Borges en 90 minutos
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Borges en 90 minutos

  1. 112 páginas
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Entretejiendo ficción y hechos, materia fantástica con figuras históricas, la idea de Borges de un mundo en el que convergen el tiempo, la cultura y el espacio resulta muy apropiado en nuestro progreso hacia la globalización. Fue perdiendo la vista a medida que cumplía años hasta quedarse ciego pero, según su vista desaparecía, los extraños y exóticos relatos que había puesto sobre el papel cobraron viveza. La obra de Borges, sorprendentemente profunda y conmovedora, es atemporal y emocionante, resultado de un profundo sufrimiento y una incorregible inocencia.En "Borges en 90 minutos", Paul Strathern nos ofrece un relato tan conciso como experto sobre la vida y obra de Borges, y explica su influencia sobre la literatura y la lucha del hombre para entender su lugar en el mundo. El libro incluye asimismo una cronología de su vida y época, así como lecturas recomendadas para quienes quieran saber más.

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Información

Año
2016
ISBN
9788432318061
Edición
1
Categoría
Literatura
Vida y obra de Borges
Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires, la capital de Argentina, en agosto de 1899. A principios del siglo XX, Buenos Aires ya era una ciudad considerablemente rica y sofisticada, más que muchas capitales europeas, y se la consideraba el centro cultural de Sudamérica. Borges formaba parte de una distinguida familia; uno de sus ancestros fue oficial de la caballería argentina y desempeñó un importante papel en la lucha emprendida en el siglo XX para independizarse de España. La otra rama de la familia era británica y Borges aprendió a hablar inglés antes que castellano. Le llamaban «Georgie», una versión inglesa de su nombre. Era hijo de un abogado con ambiciones literarias frustradas, que también ejercía de profesor de psicología a tiempo parcial en un prestigioso colegio inglés para niñas de la ciudad. En su vasta biblioteca había numerosas obras de escritores ingleses como Robert Louis Stevenson, H. G. Wells y Mark Twain que el joven y precoz Borges absorbería ávidamente años después.
Aunque era una familia de clase media, vivían en Palermo, por entonces un suburbio venido a menos situado en las afueras de la ciudad, lleno de antros de mala muerte y clubs nocturnos baratos, famoso por sus bailarines de tango (por entonces muy poco respetable) y las riñas mortales a navajazos entre los inmigrantes italianos y los elementos nativos de los bajos fondos. En un momento posterior de su vida, Borges sintió la inquietud de investigar intelectualmente ese territorio prohibido.
Aunque el padre de Borges era un poco mujeriego a la manera tradicionalmente tolerada en la época, su vida familiar fue feliz y el joven Georgie estableció una excelente relación con su madre, su hermana Norah y su abuela inglesa. La madre de Borges solía llevar al joven Georgie al cercano zoológico de Palermo, donde este desarrolló una curiosa obsesión con un tigre. Insistiría en quedarse ante su jaula hasta la puesta de sol, cuando cerraba el zoológico, y una de sus primeras creaciones fue un dibujo infantil de este tigre que pintó cuando solo contaba cuatro años de edad. Georgie estudió en su casa hasta los nueve años. Muchos de los amigos de su padre eran poetas y escritores. Uno de ellos, Evaristo Carriego, solía ir a casa de los Borges y organizar recitales dramáticos de su poesía. Borges recordaría más tarde:
No entendía nada, pero me reveló lo que era la poesía cuando comprendí que las palabras no eran solo un medio de comunicación, sino que había algo mágico en su interior.
Debido a esa experiencia, Borges empezó a escribir enseguida su propia poesía infantil.
