Cómo personalizar la educación
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Cómo personalizar la educación

Una solución de futuro

  1. 256 páginas
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Cómo personalizar la educación

Una solución de futuro

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Información del libro

La educación personalizada es una concepción pedagógica que pretende dar respuestas a las exigencias de la naturaleza humana para conseguir que cada hombre o mujer llegue a ser la mejor persona posible. Es una educación realista que origina un estilo integrador y abierto, reflexivo y crítico, exigente y alegre. El libro expone no sólo en qué consiste la educación personalizada, sino además cómo puede llevarse a cabo con los medios ordinarios propios, de cada Centro educativo, sin costes adicinales de ningún tipo, en las aulas normales, con el mismo profesorado de cada plantilla y sea cual sea el tipo de Institución educativa (de iniciativa estatal o social). Es un libro eminentemente práctico, con abundantes claves de solución para la mayoría de las necesidades del profesorado.

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Información

Año
2018
ISBN
9788427724273
Edición
4
Categoría
Didattica
1
Los fundamentos
PUNTO DE PARTIDA: SITUACIÓN ACTUAL
LA PROLONGACIÓN MEDIA de la vida y una mayor valoración de la cultura han originado una mayor amplitud de la escolarización obligatoria, con la consiguiente elevación del saber medio. La democratización de la enseñanza ha producido un hecho de indudable valor: facilitar la igualdad de oportunidades en la educación.
Refiriéndonos a la educación institucionalizada, podemos comprobar que en la actualidad hay más escuelas, absoluta y relativamente consideradas, que jamás hubo. Hay más puestos escolares en todos los niveles educativos, desde la educación infantil hasta la universitaria. El espectáculo que ofrece el progreso científico y técnico es maravilloso. Hoy la vida es mucho más cómoda para un elevado número de personas, y se han ahorrado dolores inconmensurables a bastantes seres humanos. Parece que las gentes habrían de estar más satisfechas que nunca con el desarrollo de la educación.
Sin embargo, justamente acontece lo contrario. Se tiene la impresión de que a medida que se extiende la educación, se extiende también el descontento. A más educación, más insatisfacción, más frustración. “La humanidad –dice Marañón (1960: 54-56)–, está angustiada, como en las grandes épocas de su inquietud colectiva. Los hombres siguen su afán de cada día, en apariencia con el mismo entusiasmo, debajo de las mismas banderas, al son de los mismos himnos. Pero en las miradas furtivas con que unos a otros se observan, al avanzar, se lee el mismo juicio unánime: no es esto, no; no es esto”. Hechos llamativos como la delincuencia, la inseguridad, la miseria, la ignorancia y la violencia extendidas por el mundo y las aulas, el fracaso escolar, la drogadicción, la desorientación indefensa ante tantas solicitudes contradictorias como al hombre se le ofrecen, la falta de criterio propio que responda a una adecuada escala de valores, la incapacidad para la vida familiar, etc., son manifestaciones de la silenciosa frustración personal que se rumia cuando el hombre insatisfecho se encuentra consigo mismo.
¿Qué está pasando? ¿Por qué la educación escolar no proporciona lo que de la escuela se espera? Sobre todo porque se ha convertido en una máscara, en una simulación; pues en lugar de desarrollar las posibilidades del hombre, ha vaciado su existencia del contenido específicamente humano. No satisface ni atiende las exigencias de la naturaleza humana, conduciendo al hombre a su despersonalización, que es tanto como decir a su desnaturalización. Esto se manifiesta en algunas corrientes de pensamiento pedagógico que, al operar con una visión parcial de la persona humana, dificultan un planteamiento educativo globalizador. La propia frustración respecto a los resultados escolares nace del mismo vaciamiento aludido. El hombre se siente frustrado porque de la educación espera obtener ventajas materiales y sociales, pero también razones para vivir.
De todo ello se puede inferir que el problema educativo no es sólo cuestión de cantidad sino, además, de calidad, dado que la mayor cantidad de instituciones educativas, de medios materiales y económicos, etc., no ha ido acompañada de una mayor satisfacción. Porque la educación es una tarea difícil, compleja, vulnerable a las adulteraciones. La calidad no se refiere simplemente a lo que un objeto es, sino que indica si una cosa es mejor que otra siendo ambas de la misma especie. Como se ve, la idea de calidad se refiere más estricta y directamente al bien, a lo bueno que hay o deja de haber en algo.
Por eso no basta con dar “mucha” educación a muchos, sino “buena” a todos. Y sólo será buena cuando responda a lo que realmente es el hombre, que viene determinado por su naturaleza. Es decir, sólo será buena la educación cuando proporcione todo lo que exige la naturaleza humana. Se hace necesario, pues, conocer qué es lo propio de la naturaleza humana y de la persona que la encarna, cuáles son las motivaciones o valores que definen su puesto en el mundo, cuál es el papel de los agentes educativos (padres, profesores, alumnos….), y educar de acuerdo con estas exigencias (Forment, E. 1989: 77).
La necesidad, pues, de conocer lo que es la persona, para ofrecer una explicación profunda y última del proceso educativo, revela que la persona es el fundamento de la educación. Si la educación tiene su origen en la persona y ella es también su destinataria, si la educación es de la persona y para la persona, hay que reconocer que se apoya y cimenta totalmente en la misma. A ello responde la educación personalizada.
