LA VIDA EN EL CENTRO
En Caritas in veritate, Benedicto XVI, proponiendo el tema de la “ecología humana”, supera un dualismo frecuente en el pasado: la separación entre los temas de la ética de la vida y los temas de la ética del medio ambiente. En el número 28 dice:
Uno de los aspectos más destacados del desarrollo actual es la importancia del tema del respeto a la vida, que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos.
Y menciona la mortalidad infantil, el control de la población, las leyes contrarias a la vida y la mentalidad “antinatalista”, que a menudo se intenta transmitir “como si fuese un progreso cultural”. La encíclica afirma con toda claridad un principio que hoy parece olvidado: “La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo”.
Más tarde, en el número 48, se pone de relieve el tema del cuidado del medio ambiente. Es un argumento al que Benedicto XVI se refería con frecuencia, hasta el punto de que algunos medios le llamaban el “Papa verde”:
El tema del desarrollo está hoy fuertemente conectado a los deberes que nacen de la relación del hombre con el medio ambiente, que es un don de Dios para todos, y su uso es para nosotros una responsabilidad hacia los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad.
Como creyentes debemos reconocer en la naturaleza el maravilloso resultado creador de la intervención creadora de Dios, que el ser humano puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades, respetando el equilibrio de la creación.
Como profetas de la vida, insistimos en decir que en las intervenciones sobre los recursos naturales no deben predominar los intereses de los grupos económicos que destruyen irracionalmente las fuentes de la vida, perjudicando a naciones enteras y a la misma humanidad. Las generaciones futuras tienen derecho a recibir un mundo habitable y no un planeta con la atmósfera contaminada. El papa Benedicto XVI continuaba:
Si se pierde esta visión, el hombre terminará por considerar la naturaleza un tabú intocable o, por el contrario, por abusar de él. En ambos casos, estas actitudes no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la creación de Dios.
La tierra es un regalo del Creador para “custodiarla y cultivarla”, pero no es más importante que la persona humana. El Papa nos recuerda que en la tierra hay espacio para todos. Pero debemos dejar la tierra a las nuevas generaciones en una condición en la que puedan habitarla dignamente. Parafraseando un pasaje del número 49 de la Caritas in veritate, podemos decir que implica el compromiso de decidir juntos con el objetivo de fortalecer la alianza entre los seres humanos y el medio ambiente, deseando que la comunidad internacional y cada uno de los gobiernos sepan contrarrestar eficazmente las modalidades de utilización del ambiente que resulten dañinas
Hoy más que nunca es necesario ayudar a las personas a ver en la creación algo más que una simple fuente de riqueza o de explotación de las manos del hombre. En el párrafo 51 se nos dice que:
El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa.
Esta reciprocidad no siempre se tiene en cuenta en la sociedad de hoy. La desertificación y el agotamiento productivo de algunas áreas agrícolas son también el fruto del empobrecimiento de sus habitantes y de su atraso educativo.
La iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público, no solo defendiendo la tierra, el agua y el aire como dones del Creador para todos, sino también protegiendo al ser humano de la destrucción de sí mismo. Esta es la auténtica ecología humana.
Benedicto XVI recordaba:
Para salvaguardar la naturaleza no basta intervenir con incentivos o desincentivos económicos, y ni siquiera basta con una instrucción adecuada. Estos son instrumentos importantes, pero el problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad. Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental12.
Necesidad de un desarrollo humano
Los tiempos modernos exigen una reflexión urgente sobre las cuestiones referentes a la justicia y la pobreza. Si no nos decidimos a reflexionar sobre estos problemas y a afrontarlos, estaremos en deuda con las generaciones futuras, que podrán considerar una desgracia el hecho de haber sido precedidas por personas incapaces de dedicarse con solidaridad y claridad a la transformación de mundo que tenemos en el que queremos. En general se piensa que la juventud es el tiempo de los sueños y la madurez el de los logros. Pero esta forma de pensar debe cambiar. Todos estamos llamados a soñar y a realizar. Si algo bueno hay en la cultura de la globalización, es la idea de que un sueño solo es válido cuando emprende el camino de los hechos. Para que esto suceda, sin embargo, tenemos que derrotar el individualismo. Como dice la bella canción brasileña Sonho que se sonha só de Raul Seixas:
Quién sueña se queda solo
en el mundo de los sueños,
pero quien sueña junto con otros
crea una nueva realidad.
En el mundo actual circula un falso optimismo respecto a la globalización, en el que se les tilda de demasiados pesimistas a todos los que, pudiendo defender algunos aspectos de la globalización, se interrogan sobre las decisiones tomadas y señalan los posibles efectos negativos.
La pregunta fundamental es:
• ¿Qué lugar ocupa el ser humano en la forma actual de la globalización?
• Debemos preguntarnos si nos creemos parte de un único género humano o si —superada la brecha entre blancos y negros, entre indígenas y conquistadores— no estamos creando un muro infranqueable entre ricos y pobres a nivel de los individuos y de la sociedad.
Los emigrantes forzados son un ejemplo de esa pobreza tremenda que ya no es posible ocultar. Ellos son los totalmente excluidos, los que han perdido incluso el derecho a la territorialidad. Cada día miles de personas arriesgan sus vidas para buscar lugares más propicios para su supervivencia. Lo hacen porque ya no tienen nada que perder.
Europa y Norteamérica reciben emigrantes de todas las partes del ...