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Un sueño con respecto al valor del trabajo en equipo
Mientras estaba en Healdsburg, soñé con varias parejas de caballos enganchados a una gran máquina que debían arrastrar. Mi esposo se levantó para confirmar si el arnés era lo suficientemente fuerte para la tarea que se iba a realizar. Los caballos comenzaron a mover la carga.
Dos caballos abandonaron sus lugares en el grupo e intentaron arrastrar la carga, pero no pudieron moverla ni una pulgada porque no trabajaron en sincronía con los demás caballos. Miraron hacia atrás creyendo que dependía de ellos mover la carga. Fueron de un lado a otro, se pusieron nerviosos, se separaron y se adelantaron a los demás. Según ellos, con este acto estaban asumiendo la carga, cuando en realidad ni siquiera la movieron. Si esos caballos se hubieran mantenido en sus lugares, podrían haber hecho su parte del trabajo y esto hubiera sido una importante contribución; pero, cuando se adelantaron a los caballos que iban al frente, no estaban arrastrando la carga y eran un estorbo, puesto que obstaculizaban el trabajo de los otros caballos.
Yo creí que mi esposo golpeó fuertemente con el látigo a esos caballos. Uno de ellos lo miró y le dijo: “No nos golpees tan fuerte, nos estás hiriendo. Teníamos el celo de comenzar a echar adelante esta obra, y creímos que nadie podría hacerlo salvo nosotros. Reconocemos que no hemos movido la carga, sino que la hemos obstaculizado; sin embargo, todo lo que necesitábamos era una indicación, no ser golpeados como caballos rebeldes. Volveremos a nuestra posición y trabajaremos junto con los demás”.
Desperté, pero luego volví a dormirme y soñé que mi esposo estaba tratando de corregir algunos asuntos en la iglesia de Battle Creek. Había dificultades. Dos o tres pensaron tener la sabiduría necesaria para poner a la iglesia a funcionar bien. Deseaban reorganizar la iglesia, y dijeron que entonces la iglesia sería libre. Aquellos hombres y mujeres tenían una máquina donde trabajaban, y estas estaban unidas a una máquina más grande. Todos debían trabajar en su propia máquina, así la máquina más grande funcionaría muy bien, y cada giro de la gran rueda sería preciso y armonioso. Si alguien descuidaba su máquina, la cual estaba conectada a la maquinaria mayor, cada giro de la gran rueda haría un ruido desagradable. Este ruido perturbaba no solo al edificio donde se encontraba, sino también el edificio al otro lado de la calle se sacudía y temblaba.
Vi a dos personas abandonar sus máquinas, y se pusieron a observar la gran rueda de la maquinaria mayor y trataron de ajustarla para que fuera más armoniosa y precisa. En lugar de haberse corregido el problema, la gran máquina emitió un sonido aún más desagradable. Pensé que si todos hubieran estado junto a sus propias máquinas y hubiesen hecho su trabajo correcta, diligente y fielmente, no habría habido problemas con la maquinaria mayor. Pero el ruido de esta distrajo a varios de sus tareas. Esto debía ser corregido. Todos querían saber por qué la maquinaria principal funcionaba tan forzada, por qué la volanta crujía en cada giro.
Mi esposo les habló en una forma muy decidida y firme, y les dijo: “Quienes abandonaron sus propias máquinas para reparar la volanta principal estaban fuera de lugar. Si se hubieran mantenido junto a sus propias máquinas, atendiendo el funcionamiento correcto de estas, la maquinaria principal habría estado funcionando correctamente”. Pensé que mi esposo había sido muy severo cuando reprendió a los que abandonaron su labor para ocuparse de lo que no era su responsabilidad. Los que habían tenido mayor culpa dijeron: “No sea usted tan severo. Creíamos que al hacerlo a nuestro modo estábamos siguiendo sus instrucciones explícitas. Pero todo lo que necesitábamos era una amonestación, y habríamos reconocido nuestro error. Creíamos que todo se venía abajo; por lo tanto, dejamos el trabajo que deberíamos haber hecho para evitar esa calamidad; tratamos de corregir la maquinaria principal, y lo que hicimos fue empeorar las cosas”.
2
Llamados a la fiesta de bodas
La lectura bíblica que he escogido como base para mi reflexión se encuentra Mateo 22; vamos a leer a partir del primer versículo (se citan los vers. 1-10).
