Hablemos al cuerpo con el lenguaje del cuerpo: el movimiento
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Hablemos al cuerpo con el lenguaje del cuerpo: el movimiento

El neurodesarrollo de los niños mediante el movimiento, en la escuela y en casa

Isabel Fernández Compan, Montserrat Rosas Pagès

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  1. 200 páginas
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Hablemos al cuerpo con el lenguaje del cuerpo: el movimiento

El neurodesarrollo de los niños mediante el movimiento, en la escuela y en casa

Isabel Fernández Compan, Montserrat Rosas Pagès

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La propuesta que las autoras presentan ofrece a todos los profesionales relacionados con la educación, maduración y acompañamiento del niño, una herramienta útil que engloba todas las características a tener en cuenta para lograr su pleno desarrollo, respetando su propia personalidad y de acuerdo con los parámetros sociales adecuados.Los niños necesitan tiempo para lograr su desarrollo de forma natural y para alcanzar la integración de los patrones de movimiento motor y sensorial necesarios para desarrollar sus habilidades fisiológicas. La obra muestra la importancia del movimiento en la escuela y evidencia por qué hay que potenciar el neurodesarrollo de los niños mediante el movimiento de modo que este llegue a formar parte de la cotidianidad. Las últimas investigaciones sobre el cerebro avalan y ponen de manifiesto las incontables ventajas del movimiento.El libro, hace un breve recorrido por diferentes aspectos fisiológicos del desarrollo del niño que tienen influencia tanto en el logro de sus competencias como en su comportamiento y en su aprendizaje, entendiendo que la falta de maduración motora y sensorial, y la falta de integración de los reflejos primarios, están en la base de muchas de las dificultades específicas actuales de la infancia. Es necesario un cambio de paradigma y una adaptación curricular a las necesidades reales de los niños, para poder convertir las dificultades de aprendizaje en retos superables para todos.

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Información

Año
2020
ISBN
9788427726796
Edición
1
Categoría
Pedagogía
II
Conceptos básicos
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2

Plasticidad cerebral
La intención del niño es explorar su entorno: desea descubrirlo, hacerlo suyo.
Esto estimula y construye redes neurales.
Estas se adaptan a sus posibilidades de desarrollo:
la plasticidad cerebral es la base sobre la que se construye nuestro mapa personal.
ISABEL COMPAN
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El cerebro dispone de una cualidad extraordinaria que nos permite aprender durante toda nuestra vida: la plasticidad cerebral.
La herencia genética, la familia, la cultura, la sociedad donde nacemos y las circunstancias vitales actuales determinan muchos de nuestros comportamientos a lo largo de la vida.
Lo que todos los seres humanos tenemos en común son las características genéticas de nuestra especie y lo que nos diferencia a cada uno de nosotros y nos hace personas únicas es el ADN y esta genial característica que nos permite adaptarnos al entorno: la plasticidad cerebral.
Nuestro “equipamiento” para hacerlo está conformado básicamente por las neuronas que son las conectoras del sistema corporal. Las neuronas construyen entre ellas “redes neuronales” de comunicación que se generan y robustecen mediante el movimiento. El movimiento es la clave. Nuestros movimientos son, al principio, reacciones estereotipadas reflejas que aparecen con el fin de responder de la forma más eficaz posible a las demandas del individuo para dar respuesta a sus necesidades tanto internas como de relación con el entorno, físicas y sociales.
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Los primeros meses del desarrollo son cruciales. Cuando el niño no tiene conciencia de sí mismo, hace el cambio de desarrollo más increíble. Durante el estadio intrauterino el feto se desarrolla y llega a conformarse en un nuevo ser humano. Cuando madura da el salto más sorprendente, nace. Una vez fuera del confort del vientre materno, ese ser tiene que adaptarse a un nuevo entorno aéreo y para lograrlo de forma óptima dispone de un kit de supervivencia que le permite pasar de un estadio de dependencia casi total al desarrollo de una autosuficiencia que le permite ser él mismo: un individuo con personalidad plena.
Durante los primeros meses de vida extrauterina, el bebé crea muchas más redes neuronales que durante el resto de su vida. El número de neuronas con el que nacemos parece que se mantiene a lo largo de la vida a pesar de que se han descubierto zonas que generan nuevas. Existen dos fenómenos:
Neurogénesis: zonas en donde se generan nuevas neuronas (hipotálamo y células madre).
Apoptosis neuronal: igual que limpiamos el exceso de producción en un árbol frutal para conseguir ejemplares más grandes y de mayor calidad, el cerebro, alrededor del año, se deshace de aquellas neuronas que no ha usado.
El hecho relevante, que hace que cada individuo sea único, son las conexiones que entrelazan unas neuronas con otras mediante los movimientos. Estos movimientos hacen que diferentes neuronas se agrupen entre sí formando redes neuronales. Al responder repetidamente de forma rápida y eficaz, hacemos que el establecimiento de conexiones se haga más fuerte, más automático y más seguro. La capacidad de adaptarnos del mejor modo posible al entorno se conoce como plasticidad cerebral.
Nuestras decisiones y acciones crean redes neuronales de aprendizaje
Si decido que algo:
Me gusta
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lo quiero
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me muevo
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lo hago
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lo repito
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creo redes neuronales
Si decido que algo:
No me gusta
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no lo quiero
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no me muevo
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no lo hago
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no creo redes neurales
Nuestras acciones y decisiones determinan qué redes neuronales potenciamos y desarrollamos y qué otras marginamos y abandonamos. Cuantas más veces repetimos un movimiento, o damos una misma respuesta, ésta deviene más automática, por lo que muchos patrones de respuesta reactiva se construyen en esta temprana etapa y se mantienen a lo largo de toda la vida si no hacemos nada para cambiarlos.
Veamos un ejemplo: Quiero montar en bici. Entonces me subo en la bici y lo pruebo. En un principio me tambaleo y caigo, pero si insisto y lo repito hasta que pueda dominar el equilibrio, acabaré sabiendo montar en bici. Si me divierto y me lo paso “pipa”, continuaré montando en bici y con la repetición y la práctica me convertiré en experto y podré ir en bici a todas partes. Si de ello hago mi medio de vida puedo conseguir la excelencia personal. Si quiero ser “ciclista profesional” me entrenaré para ser un “corredor” un ciclista de carreras. ¿Podemos ver cuál es la diferencia entre un “amateur” y un “experto”? Si decido no montar en bici, entonces no crearé los patrones de movimiento ni las redes neuronales que den apoyo a esta acción.
Esto es lo que se conoce como plasticidad cerebral. Con este aprendizaje se ha abierto una vía o respuesta neuronal que, una vez consolidada, permite que logremos una habilidad como la de montar en bici para toda la vida. Aunque dejemos de practicar un tiempo y no montemos en bici, seguro que si nos subimos a una en el futuro volveremos a mantener el equilibrio sobre ella y controlaremos los pedales, aunque para “afinar la destreza” necesitaremos reentrenarnos.
Alcanzada una habilidad como la de montar en bici, podemos incluso, hacer una transposición de este aprendizaje a otras destrezas que pidan mecanismos afines en otras actividades como podría ser por ejemplo conducir una moto.
Nos puede pasar lo mismo a la hora de aprender un nuevo idioma, además del materno. Es un reto importante, pero cuantos más idiomas aprendemos más fácil resulta añadir otro nuevo en la lista. A los políglotas que hablan lenguas de diferentes raíces y alfabetos les cuesta “relativamente poco” añadir una lengua más en su repertorio. El reto se hace más fácil cuando antes empecemos a hacerlo.
Esta es la base que apoya el hecho de enseñar a bebés habilidades que podríamos pensar que son más adecuadas para gente mayor como es la metodología Willems y Suzuki en la que los niños a partir de 2 años aprenden el lenguaje musical y a tocar algún instrumento (como el violín o el piano) con la implicación de los padres.
Somos seres con un potencial increíble, disponemos de infinitas posibilidades. Solo necesitamos abrirlas, despertarlas. Esto lo hacemos posible con el movimiento, es como si, gracias a él, las despertásemos. Como ejemplos de este hecho increíble, se pueden consultar en internet los casos de Daniel Kish y Ben Underwood2, dos chicos ciegos que son capaces de “ver” con el sonido, utilizando un mecanismo similar al de los murciélagos. Ambos ven mediante los sonidos y la zona occipital del cerebro que corresponde a la vista la tienen activada, lo que les permite hacer una vida casi normal como distinguir un árbol de una pared o montar en bici.
Otro caso que demuestra la plasticidad cerebral es el estudio realizado a los taxistas londinenses por el Dr. John Williams, jefe de Neurociencia y Salud Mental en el Wellcome Trust, quien afirma: “El estudio original del hipocampo de los taxistas de Londres ha proporcionado pistas impresionantes sobre el hecho de que la estructura del cerebro se puede cambiar mediante el aprendizaje, muestra evidencia directa de la plasticidad del cerebro humano adulto en relación con las funciones vitales como la memoria“.
3

