Escritos filosóficos tempranos
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Escritos filosóficos tempranos

Obra completa 1

  1. 352 páginas
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Escritos filosóficos tempranos

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Adorno, que desde 1922 desarrolló una actividad sumamente fructífera como teórico y crítico musical, no publicó su primer trabajo propiamente filosófico -el libro sobre Kierkegaard- hasta 1933.Los escritos recogidos en este tomo documentan por primera vez la prehistoria de la filosofía de Adorno. Si permanecieron inéditos en vida del autor no fue por casualidad, porque no tuviera ocasión de publicarlos, sino porque dejaron de satisfacerle muy poco tiempo después de su redacción.El hecho de que aparezcan en las Obras completas se justifica, sin embargo, no sólo por el interés histórico que despierta el origen y la evolución del pensamiento de Adorno, sino también porque ésta era su voluntad.

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Información

Año
2018
ISBN
9788446046585
Categoría
Filosofía
B. La trascendencia de lo cósico y lo noemático en la fenomenología de Husserl
I. La teoría husserliana de la cosa
Husserl parte de la «imagen del mundo natural»: «Tengo conciencia» del mundo, «lo que significa ante todo: me encuentro con él inmediata e intuitivamente, lo experimento. A través de la vista, el tacto, el oído, etc., en los distintos modos de la percepción sensible, las cosas corpóreas están... para mí simplemente ahí, están “ahí delante” en sentido literal o figurado, lo mismo si me ocupo de ellas con especial atención observándolas, pensándolas, sintiéndolas, queriéndolas o no»[1] En tanto que mundo de cosas, pues, Husserl caracteriza el «mundo natural» como ser permanente: «Me encuentro con la “realidad”... como estando ahí delante y la tomo tal como se me da, también como estando ahí. Ni la duda ni el rechazo frente a lo dado en el mundo natural altera en nada la tesis general de la actitud natural. “El” mundo siempre está ahí como realidad; a lo sumo, aquí o allí podrá ser “distinto” de lo que yo presumía, podrá borrarse tal o cual cosa... de él, de él, que... es siempre un mundo que está ahí»[2]. Pero esta actitud se transforma radicalmente con un propósito epistemológico: «Ponemos fuera de juego la tesis general inherente a la esencia de la actitud natural, todo cuanto ella... abarca lo colocamos entre paréntesis: así pues, este mundo natural entero, que está siempre “presente”, que está siempre “ahí para nosotros”, y que seguirá estándolo permanentemente como “realidad” de la que tenemos conciencia, aunque nos dé por ponerlo entre paréntesis»[3]. Este procedimiento de la «colocación entre paréntesis» se llama en Husserl «ἐποχή fenomenológica»[4].
Pero ¿qué queda, pregunta Husserl, tras la práctica radical de la ἐποχή? Ésta ha de permitir el acceso a «una nueva región del ser, hasta ahora no deslindada en lo que tiene de propio»[5], a saber: la conciencia «pura», libre de trascendencias. Husserl llama conciencia a todo cogito cartesiano: también, por ende, a todo «yo percibo»; es inherente a «la esencia de todo cogito actual ser conciencia de algo»[6]. Husserl determina el concepto de actualidad mediante el análisis de la percepción de la cosa. Cuando veo y toco un papel blanco que está ante mí en la penumbra, «este percipiente ver y tocar el papel» es, «en tanto que vivencia absolutamente concreta del papel que está ante mí, y del papel dado exactamente con estas cualidades... una cogitatio, una vivencia de conciencia»[7]; pero «el papel mismo con sus propiedades objetivas» no es «... una cogitatio, sino un cogitatum, no es vivencia de percepción, sino lo percibido»[8]. «Lo percibido mismo», prosigue Husserl expresándose de forma un tanto censurable y ambigua, puede «ser perfectamente una vivencia de conciencia», pero es «evidente que una cosa material, por ejemplo, este papel dado en la vivencia de percepción, no» es «en principio ninguna vivencia, sino un ser de una forma de ser totalmente distinta»[9]. «Toda percepción de una cosa», dice después haciéndose eco de la conocida teoría de James, tiene «un halo de intuiciones de fondo»[10], de inactualidades. La «conciencia en el modo de estar vuelto actualmente hacia algo» puede transformarse «en conciencia en el modo de la inactualidad», «y viceversa»[11]. La «corriente de las vivencias», esto es, el complejo de la conciencia personal en el sentido de la «Sistemática trascendental», no puede «consistir jamás en puras actualidades»[12]. Solamente las actualidades «determinan... en contraste efectivo con las inactualidades, el sentido pleno de la expresión “cogito”, “tengo conciencia de algo”, “realizo