».
Cinco meses, cinco, van a dar de sí todo lo necesario para concentrar el caos, la irresponsabilidad y la incompetencia del estado mayor del PCE. Son los cinco meses que median entre el fin de la guerra civil y el comienzo de la conflagración mundial: de abril a septiembre de 1939. Cada dirigente comunista ha terminado la guerra como ha podido, sin plan alguno, en una improvisación perpetua. Han ido recalando en Francia, unos directamente, y la mayoría tras rebotar en África del Norte.
Es verdad que en un estudio comparativo, el PCE, como partido, es el que ofrece un balance menos pesimista. Mientras los demás salen del país llevando encima no solo la derrota, sino el fraccionamiento y en algunos casos hasta las semillas de su disolución, en el PCE hay una curiosa sensación de vivir en el limbo; nada existe antes que les haga reflexionar y nada hay después que les obligue a tomar medidas para el futuro. Sencillamente, llegan a Francia y allí, en seleccionados grupos, van saliendo hacia «la casa», nunca mejor dicho, donde se sentarán en espera de instrucciones. En espera de que la IC decida el sentido de sus vidas y de su política, como un batallón más del gran ejército de la revolución, aunque en su caso se trate más bien de un ejército de sombras.
Las primeras reflexiones autocríticas, con orientaciones de futuro, llevan las firmas de Pedro Checa y Joan Comorera, responsable de organización del PCE y secretario general de los comunistas catalanes, respectivamente. Hay otro informe anónimo que, por su estilo y el tono, cabría ubicar entre la cabeza de la IC para los temas españoles: el italiano Togliatti o el búlgaro Stepanov[2]. Posiblemente sea del primero, porque hay un pálpito de actualidad en el tema de la guerra española y Togliatti fue el último en salir de España, con Checa, el 21 de marzo de 1939. Además, en este interesante informe, titulado Resolución del Buró Político del PCE, se encuentran líneas de trabajo genuinamente togliattianas.
Este documento, que atribuyo a Togliatti, pretende ser un esquema bastante minucioso de Resolución para pasarlo a la firma de los miembros del Buró Político (BP) español. En él se hace un somero balance y unas detalladas reflexiones sobre el futuro. Un elemento accesorio que convierte en excepcional el interés de este proyecto de Resolución es que lleva anexo notas manuscritas del secretario general del PCE, José Díaz, con su caligrafía torpe y su fonética andaluza trasladada al papel –escribe ciertas con s de Sevilla–. ¿Cuál es la posición de la IC, o de Togliatti, cuando redacta esta resolución el 8 de julio de 1939, y cuál la reacción de los protagonistas españoles?
En la Resolución, que nunca se hará pública, hay dos tipos de análisis y de medidas que tomar: los políticos y los organizativos. En el terreno político se trata de un intento de acercarse a la realidad y de ofrecer alternativas pegadas al terreno, que el PCE rechazará de plano. Por ejemplo, la consideración de que se abre «un periodo más o menos largo de descenso del movimiento obrero revolucio­nario»[3] a causa de la victoria de Franco, lo que, a pesar de su obviedad, no fue tenido en cuenta y siguieron pensando en la inminente caída del régimen. Por lo tanto, según escribe presuntamente Togliatti, hay que pensar en ir hacia una Alianza Nacional, que es un frente de toda la oposición a Franco (…), siendo más amplio que el viejo Frente Popular. Idea precursora de la futura Unión Nacional, que causa sorpresa enunciada en los difíciles tiempos del verano de 1939, víspera del pacto germano-soviético. Rechaza este proyecto de Resolución las tentaciones de los actos de terror individual; una inclinación en la que chapoteará el PCE hasta finales de los cuarenta.
