Cartas a un joven poeta - Elegías del Dunio
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Cartas a un joven poeta - Elegías del Dunio

Rainer Maria Rilke

  1. 96 páginas
  2. Spanish
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Cartas a un joven poeta - Elegías del Dunio

Rainer Maria Rilke

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En la primera obra que presentamos en esta edición, Cartas a un joven poeta, un joven con voluntad de poeta, Franz Xaver Kappus, envía sus mejores versos a un artista consagrado, Rainer Maria Rilke solicitando su opinión. En sus cartas de respuesta, Rilke no realiza una crítica literaria sino que se adentra en la esencia misma de la poesía y del arte: por qué escribir, por qué crear, qué y cómo buscar. La soledad y el sufrimiento como sustrato para el desarrollo del individuo. Un diálogo íntimo que cobra nueva vida en las Elegías de Duino que completan este volumen, diez poemas cuya temática oscila permanentemente entre la vida y la muerte y la relación del hombre con el mundo, y cuyo estilo lírico, sus simbólicas imágenes y reflexiones espirituales colocan a esta obra en la cumbre de la poesía universal.

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Información

Año
2017
ISBN
9788446044765
Categoría
Literatura
Categoría
Poesía
Roma, 14 de mayo de 1904
Mi querido señor Kappus:
Ha pasado mucho tiempo desde que recibí vuestra última carta. No me lo tengáis en cuenta; primero fue el trabajo, después unas molestias y finalmente una enfermedad lo que me ha impedido ofreceros una respuesta que (así lo deseaba) debería llegaros como fruto de unos días buenos y tranquilos. Ahora me siento de nuevo algo mejor (el comienzo de la primavera con sus caprichosos y malignos cambios también se sintió aquí con crudeza) y tengo ocasión de saludaros, querido señor Kappus y contestaros (algo que hago con muchísimo gusto) a aquella carta vuestra lo mejor que sé.
Mirad: he copiado vuestro soneto porque me pareció que es hermoso y sencillo y que ha nacido en una forma en la que puede caminar con discreto decoro. Son los mejores versos vuestros que he leído. Y ahora os devuelvo mi copia porque sé que es importante y que supone una nueva experiencia leer el trabajo propio con una escritura ajena. Leed los versos como si fuesen de otro y sentiréis en lo más profundo hasta qué punto son vuestros.
Me ha supuesto una gran alegría releer frecuentemente este soneto y vuestra carta; os doy las gracias por ambos.
Y no podéis dejaros confundir en vuestra soledad por el hecho de que algo dentro de vos desee salir de ella. Precisamente ese deseo puede ayudaros a expandir vuestra soledad sobre un amplio terreno si la empleáis como una herramienta de manera tranquila y reflexiva. La gente (con ayuda de las convenciones) ha solucionado todo siguiendo el camino más fácil en la vertiente más sencilla de lo fácil; sin embargo, está claro que debemos continuar en lo difícil; todo lo que vive sigue este principio, todo en la naturaleza crece y se defiende siguiendo sus características y si brota algo propio, hace todo lo posible para ser y vence cualquier resistencia. Sabemos poco, pero el hecho de que hemos de aferrarnos a lo difícil supone una certeza que no nos abandona. Es bueno estar solo, porque la soledad es difícil; el que algo sea difícil debe suponernos una razón más para hacerlo.
También el amor es bueno, porque amar es difícil. Que los seres humanos se amen entre sí es quizá la tarea más difícil que nos ha sido encomendada, la más extrema, la prueba y el examen definitivos, el trabajo para el que todos los demás trabajos no son más que una preparación. Por eso los jóvenes, que son principiantes en todo, aún no conocen el amor: tienen que aprenderlo. Con todo su ser, con todas sus fuerzas reunidas en torno a su corazón solitario, inquieto, que se eleva en sus latidos, tienen que aprender a amar. El periodo de aprendizaje es siempre un espacio de tiempo largo y cerrado y el amar dura mucho y se extiende por numerosas facetas de la vida: la soledad, el estar solo es más elevado y profundo para el que ama. En principio, amar no es nada que signifique elevarse, entregarse y unirse con otra persona (porque ¿qué sería la unión de lo difuso y lo incompleto, de lo aún inferior?); supone una ocasión sublime para el individuo de madurar, de llegar a ser algo en su interior, de convertirse en un mundo, convertirse en un mundo por el deseo de otra persona: se trata de una pretensión grande y nada modesta, algo para lo que ha sido elegido y que lo reclama para alcanzar metas más amplias. Solo en este sentido de tarea, de trabajo en uno mismo («escuchar y trabajar día y noche») pueden utilizar los jóvenes el amor que se les entrega. La elevación y la entrega y toda clase de vida en común no es para ellos (que aún deben ahorrar y reunir durante mucho, mucho tiempo), eso es lo último, es quizás algo para lo que la vida humana apenas es suficiente. Pero es aquí donde los jóvenes suelen cometer a menudo graves equivocaciones cuando se entregan (en su naturaleza está la falta de paciencia) al llegarles el amor, dispersarse tal y como son con todo su desorden, su desconcierto, su abandono… Pero ¿qué es lo que debe ser? ¿Qué debe hacer la vida con este montón de seres medio destruidos que ellos consideran su comunidad y que querrían considerar su fortuna, si fuese posible, y su futuro? Ahí todos se pierden por la voluntad del otro y pierden al otro y a muchos otros que pudieran venir. Y pierden las metas más amplias y las posibilidades, cambian el acercarse y huir de cosas silenciosas y llenas de presagios por una incertidumbre infructuosa de la que ya no puede salir nada; nada que no sea un poco de asco, decepción y pobreza y la salvación en forma de alguna de las numerosas convenciones que se presentan en gran número junto a este peligroso camino como si fueran refugios para el uso de todos. Ningún otro ámbito de la experiencia humana está tan provisto de convenciones como este: los salvavidas procedentes de las invenciones más diversas; los botes y los flotadores están ahí; la razón social ha sabido crear vías de escape de todo tipo ya que, como se sentía inclinada a entender la vida amorosa como un placer, se vio obligada a convertirlo también en algo sencillo, barato, seguro y libre de peligros como todos los placeres públicos.
Es cierto que muchos jóvenes que aman de manera errónea, esto es, entregándose de manera sencilla y sin soledad (la mayoría lo hará siempre así), notan la opresiva sensación de estar equivocándose y quieren también convertir el estado en el que se encuentran en algo fértil y vital de manera propia y personal, pues su naturaleza les dice que todo lo importante, y más aún las cuestiones del amor, no pueden resolverse de forma pública y según esta o aquella convención; que son cuestiones, cuestiones cercanas de persona a persona que precisan en cada caso una respuesta nueva, especial y exclusivamente personal. Pero aquellos que ya se han entregado y ya no pueden diferenciarse ni establecer fronteras, aquellos que ya no poseen nada propio, ¿cómo pueden encontrar una salida de sí mismos, de la profundidad de una soledad sepultada?
Actúan a partir de una indefensión común y, cuando intentan escapar con la mejor voluntad de la primera convención que se les ocurre (tal vez el matrimonio), acaban en las garras de otra solución convencional menos llamativa pero igualmente nociva; porque todo lo que les rodea es convención; cuando se actúa a partir de una unión temprana y turbia, toda acción es convencional; toda relación que lleva a tal confusión tiene su convención, por poco útil que sea (esto es, inmoral en el sentido habitual). Sí, incluso la separación sería en este caso un paso convencional, una decisión casual e impersonal sin fuerza ni fruto.
Quien se fija de manera seria encuentra que, al igual que la muerte, que es difícil, tampoco hay una explicación, ninguna solución, ninguna seña o camino para el amor difícil. Y para estas dos tareas que portamos ocultas y que transmitimos sin abrirlas no se pueden descubrir reglas comunes basadas en convenios. Pero en la misma medida en la que comenzamos a intentar vivir como individuos, estos grandes asuntos nos afectaran a nosotros, a los individuos, desde una mayor cercanía. Los desafíos a nuestra evolución que nos propone el duro trabajo del amor son de vital y enorme importancia y nosotros, como principiantes, no damos la talla. Pero si conseguimos resistir y consideramos este amor como una carga y un periodo de aprendizaje en lugar de perdernos en ese juego sencillo e inconsciente en el que los seres humanos se han escondido de la faceta más seria de su existencia, entonces los que nos sucedan dentro de mucho tiempo quizá sientan un pequeño progreso y cierto alivio; esto ya sería mucho.
Acabamos de ponernos a contemplar de manera objetiva y libre de prejuicios el comportamiento de un individuo con otro y carecemos de modelos para nuestros intentos de vivir este tipo de relación. Y sin embargo, en el cambio del tiempo hay algo que nos ayudará durante nuestros dubitativos comienzos.
La muchacha y la mujer, en su nuevo y propio desarrollo, imitarán temporalmente las virtudes y los defectos masculinos y repetirán las profesiones del hombre. Tras la inseguridad de tal transición se demostrará que las mujeres solo han pasado por la pompa y la variedad de esos disfraces (a menudo ridículos) para limpiar su ser más íntimo de las influencias tergiversadas por el otro sexo. Las mujeres en las que descansa y habita la vida en su versión más directa, fértil e íntima deben convertirse en seres humanos básicamente más maduros, seres más humanos que el hombre banal que no porta el peso de un fruto físico bajo la superficie de la vida, el hombre oscuro y brusco que infravalora aquello que dice amar. Esta humanidad de la mujer llevada entre dolores y humillaciones aflorará cuando se hayan eliminado las convenciones de la solo-feminidad de su estado exterior y los hombres que hoy aún no lo han visto venir se sentirán sorprendidos y asombrados. Algún día (algo de lo que al menos en los países del norte ya existen signos fiables y llamativos), algún día estarán allí la joven y la mujer, cuyo nombre ya no significará un antónimo de lo masculino, sino algo autónomo, algo que no conllevará un complemento o una frontera, solo vida y existencia: el ser humano femenino.
