Qué hacemos con la literatura
  1. 64 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Qué hacemos para construir un discurso disidente y transformador con aquello que hoy sirve para enmascarar la realidad y transmitir ideología: la literatura. La pregunta podría ser: ¿para qué sirve la literatura? Aunque quizás sería mejor: ¿a quién sirve la literatura? Frente a la concepción idealista de una literatura autónoma y al margen de las relaciones históricas, los autores afirman que no existe una escritura inocente, que toda literatura, incluso la más evasiva (quizás esta más que ninguna) contiene ideología. Para ello analizan el lugar de la literatura en el capitalismo, de qué manera puede servir para enmascarar la realidad, para velar las relaciones de dominación. Y desde ahí dar la vuelta al argumento, y pensar en una escritura que en vez de ocultar sirva para desvelar esas relaciones, y transformarlas. Una apuesta por la lectura crítica, consciente y disidente, frente al lector convertido en cliente por el mercado literario.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Qué hacemos con la literatura de David Becerra Mayor, Raquel Arias Careaga, Julio Rodríguez Puértolas, Marta Sanz en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Crítica literaria. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2013
ISBN
9788446039006
Edición
1
Categoría
Literatura
III. Qué hacer
Ante el panorama descrito, ciertamente desolador, tratar de ofrecer una respuesta a una pregunta en la que inevitablemente resuenan ecos leninistas no parece una tarea fácil. Y aunque a alguno de quien esto escribe se le ha tachado en cierta ocasión, en un diario madrileño, independiente y de la mañana, de inquisidor y de estalinista, no entra en nuestra planificación literaria realizar un escrutinio en el que echar a las llamas todos aquellos libros que hayan contribuido a la construcción de la sociedad capitalista, como tampoco se pretende en estas líneas enviar a un gulag al conjunto de novelistas y poetas que con su literatura, pretenciosamente pura e inocente, operan como aparatos privilegiados de la transmisión y legitimación ideológica del capitalismo. Ni siquiera entra en nuestros planes dejar de leer.
Más bien habría que volver a leer. Pero antes habría que redefinir el concepto de lectura, añadiendo a su significado un componente de crítica para, de este modo, empezar a leer críticamente nuestra tradición literaria. Leer críticamente parece una tautología, ya que la definición de lectura debería contener de forma intrínseca que el ejercicio de lectura tendría que ser siempre crítico y, si no lo fuera, debería llamarse de otra forma; pero bien parece que lectura no acepta más acepción que la del acto de pasar los ojos sobre las hojas. Leer críticamente significa saber quién escribe, para quién escribe y desde dónde escribe. Y, sobre todo, ser consciente de que la literatura no se encuentra en los márgenes de las estructuras sociales e históricas, sino que es una instancia más de la producción y reproducción ideológicas. Debemos reivindicar una lectura otra de los textos que forman parte de lo que se ha convenido denominar el canon literario. La crítica literaria es responsable de la concepción idealista que se suele tener de la literatura y, por ello, desde los espacios académicos y universitarios, es preciso que nos enfrentemos ideológicamente contra quienes nos imponen una visión de lo literario totalmente desgajada de su historicidad. Solamente con una lectura crítica –y materialista– de nuestra tradición literaria seremos capaces de entender qué es realmente la literatura: para qué sirve y a quién sirve.
Pero, ¿y desde la escritura? ¿Es posible escribir una literatura disidente, una literatura que no sirva a los intereses de la clase dominante capitalista y que pueda contribuir a la transformación social? Para responder a esta pregunta, sin duda compleja, tal vez sería necesario establecer, previamente, una teoría de la ideología. Aunque no es nuestra pretensión hacerlo aquí –resulta inviable desarrollarlo en estas páginas–, antes de proseguir será necesario fijar dos cuestiones para evitar malentendidos. Si, como se ha dicho anteriormente, la literatura es un aparato de transmisión y legitimación ideológica (y se entiende que lo será de la ideología dominante, que, como dijeran Marx y Engels, es siempre la ideología de la clase dominante) (Marx y Engels, 1974: 78), esta proposición aniquilaría de inmediato cualquier posibilidad de que desde la literatura pudiera lanzarse un mensaje disidente con el que enfrentarse al capitalismo. No habría salida. Sería inconcebible una literatura crítica que se pudiera colar por las rendijas de la ideología dominante y pudiera introducir una mirada correctora que incidiera en la conciencia individual para cambiar comportamientos colectivos.
Por ello, hay que introducir un matiz a la frase de Engels y Marx, tantas veces repetida como tergiversada, añadiendo que la ideología nunca se presenta de forma pura, incluyendo en su interior solamente la visión del mundo que una clase social concreta –en este caso, la burguesa dominante– quiere imponer al conjunto de sujetos a los que interpela. Al contrario, en el interior de la ideología se detecta la lucha de clases, se dan cita las contradicciones históricas entre los distintos modos de producción en lucha en una coyuntura histórica específica (Pêcheux, 2004). El hecho de que en el interior de la ideología se localicen las contradicciones históricas, posibilita la existencia de una literatura disidente: porque mientras exista la lucha de clases, en el interior de la ideología se detectarán asimismo elementos residuales, emergentes y, por supuesto también, dominantes (Williams, 2009).