Lo más llamativo es la taxativa recomendación, que se aplicará tras muchas reticencias quince años más tarde y que no tendrá frutos hasta cinco después, según la cual es necesario que los comunistas y obreros revolucionarios ingresen en las organizaciones de masas creadas por el fascismo, con el fin de utilizar las posibilidades legales que ellas ofrecen para mantener el contacto con las masas… Esta audacia táctica, que sería desestimada por los españoles hasta los años cincuenta, estaba entre las convicciones de Togliatti, como lo demuestran sus conferencias sobre la situación italiana dadas en la Escuela Leninista de Moscú en los primeros meses de 1935[4].
Mucho se hubiera avanzado en el PCE de haberse adoptado entonces estas tres recomendaciones, sugeridas para que las aceptaran en la primera resolución del BP después de la guerra: Alianza Nacional, trabajo en los sindicatos falangistas y rechazo del terrorismo individual. Las tres ideas van a ser marginadas del documento final que redactaría Checa bajo la supervisión de Pepe Díaz.
También en el terreno interno aparecen dos ideas luz de Togliatti: la corrupción introducida en el PCE por su participación en el gobierno republicano y la influencia de los masones afiliados al PC. Con el lenguaje elíptico que caracteriza a Togliatti, se refiere a la corrupción de los cuadros dirigentes, como las costumbres que algunos camaradas pueden haber contraído por la estancia en el poder, resaltándola y exhortando a estar atentos ante el peligro y las consecuencias. Es más explícito respecto al tema masón, en el que ofrece incluso una vía pragmática para abordarlo, partiendo de la evidencia de que durante la guerra han ingresado en el partido muchos masones. Togliatti no es partidario de purgarlos, sino de expulsar solo a los que han demostrado ser elementos de descomposición de nuestras filas, dejando a los que han roto toda ligazón con la masonería. No obstante, en el interior de España, es decir, en la clandestinidad, se tendrá un criterio más amplio cuando se trate de elementos que trabajan activamente para organizar la lucha contra Franco. Esta obsesión de Togliatti por la masonería, que aparece como leitmotiv en sus informes a la IC durante la guerra[5], está aún por estudiar en su doble sentido: si se trataba de una imagen creada por el estalinismo, parecida a la que Franco elaboró al aunar «masonería y comunismo», o si se trató de algo real.
Donde el proyecto de resolución va a ser puntualmente seguido es en el aspecto más discutible, es decir, en el organizativo, donde se proponen varias medidas. La primera, la formación de un secretariado de no más de 5, que vivirán fuera de España, y la segunda, reorganizar el Comité Central, que se ha convertido en algo no operativo a causa de su número (25 miembros efectivos y 45 candidatos o suplentes). Ni por su número, así como por su composición, corresponde a la situación y tareas de hoy. Se debe crear un nuevo Comité Central, «designado por los miembros del viejo y algunos otros cuadros del partido».
El informe interno de Checa, que soslayará todos los aspectos políticos, será muy fiel a estas recomendaciones del proyecto de Resolución, colocándolas en lugar preferente: El primer problema que se plantea en el momento actual es el de la «reorganización de la dirección del partido» (subrayado en el original). Con lo que hace de la organización el motor y principal cuestión por resolver, y añade, en una consideración derivada de su visión organizativista de la política, que ya en los últimos tiempos de la guerra se notaban muchas dificultades en la dirección y se estaba preparando su renovación. En el momento actual esta se impone. A lo largo de las 15 páginas de que consta este documento se hace un blando análisis de la quiebra producida tras la sublevación de Casado y de la derrota que la sigue.
Checa traslada a su lenguaje la recomendación togliattiana sobre la corrupción, pretendiendo hacerla digerible. El cambio de la situación, el brusco paso del partido de la participación en el poder a la ilegalidad completa en el país y en la emigración[6], exigen una acción rápida y eficaz para cambiar radicalmente los métodos de trabajo de la dirección y de todos los cuadros del partido y la lucha por la simplicidad y modestia revolucionaria, contra las costumbres que algunos camaradas pueden haber contraído por la estancia en el poder. La cita es aplastante y revela por una parte la honestidad revolucionaria de Checa, además de la puritana obsesión, por lo demás evidente, de que el poder corrompe siempre.