Esta porción de la Escritura, a la que me he referido y que les he presentado, tiene un significado mucho más profundo de lo que soy capaz de explicar. Es de sumo interés para nosotros, y debiéramos tomarla en cuenta y atesorarla en nuestras mentes. Si examinamos a fondo la sagrada Palabra de Dios veremos que cuando el Mesías prometido, el Hijo de Dios, vino al mundo, su propio pueblo, su propia nación, los judíos, no querían recibirlo y no lo recibieron. Según lo dicho por Juan: “A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron” (Juan 1:11).
La provisión fue hecha, pero no lo recibieron. El mismo Padre proporcionó un rescate, de hecho un sacrificio. El amado Hijo se sometió a los requerimientos de su Padre, vino a este mundo de pecado, se convirtió en un varón de dolores, experimentado en quebranto. Anduvo haciendo bienes, hablando tiernamente, diciendo con el acento más profundo, más ferviente y más dulce jamás pronunciado: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mat. 11:28, 29). Él nos asegura que hallaremos descanso para nuestras almas.
La boda ya está lista
“Volvió a enviar otros siervos con este encargo: ‘Decid a los invitados que ya he preparado mi comida. He hecho matar mis toros y mis animales engordados, y todo está dispuesto; venid a la boda’. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron: uno a su labranza, otro a sus negocios” (Mat. 22:4, 5).
El gran Rey había preparado una fiesta de boda a su Hijo. Durante siglos él ha enviado a sus siervos diciendo: “Venid, que todo está dispuesto”. Pero ¡cuán poca atención presta [la gente del mundo] a la invitación! No le hacen caso y siguen dedicados a las ocupaciones y placeres mundanales. Lo mismo que han hecho durante siglos. Pero el Rey envió a su ejército, destruyó a esos homicidas y quemó su ciudad. Daniel 9:26 dice que: “El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad [...] su final llegará como una inundación”.
“Entonces dijo a sus siervos: ‘La boda a la verdad está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a la boda a cuantos halléis’ ” (Mat. 22:8, 9).
En el capítulo 14 de Lucas, versículo 16, encontramos que se había preparado una gran cena y muchos fueron convidados. Se enviaron siervos a decir a los que fueron convidados: “Venid, que ya todo está listo” (vers. 17). Pero ellos se excusaron.
El Rey ha preparado una cena de bodas para su Hijo. Ha enviado a sus siervos a decir a los que están convidados: “Venid a las bodas”. El Señor envía a sus siervos, diciendo a todos los que quieran escuchar: “Vengan, alístense para la gran cena de bodas del Cordero. Él viene pronto para recibir a todos los fieles en las mansiones que ha preparado y para que participen en la fiesta que él ha preparado”. Está enviando, y ha estado enviando a sus siervos durante los últimos treinta años, a decir a su pueblo: “Vengan, prepárense, vístanse con sus vestidos de boda, vístanse de mansedumbre, de humildad y de verdad; revístanse con la justicia de Cristo para que puedan comparecer ante él y entrar en la sala de invitados con los que se sentarán conmigo en las bodas de mi hijo”.
Vestidos con el traje de bodas
Todos deben estar vestidos con el traje de bodas para ser aceptados, para que no sean sorprendidos.
¿No consideran importante que nos encontremos vestidos con el manto de justicia, que estemos listos cuando el esposo venga a participar en la cena de bodas? ¡Ojalá que prestemos atención a la invitación hecha y que nos preparemos para que podamos entrar en la mansión del Maestro! Para que él no le diga a ninguno de los que fueron convidados que no gustará su cena. En la parábola, los que fueron invitados no le dieron importancia a la invitación, sino que continuaron excusándose, regocijándose en los placeres de este mundo como lo hacen multitudes en la actualidad.
Los siervos de Dios están invitándolos e implorándoles que se aparten de las tentadoras escenas de este mundo vano y fugaz, que se preparen para la cena de bodas, pero ellos no hacen caso. Les oímos decir: “No hay peligro, el día de mañana será como este, o mucho mejor. No necesitamos que nos molesten. Debemos atender las granjas, las mercancías y las cosas de esta vida para que no perdamos los intereses mundanos, empobrezcamos y tengamos necesidad”. Ellos se olvidan de que el que cuida de los gorrioncillos y viste los lirios del campo tiene cuidado del alma humilde y confiada, que guiará y dirigirá a todos aquellos que están prestos para hacer su voluntad y les concederá a sus amados hijos todo lo que necesiten. Ha prometido entregar una corona de gloria inmarcesible, un manto de justicia y entrada en la hermosa ciudad de nuestro Dios a quienes alcancen la victoria mediante la paciencia y la perseverancia.
