Reporterismo de televisión
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Reporterismo de televisión

Guía de buenas prácticas del reportero audiovisual

  1. 176 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Reporterismo de televisión

Guía de buenas prácticas del reportero audiovisual

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Información del libro

Este libro es una guía y también un compendio de buenas prácticas del reportero de televisión. El lector de Reporterismo de Televisión podrá conocer las herramientas que necesita un aspirante a reportero desde un punto de vista académico, pero sobre todo profesional. Se explican, de forma minuciosa, las diferentes fases por las que debe pasar el reportero a la hora de realizar su trabajo: desde la producción, el guion, la locución y el directo, hasta la edición y el montaje. A través de ocho capítulos independientes, pero interrelacionados entre sí, docentes y profesionales en activo muestran cómo debe realizarse el trabajo del reportero de TV en formatos de programa que tienen una finalidad informativa o de infoentretenimiento, y que se basan, principalmente, en los géneros de la noticia y el reportaje

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Información

Año
2017
ISBN
9788416572304
1. Introducción y planteamiento
Carles Marín
Desde que británicos y alemanes se disputaran los inicios de la televisión en los años 30 hasta hoy, este medio de comunicación se ha ido transformado a medida que nuevos soportes, nuevas tecnologías y otras formas de comunicarse han ido apareciendo en los países más avanzados.
Vivimos en la llamada «sociedad de la información y del conocimiento», una sociedad que en las dos últimas décadas ha evolucionado hasta etiquetarse, además, de «digital». Ni la irrupción de internet —que revolucionó y cambió para siempre la comunicación entre personas en la década de los 90 del siglo pasado—, ni la aparición de la telefonía móvil más sofisticada, ni siquiera el concepto de multipantalla o la grabación y emisión de audio y vídeo en tiempo real han logrado que la televisión haya llegado a su ocaso y haya sucumbido a un nuevo medio adaptado y adaptable a las necesidades de estos progresos y de la ciudadanía del siglo XXI.
Es cierto que la llegada de internet lo ha cuestionado todo, pero la televisión ha salido indemne. En el caso de España, ni siquiera la malograda implantación de la Televisión Digital Terrestre (TDT), que ofrece múltiples canales gratuitos, e incluso la televisión de pago —asentada desde hace años en muchos países, sobre todo en América— han hecho menguar la aceptación, popularidad y credibilidad de este medio. Si bien la penetración de internet no ha parado de crecer en la última década (ya llega a más del 50% de la población española), la televisión sigue siendo el medio más consumido (el 90% de este país lo hace diariamente). Por esto, el medio televisivo tendrá larga vida y sólo la irrupción de nuevos soportes hará que se tambalee, pero no conseguirá que desaparezca. Sólo en el peor de los casos podría sustituirse por otro medio más evolucionado.
Si bien muchos jóvenes telespectadores de hoy en día se manejan en el anyone, anywhere y anytime que proporciona la tecnología digital, lo cierto es que el mayor consumo de productos generados para televisión se hace mediante las pantallas tradicionales, que se ubican desde hace tiempo en diferentes sitios de nuestros hogares. Además de esto, hay que tener en cuenta que ver televisión en una tableta, en un ordenador o en un móvil significa que se desplaza el cómo y el dónde, pero nunca el qué y el quién. Con esto queremos decir que mientras se sigan generando contenidos para el medio televisivo, ya sean informativos, espacios de infoentretenimiento, series, espacios documentales, de reportajes, de divulgación, de entrevistas, etcétera, éste seguirá existiendo. Y mientras haya demanda del telespectador, el medio no peligra.
Los formatos de programas de televisión van cambiando a medida que lo hace la sociedad, pero los más tradicionales, los que se configuran con la información como base, apenas han sufrido desgaste en los últimos tiempos, a pesar de la fragmentación de la audiencia. El telespectador tiene afán por informarse, por saber qué pasa en su entorno más cercano, pero también en el más lejano. El motivo es que está rodeado de una tecnología que se lo permite; en tan sólo unos segundos, puede estar conectado desde casi cualquier lugar del mundo y recibir información local, nacional e internacional.