En 1914 la familia Borges pasó unas largas vacaciones en Europa. Cuando esta se sumió en el caos, tras el inicio de la Primera Guerra Mundial en julio de 1914, la familia se trasladó a la neutral Suiza, donde Borges asistió al colegio en Ginebra y disfrutó de largos paseos en barca por el lago con su hermana Norah. Era un buen estudiante, ávido de conocimiento, que logró hablar alemán y francés con fluidez rápidamente y comenzó a devorar omnívoramente la literatura de ambos países. Le atraían especialmente la lírica musical del poeta alemán Heine y el lúgubre romanticismo de Baudelaire. También se interesó por la filosofía pesimista del pensador y ensayista alemán Schopenhauer, así como por los escritos más robustos de escritores católicos ingleses como G. K. Chesterton. Los versos que Borges escribió por entonces mostraban la influencia de estos poetas y pensadores, pero aún eran la obra de un aprendiz.
Tras la guerra, en 1919, la familia Borges viajó a España. Los argentinos de la época consideraban a España una madre patria algo atrasada y a Argentina un país americano moderno. Sin embargo España seguía siendo un centro cultural boyante y, por aquel entonces, contaba con una vanguardia artística muy activa de la que formaban parte artistas como Pablo Picasso y Juan Gris, así como el poeta Antonio Machado y la famosa generación del 98. Representaban a la vanguardia literaria española los ultraístas, una versión española del modernismo que barría Europa. Los ultraístas españoles afirmaban que la generación anterior de poetas románticos era decadente e insistían en la necesidad de innovar y renovar la visión del mundo moderno. Fue entonces, bajo la influencia de los ultraístas, cuando Borges empezó a escribir sus primeros poemas de madurez.
Cuando Borges volvió con su familia a Sudamérica en 1921, difundió el ultraísmo y empezó a ganar rápidamente influencia entre los jóvenes poetas de Argentina. Aunque ya sentía un profundo amor por la cultura europea, el retorno suscitó en él un amor entusiasta hacia su ciudad natal. Buenos Aires se estaba convirtiendo en una metrópolis en auge, con metro y un nuevo horizonte de rascacielos. Era un escenario adecuado para los poemas modernos y ultraístas de Borges que se empezaban a publicar en las revistas literarias locales.
En 1923, a los 24 años, Borges publicó su primer libro de poemas titulado Fervor de Buenos Aires. Él mismo financió la primera edición (con 130 pesos que le dio su padre) y la portada mostraba un grabado en madera realizado por su hermana, que representaba una puesta de sol sobre la típica casita baja de los suburbios bonaerenses. El libro incluía poemas como «Calle desconocida», del que cabe mencionar estos versos:
Penumbra de la paloma
llamaron los hebreos a la iniciación de la tarde
cuando la sombra no entorpece los pasos
y la venida de la noche se advierte
como una música esperada y antigua
[…]
Este verso libre es especialmente musical y evocador, como se aprecia en la primera línea: «Penumbra de la paloma».
Borges deslizó en secreto copias en los bolsillos de los abrigos colgados en las oficinas de una revista literaria puntera para dar publicidad a su libro. Los escritores dueños de los abrigos las leyeron y algunos llegaron incluso a elogiar el libro.
A pesar de la sofisticación literaria de Borges y su destacado papel entre los jóvenes poetas de Buenos Aires, el joven con gafas parece haber sido tímido con las mujeres. Siguiendo la tradición de la época, su padre le había dado dinero y le había enviado a un burdel de Ginebra cuando contaba 19 años, pero al parecer para Borges fue un fiasco angustioso que dejó al joven poeta algo traumatizado. Bajo los modales reprimidos (más al modo de reservado estudioso que de lord inglés) de Borges latía un alma apasionada, y fue por entonces cuando se comprometió con Concepción Guerrero, a la que describió como «una chica maravillosa de 16 años, con sangre andaluza, grandes ojos negros y una serenidad agradable y dulce que ocultaba enormes reservas de ternura». La relación era puramente platónica, como cabía esperar en una sociedad latina conservadora, pero aun así Borges le escribió varios poemas de amor. Desafortunadamente hubo poco más, en parte porque Borges seguía sin estar a gusto con su sexualidad y en parte porque temía separarse de su posesiva madre.
