Libertad en Raztinger
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Libertad en Raztinger

Riesgo y tarea

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Libertad en Raztinger

Riesgo y tarea

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Libertad en Ratzinger estudia las pautas con las que Joseph Ratzinger guía al que se aventura a atravesar la selva de la libertad. Sólo la alegre aceptación de lo que somos, nuestra verdad y nuestra libertad compartida, así como de la tarea con ello recibida, puede hacer de nuestra libertad un camino de plenitud y no de ahogamiento. El 2 de mayo de 2013, el Papa emérito Benedicto XVI ingresó al monasterio de clausura "Mater Ecclesiae" en el Vaticano, para continuar su vida en oración y silencio. El gesto de su renuncia realizada, como él mismo dijo, en plena libertad y por amor a Cristo y a su Iglesia, después de examinar su conciencia ante Dios y constatar su falta de fuerza física y espiritual, constituye un indesmentible testimonio de la plenitud que alcanza la vida cristiana conducida en la verdad y en la caridad. Este gesto da, por ello, un contenido vital al magisterio sobre la libertad que enseñó como teólogo y como pontífice, y que analiza brillantemente este magnífico trabajo de María Esther Gómez. [...] El testimonio de Benedicto XVI hace completamente evidente que la libertad sólo se puede comprender desde su fundamento antropológico, es decir, como muy bien destaca la autora, no sólo desde la inteligencia de la razón y la rectitud de la voluntad, sino desde el deseo existencial más profundo del corazón (Pedro Morandé)

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Información

Año
2013
ISBN
9788490552506

1. INTRODUCCIÓN

La pregunta por el hombre ha ocupado el quehacer de generaciones de pensadores desde que Sócrates se la hiciera como su «dedicación fundamental». Por supuesto que tal pregunta puede enfocarse desde muchas perspectivas. En todas ellas se parte de la propia realidad, de este hombre concreto que piensa y se pregunta —sobre sí mismo y sobre lo que vive o sufre—, para luego proyectarla a lo universal: el hombre como ser humano. La universalización del pensamiento es así uno de los rasgos de la filosofía porque pertenece a la esencia del conocer humano. A partir del estudio del ser existente concreto y aplicando el método y el tiempo necesarios, se pretende llegar al conocimiento del universal, de la realidad.
Para afirmar lo anterior me baso en dos presupuestos. El primero es que en los seres se explican a partir de una naturaleza que les hace ser lo que son, como soporte de su existencia particular concreta, es decir, de una esencia. El segundo, que nuestra capacidad cognoscitiva puede llegar a conocer, con mayor o menor profundidad y verdad, esa naturaleza hacia la que se orienta. Formulado negativamente: «El hombre no puede hacerse a la idea de ser ciego de nacimiento y de seguir siéndolo para aquello que le resulta esencial»1. El objetivo último de la reflexión filosófica, así como la necesidad de asentar la propia vida en bases verdaderas y sólidas, presupone ambas afirmaciones. El lenguaje mismo las presupone, pues no sólo pretende «nombrar» la realidad, sino de alguna manera, hacerla nuestra y, superando la pretensión subjetivista de que al nombrarla la creamos, decir algo verdadero, es decir, algo conforme a esa realidad. Aunque pueda sonar simple o ingenuo a ciertos oídos modernos no se puede explicar el lenguaje sin una cierta pretensión de verdad, pues incluso el que niega que exista la verdad o que ésta pueda conocerse, pretende decir algo verdadero con su enunciado2.
