Capítulo 1
1936: el crimen fue en Granada
Labrad, amigos,
de piedra y sueño, en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
Antonio Machado, El crimen fue en Granada
Un ABC para cada bando
El caso del diario ABC ejemplifica perfectamente esa dualidad irreconciliable y antiperiodística a la que los acontecimientos arrastraron a la prensa española de la guerra civil.
ABC, que apareció como semanario en Madrid el 1 de enero de 1903 –con el subtítulo Crónica Universal Ilustrada y cuyo primer número anunciaba su intención de convertirse en diario– y fue bisemanario desde el 16 de junio de ese año, se consolidó como diario desde el 1 de junio de 1905. Fue fundado por Torcuato Luca de Tena, de una familia de la burguesía industrial de Sevilla, quien ya había fundado el semanario Blanco y Negro en 1891. Ambas publicaciones supusieron una modernización radical de la prensa española y trasladaron a este país los modelos de prensa popular –de ahí, el absurdo nombre de ABC para un periódico– e industrializada que triunfaban en el mundo occidental y que Luca de Tena conocía bien debido a sus frecuentes viajes al extranjero por los negocios familiares y bancarios a los que se dedicaba. El éxito de los medios de Prensa Española, la empresa editora, fue inmediato, basados en abundante información, gran apoyo gráfico y firmas de colaboradores distinguidos; de hecho, ABC se asemejaba a una edición diaria del semanario Blanco y Negro, con su reducido formato tipo revista –incluso con grapa– y un contenido que anunciaba el nuevo subtítulo del periódico, «Diario ilustrado», desde que en 1920 comenzó a utilizar el huecograbado en la edición dominical y diariamente desde 1926, arropando un pliego en tipografía que se abría con una segunda portadilla con las principales noticias de actualidad. El éxito de los medios y las nuevas tecnologías de transmisión y los transportes permitieron a Luca de Tena clonar el periódico madrileño en la patria chica familiar y el 12 de octubre de 1929 apareció el ABC de Sevilla, en el marco de la Exposición Universal, que, aunque autónomo y atento a la vida local y regional, publicaba las mismas páginas de huecograbado y muchas de las de información del ABC madrileño.
La edición del ABC madrileño del domingo 19 de julio de 1936 –el 10.344, un «número extraordinario», como llamaban al de los domingos, de 56 páginas, con cuatro de color, y a veinticinco céntimos en vez de los quince habituales– no se refería al levantamiento militar del día anterior hasta la página 31, la portadilla de tipografía. La impresión en huecograbado requería unos tiempos mucho mayores que la tipográfica, por lo que los reportajes y fotografías de actualidad eran intemporales o, en todo caso, de dos días antes –problema que arrastró el periódico durante muchos años, hasta la modernización del método y de su propia maquinaria–; una característica que, aprovechando el mal tiempo para poner buena cara, contribuyó a popularizar uno de los eslóganes espontáneos del diario: «Hasta que no sale en ABC, no es noticia».
En la portadilla de tipografía, un titular a toda página y en mayúsculas: «Notas oficiales radiadas por el Gobierno de la República acerca del movimiento militar», con diversos sueltos sin ningún comentario –y un recuadro escueto a pie de página: «Este número está visado por la Censura»– que finalizaban en la media página siguiente. De la página 33 a la 40, la vida seguía, rutinaria y pacífica en la tensión cotidiana –«La próxima festividad del Apóstol Santiago», «Después del asesinato del señor Calvo Sotelo [el 13 de julio]. Manifestaciones de duelo y protesta. Cartas y telegramas recibidos en la Redacción de ABC»...–, hasta la página 41, en la que un faldón, con las mismas características tipográficas que la portadilla, informaba: «Al cerrar la edición. A las cuatro de la madrugada se constituye un nuevo gobierno, presidido por el Sr. Martínez Barrio, y con exclusión del Sr. Casares Quiroga».
Los lunes no había más periódicos que las Hoja del Lunes, editadas por las Asociaciones de la Prensa de cada provincia. El martes 21, al llegar los redactores a Serrano, 61, sede de ABC, oyeron por la transmisión de Unión Radio la orden de cierre decretada por el gobierno y que aún no había llegado al periódico; el Ministerio de Gobernación se lo confirmó en tono seco y escueto al director: Luis de Galinsoga ordenó limpiar las rotativas y, a los empleados, que esperaran noticias en sus casas. Pero si esperaban que, como había sucedido en ocasiones anteriores, el cierre se limitara a una sanción temporal de tres o cuatro días y una multa simbólica, los hechos indicaban que esta vez no sería así: el desabrido funcionario de Gobernación con el que había contactado Galinsoga le había respondido que se considerasen «suspendidos indefinidamente».
El fracaso del alzamiento en Madrid supuso el cierre e incautación, el 21 de julio, de ABC –como también de El Debate y el Ya, diarios de la jerarquía eclesiástica; de Informaciones, financiado por el banquero excontrabandista y golpista Juan March, y de El Siglo Futuro, carlista y antisemita–; por el contrario, el triunfo del golpe en Sevilla mantuvo la edición continuada del ABC sevillano, tras la oportuna depuración y ajusticiamiento de los «elementos indeseables» de la plantilla. Aunque, en realidad, nunca llegaron esas órdenes de cierre, ni temporales ni indefinidas, pues nunca se tomó de manera formal la decisión por la autoridad correspondiente, por lo que, a lo largo de la historia del ABC republicano, se pueden leer las acusaciones del periódico incautado a sus verdaderos dueños por haberlo abandonado a su suerte...
