Cartas de fe y de amistad
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Cartas de fe y de amistad

Una correspondencia sacerdotal

  1. 128 páginas
  2. Spanish
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Cartas de fe y de amistad

Una correspondencia sacerdotal

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Índice
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Este libro recoge las cartas que Luigi Giussani envió a su amigo Angelo Majo entre 1944 y 1964. En ellas se percibe el amor del joven sacerdote milanés por Cristo y su pasión por comunicarlo a los hombres. Amor por Cristo y pasión por el destino temporal y eterno de los hombres, que conducirían al nacimiento de Comunión y Liberación. "La virtud de la amistad puede renacer en cualquier lugar, por todo el mundo, con su presentimiento de unidad, con su capacidad de escucha y su voluntad de entrega. Pero cuando lo hace en un terreno cristiano, esta virtud se enraíza sólida y abundantemente, eterna y abrazadora de todo. (...) Fuera de esta tierra bendita, la amistad permanece como ímpetu noble y triste, inquieto por la conciencia de su precariedad" (del epílogo del autor). "Esta es la enseñanza fundamental de las cartas de don Giussani que publicamos en este volumen; nos persuaden de que el hombre de hoy no necesita cosas nuevas, sino un modo nuevo de ver las cosas de siempre, y este modo nuevo es Jesucristo. Mi gratitud, llena de reconocimiento afectuoso, a don Giussani que sin descanso me lo ha recordado continuamente y, sobre todo, me ha dado testimonio de ello con su vida, con su fascinante y siempre juvenil entusiasmo" (Angelo Majo).

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Información

Año
2012
ISBN
9788499207940
Edición
1
CARTAS DE FE Y DE AMISTAD

1

¡Viva Cristo Rey!a
Venegono, noviembre de 1944
Querido hermano:
Abriendo la maleta, que me dieron ayer mis padres, encontré esta cajita: será un detalle de mi hermana.
Perdóname si me permito mandártela para tu hermano menor, que está en el hospital.
Me hubiese dado reparo hacerlo si no supiese que eres tan bueno y atento como para comprender también lo que no se ve.
Porque las cosas que se hacen con el corazón son un gran símbolo: incluso si son pequeñas, nimias.
No habría podido jamás imaginarme que todavía te acordases de la «goutte d’eau qu’on peut bevoir»2b. Por eso, el gozo ha embargado mi alma, pensando que nunca podrás llegar a ser tan malo como para olvidarte de que cada uno de nosotros, en este mundo, tiene muchas personas que le quieren con sinceridad, y desinteresadamente, y que ellas son el envoltorio sensible y simbólico de Uno que nos ama con un amor tremendo, hasta perseguirnos con celos y pasión.
Y lo hace porque tiene sobrado derecho de hacerlo.
...Este es uno de los casos en los que siento honda pena de no haber padecido jamás crudos sufrimientos, para merecer el derecho a hablar eficazmente a quienes los han padecido.
Suplico ardientemente a mi Señor Jesucristo que haga de mí un sacerdote privado de todo, para poder decir a quien estará privado de todo: «¡créeme, hermano!».
Per Crucem ad lucem
per aspera ad astra
c.
Tuyo afectísimo hermano-diácono
Luigi Giussani
NOTAS
a El encabezamiento «¡Viva Cristo Rey!» aparece en las primeras veinticinco cartas (a excepción de la número 7), es decir, aquellas comprendidas entre los meses de noviembre de 1944 y de junio de 1949. Se trata de una expresión usada muy frecuentemente por los mártires del primer tercio del siglo XX, especialmente en la persecución religiosa de México —la persecución de los «cristeros» (1926-1929)— y en la persecución religiosa de la Guerra Civil española (1936-1939). El 11 de diciembre de 1925, el Papa Pío XI publicó su primera encíclica —Quas prima— dedicada a la realeza de Cristo. Con ella quedó instituida la fiesta litúrgica de Cristo Rey: «Por tanto, con nuestra autoridad apostólica, instituimos la fiesta de nuestro Señor Jesucristo Rey, y decretamos que se celebre en todas las partes de la tierra el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos. Asimismo ordenamos que en ese día se renueve todos los años la consagración de todo el género humano al Sacratísimo Corazón de Jesús, con la misma fórmula que nuestro predecesor, de santa memoria, Pío X, mandó recitar anualmente», Quas primas n. 30.
2 «Gota de agua que se puede beber».
b La referencia es al poema de Victor Hugo La source tombait du rocher, publicado en Les Contemplations (Libro V. En marche, n. 6), y fechado en abril de 1854.
c «A través de la cruz hasta la luz, a través de lo difícil hasta las estrellas»: la máxima latina une la referencia al misterio pascual (muerte y resurrección) —la misma referencia se encuentra, por ejemplo, en la conclusión del n. 9 de la Constitución sobre la Iglesia Lumen gentium del Concilio Vaticano II— con la sabiduría clásica.