Este avance transformará la experiencia del amor, que ahora está llena de equivocaciones (al principio muy en contra de la voluntad de los hombres, que se sentirán superados), la transformará de arriba abajo convirtiéndola en una relación de ser humano a ser humano y no ya en una relación de hombre y mujer. Y este amor humano (que se extenderá a las uniones y separaciones de manera infinitamente considerada y silenciosa, buena y clara) se asemejará a aquel que preparamos luchando con esfuerzo, ese amor basado en que dos soledades se protegen mutuamente, mantienen sus límites y se saludan.
Y una cosa más: no creáis que aquel gran amor que os sobrevino como muchacho se ha perdido: ¿podéis decir si entonces no maduraron en vos deseos grandes y buenos y los principios según los cuales vivís aún hoy? Creo que aquel amor pervive en vuestra memoria de manera tan fuerte y poderosa porque supuso la primera vez en la que estuvisteis profundamente solo y fue el primer trabajo interior que hicisteis en vuestra vida.
¡Os deseo lo mejor, querido señor Kappus!
Atentamente,
Rainer Maria Rilke
Borgeby gård, Flädie (Suecia), 12 de agosto de 1904
Quiero volver a hablar un rato con vos, querido señor Kappus, a pesar de que apenas puedo decir nada que sirva de ayuda, nada que resulte útil. Habéis tenido numerosas y grandes tristezas que forman parte del pasado. Y decís que el periodo en el que llegaron a convertirse en pasado os resultó difícil y os marcó mucho. Pero, por favor, planteaos si estas grandes tristezas en lugar de pasar de largo no os atravesaron. Si no cambiaron muchas cosas dentro de vos, si no habéis cambiado en algún lugar, en algún punto de vuestro ser durante el tiempo en el que estuvisteis triste. La única tristeza negativa y peligrosa es aquella que se pone ante los ojos de la gente para exagerarla; como enfermedades tratadas de manera superficial e incompetente, desaparecen y tras una breve pausa vuelven a surgir de manera aún más temible; y se acumulan en el interior y son vida, son vida no vivida, despreciada, perdida por la que se puede morir. Si nos fuera posible ver más allá de hasta donde alcanza nuestro conocimiento y un poco más allá de los trabajos precedentes de nuestros antecesores, entonces quizá soportaríamos nuestras tristezas con mayor confianza que nuestras alegrías, pues son los instantes en los que se adentra en nosotros algo nuevo, algo desconocido; nuestros sentimientos enmudecen cohibidos y tímidos, todo lo que hay en nuestro interior se retira, surge un silencio y lo nuevo, que nadie conoce, se alza en el centro y calla.
Creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión que sentimos como parálisis, porque ya no podemos oír cómo viven nuestros extrañados sentimientos. Porque con lo ajeno que nos sucede estamos solos; porque durante un instante nos es arrebatado todo lo que nos es conocido y acostumbrado; porque nos encontramos en medio de una transición d...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Contra
  4. Legal
  5. Introducción
  6. Cartas a un joven poeta
  7. París, 17 de febrero de 1903
  8. Viareggio, cerca de Pisa (Italia), 5 de abril de 1903
  9. Viareggio, cerca de Pisa (Italia), 23 de abril de 1903
  10. Temporalmente en Worpswede, cerca de Bremen (Alemania), 16 de julio de 1903
  11. Roma, 29 de octubre de 1903
  12. Roma, 23 de diciembre de 1903
  13. Roma, 14 de mayo de 1904
  14. Borgeby gård, Flädie (Suecia), 12 de agosto de 1904
  15. Furuborg, Jonsered (Suecia), 4 de noviembre de 1904
  16. París, 26 de diciembre de 1908
  17. Elegías de Duino
  18. Primera Elegía
  19. Segunda Elegía
  20. Tercera Elegía
  21. Cuarta Elegía
  22. Quinta Elegía
  23. Sexta Elegía
  24. Séptima Elegía
  25. Octava Elegía
  26. Novena Elegía
  27. Décima Elegía
  28. Publicidad
Estilos de citas para Cartas a un joven poeta - Elegías del Dunio

APA 6 Citation

Rilke, R. M. (2017). Cartas a un joven poeta - Elegías del Dunio ([edition unavailable]). Ediciones Akal. Retrieved from https://www.perlego.com/book/2043149/cartas-a-un-joven-poeta-elegas-del-dunio-pdf (Original work published 2017)

Chicago Citation

Rilke, Rainer Maria. (2017) 2017. Cartas a Un Joven Poeta - Elegías Del Dunio. [Edition unavailable]. Ediciones Akal. https://www.perlego.com/book/2043149/cartas-a-un-joven-poeta-elegas-del-dunio-pdf.

Harvard Citation

Rilke, R. M. (2017) Cartas a un joven poeta - Elegías del Dunio. [edition unavailable]. Ediciones Akal. Available at: https://www.perlego.com/book/2043149/cartas-a-un-joven-poeta-elegas-del-dunio-pdf (Accessed: 15 October 2022).

MLA 7 Citation

Rilke, Rainer Maria. Cartas a Un Joven Poeta - Elegías Del Dunio. [edition unavailable]. Ediciones Akal, 2017. Web. 15 Oct. 2022.