El sentido religioso
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El sentido religioso

Curso Básico de Cristianismo (Volumen 1)

Luigi Giussani

  1. 218 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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El sentido religioso

Curso Básico de Cristianismo (Volumen 1)

Luigi Giussani

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Información del libro

El sentido religioso es el primer volumen del Curso Básico de Cristianismo, en el que Luigi Giussani resume su itinerario de pensamiento y de experiencia. El libro identifica en el sentido religioso la esencia misma de la racionalidad y la raíz de la conciencia humana. Según el autor, el sentido religioso se sitúa en el nivel de la experiencia elemental de cada hombre, en el que el yo se plantea preguntas acerca del significado de la vida, de la realidad, de todo lo que sucede. En efecto, la realidad despierta los interrogantes últimos sobre el significado total de la existencia. El contenido del sentido religioso coincide con estas preguntas y con cualquier respuesta a ellas. Monseñor Giussani lleva al lector a descubrir el sentido original de dependencia, que es la mayor evidencia para el hombre de todos los tiempos. Un descubrimiento que exalta la razón como capacidad de abrirse a la realidad según la totalidad de sus factores. En el último capítulo del libro Giussani muestra que el hombre ---cuya naturaleza es exigencia de verdad y de cumplimiento, es decir, de felicidad--- comprometido con su propia humanidad intuye la respuesta que está implicada en su propio dinamismo original: en este punto se introduce la hipótesis de la revelación, es decir, de que el Misterio ignoto tome la iniciativa y se deje conocer saliendo al encuentro del hombre. El cristianismo tiene que ver con el sentido religioso precisamente porque se propone como respuesta imprevisible, pero plenamente razonable, al deseo del hombre de vivir descubriendo y amando su propio destino.

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Información

Año
2016
ISBN
9788490554456

Capítulo Decimoquinto
LA HIPÓTESIS DE LA REVELACIÓN: CONDICIONES PARA QUE SEA ACEPTABLE

Nuestra naturaleza exige la verdad y su plena realización, es decir, la felicidad. Todo movimiento del hombre, haga lo que haga, está dictado por esta urgencia que lo constituye. Pero el hombre, cuando llega al borde extremo de su propia experiencia de vida, no encuentra todavía lo que ha estado buscando; en la frontera de su territorio vital no ha encontrado todavía respuesta a esa exigencia. Y el aparente muro que supone la muerte pone bien de manifiesto la realidad de esta observación.
Es aquí donde se dispara la cuestión. Porque es precisamente por su misma naturaleza, para no suprimir su propia naturaleza, por lo que, al llegar a este punto, nuestra razón, nuestra humanidad, intuye la respuesta que lleva implícita en su propio dinamismo, una respuesta que existe por el mismo hecho de existir la exigencia de ella. Sería necesario decidirse por una irracionalidad total, por una innaturalidad total, para poder suprimir la determinación con que nuestra naturaleza intuye que este significado último, esta dependencia total, tiene efectivamente un término de referencia, aunque éste se halle —usemos incluso una palabra dramática— «desesperadamente» más allá, aunque radique en el más allá, trans, aunque sea «transcendente», «absoluto», es decir, que no esté ligado al tiempo ni al espacio, ni a ninguna de las medidas que podamos usar de la razón, la fantasía o la imaginación.
La existencia de esta incógnita suprema de la que todo depende en la historia y en el mundo es la culminación y al mismo tiempo el vértigo de la razón. Pues ello significa que idealmente, el hombre, el que quiera vivir la capacidad de su grandeza hasta el fondo, debería ser un hombre que estuviera a plena merced de ella, con toda su voluntad de vida, con todo su afecto a lo real, instante tras instante, totalmente pendiente de esa Incógnita suprema, de este absoluto Ignoto, inalcanzable, indescifrable, inefable. Pues éste, ¿cómo manifiesta al hombre su voluntad, cómo comunica al hombre su plan inteligente que asegura el significado de todo? Esa comunicación tiene lugar a través de la aparente casualidad de las circunstancias, de los condicionamientos banales que definen cada instante del hombre.
¡Qué paradoja! Para seguir la absoluta luz del significado sería necesaria una obediencia permanente en cada instante, como quien navega en la niebla más absoluta; obedecer en cada instante a la cosa más aparentemente irracional, las circunstancias, que el viento del tiempo vuelve absurdamente cambiantes.
Es necesario tener un gran coraje; como el de Jacob, del que hemos hablado anteriormente. Toda la noche, es decir, todo el tiempo de la existencia vivido en tensión con esta Presencia inalcanzable, indescifrable, cuyo rostro no se conoce. Al hombre le da mareo, le entra vértigo.
Por eso la historia es como una gran película que narrara todo este decaer humano. A pesar del impulso ideal que le provoca, el hombre recae dentro de los límites de su propia experiencia, dentro del horizonte de su existencia. Pues, como no podemos vivir cinco minutos sin afirmar de algún modo el quid último por el que está valiendo la pena vivir esos cinco minutos, esta inexorable exigencia urgente de significado nos produce como un ansia, un miedo, un terror, y el terror es mal consejero del hombre. Entonces es como si se aferrara a su dimensión existencial de una manera excesiva; como uno que está a punto de ahogarse se aferra histéricamente a quien tiene cerca. Y así se siente llevado a identificar el absoluto, lo seguro, con algo que ya ha experimentado en su existencia, a identificar aquello por lo que en definitiva vale la pena vivir con algún aspecto, con el aspecto más tranquilizador de su experiencia. Y de este modo Dios se convierte en ídolo.
Quisiera añadir que a esto también sucumbe el que considera al misterio como tal misterio, pero después establece él mismo el camino para llegar a él: fijar el camino es como definir su término último.
En resumen, es históricamente inevitable que el hombre identifique en determinados momentos el absoluto con una imagen suya.
La historia del pensamiento humano es como un gran documental de esta caída que se ha producido de modo explícito o implícito, teórico o práctico, establecida por una teoría o vivida en un momento, en una hora concreta.
Siguiendo la Biblia hemos señalado las consecuencias que esto tiene: la vida entendida como violencia y corrupción. En efecto, las relaciones a través de las cuales el hombre intenta asumir este inmenso cuerpo suyo que es el universo, las relaciones con las que el hombre se lanza a la búsqueda y a la posesión del «tú», es decir, de los demás, de las otras personas: todo esto se afronta desde un punto de vista particular, conforme a una medida propia, y no según la medida que deriva de nuestro nexo con lo absoluto.
Así el hombre se mut...