En la última década, los formatos de programas de reporterismo televisivo han tenido una presencia importante en las parrillas de programación. De hecho, hoy en día existe una transversalidad del reporterismo y del género del reportaje en espacios que, conceptualmente, son muy diferentes. Así, por ejemplo, las franjas matinales de las cadenas de televisión que hace veinte años eran residuales porque no tenían audiencia, y porque los directivos de las televisiones no apostaban por ellas, ahora se han convertido en verdaderos caballos de batalla, sobre todo de las cadenas de ámbito nacional. Ha habido una clara concienciación por ofrecer información desde primera hora de la mañana, algo que siempre había sido potestad de las radios, por la inmediatez que generaba, y sigue generando, este medio. La fórmula que ha dado el éxito a unas y otras cadenas de televisión es el formato «contenedor», más conocido como «magacín de actualidad». Estos magacines impregnan las mañanas de las televisiones públicas y privadas, y llegan a tener una duración de hasta cuatro horas en riguroso directo. La evolución de la audiencia ha sido ascendente y se ha consolidado con los años, aunque el número global de espectadores sea reducido de por sí. El consumo televisivo de la mañana es bajo: está conformado principalmente por jubilados, desempleados, amas y amos de casa, y estudiantes universitarios.
Estos espacios son conducidos por presentadores «estrella» de las diferentes cadenas de televisión, y cuentan con periodistas especializados y colaboradores expertos en sucesos, política, salud y temas de la crónica social. Pero donde realmente se ha producido la lucha por la audiencia y por intentar marcar la agenda periodística del día ha sido en las secciones que tienen que ver con la política y con los sucesos. Ya es habitual observar cómo los informativos de sobremesa y de noche incorporan en sus escaletas «piezas», «colas» y «totales» de noticias que han generado estos programas magacines, a través de declaraciones de los protagonistas que son noticia durante la jornada y de exclusivas de investigación periodística que generan confianza y credibilidad al telespectador. Todo ello es posible gracias al trabajo en equipo de una redacción integrada por profesionales preparados y especializados que buscan ante todo la verdad de la noticia, además de los motivos por los que ésta se ha generado. Pero van más allá. Estos programas han incorporado la figura del periodista «todoterreno», el reportero, que realiza una ardua tarea de investigación periodística y que es capaz no sólo de coordinar su trabajo, hacer el seguimiento y redactar y editar un reportaje, sino también de marcarse unos buenos «directos», acompañados de una imagen impecable, locución cuidada y, por supuesto, de un buen contenido.
El reporterismo de televisión de estos programas, por lo tanto, se ha afianzado como fórmula que da credibilidad al telespectador, pero también porque aporta inmediatez a la noticia. Así pues, el reportero que se desplaza al lugar donde han ocurrido o siguen ocurriendo los hechos tiene conexión permanente con el plató desde donde se realiza el programa. Su misión es hacer el seguimiento de la noticia que tiene asignada o, simplemente, transmitir la última hora que actualiza la información. Esa ventana abierta sin limitación de tiempo con las noticias y, por ende, con la actualidad ha hecho que estos programas computen casi el 50% del share diario de la franja matinal de lunes a viernes, tal y como ocurre en España y también en otros países.
Esta fidelidad del telespectador hacia estos programas contenedores de actualidad viene a ser la misma que la de otros espacios de televisión de otras franjas horarias donde el reporterismo también juega un papel primordial. En la última década, en el prime time de la cadenas generalistas españolas, los formatos de reporterismo televisivo que se realizan principalmente con el reportaje y la entrevista han logrado una gran aceptación por parte de la audiencia. Como veremos en el primer capítulo de este libro, el reporterismo de televisión se ha convertido en el protagonista de numerosos espacios de este tipo que inundan las parrillas de programación televisiva actual. Reporteros «estrella», reporteros que viven y sienten las historias como sus entrevistados, reporteros anónimos que ceden toda la atención de los temas del programa a sus protagonistas o varios reporteros en un solo espacio que ofrecen diferentes visiones de un mismo tema..., todos ellos han logrado hacerse un hueco importante entre las preferencias de consumo televisivo de los telespectadores en la actualidad.
