Diez horas de Estat Català
eBook - ePub

Diez horas de Estat Català

  1. 256 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Diez horas de Estat Català

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Este libro recoge la narración fidedigna de los trágicos episodios que tuvieron lugar en Barcelona la noche del 6 al 7 de octubre de 1934, realizada por quien fuera testigo directo de los mismos al encontrarse "en primera línea" para cubrir la noticia como corresponsal del diario El Debate. Pocas semanas después el propio Enrique de Angulo publicaría en forma de libro este reportaje minucioso, que reproducimos de modo literal en la presente edición y que recoge detalles que sólo podía conocer quien fuera testigo directísimo de los acontecimientos. Como dice Jesús Laínz en el prólogo, en la situación actual de puesta en marcha de un proceso institucional de "desconexión del Estado español" por parte del parlamento y el gobierno autonómicos catalanes, "merece la pena reflexionar sobre los notables paralelismos entre lo sucedido aquellos días y la situación política actual (...) Porque los problemas que acabaron desatando la rebelión separatista de 1934 volvemos a encontrarlos hoy repetidos y aumentados".

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Diez horas de Estat Català de Enrique de Angulo en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de History y European History. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2017
ISBN
9788490557983
Edición
2
Categoría
History

EPÍLOGO OBLIGADO SOBRE ENRIQUE DE ANGULO (Y ESPAÑA)