El brusco paso, por utilizar la incorrecta terminología de Checa, debe ligarse más a su propia conciencia y la de los cuadros políticos del partido que a la realidad, pues desde los prolegómenos del golpe de Casado había que estar muy ciego o ser muy ignorante para no pensar que la derrota era inminente. Pero ya fuera en la conciencia, en la realidad, o en ambas cosas, ¿cómo afectó ese brusco paso a la dirección del PCE?
Antes de agosto, es decir, antes del pacto germano-soviético, que tantas consecuencias tendrá para el PCE en su estructura organizativa, ya habían enviado a la Unión Soviética a 350 cuadros del partido. El éxodo hacia la URSS se inició casi simultáneamente a su llegada a Francia y a la derrota republicana. En otro de los informes sobre la estrategia que seguir tras la quiebra, escrito por el líder del PSUC[7] Joan Comorera, y redactado por aquellas fechas, se dice refiriéndose a los exiliados que no tienen trabajo en Francia, ni pueden volver al interior, que deben venir a la URSS, sea cual sea su número, para completar su formación. Pues Comorera, quizá algo más audaz y ambicioso que el resto de sus colegas, tiene planes para los cuadros militares del partido, que deben ser empleados lo más rápidamente posible en las guerrillas dentro de nuestro territorio y en la lucha antifascista, en los lugares adecuados.
La adecuación, según Comorera, era un concepto tan laxo como China, que para él ha de ser una de nuestras escuelas de entrenamiento y de lucha. Allí se podrán formar buenos guerrilleros. El secretario general del PSUC escribe esto en mayo de 1939, en plena guerra chino-japonesa, en un momento de ascenso del PC chino, que ha pasado de los 40.000 militantes de 1937 a 800.000; Mao Tse Tung reside en Yenan y mantiene complicadas relaciones con el Kuomitang del derechista Chang Kai-shek, creando «zonas liberadas», mientras se pregunta: ¿qué revolución estamos realizando ahora? Y se responde: estamos llevando a cabo una revolución democrático-burguesa y nada de lo que hacemos rebasa ese marco[8]. Resulta difícil comprender las ideas de Comorera tras la experiencia de la guerra civil española. Estas sugerencias guerrilleras con los chinos leídas hoy son insensatas. Imaginarse a los catalanes combatiendo en China y adaptándose a la vida del campesino chino ronda la paranoia.
No menos curioso es el otro lugar adecuado, según Comorera, para la formación militar de los españoles, Abisinia, porque allí heriremos en uno de los puntos más sensibles al fascismo italiano. Creo que yendo más lejos de la pura anécdota, por lo demás muy significativa, hay que pensar que Comorera refleja en este documento el despiste, la falta de eje político...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. Dedicatoria
  5. Breve introducción a la edición de 2017
  6. Prólogo (1986)
  7. PRIMERA PARTE. AÑOS REVUELTOS (1939-1945)
  8. Capítulo 1
  9. Capítulo 2
  10. Capítulo 3
  11. Capítulo 4
  12. Capítulo 5
  13. SEGUNDA PARTE. REFLEJOS Y SOMBRAS DEL FINAL DE LA ERA ESTALINISTA (1945-1955)
  14. Capítulo 6
  15. Capítulo 7
  16. Capítulo 8
  17. Capítulo 9
  18. Capítulo 10
  19. TERCERA PARTE. EL REINO DE LA VOLUNTAD (1956-1964)
  20. Capítulo 11
  21. Capítulo 12
  22. Capítulo 13
  23. Capítulo 14
  24. CUARTA PARTE. LA DÉCADA PRODIGIOSA DE SANTIAGO CARRILLO (1965-1975)
  25. Capítulo 15
  26. Capítulo 16
  27. Capítulo 17
  28. Capítulo 18
  29. Capítulo 19
  30. QUINTA PARTE. LA HORA DE LA VERDAD (1976-1985)
  31. Capítulo 20
  32. Capítulo 21
  33. Capítulo 22
  34. Capítulo 23
  35. Capítulo 24