2

¡Viva Cristo Rey!
Desio, mayo de 1945
Querido amigo:
Recibí esta mañana tu carta, tan agradecida como inesperada. Inesperada: porque, quizá, el recuerdo de tu amistad es tan querido para mí, que no me atrevía a esperar que fuese recíproco. Me da pena no poder encontrar la carta que empecé a escribirte hace quince días, en cuanto llegué a casa: hacía mucho que esperaba tu onomástico, como un queridísimo pretexto. Pero... tuve que guardar cama también de vuelta a casa...
Una vez pasados el 1 y el 2 de abril, perdí la esperanza: quise conservar las líneas iniciales para podértelas mostrar en su momento, y siento de veras no encontrarlas.
No sé cómo agradecerte que me hayas sacado del apuro, escribiéndome tú. Porque desde que el Señor te ha probado tan duramente, te has convertido para mí en un recuerdo casi sagrado: al pensamiento del trágico acontecimiento, se une el de tu agudísima sensibilidad de ánimo; y entiendo qué valor puede brotar de ello, qué angustia aturdida puedes experimentar. ¿Cómo atreverme a escribirte? ¿Qué decirte? En unas circunstancias así, las palabras de otros pueden parecer superficiales, formales, sin comprensión, sin amor. incluso cuando, por el contrario, encierran esa comprensión y ese amor, ¡y hasta qué punto!
Quizá incluso llegando a llorar, verdaderamente, por ti. En cambio, he agradecido con gozo inmenso a Nuestro Señor Jesucristo el que hayas sabido vivir con amor tu dolor. Porque Él me ha empapado de este convencimiento dulcísimo: que para amar es necesario hacerse semejantes, idénticos. Él está en la cruz: el Ideal supremo de nuestra vida es el ansia, la obsesión casi, de subir también nosotros, para poder «ser una sóla cosa con Él»a. Es el gozo más sereno de la vida, el mayor acto de caballerosidad hacia Él, que es el Infinito y único Amor personal: «Oh Jesús, esperanza mía, sumérgeme en el abismo de tu amor», clamaba Jacoponeb. Amigo personal, en carne humana como la nuestra, que se puede besar y abrazar. Probarás este gozo perfecto cuando seas subdiácono para siempre: «Oh flor de la castidad, que sola sostiene el amor»c, Jacopone es uno de nuestro mejores poetas. Siento tener que dejar de escribir. Dentro de pocos minutos vuelvo al Seminario. Disculpa las palabras que te he dicho: son como el desahogo con un amigo. Dentro de algunas semanas seré sacerdoted. Tu mejor regalo será que reces algunas Ave Marías, para que sean toda mi vida.
Un saludo afectísimo en Cristo
Tuyo don Luigi Giussani
NOTAS
a La expresión italiana original —«poterci impastare con Lui»— implica la referencia a la masa, es decir, a amasar ingredientes diferentes. Se trata de una referencia muy familiar en la cultura italiana, sobre todo de aquellos años, que no encuentra reflejo directo en español. La expresión «ser de la misma pasta», en efecto, dice que se es de la misma manera, pero no la misma cosa. Por esta razón hemos propuesto la traducción «ser una sola cosa». Traducción que será retomada en otras ocasiones.
b Jacopone da Todi (1236-1306), uno de los principales autores italianos de poesía religiosa en la Edad Media, conocido por sus célebres Laudas.
c Primer verso de la Lauda «De la castità, la quale non basta a l’anima senza l’altre virtute», en Jacopone da Todi, Tutte le laude, Carlo Grassetti Editore, Todi 1994, 94-95.
d Don Giussani recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1945 de manos del Beato Alfredo Ildefonso Schuster, arzobispo de Milán.