Dentro de este prisma, en la obra de Joseph Ratzinger hay una calificada propuesta racional de responder a las preguntas del hombre, pero superando el campo de la estricta filosofía. En sus escritos se mueve en los planos filosóficos, teológicos e históricos. ¿Podría un teólogo católico, convencido de su fe, dar respuesta a tales preguntas sin recurrir a la respuesta dada por Dios, a su Logos encarnado, en tanto que explicado racionalmente, es decir, teológicamente? Entiendo que no, si es que está convencido de su verdad y de la fuerza que posee la verdad misma. Manifiesta su aprecio por la filosofía al servirse de conceptos de raigambre filosófica, y la completa además con explicaciones teológicas racionales que las confirman, mostrando así la racionalidad de la fe cristiana. Al hacerlo así puede tender puentes y establecer diálogo con los buscadores de la verdad, compartan o no las premisas católicas.
Entre las numerosas cuestiones antropológicas importantes que se le presentan al pensador nosotros nos centraremos en una: la de la libertad tal como la aborda Joseph Ratzinger. Este tema aparece en su obra como algo muy central, hasta el punto de que él define «la fe cristiana como Filosofía de la libertad»3. Por otro lado, en varios escritos alude a la «ontología de la libertad»4 como un concepto esencial para comprender correctamente la fe en Cristo, con lo que alude a la esencia misma de la libertad. Desde esta inquietud y con esta perspectiva queremos abordar este tema en las páginas que siguen.
Efectivamente, esta cuestión no es únicamente una de las preguntas fundamentales del hombre, sino que además su estudio articula otros temas centrales acerca del hombre. Por eso su tratamiento nos permitirá asomarnos a la antropología de Ratzinger, al menos a un esbozo de la misma, y a su descripción de las corrientes antropológicas mayoritariamente dominantes en las últimas décadas.
El orden que seguiremos a continuación nos permitirá presentar, en primer lugar, las bases teóricas fundamentales del pensamiento de Joseph Ratzinger. Para ello, y junto con contextualizarlo brevemente, nos detendremos primeramente en la noción de verdad, piedra de toque de la libertad. Seguirá una primera aproximación al tema de la libertad, justificando nuestro enfoque y mostrando sus diversas acepciones en Ratzinger. En el tercer capítulo ahondaremos en el contexto filosófico necesario que la acoge. De esta manera enmarcaremos la libertad dentro del dinamismo a autotrascenderse propio de la vida humana. Una vez asumida una de las dos posturas fundamentales en la vida de aceptación de lo que somos o su creación, descubre en las relaciones interpersonales la manifestación de la verdad del hombre así como su vocación al amor. Este fundamento antropológico de la libertad tiene un marcado acento teológico pues descubre su origen en el hecho de haber recibido un ser como «imagen y semejanza» de Dios, verdad fundante en el pensamiento de Ratzinger. Así, contando con esta verdad del hombre, enfrentaremos en el capítulo cuarto la libertad como riesgo y como tarea, tanto personal como interpersonal.