Este mismo rey está enviando hoy a sus siervos. Está convidando a sus invitados, diciendo: “Venid, que ya todo está listo”. El Señor de la boda viene pronto. He aquí, está a la puerta. No tarden en abrirla, no sea que no los reciba y no entren en el banquete de bodas. Abran la puerta y reciban al Maestro, para que puedan entrar en las mansiones de eterno descanso y gloria imperecedera preparada para todos aquellos que lo aman. ¿Quién se preparará para la venida de aquel que ha dicho: “¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apoc. 22:12)?
Si descuidamos nuestros intereses espirituales y dejamos de ofrecer sacrificios agradables delante de Dios, que es nuestro verdadero deber, nos enredaremos en los asuntos menos importantes de esta vida. Si olvidamos siquiera una vez nuestra responsabilidad diaria de suplicar a Dios por su ayuda, su cuidado y protección, perderemos el gozo de ese día. Como no tenemos la dulce y enternecedora influencia del Espíritu Santo de Dios acompañándonos durante todo el día, con facilidad nos sentiremos abatidos y desalentados. El enemigo de las almas está listo para aprovecharse de nosotros y a menudo lo hace, llevándonos al cautiverio y al pecado.
Ocupados en asuntos baladíes
A veces podríamos estar atareados por servir como Marta, pero ¡cuánto más loable fue el acto de María, que se sentó y escuchó las enseñanzas de Jesús! Él dijo: “Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas […]. Pero María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Luc. 10:41, 42).
¡Cuántas veces los asuntos de este mundo vano y engañoso se interponen entre nosotros y nuestros intereses eternos! Los intereses temporales surgen de repente dentro de nuestros corazones y ahogan aquello que es espiritual. Permitimos que el enemigo de la justicia nos persuada a prestar absoluta atención a las cosas de esta vida. De vez en cuando descuidamos deberes más importantes por miedo a padecer necesidad. Hemos de rogar fielmente a Dios que nos dé fuerzas para que podamos cumplir los deberes temporales y, al mismo tiempo, que nos dé la gracia y la sabiduría para vencer el mal. Si tenemos nuestras esperanzas puestas en lo Alto y nuestros intereses en el cielo, a donde contemplamos al Hijo del Hombre, que ha convidado a las bodas a todos los que quieran venir, que ha subido a lo alto a preparar mansiones para todos aquellos que aman y guardan sus palabras, y nos ha dicho que él acude a recibirnos, podremos entrar a la fiesta de bodas con él, para que donde él esté también nosotros estemos. Si nos apartamos de esos llamamientos e invitaciones, ¿cuál será la consecuencia?
En Hechos 13:46 se nos dice que si desechamos la obra de Dios, y nos consideremos indignos de la vida eterna, no tenemos ninguna razón para esperar la entrada en el Reino. Lucas 14:24 nos informa que “ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena”.
El gran Padre eterno ha preparado una fiesta de bodas a su Hijo. ¿Prestaremos atención a sus siervos que han sido y están siendo enviados a hacernos la solemne invitación? ¿O no le haremos caso? ¡Oh!, ¿por qué rehusar prepararnos para las bodas del hijo de Dios? Hay lugar para todo aquel que acepte la invitación. Nadie puede decir que esas cosas no fueron debidamente descritas. Recuerden, cuando el buen hombre regrese, aquellos que estén preparados entrarán a la fiesta, y la puerta se cerrará y no habrá más acceso, pues leemos que cuando “el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta” (Luc. 13:25), entonces los que quisieran entrar oirán la respuesta: “No sé de dónde sois […] apartaos de mí”.
Ojalá que escuchemos la solemne advertencia y nos preparemos para entrar a las bodas, para que su casa se pueda llenar. La Palabra de Dios dice: “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y poder entrar por las puertas en la ciudad” (Apoc. 22:14, RVA). Ojalá que seamos hallados fieles, que seamos diligentes en nuestra vocación y que nos aferremos a la promesa hecha a los fieles; esa es mi oración.