El reportaje de Angulo sobre los sucesos de 1934 en Barcelona y Cataluña corrobora la tesis de Pío Moa, expuesta principalmente en sus libros Los orígenes de la Guerra Civil Española y El derrumbe de la segunda república y la guerra civil, ambos publicados por Ediciones Encuentro en 1999 y 2001, respectivamente, según la cual la confrontación fratricida, temida por muchos, alentada por otros, comenzó, en efecto, en octubre de 1934, aunque todavía haya quienes cierran los ojos a la evidencia y se niegan a reconocerlo.
Los acontecimientos del año y medio siguiente, con la decidida colaboración del propio presidente de la república, no hicieron más que engordar la gigantesca bola incandescente que se precipitaba ladera abajo hacia el estallido final. Alcalá Zamora provocaba de forma reiterada crisis ministeriales, ponía palos en las ruedas de los efímeros gobiernos de centro-derecha y condicionaba la formación de los nuevos gabinetes. Esas argucias y zancadillas de perro viejo perturbaban en gran manera la estabilidad de las instituciones y anunciaban un desenlace en extremo preocupante.
En ese contexto, el 20 de septiembre de 1935, después de la enésima crisis, Alcalá Zamora pidió a Joaquín Chapaprieta, hasta entonces ministro de Hacienda, independiente, tan independiente que sólo se representaba a sí mismo en el Parlamento, que formara nuevo gobierno. Chapaprieta había sido compañero de peripecia política del presidente desde el monarquismo liberal al republicanismo. En la monarquía había sido, como don Niceto, ministro con García Prieto, de Industria y Comercio, en 1922, y de Trabajo, en 1928. A pesar del desplante, uno más, del presidente a las minorías mayoritarias, cedistas y radicales prestaron su concurso al nuevo presidente del Consejo. No obstante, Lerroux escribió de Alcalá Zamora refiriéndose a estas fechas: «A partir de ese momento histórico la República comenzó a naufragar. La pilotaba un demente que llevaba a bordo, sin percatarse de ello, el explosivo y la traición».
En esta coyuntura, octubre de 1935, estalló el escándalo del estraperlo, un asunto menor de corrupción marginal, que agigantaron las izquierdas hasta el paroxismo, con la complicidad y estímulo del mismo jefe del Estado. Objetivo: destruir a Lerroux, el auténtico republicano entre tanto republicano de aluvión, al partido Radical y, de rebote, a la CEDA, su principal aliado, últimos baluartes dentro de la ley que frenaban la invasión jacobino-marxista. Lo consiguieron: la maldad se impuso a la justicia y a la verdad. Los hechos, en síntesis, sucedieron así: dos aventureros judíos —la mala hierba puede crecer en el más florido jardín—, llamados Straus, afincado en Méjico, y Perl, holandés, gestionaron autorización para explotar una ruleta eléctrica fraudulenta denominada straperlo, apócope de sus apellidos. A tal fin buscaron apoyo en un promotor de boxeo y un periodista, y a través de ellos llegaron a cargos públicos y funcionarios de segundo y aún menor nivel, entre otros a Aurelio Lerroux, hijo adoptivo del jefe radical y delegado del Estado en la Compañía Telefónica Nacional. Finalmente lograron permiso provisional para exhibir el invento en el casino de San Sebastián. El éxito de público fue completo, pero tres horas después de su inauguración apareció la policía y clausuró el juego por orden del ministro de la Gobernación, De Pablo, amigo de Alcalá Zamora.
Ya de vuelta a Méjico, Straus reclamó las cantidades que según él había gastado en la puesta en marcha del negocio, gestiones y regalos, entre ellos dos relojes de oro, que importaban, entre ambos, 5.700 pesetas. Como nadie le devolvía nada, decidió extorsionar a Lerroux, al que exigía el pago del dinero «invertido», «con el fin de evitar el escándalo de una reclamación judicial». Querella que por cierto no interpuso nunca ante ningún juzgado. Lerroux rechazó de plano el chantaje, pero entre tanto (5 de septiembre) el presidente de la República recibía la denuncia de Straus y, en lugar de devolverla al denunciante para que la cursara por vía judicial, o remitirla de oficio al fiscal, o informar de inmediato al afectado, don Niceto la guardó en un cajón a la espera de hacerla pública en el momento que a él le interesara. Un mes después, Alcalá Zamora entregaba oficialmente al jefe del Gobierno, Chapaprieta —pero nunca a Lerroux— la denuncia del estraperlista. Chapaprieta no tuvo más remedio que remitirla a las Cortes, y de ese modo estalló el escándalo. Durante días y días no se habló de otra cosa en toda la nación, cada vez en tonos más feroces y destructivos contra el Partido Radical.
El Congreso exculpó a Lerroux, por amplia mayoría, tras el dictamen de la comisión nombrada al efecto, de toda responsabilidad en tan ajena y diminuta corruptela, pero el daño ya estaba hecho. De esa forma, un pillo chantajista, amigo de un agente de Azaña, logró desatar un escándalo monumental, debidamente orquestado por políticos y periodistas rencorosos y sin escrúpulos, al objeto de influir de manera decisiva en los destinos de España. Estas prácticas miserables no sería la última vez que se emplearan en estos predios.
«Nadie formuló cargo ni acusación contra mí —escribió Lerroux—. Hube de soportar la innoble comedia de siempre. En dos horas viví cien años». Herido en su honor y honradez personal, que era su único patrimonio, dimitió del Gobierno, junto con su correligionario Rocha (24 de octubre). Seis días después Chapaprieta presentó el recompuesto gabinete, pero duró poco. Abandonado por todos los que podían apoyarle (radicales, cedistas y agrarios), tuvo que dimitir (10 de diciembre de 1935).
Alcalá Zamora hizo infinidad de consultas para constituir nuevo gobierno, pero los sucesivos encargos fracasaban (Martínez de Velasco, jefe de los agrarios, el resucitado Miguel Maura, de nuevo Chapaprieta, una fórmula dual Maura-Portela, que el primero rechazó airado). Todo inútil. En realidad era un sainete urdido por el presidente para poner sobre el tapete el as que guardaba en la bocamanga: la solución Portela Valladares, vizconde de Bryas, personaje sin ninguna representación parlamentaria, tan ninguna que ni siquiera tenía acta de diputado, pero con una misión concreta, disolver las Cortes y crear un partido de urgencia a imagen y semejanza de sus mentores (Alcalá Zamora-Portela) que pudiera suplantar al partido Radical. Un partido de «centro republicano», según lo definió el marrullero Portela, como si Lerroux no hubiera sido jamás republicano ni estuviese en el fiel de la balanza política.