1.1. Prolegomena: fundamentación y método


Antes de examinar lo que sea la libertad para nuestro autor, conviene hacer presentes las bases teóricas más relevantes sobre las que se asienta su reflexión5 así como algunas observaciones sobre su metodología personal.
En primer lugar, Ratzinger es un teólogo que recibe su primera formación intelectual en la Alemania de la posguerra, en medio de un ambiente en que todas las ciencias, incluida la teología, viven una renovación en los métodos y contenidos. Se puede respirar aire fresco en los corredores de la Universidad y del Seminario, un aire que ha superado el cansancio de la teología liberal y que vuelve su mirada a lo originario. Los protagonistas son la Sagrada Escritura y las fuentes de la tradición cristiana que encarnaron magistralmente los Santos Padres y se vio enriquecida con los descubrimientos y nuevos alcances metodológicos de la visión histórico-crítica. Destaca, entre todos, San Agustín, con cuyo pensamiento existencial se identifica y que le deja una huella imborrable6. Entre los autores medievales sigue las intuiciones de San Buenaventura, que siente más cercanas existencialmente que las de santo Tomás de Aquino y a las que dedicará su tesis de habilitación7 —aunque en su pensamiento se detecta la estructura lógica y material del Aquinate.
También en la Filosofía se experimenta cierto despegue de la tradición idealista pos-kantiana con los intentos de la fenomenología8 y la corriente personalista. El adagio husserliano que defiende la «vuelta a las cosas mismas» lo formula Ratzinger de forma parecida: «Lo específico del hombre, en cuanto hombre, es abrirse a la voz de la verdad y de sus exigencias»9. Él mismo se caracteriza por un apasionado entusiasmo por la filosofía y la verdad plasmado en un intento de trazar una nueva y actual síntesis del pensamiento y de las ciencias que amplíe la razón, más allá de los límites impuestos por la ciencia moderna, y que la purifique de sus errores. Una especial influencia recibe de la obra de Guardini y del movimiento litúrgico con el que tanto se identificó10. Guardini se le presentó como modelo de sacerdote por su celo al dar a conocer a las jóvenes generaciones la belleza de Cristo, por su búsqueda de la verdad, por la centralidad concedida a la liturgia en la vida de la Iglesia y por la valoración de la adoración como la verdadera actitud que perfecciona al hombre. Por otro lado, en aquella época estaba muy presente en Europa la filosofía existencialista, a la que Ratzinger tuvo acceso, en sus versiones tanto cristianas como ateas. Junto a esto, el personalismo también configuró fuertemente su pensamiento, especialmente a causa de su sintonía con San Agustín y sus propios intereses e intuiciones personales. Esta influencia11 se deja sentir de una forma poderosa en la base antropológica que da a la libertad: cada hombre es una persona que tiene su origen en una relación de amor y que aspira a su vez a una verdadera relación de amor, en la que amar y ser amados. cada uno «necesita» del otro para llegar a ser él mismo en plenitud, por eso nunca lo conseguiremos de forma aislada o egoísta. Las lecturas de Martin Buber y Ferdinand Ebner fueron fundamentales en este tema.
Dentro de la teología, no podemos dejar de señalar que el Concilio Vaticano II ha sido siempre un hito fundamental para nuestro autor, no sólo en cuanto acontecimiento eclesial sino también como fuente magisterial de gran riqueza doctrinal y antropológica. A ella contribuyó primero como asesor y como perito después, y a ella sigue recurriendo con frecuencia. Las referencias a sus documentos son una constante que dejan traslucir su profunda sintonía con el espíritu del Concilio. Para nuestro objetivo, nos bastará atender a la base antropológica de los documentos conciliares que, acorde con la tradición y marcada por un personalismo de origen trinitario, sirve a Ratzinger de base en su concepción de la libertad12.
La verdad y su defensa es un tema central desde sus primeros años y a su servicio pone toda su capacidad —intelectual y humana, tal como pone de manifiesto su elección de «cooperadores de la verdad» como lema episcopal13. Para ello se sirve de las intuiciones verdaderas que proceden de diversos ámbitos y de distintos pensadores —de ahí que no sea inusual encontrar en sus escritos referencias a hallazgos de la física o de otras ciencias. Se sirve también de la lógica tradicional, y en muchos análisis aplica el método de «reducción al absurdo». Gracias a su fina capacidad para captar lo esencial, Ratzinger saca a la luz el núcleo fundamental de la teoría a examinar y la confronta con su contraria. A partir de ahí, sucesivamente deduce y elabora conclusiones hasta que una de las dos teorías enfrentadas desemboca en un absurdo —como resultado de haber negado alguna de las premisas básicas. Este hecho pone de manifiesto su falsedad y por lo tanto la verdad de la teoría contraria.
En su proceso de conocimiento de la verdad examina críticamente toda teoría, por difícil o conflictiva que sea, y recurre, como dato de confrontación, a la experiencia que cada hombre descubre en su interior. Sería el tipo de experiencia denominada «experiencial o Existentialerfahrung»14. Para él esta experiencia es válida y es un elemento a tener en cuenta en el proceso de conocimiento, pues en las cuestiones antropológicas es verdadero aquello que se da «en conformidad con la auténtica realidad del hombre»15. Apela con frecuencia a esta rica experiencia del interior del hombre, por ejemplo, en la búsqueda de la felicida...

Índice

  1. PRÓLOGO
  2. 1. INTRODUCCIÓN
  3. 2. LIBERTAD: NECESARIAS DISTINCIONES
  4. 3. ANTROPOLOGÍA: UN CAMINO HACIA LA LIBERTAD
  5. 4. LIBERTAD A LA LUZ DE LA ANTROPOLOGÍA, UN ‘ABSOLUTO RELATIVO’
  6. 5. CONCLUSIÓN
  7. BIBLIOGRAFÍA