3

¡Viva Cristo Rey!
Venegono, 20 de julio de 1945
Querido hermanitoa:
Hace mucho tiempo que quería escribirte. No me acuerdo cuánto: quise dejarte acabar los exámenes. Pero, ¡al menos escribirte!, que es el consuelo de los amigos que están lejos. Un consuelo... indefinido, porque se percibe cercano al amigo no sólo mientras le escribimos, sino que el corazón parece permanecer en contacto, con gozo y vigilante espera, también cuando la carta ha salido, durante días y días, quizá durante semanas enteras, porque, aun en medio de los quehaceres de la vida cotidiana, nuestro ánimo mantiene un margen, remoto pero vivo, de espera, de afectuosa expectación. «¿La habrá recibido hoy? ¿Mañana? ¿Me contestará? ¿Su respuesta estará ya de camino? Etc.» De tal manera que así vivimos cerca del amigo, con un interés más concreto de lo habitual. Porque desearíamos estar siempre cerca del amigo, pues todo lo que es bueno, bello y verdadero, es un símbolo de Él. ¡Oh ciertamente no existe un símbolo más directo y concreto que la amistad! Más aún, la amistad es más cierta y verdadera cuanto más es para nosotros un símbolo vivo de nuestro vínculo inenarrable con Él. Y toda la actividad y la alegría, la felicidad, el trabajo, el ansia de nuestra vida, no tienen que ser más que el esfuerzo apasionado por comprender, por sentir, por querer cada vez más este vínculo personal con el Amor Infinito. Y nuestra melancolía es la de no poderle ver, sentir y tocar, como las cosas de aquí abajo; de tal manera que demasiadas veces los símbolos intentan prevalecer, y diluir en la niebla terrena la tensión al abrazo apasionado hacia Él. Una vez que se llega a ser Sacerdote, esta melancolía se convierte en algo agudísimo, porque entonces se percibe que se es Unum, una sola cosa con Él. Que ya no hay nada, ni siquiera la divinidad que sea sólo Suyo. En la Consagración, en la Confesión, el Sacerdote, ¿acaso no cumple actos divinosb? ¡Qué gozo! En el pasado, por la noche, antes de dormirme, sacaba la cabeza de las mantas, para enviar un beso al sagrario donde se encontraba la Hostia que recibiría en la comunión a la mañana siguiente. Ahora, ya no lo lanzo a una iglesia, el beso lo lanzo al cielo, pues el Amigo viene directamente desde allí. «Que Él sea hoy toda tu vida». Tú, como amigo mío, ¿has deseado alguna vez para mí algo similar? Espero que los exámenes hayan ido bien. ¿Cómo va tu salud? El sábado por la tarde bajo a Milán, porque el domingo voy a la Parroquia de la Barona para la Santa Misa. Saluda de mi parte a tu hermano. Espero volver...

Índice

  1. Prólogo, de Julián Carrón
  2. Premisa, de Angelo Majo
  3. Nota a la edición española
  4. Mons. Luigi Giussani, 1922-2005
  5. CARTAS DE FE Y DE AMISTAD
  6. Elogio de la amistad, de Luigi Giussani