El nuevo gobierno se presentó el día 14 de diciembre, y el 31 entraba nuevamente en crisis tras la renuncia de algunos ministros. Pocas horas después, Portela recomponía totalmente el ministerio pero con personajes oscuros sin apenas presencia en el Congreso, y el día 7 de enero de 1936 se hacía público el decreto de disolución de las primeras Cortes ordinarias de la República, casi dos años antes de que expirase su mandato. Las elecciones generales quedaban fijadas para el 16 de febrero. Equivalía a destapar la caja de los truenos.
Una semana después se presentaba el manifiesto del Frente Popular, una coalición de izquierdas inspirada por la KOMINTERN y que en Francia había alcanzado el poder con el socialista León Blum a la cabeza, unos meses antes. Suscribían el documento Izquierda Republicana, Unión Republicana, PSOE, UGT, PCE, Juventudes Socialistas, partido Sindicalista de Ángel Pestaña y POUM. La CNT-FAI apoyaría desde fuera. El manifiesto en sí no era especialmente agresivo ni belicoso. Unas cuantas generalidades ambiguas y no mucho más. Sólo en un punto se mostraba claro y contundente: la reivindicación de la revolución de octubre de 1934, amnistía general de los insurrectos y condena rotunda de la represión subsiguiente. Es decir, defensa a ultranza del impunismo. Así pues, aquellos hechos sangrientos se convirtieron en el santo y seña de la propaganda electoral del Frente Popular. «Somos los de octubre», repetían. Los derrotados de entonces querían tomarse la revancha. Empezaba a escenificarse el segundo acto de la tragedia nacional.
La campaña electoral fue horrible, delirante, sobre todo por parte de las izquierdas; sin embargo no se registraron grandes alteraciones del orden público. Éstas vendrían después, durante las votaciones y los días posteriores.
La jornada electiva se vio muy perturbada por actos vandálicos, rotura de urnas, coacciones en las puertas de los colegios y un estado de agitación generalizada que concluyó con un anormal y fraudulento recuento de votos. El mismo día 16 por la noche, grupos estacionados en la Puerta del Sol y ante la Cárcel Modelo de Moncloa, en la capital de España, proclamaban ya, sin conocerse ningún resultado, la victoria del Frente Popular. Comenzaba el baile que se propagó rápidamente a toda la nación; esto es, reverdecía el 14 de abril.
El 17 por la tarde, la prensa afín al Frente Popular anunciaba un triunfo «aplastante, arrollador, impresionante, formidable: nueva proclamación de la República auténtica». No obstante se desconocían todavía datos oficiales y seguros.
El día 18 se anuncia el anticipo de los resultados de la primera vuelta (faltaba la segunda), que fueron los siguientes:
Derechas: CEDA, 120 escaños; Renovación Española, 13; agrarios, 12; independientes, 12; tradicionalistas, 11. Total, 168.
Centro: portelistas, 21; Lliga, 10; radicales, 5; mauristas, 2. Total, 38.
Sin adscripción: PNV, 3.
Izquierdas: socialistas, 77; Izquierda Republicana, 63; Unión Republicana, 27; Esquerra, 22; comunistas, 11; Acción Catalana, 5; sindicalistas, 1. Total: 221. Les faltaban 15 escaños para alcanzar la mayoría absoluta, mientras que la CEDA continuaba siendo la minoría mayoritaria.
Evidentemente el gran perdedor de la jornada electoral fue el partido Radical, que salió triturado de la contienda. De 102 diputados obtenidos en noviembre de 1933, quedaba reducido a cinco. Alcalá Zamora había conseguido, por fin, abatir la pieza mayor tanto tiempo perseguida y hostigada, pero, ¿a qué precio?
Un terremoto de furor y violencia sacudía a todo el país. Portela, el pelele desbordado por los acontecimientos, se derrumbó como un castillo de naipes. Al ver la que se le venía encima decretó el estado de guerra, pero a las pocas horas se echó atrás. El 19 por la mañana dimitía con todo su gobierno de manera irrevocable, y se daba a la fuga sin esperar a la segunda vuelta, que estaba obligado a presidir, ni a contrastar definitivamente el escrutinio. El bombero pirómano huía despavorido al comprobar la magnitud del siniestro que entre él y el presidente habían provocado. Por la noche de ese mismo día Azaña formaba ministerio sólo con republicanos y se hacía cargo del poder sin cumplir ninguno de los trámites impuestos por la Constitución. Por supuesto no esperó al recuento definitivo de las papeletas previsto para el día 20 en las Juntas Provinciales del Censo, ni a que se celebrase la segunda vuelta. Sin embargo, el cómputo final de votos no era tan favorable y manifiesto como se atribuían las izquierdas. Según Salas Larrazábal, recogido por César Vidal en su libro Checas de Madrid (página 70), de un total de 9.716.705 votos emitidos, 4.511.031 correspon­dían a las derechas, 4.430.322, a las izquierdas, y 681.825 al centro. Se registraron además 91.641 votos en blanco o atribuibles a candidatos menores sin significación política clara. En estas cifras no se aclara en qué grupo se incluyen los votos del PNV, aunque pienso que los engloban dentro de las derechas. ¿Dónde estaba la «aplastante, arrolladora, impresionante, formidable» victoria frentepopulista? Pero una vez ocupado el poder, ¿cómo iban a detenerse en tiquismiquis reglamentistas de unos votos de más o de menos?
El primero de marzo se celebró la segunda vuelta, pero estaba ya todo decidido. Por encima de cualquier otra consideración prevalecía la voluntad y los intereses del Frente Popular. Lo expresó sin ambages Alcalá Zamora, pero una vez exiliado en Suiza, en declaraciones al Journal de Genève el 17 de enero de 1937. Decía así: «A pesar de los refuerzos sindicalistas (CNT), el Frente Popular obtenía un poco más, muy poco, de doscientas actas, en un Parlamento de 473 diputados. Resultó la minoría más importante, pero la mayoría absoluta se le escapaba. Sin embargo, logró conquistarla consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los escrúpulos de legalidad y de conciencia.
»Primera etapa: Desde el 17 de febrero, incluso desde la noche del 16, el Frente Popular, sin esperar el final del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados, la que debería de haber tenido lugar ante las Juntas Provinciales del Censo el jueves 20, desencadenó en la calle la ofensiva del desorden, reclamó el poder por medio de la violencia. Crisis: algunos gobernadores civiles dimitieron. A instigación de dirigentes irresponsables la muchedumbre se apoderó de los documentos electorales: en muchas lo...

