Pedro Poveda Hombre de Dios

Hombre de Dios

Mª Dolores Gómez Molleda

• Editorial: Narcea Ediciones
• Año: 2016
• ISBN:
  9788427722118
• Edición: 1
• Categoría: Teología y religión
• Categoría: Denominaciones cristianas

La semblanza interior de un hombre profundamente unido a Dios, libre bajo la soberanía del espíritu y atento a las necesidades de sus contemporáneos. Pedro Poveda buscaba, sencillamente, una forma de vivir lo 'sacro' en lo desacralizado y profano, al modo de los primeros cristianos. Su figura y su obra constituyen una renovación y una pauta para la presencia evangelizadora de los creyentes en la sociedad actual.

IV. DA SANGRE Y RECIBIRÁS ESPÍRITU

«Jamás podremos formamos exactamente una conciencia adecuada del gran don que nos ha hecho el Señor con el sacerdocio –escribía el entonces cardenal Montini en una alocución al clero de Milán–, pero la búsqueda inagotable de lo que somos en virtud del sacerdocio, es uno de los aspectos admirables y fecundos del sacerdocio mismo»24.

Para comprender la vida interior de Pedro Poveda tendríamos que intentar esta «búsqueda inagotable» a que aludía Pablo VI al referirse al alma sacerdotal. Particularmente el aspecto que pudiéramos llamar sacrificial, de unión del sacerdote con el misterioso sacrificio de Cristo, la víctima por antonomasia. Puede decirse que Pedro Poveda vivió palpitantemente esta conciencia de sacerdos alter Christus que lo constituía en un ser aparte de los demás, no desde un punto de vista social, sino en cierto modo ontológico. Hay como una especial dimensión de ser en lo más profundo del corazón de los sacerdotes y que cada uno capta a su manera, pero que el sacerdote mismo vive con conciencia inigualable después de su ordenación, como «un poema, un drama, un misterio nuevo»25. Así lo vivió el Padre Poveda toda su vida. Como un misterio que configuraba su ser y que le hacía exclamar, como el que defiende su propia esencia:

«Señor, que yo sea sacerdote siempre en pensamientos, palabras y obras»26. «Hace treinta y seis años que recibí la ordenación de presbítero, ¿cuántos más viviré? Solo Dios lo sabe. A Él pido la gracia de no dejar de celebrar con fervor ni un solo día la santa Misa»27.

El sacerdote por serlo, está especialmente dispuesto a repetir en él, a través del propio despojo, el sacrificio total de Cristo. Esta actitud da la tónica de la vida espiritual de Pedro Poveda desde el momento en que cantó misa el día 21 de abril de 1897, hasta el 28 de julio de 1936, en que como sacerdote de Cristo se entregó a la muerte28.

Con singular fuerza, con acento de liberación especial encontramos siempre en sus escritos el capítulo que se refiere al sacrificio. En su diario escribe convencido, con frase tajante: «es indudable que las santas Llagas son mi camino»29. Es una convicción que no se desprende de él, porque es la línea de Cristo:

«Humillaciones, abatimientos, contrariedades, persecuciones, sufrimiento, martirio, todo ello viene como consecuencia legitima, así aconteció al Maestro: no ha de ser el discípulo más que su Maestro, ni el siervo más que su Señor»30.

Algo que es la vida misma en tanto se camina y se trabaja por el reino de Dios:

«Mientras llega el tiempo de la recolección hay que ir sepultando trabajos y desvelos, hay que sufrir todo género de inclemencias, hay que vivir de fe y de esperanza»31.

Y cuando se va a cerrar el tiempo de su vida, aún son más firmes, más convincentes, más vibrantes sus palabras:

«Da sangre y recibirás espíritu; hay que dar sangre de humillaciones, mortificación, dominio del amor propio, penas, ingratitudes, calumnias, desvíos, arrancar el corazón, hacer todo lo que sea sacrificio. Da sangre, y tras la sangre ten la seguridad de que viene el espíritu»32.

El sacrificio, el camino que recorrió Cristo, único ejemplar de santidad, es para él el eje de la auténtica vida interior:

«Sin derramamiento de sangre no hay remisión. Sea esta verdad el fundamento de nuestra vida espíritual»33..

Su negación va derecha a la diana del «yo», de la propia voluntad.

«A quien se le pide que se niegue a sí mismo se le pide lo más. Luego todo lo otro se le da por pedido»34.

El cristianismo adulterado, sin cruz, que muchos estimaban adecuado al talante religioso del tiempo, no entraba en el programa espiritual de Poveda:

«¿Y no habrá medio para ser santo y darnos un poquito de gusto? ¿No podemos transigir un poco? No, no hay; muchos se empeñan en eso y pasan la vida engañándose y engañando al prójimo»35.

Las frases más rotundas de sus escritos se refieren a este aspecto. No hay resquicio para la comodidad, para el amor propio o el capricho. Es el suyo un cristianismo exigente:

«Para el que quiere ser perfecto no de...

Índice

• Dedicatoria
• I. EL HOMBRE Y SU MOMENTO
• II. EL RETRATO DE UN CURA PROVINCIANO
• III. LA PEQUEÑA BIOGRAFÍA DE PEDRO POVEDA
• IV. DA SANGRE Y RECIBIRÁS ESPÍRITU
• V. HUMILDAD DE HOMBRE GRANDE
• VI. UN ELEMENTO NECESARIO EN LA VIDA
• VII. LA VIRGEN, ARGUMENTO ESCONDIDO DE TODO
• VIII. EL CARISMA DE PEDRO POVEDA
• IX. EL ÚNICO LÍMITE
• X. JOSEFA SEGOVIA
• Créditos