Sin embargo, hoy más que nunca, tenemos un problema. Resulta ciertamente complicado producir un discurso disidente en un momento histórico en el cual el capitalismo muestra su rostro más totalizador y parece haber conquistado todos los espacios para el ejercicio de la libertad. Debido a que nos encontramos en una coyuntura en que la correlación de fuerzas se presenta en su forma más asimétrica y todos estamos penetrados por la ideología capitalista –y que la metáfora se interprete como se quiera–, hay que realizar un sobreesfuerzo para ser conscientes y producir un discurso contrahegemónico.
La literatura, como se ha dicho, tiene un gran poder de legitimación social y, a causa de ello, desempeñó un papel fundamental en el ascenso al poder de la burguesía. Por esta razón no sólo no hay que desmerecer su potencial, sino que además, desde la izquierda, tendremos que reivindicar la presencia en el debate social de una literatura que pretenda desenmascarar el radical funcionamiento del capitalismo y mostrar los mecanismos ideológicos que nos conducen a aceptar nuestra explotación. Porque, como señala el ensayo que coordina el escritor y crítico literario Matías Escalera Cordero, titulado La (re)conquista de la realidad, «hay una literatura que oculta y huye de lo real, y otra que desvela las condiciones y reglas que rigen nuestras vidas –reales–» (Escalera Cordero, 2007). Las obras literarias que tengan entre sus objetivos arrancarle el velo ideológico que impide al lector reconocer la realidad, se encuentran, de inmediato, con una serie de problemas que se han de apuntar seguidamente para tratar de resolver o de anunciar alguna respuesta.
La primera cuestión que es obligado plantearse a la hora de crear un discurso disidente tiene que ver con el espacio productivo, es decir, desde dónde se ha de producir esa literatura otra: ¿es posible hacerlo desde dentro del sistema o es preciso construir un afuera? ¿Deja el sistema que en su interior se produzcan voces críticas que tengan por objetivo el aniquilamiento del propio sistema? Los teóricos de la posmodernidad responderán, sin dudarlo un instante, de forma afirmativa, alegando que los rasgos ofensivos del objeto artístico serán absorbidos por el propio sistema, neutralizando de inmediato su poder subversivo. El capitalismo avanzado desactivará toda voz disidente del discurso una vez que este sea insertado en la lógica del sistema: en cuanto se convierte en mercancía, pierde todo su potencial transformador (Jameson, 1991: 17ss). Por lo tanto, según este planteamiento, el sistema permite la disidencia en su interior porque su actuación garantiza la pervivencia –o la inviolabilidad– del mismo sistema. Tal vez por este motivo el historiador marxista británico E. P. Thompson opina que los socialistas no deben someterse a actuar en el interior del sistema, sino crear un afuera que les permita producir un discurso contrahegemónico con todas las libertades garantizadas. Estas son sus palabras:
Lo que los socialistas no deben nunca hacer es permitirse depender enteramente de instituciones establecidas: casas editoras, medios de comunicación comerciales, universidades, fundaciones. No quiero decir que todas estas instituciones sean represivas: desde luego pueden hacerse en ellas muchas cosas positivas. Pero los intelectuales socialistas deben ocupar un territorio que sea, sin condiciones, suyo: sus propias revistas, sus propios centros teóricos y prácticos; lugares donde nadie trabaje para que le concedan títulos o cátedras, sino para la transformación de la sociedad; lugares donde sea dura la crítica y la autocrítica, pero también de ayuda mutua e intercambio de conocimientos teóricos y prácticos, lugares que prefiguren en cierto modo la sociedad del futuro (Thompson, 1979: 318).
Las reticencias de Thompson para ocupar espacios en el interior del sistema no son, sin embargo, compartidas por todos los sectores de la izquierda y hay quien sostiene que el sistema se puede dinamitar desde dentro. El grupo portorriqueño de música urbana Calle 13 incluye en su disco Entren los que quieran (2010) una canción titulada «Calma Pueblo» en la que, precisamente, se reflexiona sobre el potencial revolucionario que tiene trabajar en el interior del sistema. Suenan del siguiente modo unos versos centrales de la canción:
Yo uso al enemigo, a mí nadie me controla,
le tiro duro a los gringos y me auspicia Coca-Cola.
De la canasta de frutas, soy la única podrida:
Adidas no me usa, yo estoy usando Adidas.
Mientras bregue diferente, por la salida entro,
me infiltro en el sistema y exploto desde adentro.