un acto de conciencia”»[13]. En perfecta consonancia con un análisis del complejo de la conciencia personal, añade Husserl: «Viviendo en el cogito, no tenemos conciencia de la cogitatio misma en tanto que objeto intencional; pero ésta puede convertirse en todo momento en tal, es inherente a su esencia la posibilidad fundamental de una vuelta “reflexiva” de la mirada»[14]. De esto resulta la distinción entre actos de dirección inmanente y trascendente. «Por actos de dirección inmanente... entendemos aquellos a cuya esencia es inherente que sus objetos intencionales, si es que existen, pertenecen a la misma corriente de vivencias que ellos mismos... De dirección trascendente son las vivencias intencionales en las que esto no ocurre»[15]. Husserl quiere que por «percepción inmanente» se entienda aquella en la que «la percepción y lo percibido» constituyen «esencialmente una unidad inmediata, la de una sola cogitatio concreta»[16]. Si tras determinar la «simple» percepción como «conciencia de algo» resulta del todo ininteligible el sentido de la restricción «los objetos intencionales de los actos de dirección inmanente... si es que existen», el concepto de «percepción inmanente» ligado a dicha restricción está, señalémoslo anticipadamente, en abierta contradicción con lo dicho antes.
Las «características esenciales de la vivencia y la conciencia», en las que Husserl se afana, son para él «estadios previos... para la obtención de la esencia de esa conciencia “pura”»[17]. Con el fin de discernir esta «conciencia pura», Husserl quiere descubrir «la fuente última de la que se alimenta la tesis general del mundo que llevo a cabo en la actitud natural... Evidentemente, esta fuente última es la experiencia sensible»[18]. «Entre los actos de experiencia», la «percepción sensible» cumpliría «en cierto modo el papel de experiencia originaria, en el buen sentido del término»[19]. Husserl dice expresamente de la «conciencia percipiente» que es «conciencia de la presencia de un objeto individual en su propia persona»[20]. Husserl emplea aquí como sinónimos percepción «sensible» y percepción «de la cosa»[21]. En el «marco de la simple intuición y de las síntesis inherentes a ella», para él es evidente que la «intuición y lo intuido, la percepción y la cosa percibida están, sin duda, referidas por esencia la una a la otra, pero, en virtud de una necesidad de principio, no» son «uno ni están vinculadas ni real ni esencialmente»[22].
Esto ha de aclararse con un ejemplo. «Sin dejar de ver esta mesa, dando vueltas en torno a ella, cambiando como quiera que sea de posición en el espacio, tengo continuamente conciencia del estar ahí en persona de esta una y misma mesa, que de suyo permanece completamente inalterada»[23]. «La percepción de la mesa» sería «una continuidad de percepciones cambiantes»[24]. Si cierro los ojos y después los abro, «la» percepción no vuelve a ser «en ningún caso» «individualmente la misma»[25]. «Sólo la mesa» sería «la misma, en tanto que tengo conciencia de ella como idéntica en la conciencia sintética, que enlaza la nueva percepción con el recuerdo. La cosa percibida puede existir sin ser percibida, incluso sin tener conciencia potencial de ella...; y puede existir sin alterarse. Pero la percepción misma es lo que es en el flujo constante de la conciencia y ella misma es un flujo constante: el ahora de la percepción se convierte constantemente en la conciencia que le sigue, la de lo pasado hace un instante, y a la vez destella un nuevo ahora»[26]. La ley ideal extraída del análisis de este ejemplo la resume Husserl en la tesis siguiente: «Con necesidad esencial corresponde a la conciencia empírica, “omnilateral”, que se confirma a sí misma en una unidad continuada, de la misma cosa, un complejo sistema de continuas multiplicidades de apariencias y matizaciones, en las cuales aparecen o se matizan en continuidades determinadas todos los factores objetivos que caen en el campo de la...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. La trascendencia de lo cósico y lo noemático en la fenomenología de Husserl
  5. Prólogo
  6. A. El problema: contradicción en la teoría husserliana de la cosa
  7. B. La trascendencia de lo cósico y lo noemático en la fenomenología de Husserl
  8. C. Reflexión final
  9. Bibliografía
  10. El concepto de inconsciente en la doctrina trascendental del alma
  11. Prólogo
  12. Introducción
  13. Capítulo primero
  14. Capítulo segundo
  15. Capítulo tercero
  16. Reflexiones finales
  17. Conferencias y tesis
  18. La actualidad de la filosofía
  19. La idea de historia natural
  20. Tesis sobre el lenguaje del filósofo
  21. Apéndice
  22. Resumen de la tesis doctoral
  23. Epílogo de los editores
  24. Publicidad