En la década de los veinte Borges tuvo varias relaciones amorosas platónicas e insatisfactorias. Siguió escribiendo poemas y publicó dos volúmenes más que mostraban cómo iba adquiriendo una voz cada vez más propia, y en los que ya afloraban los temas centrales de sus mejores obras. Lo segundo se aprecia en títulos como «El General Quiroga va en coche al muere», «Manuscrito hallado en un libro de Joseph Conrad» o «La fundación mítica de Buenos Aires».
El primero de estos poemas versa sobre una destacada figura de la historia argentina que desplegó gran violencia durante los difíciles años posteriores a la independencia. Fue asesinado en 1835 por orden del dictador de derechas Rosas. El poema concluye con el asesinato de Quiroga cuando:
[…]
sables a filo y punta merodearon sobre él;
[…]
Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma
se presentó al infierno que Dios le había marcado
y a sus órdenes iban, rotas y desangradas,
las ánimas en pena de hombres y caballos.
En la década de los veinte Borges también ayudó a fundar toda una serie de revistas literarias. La mayoría tuvieron corta vida, pero en 1930 cofundó Sur que se convirtió rápidamente en la revista literaria más destacada de Sudamérica. Borges publicaría en ella ensayos, poemas y cuentos, y formaban parte de su consejo editorial muchos de sus amigos literarios más íntimos.
En 1930 Borges publicó una biografía del poeta Evaristo Carriego, cuyos recitales poéticos «algo exagerados» le habían inspirado en su infancia. A Carriego le fascinaban los personajes que merodeaban por los barrios bajos del Palermo antiguo. De joven había contemplado a los gauchos (vaqueros argentinos), que se habían convertido en gánsteres en el hinterland asilvestrado que había entre la ciudad y el campo abierto, a los maleantes engalanados con joyas y trajes brillantes y a las mujeres salvajes por las que se peleaban. Años después Carriego se llevaría al tímido Borges de excursión por el Palermo antiguo mostrándole a los diversos personajes. Carriego había muerto, pero a Borges le seguirían interesando los bajos fondos de Palermo, donde encontró a un viejo cuchillero llamado Nicolás Paredes que le siguió paseando por la zona.
Borges escribía menos poemas cada año que pasaba y, tras otra desastrosa historia de amor, perdió por completo su inspiración poética. En 1930, a los 31 años, volvió a acompañar a sus padres, no sin cierta reluctancia, a un hotel de Androgué donde pasaron los meses de verano; fue allí donde se enteró de la muerte de Parades. Borges decidió escribir un tributo a su antiguo amigo delincuente «para registrar algo de su voz, algunas de sus anécdotas y su forma peculiar de narrarlas». El resultado fue un cuento titulado El hombre de la esquina rosada, narrado por un matón anónimo en un bar-burdel situado en la Esquina rosada de Palermo. Nos describe cómo un extraño de otro distrito retó a duelo a Rosendo Juárez, que ostentaba la reputación de ser el cuchillero más duro de Palermo. Juárez no acepta el duelo y su amante, la Lujanera, se avergüenza tanto de su cobardía que se va con el extraño. El matón siente tanta vergüenza que se va del bar. Más tarde reaparece allí la Lujanera; está muy alterada y cuenta que un hombre ha asesinado a su nuevo amante en una pelea de navajas. El matón parece insinuar que ha matado a Juárez para devolver a Palermo su orgullo.
Borges no solo tenía voz propia, sino también un nuevo oficio. Empezó a escribir cuentos cortos que se recopilaron y publicaron en 1935 bajo el título Historia universal de la infamia. Los relatos son descripciones reales de personajes históricos secundarios, desde un maestro de etiqueta japonés del siglo XVIII a Billy el Niño.
Los cuentos reflejan una gran influencia de las historias de aventuras de Robert Louis Stevenson. Borges no pretende entrar en honduras psicológicas, pero aun así están llenos de giros irónicos y observaciones inesperadas que revelan mucho sobre el d...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. Introducción
  5. Vida y obra de Borges
  6. Epílogo
  7. Cronología de la vida y época de Borges
  8. Lecturas recomendadas