Índice

  1. PRÓLOGO ATRAPADOS EN 1934
  2. INTRODUCCIÓNEL AUTOR Y SU TIEMPO
  3. I. ANTECEDENTES DE LA REBELION SECESIONISTA
  4. II. EL PODER AUTONOMO ORGANIZA LA HUELGA GENERAL
  5. III. PROCLAMACION, VIDA Y MUERTE DE ESTAT CATALA
  6. IV. NOCHE DE MIEDO EN LA CONSEJERIA DE GOBERNACION
  7. V. EL AYUNTAMIENTO SE ADHIERE A LA REBELDIA
  8. VI. COMO SE RINDIERON LOS DEMAS CENTROS OFICIALES
  9. VII. LA MUERTE DE JAIME COMPTE
  10. VIII. ESPAÑA SE DEFIENDE
  11. IX. LA REVOLUCION EN EL RESTO DE CATALUÑA
  12. X. LA NOCHE TRAGICA EN LA CALLE
  13. XI. LA TACTICA MILITAR DE BATET
  14. XII. COMPLICES DE LOS SEPARATISTAS
  15. XIII. DECEPCION ENTRE LOS CATALANISTAS
  16. XIV. CONSECUENCIAS Y ENSEÑANZAS DE LA NOCHE ROJA
  17. ANEXOS
  18. EPÍLOGO OBLIGADO SOBRE ENRIQUE DE ANGULO (Y ESPAÑA)