III.
PROGRAMAS Y ACCIONES A FAVOR DE LA CONVIVENCIA
Nos centramos ahora en aquellos programas y las actuaciones que siempre deben estar presentes a la hora de trabajar la convivencia. Suele hablarse de nueve posibles actuaciones que se deben meter en lo que hemos convenido en llamar la “mochila de la convivencia”.
Algunas de ellas han sido tratadas en capítulos anteriores, como garantizar un centro seguro para todo el alumnado. Otras han sido incluidas en otros capítulos como el plan de éxito escolar o el plan de igualdad.
En esta tercera parte vamos a centrarnos básicamente en cuatro propuestas imprescindibles: la transformación y gestión pacífica de los conflictos; el protagonismo del alumnado y su desarrollo; las normas para la convivencia y alternativa a las sanciones; y, por último, cómo trabajar la inteligencia interpersonal, las competencias para la convivencia, el pensamiento, emociones, habilidades sociales y valores.
Estos programas desarrollan la convivencia en positivo. No se limitan a señalar lo que no hay que hacer, sino que concretan propuestas en positivo, desarrollando capacidades y habilidades, asimilando los valores necesarios, haciendo del alumno y la alumna personas competentes para la convivencia.
Siguiendo un conocido ejemplo, no se limitan a dar un pez a quien tiene hambre, sino que le enseñan a pescar, solucionando su problema para toda la vida. Enseñamos a convivir desarrollando aquellos elementos personales y de grupo que hacen posible una convivencia positiva, muy alejada de la relación violenta.
El hecho de que tengas razón no quiere decir que estoy equivocado. Simplemente no has visto la vida desde mi lado.
ANÓNIMO
PUNTOS PARA LA REFLEXIÓN
Los conflictos son una realidad ineludible que todos nuestros alumnos y alumnas se van a encontrar numerosas veces a lo largo de su vida. Hoy los viven en sus familias, en su clase, en las relaciones con sus amigos y amigas, con sus profesores/as … Y en la sociedad nos encontramos conflictos importantes en el propio barrio o localidad, lo mismo que sucede en todo el Estado. Como educadores nos interesa primordialmente que nuestros alumnos y alumnas aprendan y hagan propia una forma de transformación de los conflictos, que sean capaces de ver y entender los puntos de vista de la otra parte, que desarrollen un espíritu crítico ante los hechos que les toca vivir.
¿Qué competencias, habilidades y valores son necesarios para una buena gestión de los conflictos? ¿Qué actitudes favorecen la transformación pacífica de los conflictos y son clave para el desarrollo de una buena convivencia?
¿Qué debemos saber acerca de los conflictos?
Resulta complejo resumir en breves líneas los puntos más importantes que deben tenerse en cuenta respecto de los conflictos. Sin ánimo de exhaustividad y con el fin de repasar aspectos fundamentales, en primer lugar, hay que recordar dos definiciones de conflicto:
• “La interacción entre personas interdependientes que perciben incompatibilidad de objetivos e interferencia mutua en la consecución de estos objetivos” (Boqué, 2018).
• “Dos o más personas o grupos perciben o tienen posiciones, valores, intereses, aspiraciones, necesidades o deseos contrapuestos. Esas posiciones, intereses, etc. chocan entre sí, no son solo diferentes; las emociones y sentimientos juegan un papel importante” (Torrego, 2013).
Los conflictos se dan siempre entre personas y eso los distingue de lo que son los problemas, es decir, barreras o dificultades materiales que nos encontramos y que es necesario resolver. Los conflictos pueden tener una importancia muy diferente, ya que no es lo mismo pisar a una persona en una aglomeración que una grave dificultad de relación con la pareja que lleva a romper con ella. Los conflictos son inherentes a las relaciones humanas y no desaparecen de manera espontánea, sino que suelen permanecer hasta que encuentran una salida.
Es muy importante, y nuestros alumnos/as deben ser formados en ello, distinguir los tres elementos presentes en todo conflicto (Lederach, 2000): las personas que están implicadas, el problema o problemas que definen el conflicto y el proceso o evolución que ha seguido dicho conflicto. El conflicto tiene lugar entre personas, que manifiestan posiciones incompatibles que son expresión de intereses y necesidades no visibles a primera vista, que responden a la pregunta de por qué se mantienen esas posiciones. Las personas expresan emociones, muestra de cómo viven ese enfrentamiento, que condicionan el desarrollo y evolución del conflicto. En el conflicto se pone de manifiesto el problema, la incompatibilidad, la diferencia que enfrenta a las personas. Es el núcleo, el meollo, la estructura del conflicto. Y, por último, el proceso, cómo se desarrolla el conflicto y cómo las partes tratan de resolverlo, cómo se toman las decisiones y cómo se sienten sus protagonistas. En la figura que sigue, aparece un resumen de los aspectos que incluye cada una de estas partes.
ELEMENTOS DEL CONFLICTO (J. P. Lederach)
Aclarados cuáles son los elementos presentes en todo conflicto, hay que recordar también las diferentes estrategias que pueden emplearse para su gestión. En una primera aproximación, sencilla pero muy práctica, es posible encontrar tres tipos de estrategias utilizables como alternativa a la situación conflictiva: la estrategia de ganar-perder, la de perder-perder y la de ganar-ganar:
• Ganar-Perder: en esta estrategia se busca un resultado final en la que una de las partes salga como ganadora, mientras que la otra parte quede como perdedora. Ambas partes consideran que los objetivos, intereses o necesidades de la otra parte son contrarios a los propios y que es imposible lograr ambos a la vez. Por ello, alguien tiene que ganar y alguien tiene que perder, alguien consigue satisfacer sus necesidades mientras que el otro no lo consigue.
• Perder-Perder: ninguna de las partes consigue sus objetivos o logra la satisfacción de sus necesidades. Ninguna obtiene realmente lo que quiere pero, por absurdo que pueda parecer, las partes se empeñan en su planteamiento y lo mantienen a pesar de las consecuencias que se derivan de él mismo.
• Ganar-Ganar: ambas partes expresan cuáles son sus necesidades y buscan satisfacerlas de la manera más conveniente para ambas y tratan de lograr las metas que son importantes para las dos partes.
En definitiva, se trata de poner en marcha un proceso abierto y continuo hacia los objetivos, sin que exista un único camino o planteamiento predeterminado hacia ellos. Se busca derrotar el problema y no a las personas, a las que se respeta. Para ello, se desarrolla una actitud de apertura hacia los hechos y hacia las distintas alternativas posibles para solucionar el conflicto.
Una aproximación más fina a la gestión de conflictos, que combina dos elementos fundamentales como la relación y los objetivos, nos habla de cinco actitudes básicas que se deben aplicar en función del contexto en que tiene lugar el conflicto: imponer, evitar, acomodar, colaborar y acordar. Complementan las tres estrategias señaladas y aportan la adaptación al contexto. Acostumbrados a actitudes de “yo gano-tú pierdes”, e incluso de “yo pierdo-tú pierdes”, hay que avanzar hacia la asimilación y puesta en práctica por todas las personas del centro de planteamientos en los que las dos partes ganen, lo que solo es posible si se tienen en cuenta sus necesidades y se busca la forma de armonizarlas y poderlas atender de manera suficiente.
En tercer lugar, trabajar con los alumnos/as los seis pasos que son necesarios para dar respuesta adecuada a los conflictos, pasos que hemos recogido en el acrónimo RESOLVER:
En Uruñuela (2016: 193 y ss.) se explica el origen de esta propuesta y cada uno de los apartados: recapacitar y prepararnos para el conflicto; expresar cómo vemos el confl...