Quizás afectado por alguno de los cientos de huelgas y cierres patronales que se declararon desde las elecciones de febrero de 1936, ABC de Sevilla tuvo una aparición discontinua desde el 30 de junio hasta el 20 de julio –Málaga estuvo sin periódicos durante doce días en junio–, cuando, tras triunfar el golpe en la capital andaluza y controlada por Queipo de Llano la situación en los barrios céntricos y edificios significativos, apareció un escueto ejemplar de seis páginas –de las que sólo portada y dos columnas de la página 3 eran de información y el resto, publicidad–, con las connotaciones «Suplemento extraordinario» (reservada para la edición dominical, aunque era lunes), la significativa «Madrid-Sevilla» y el número 10.341. En portada, un gran titular, «Viva España», con un cuerpo de gran tamaño y astas gruesas, compuesto a mano, a todo el ancho de la página, seguido de un prolijo sumario: «El General Queipo de Llano se encarga de la Jefatura de la División y declara el estado de guerra. Diversas manifestaciones por “radio”, rectificadas sobre información de Madrid. Órdenes a la población civil. Otras notas». Diseño y utilización de cuerpos tipográficos exagerados que ABC de Sevilla utilizó en diversas ocasiones y que recordaban los utilizados en las portadas de ambas ediciones de ABC del 7 de octubre de 1934, con motivo de la proclamación del denominado Estat Catalá de la República Federal Española; en Madrid, en la primera página de tipografía, la 26 (al ser domingo, las páginas de huecograbado, con reportajes intemporales, se preparaban con mayor antelación), contestaba la oportunista iniciativa del presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys, con un «¡Viva España!» entre signos de admiración que la edición de Sevilla dobló impropiamente: «¡¡Viva España!!» (p. 17).
El asesinato de García Lorca en los dos ABC
La primera noticia del asesinato de Federico García Lorca (en la madrugada del 17 de agosto de 1936, aunque el certificado de defunción lo datara en la del 19) en las páginas del ABC de Madrid apareció en la edición del 1 de septiembre en un suelto en las páginas de información deportiva, teatral y cinematográfica, que, junto a los anuncios por palabras, nunca faltaron en dicha edición madrileña. Bajo el ladillo «De provincias», se hacía eco de una noticia de la agencia Febus que recogía el rumor que circulaba en Guadix (Granada) y había sido publicado por el Diario de Albacete, acerca de «el posible fusilamiento del gran poeta Federico García Lorca, por orden del coronel Cascajo».
El coronel Ciriaco Cascajo, comandante militar de Córdoba, no había tenido nada que ver en el asesinato de García Lorca, como le atribuían las confusas noticias del principio. Cascajo era un militar africanista que, al mando del Regimiento de Artillería Pesada núm. 1, había sumado Córdoba al alzamiento sin grandes resistencias y que ya era conocido por su ferocidad en la represión. El hijo del general Cabanellas, que lo conocía bien, duda de su salud mental y lo describe como «[...] hábil y sanguinario en la represión, pero tímido, vacilante y falto de condiciones militares para la guerra [...] Desde la primera hora sumerge a Córdoba en un baño de sangre que habría de durar largos días e interminables noches».
Hasta el 8 de septiembre no hubo más noticias sobre Lorca en el ABC madrileño. Ese día, en primera página de tipografía (la 7): «Se confirma el asesinato de García Lorca», se hacía eco de la crónica del corresponsal en Guadix de El Liberal de Murcia, quien recogía el testimonio de un socialista huido de Granada que no dejaba lugar a dudas por haber sido amigo del poeta y del alcalde Manuel Fernández Montesinos, quien había sido fusilado en vísperas de la ejecución de Lorca. La crónica se completaba a continuación con un editorial en el que ABC expresaba su «incredulidad» ante «la barbarie» y «el odio», el «dolor» que producía y «la certeza que sabremos vengarle».
El día 10, La Barraca, la organización teatral fundada por García Lorca y Eduardo Ugarte en 1933 en el marco de las Misiones Pedagógicas, condenaba el asesinato, al que ya daban por cierto «ante la insistencia de los rumores». Y comenzaban a llegar protestas del extranjero.
El 13, ABC entrevista al «camarada ministro» Jesús Hernández, comunista en la cartera de Instrucción Pública, quien expresaba el dolor del gobierno por el asesinato, cometido «por hordas de moros y aventureros que pisotean Granada»; hacía un llamamiento a «¡Que la intelectualidad universal tenga en cuenta ese horrendo crimen!» y anunciaba un homenaje que «el Gobierno de la República dedicará al infortunado escritor».
ABC recogió en los días siguientes la ola de protestas de toda la España republicana, de todo el mundo, de asociaciones de todo tipo y de personajes como Jacinto Benavente. El premio Nobel de Literatura de 1922, a quien la propaganda de Burgos había dado como fusilado en Madrid, se hallaba refugiado en Valencia desde el principio de la guerra y desde allí envió una...