Índice

  1. PREFACIO A LA EDICIÓN DE 2008
  2. PREFACIO
  3. INTRODUCCIÓN
  4. Capítulo Primero PRIMERA PREMISA: REALISMO
  5. Capítulo Segundo SEGUNDA PREMISA: RAZONABILIDAD
  6. Capítulo Tercero TERCERA PREMISA: INFLUENCIA DE LA MORALIDAD EN LA DINÁMICA DEL CONOCIMIENTO
  7. Capítulo Cuarto EL SENTIDO RELIGIOSO: PUNTO DE PARTIDA
  8. Capítulo Quinto EL SENTIDO RELIGIOSO: SU NATURALEZA
  9. Capítulo Sexto ACTITUDES IRRAZONABLES FRENTE AL INTERROGANTE ÚLTIMO: VACIAR LA PREGUNTA
  10. Capítulo Séptimo ACTITUDES IRRAZONABLES FRENTE AL INTERROGANTE ÚLTIMO: REDUCIR LA PREGUNTA
  11. Capítulo Octavo CONSECUENCIAS DE LAS ACTITUDES IRRAZONABLES ANTE EL INTERROGANTE ÚLTIMO
  12. Capítulo Noveno PREJUICIO, IDEOLOGÍA, RACIONALIDAD Y SENTIDO RELIGIOSO
  13. Capítulo Décimo CÓMO SE DESPIERTAN LAS PREGUNTAS ÚLTIMAS. ITINERARIO DEL SENTIDO RELIGIOSO
  14. Capítulo Undécimo EXPERIENCIA DEL SIGNO
  15. Capítulo Duodécimo LA AVENTURA DE LA INTERPRETACIÓN
  16. Capítulo Decimotercero EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD
  17. Capítulo Decimocuarto LA ENERGÍA DE LA RAZÓN TIENDE A ENTRAR EN LO DESCONOCIDO
  18. Capítulo Decimoquinto LA HIPÓTESIS DE LA REVELACIÓN: CONDICIONES PARA QUE SEA ACEPTABLE