Todo lo que les digo es como el Aikido:
uso a mi favor la fuerza del enemigo.
Pongamos el texto en antecedentes. Las letras de Calle 13 tienen un fuerte carácter subversivo, radical, antiimperialista y nuestramericano[1] (escúchese, por ejemplo, «Querido FBI» o «Latinoamérica»); sin embargo, llama poderosamente la atención que el grupo esté patrocinado por la marca deportiva Adidas, como se apunta en el último verso de la primera estrofa citada, y que, del mismo modo, una famosa marca multinacional de refrescos contactara con Calle 13 para grabar un anuncio publicitario, y que ellos aceptaran bajo la condición de que el guión corriera por su cuenta. El anuncio, que finalmente no fue emitido, mostraba, según relata René Pérez, cantante de Calle 13, en la edición argentina de Rolling Stones, cómo «un tipo me ve tomando una Coca-Cola y me dice: “Y tú tirándole a los gringos y tomando Coca-Cola”. Y yo entonces le respondo: “Es que yo no le tiro a los gringos, yo me los trago y los escupo (y escupía el refresco). Y también hago gárgaras con ellos (y hacía gárgaras con el refresco). Y cuando no hay agua y tengo sed, aunque me haga daño, tomo Coca-Cola. ¿Tú no?”».
Ante esto no podemos sino formularnos las siguientes preguntas: ¿se establece una relación de complicidad de Calle 13 con el sistema o, por el contrario, Calle 13 se sirve de los aparatos del propio sistema para transmitir su mensaje subversivo? Y seguidamente: el hecho de que el mensaje subversivo circule por los canales de distribución del propio sistema, ¿no neutraliza automáticamente el mensaje? En opinión de Calle 13 bien parece que no. Como dicen los versos citados, son ellos los que usan al sistema y no al contrario («Adidas no me usa, yo estoy usando Adidas»): Calle 13, según se apunta en estos versos, se aprovecha de la visibilidad que el propio sistema le concede para cargar contra el propio sistema («uso a mi favor las fuerzas del enemigo»). Infiltrados en el sistema actúan como kamikazes discursivos, haciendo explotar desde dentro sus versos disidentes. Y, en cualquier caso, insisten, si existiera neutralización, sería la del enemigo (de ahí la referencia al aikido japonés, es decir, la neutralización del adversario por medio de la humillación, sin provocarle daño físico). Pero se les podrá argüir que, en realidad, al sistema –representado en este caso por Adidas– no le interesa lo más mínimo el contenido de sus letras, si estas –sean disidentes o no– les ayudan a vender zapatillas, que, dicho sea de paso, se cosen en condiciones esclavistas en países del llamado Tercer Mundo. O del Cuarto.
Entonces, ¿desde dónde producir una literatura revolucionaria?, ¿desde el afuera del sistema o desde su adentro? ¿Cuál de las dos estrategias resulta más eficaz para la lucha ideológica? Aunque tal vez la primera pregunta que habría que formularse es: ¿existe la posibilidad de crear un afuera en un momento histórico en que el capitalismo avanzado presenta su forma más totalizadora y parece abarcarlo todo? ¿Hay posibilidad de trabajar en sus márgenes? Seguramente sí, aunque resulta difícil evaluar su efectividad. Por este motivo creemos que, en una situación en que la correlación de fuerzas es tan desfavorable para nuestros intereses de clase, no hay que despreciar en absoluto las mínimas opciones que se nos presentan para ocupar espacios en el interior del sistema, pero sin nunca dejar de labrar ese afuera del que nos hablaba Thompson. Para acceder al interior, hay que diseñar una estrategia que permita al escritor actuar con eficacia, como señala la novelista Belén Gopegui (2007: 63):
[…] siempre pagando peajes, disimulando, poniendo un poco de complejidad formal o un poco de ironía o un poco de sentimentalismo para que el caballo [de Troya] tenga pinta de caballo o para que el capitalista piense que será más alto el beneficio obtenido que la cantidad de sabotaje que la novela o la película puedan contener.
La novela funcionaría, de este modo y siguiendo el planteamiento de Gopegui, como el artilugio utilizado por los griegos para acceder a la ciudad sitiada de Troya. El caballo artificial debe parecer un caballo de verdad para no levantar sospechas, como la literatura subversiva y disidente debe mantener asimismo la apariencia de literatura que el sistema asume como propia; por ello, debe compartir algunos de los ingredientes esenciales que la literatura dominante contiene –como si de ocultos soldados se tratara– como son los señalados por la escritora madrileña: complejidad formal, ironía, sentimentalismo, etcétera.
En este sentido, su última novela, Acceso no autorizado, publica...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. Presentación
  5. I. Cómo hemos llegado hasta aquí
  6. II. Qué nos pasa
  7. III. Qué hacer
  8. Bibliografía
  9. Otros títulos