Así pues, el reporterismo específico para televisión se ha consolidado, y la audiencia percibe los espacios con reporteros como el vehículo para hacerle llegar la actualidad, para contarle las claves de una noticia por muy enrevesada que sea, e incluso para profundizar en los aspectos más desconocidos de una historia, a través de hipótesis de actuación de sus implicados.
***
Esta publicación tiene su razón de ser por lo que supone destacar el papel social que tiene el reporterismo en la audiencia televisiva. Pero va más allá. Pretende dar a conocer cómo nace el reportero, cómo se hace y qué debe aprender para lograr ser un buen profesional. A partir de ahí, se trata de conocer a qué se enfrenta el reportero cuando accede a la profesión y descubrir qué formatos de programas son los que triunfan en las parrillas televisivas actuales.
Desgranar por partes cómo es el reporterismo por dentro es el siguiente cometido de este libro. Desde un punto de vista académico y profesional, y desde todos los ángulos, conoceremos las diferentes fases de producción, edición y emisión de un formato tipo de reporterismo televisivo actual. A través de ocho capítulos independientes pero interrelacionados entre sí, profesionales en activo y, a la vez, docentes explicarán no sólo sus experiencias, sino también cómo se realiza el trabajo de reportero en un programa que tiene una finalidad informativa, de infoentretenimiento e incluso de docuentretenimiento.
¿Qué es lo que encontrará en las siguientes páginas el lector que quiera formarse o el que quiera simplemente satisfacer su curiosidad por saber cómo es esta profesión por dentro?
1. Partimos de la base de que esta profesión es vocacional, sea cual sea el ámbito elegido por cualquiera de las ramas del periodismo y de la comunicación audiovisual. El reportero necesita saber dónde acudir para formarse, qué background es imprescindible para lograr su objetivo y de qué herramientas dispondrá para llegar a cabo su trabajo.
2. La producción es la principal función a la que todo programa de reporterismo debe enfrentarse. Desde el planteamiento de una noticia o reportaje, pasando por la búsqueda de fuentes y gestión de entrevistas, hasta el material técnico: cámaras, iluminación y sonido, costes de producción, edición y realización.
3. Tres son los géneros informativos audiovisuales en los que se basará el trabajo del reportero: la noticia, el reportaje y, de forma transversal, la entrevista. A través del guion, la edición, la escaleta, la narración audiovisual, el montaje y la posproducción, el lector podrá conocer cómo es el trabajo completo, desde la idea hasta la emisión.
4. La locución y el «directo» con sus combinaciones: falso directo, in situ, etcétera, son fundamentales para la elaboración de todo espacio de reporterismo que se precie. Conoceremos, desde dentro, las técnicas de voz en off, de entradillas, de expresión y de imagen televisiva.
5. Por último, haremos hincapié en la ética y la deontología en el reporterismo de televisión, donde la imagen en movimiento y el audio tienen un valor añadido por la complejidad que supone la edición y, por lo tanto, la selección y descarte de un material en detrimento de otro.
Reporterismo de Televisión es más que un libro: son muchas publicaciones en una. Es un manual, una guía y hasta un compendio de buenas prácticas, pero también es una mirada para profesionales y para interesados en esta parte de la televisión que cada día llega a millones de personas en todo el mundo. El reporterismo televisado suscita interés porque es el desarrollo público de aquellas historias que afectan a la ciudadanía tanto directa como indirectamente. Al telespectador le interesa conocer qué ocurre en su mundo más cercano, pero también en el más lejano, y quiere saber por qué, por ejemplo, un político, un médico, un empresario, un narcisista o un presunto asesino actúan de una determinada manera ante unos hechos que los profesionales del medio deciden hacer públicos por el interés social que suscitan. Además del quién, del qué y del dónde, la audiencia querrá saber e...

Índice

  1. Prólogo
  2. 1. Introducción y planteamiento
  3. 2. El reportero de televisión en la práctica. De la vocación a la formación. Formatos de reporterismo en la televisión actual
  4. 3. La producción en el reporterismo televisivo
  5. 4. El género de la noticia en la práctica. Edición, contenidos y escaleta del informativo de televisión
  6. 5. El género del reportaje en el factual y el docuentretenimiento. Guion y edición
  7. 6. Técnicas narrativas de la imagen, montaje y posproducción
  8. 7. El directo en televisión. Técnicas de expresión e imagen
  9. 8. La locución en televisión. Técnicas de voz en off y de entradillas en directo
  10. 9. Ética y deontología en el reporterismo de televisión
  11. Sobre los autores