3
La alimentación y la salud
Estamos obligados, ya sea que comamos o bebamos, a hacerlo todo para la gloria de Dios. Una de las señales que indican que vivimos en los últimos días es que esto no se lleva a cabo. “Como sucedió en los días de Lot” (Luc. 17:28), se piensa mayormente en qué comer, beber o vestir. Los seres humanos no tienen tiempo para pensar en lo que los hará aptos para la vida eterna. ¿Acaso no deberíamos actuar como seres racionales? La pregunta más importante que alguna vez haya formulado el ser humano es: ¿Qué debo hacer para ser salvo? Si los pensamientos son de un bajo nivel, el carácter será igualmente bajo. Pero si los pensamientos son dirigidos a los grandes temas bíblicos, la mente y el carácter serán fortalecidos. El mundo dedica mucho tiempo a las cuestiones relacionadas con la comida, la bebida y el vestido. ¿Seremos como el mundo o acaso debemos mostrar que no desperdiciarnos nuestro tiempo como lo hacen los mundanos? Seamos cuidadosos de no caer en los extremos.
En cuanto al té, el café, el tabaco, etcétera, sabemos que no es necesario consumir ninguna de estas cosas. Acabo de ver a un hombre que había entregado sus voluntad a la bebida. No queremos ser esclavos de estas cosas. Como pueblo, hemos de ser estrictamente temperantes. Creemos que el uso del tabaco va a la par con el consumo de licor. Queremos presentar el compromiso de abstinencia tanto al adicto al tabaco como al alcohol.
Debemos prestar atención a la alimentación. Tres comidas al día son suficientes y, en muchos casos, dos son mejor que tres. Pero, aunque usted coma tres veces al día, no aliente a sus hijos a comer en todo momento. Ponga las frutas sobre la mesa. Las conservas no son lo mejor para nosotros. Algunos pasteles sencillos, que no son muy dañinos, pueden ser consumidos. En cuanto a eliminar por completo la sal, no creo que debamos hacerlo.
Algunas personas meticulosas han dejado todo al mismo tiempo, y no han utilizado nada para sustituir la carne y otros productos que han abandonado. Muchos se debilitan por causa de estos cambios repentinos. Si tuviéramos la seguridad de que la carne es saludable, no habría tanta objeción contra su uso. Pero la mayor parte de la carne es portadora de enfermedades. Muchos animales enfermos se venden en el mercado cuando se están muriendo por causa de alguna enfermedad. Una vez encontré una repugnante úlcera en una pierna de cordero, que aparentemente estaba saludable. No podemos afirmar que la carne es saludable, aun cuando se diga que es de la mejor calidad. ¡Cuánta carne como esta se come!
Los animales son maltratados mientras van al matadero. Supe de un animal que se negaba a caminar hacia la carnicería. Le sacaron los ojos, lo golpearon duramente, y finalmente fue arrastrado al matadero y vendido en el mercado.
En cuanto al cerdo, nunca he tenido nada que ver con dicho animal porque Dios me dice que no lo consuma, y él sabe lo que nos conviene. Es un animal carroñero. Su función es recoger la inmundicia. El Señor no quiere que lleguemos a ser carroñeros de los carroñeros. Lo mejor es hacer lo que el Señor nos ha ordenado.
Debemos comer lo que nos ayudará a disfrutar de buena salud. ¿No resulta más provechoso estudiar la Biblia que pasar nuestro tiempo preparando tantas variedades de platos? Sirvan unos pocos platos a la vez y tengan una mayor variedad. No coman lo mismo todo el tiempo. No hay que tener muchos platos diferentes en una comida, sino tener variedad en cada comida, eso es lo más recomendable. Los alimentos deben ser nutritivos y agradables al paladar.
(La secretaria que tomaba notas del sermón de Elena G. de White informó que la hermana White “relató varios casos sobre excluir el consumo de carne, el uso de la sal o cualquier otro condimento; también habló con respecto a comer dos veces al día”. La secretaria no registró ningún detalle sobre estos casos.)
Nosotros no hacemos de la reforma pro salud una cama de hierro, cortando o estirando a las personas para que encajen en ella. Ningún ser humano puede erigirse en norma para los demás. Lo que deseamos es un poquito de sentido común. No sean extremistas. Si yerran, sería mejor irse del lado de la gente en vez de asumir una posición donde usted no pueda alcanzarla. No sean diferentes solamente por ser diferentes. Eviten los bizcochos. Los dulces pueden provocar la muerte. Los dulces hacen más daño a los niños que cualquier otra cosa. La mejor comida que he conseguido son los panecillos.
La comida seca es mejor que las salsas y los guisos. Coman lo que es provechoso para la buena salud. Una alimentación pobre provocará enfermedades. Practiquen la regularidad al comer. Utilicen productos sanos en todo momento, y no hagan ninguna diferencia a causa de los invitados.