El mapa de movimientos
Mediante el movimiento, el niño toma datos a través de sus sentidos
y los almacena en su cerebro como referencias permanentes de movimientos.
Así configura su mapa interno.
ISABEL COMPAN
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La vida se basa en la experiencia.
La experiencia del ser humano hace que el cerebro se active. Cada activación tiene una repercusión: el cerebro “recuerda” cada paso y lo utiliza para formar su entramado personalizado. Este entramado recoge todas las respuestas y adaptaciones que cada ser vivo hace a su entorno, generando automatismos de respuesta reactiva. Estos mecanismos de respuesta se refuerzan en la medida que se repiten, llegando a automatizarse. Con cada acción y reacción se produce un asentamiento del patrón y con ello un afianzamiento de la experiencia. Esta experiencia única conforma una “realidad virtual personal” que es el mapa interno o nuestra forma de ver y percibir la realidad.
El mapa no es la realidad sino nuestra forma de comprender y reaccionar ante el propio entorno, lo cual hace que sea “nuestra realidad”. Esta realidad propia hace que vivamos nuestra experiencia vital en función de aquello que creemos que es la realidad. Nuestra realidad es la que nosotros vemos, sentimos y percibimos. Esta suele ser distinta de lo que otros pueden ver, sentir o percibir. Veamos el proceso básico.
EL PRIMER PASO ES LA CONCEPCIÓN
¿Cómo se ha concebido el niño? Existen diferencias significativas en este punto que pueden repercutir en el desarrollo y la experiencia vital de este ser. Actualmente existen muchas formas de “concebir niños” además de la clásica y natural. En la concepción natural hemos de considerar aspectos como:
¿Es un niño deseado?
¿Es fruto de la “casualidad” el “despiste” o una “violación?
Concebido “in vitro”.
Para dar respuesta a una necesidad: desear un niño o una niña específicamente.
Para dar respuesta a una enfermedad: por ejemplo, trasplante de médula para un hermano….
¿Después de múltiples intentos?
¿Concebido sin acto sexual?
Ot...

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