LA PERSONA EN SU “SER”
Algunas consideraciones sobre la idea de persona
Siguiendo a Forment, E. (1989:77-82), el pensamiento contemporáneo, especialmente el del siglo XX, ha desarrollado una “filosofía personalista” que parece considerar al hombre como persona y exaltar su valor sobre todos los demás seres, que son, por tanto, impersonales. Bajo la denominación de “personalismos” se incluyen posiciones diversas, de forma que se trata propiamente de “corrientes personalistas”. No obstante todas tienen un denominador común, puesto de relieve por Mounier al afirmar: “Llamamos personalismo a toda doctrina y a toda civilización que afirma el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que sustentan su desarrollo” (Mounier, 1965: 72; Lacroix, 1971 y 1973).
Ahora bien, ser persona, para determinados personalismos, no es poseer unas características esenciales propias que permitan actuar al hombre libremente, de un modo personal; por el contrario, significa obrar de tal manera que el individuo, mediante sus actos, devenga persona, que es así algo que hay que conquistar por sí mismo y, por tanto, una autocreación. La persona no es un principio o constitutivo esencial, raíz de todas las posibilidades personales. No es el origen de un proceso, sino el fin de una actividad autocreadora totalmente libre. En definitiva, la Educación Personalizada se ocupa plenamente de la persona y la respeta en todas sus dimensiones partiendo de la base de que todo hombre o mujer, independientemente de sus condiciones o circunstancias, tiene per se plenitud de dignidad.
Este planteamiento que pone la dignidad de la persona humana en el centro de cualquier consideración educativa nos lleva a hacer una serie de consideraciones de gran calado en cuanto a una mayor comprensión del ser humano y a las importantes implicaciones pedagógicas y didácticas que conlleva.
En nuestros días reviste particular interés la gran diferencia que hay entre considerar a la persona como principio o considerarla como resultado. Si la persona se entiende como principio, implícitamente se dice de ella que es origen de sus acciones, libre y por consiguiente responsable. Si, por el contrario, la persona se entiende como resultado, sea de factores sociales, sea de factores biológicos o técnicos, difícilmente se le puede atribuir libertad y responsabilidad algunas, ya que la persona humana vendría determinada por tales factores anteriores a ella (García Hoz (1982: 92). No se nos escapan las repercusiones en cuanto ambiente en las aulas, por ejemplo, que se pueden derivar según un planteamiento u otro.
Si pensamos en cuestiones como la absolutización de la técnica, la enorme influencia de los medios de comunicación y los desproporcionados intereses comerciales (consumismo) podríamos hablar de algo así como “una fuerza despersonalizadora”. Una frase de Skinner (1977: 240), creador de la “Enseñanza Programada”, puede servir de muestra: “Es necesario abolir al hombre como esencia, como autonomía, refugio de la ignorancia antropológica de la historia, para empezar a comprender la complejidad de la conducta de cada hombre condicionado por sus múltiples y sutiles contingencias históricas”. Nos preguntamos acerca de qué puede ocurrir en el mundo educativo, si la actividad escolar se deja llevar exclusivamente por la actividad externa y útil desde el punto de vista material, si los medios de comunicación dificultan el proceso interior de reflexión y valoración humanas y si las empresas productoras y comerciales estimulan explícita e implícitamente un modo de vivir y de consumir que ofrece al hombre de hoy no muchas posibilidades de ser persona.
Un explicable pero desde nuestro punto de vista insuficiente y equivocado planteamiento sería considerar, según el contenido del párrafo anterior, que la técnica, los medios de comunicación o el consumo de bienes son esencialmente elementos contrapuestos a la persona. Consideramos que afirmar la dignidad de la persona humana no implica en absoluto denostar la bondad de lo realizado por la mano del hombre. Proponemos más bien orientar la técnica, los medios de comunicación, la ciencia, etc., al servicio pleno de la persona humana de forma que se pueda hablar de “técnica personalizada”, “información personalizada”, “comercio personalizado”, etc. Una educación de calidad incluiría necesariamente, como exigencia de la esencia misma de persona, una enseñanza-aprendizaje que, poniendo a la persona en el centro conceptual y operativo, esté en estrecha relación con la sociedad.
Si se considera por ejemplo que “La naturaleza humana es el complejo de las relaciones sociales” (Gramsci, 1974: 94), ¿cómo puede ser una persona protagonista de su vida? Afirmando la importancia que, como ser social que es, tienen para el desarrollo humano las relaciones sociales nos parece un punto de vista más amplio considerar que la persona es algo más que sus relaciones. En el fondo, todo proceso, o concepción intelectual, que de alguna forma fomente un pensamiento idéntico en todos los miembros de la sociedad, considerando a la persona exclusivamente desde su condición de miembro de un grupo, dificulta que la persona camine hacia su completa realización; la educación puede convertirse fácilmente en un medio de adoctrinamiento al servicio de la política o de cualquier otro grupo cerrado que impida, o dificulte, el libre desarrollo humano de sus miembros. Por otro lado es necesario no confundir la autonomía de la persona con el individualismo cerrado a una plena y positiva inserción social; para lograr avances significativos en la plenitud humana es necesario ser capaz de crear y mantener un rico tejido social.
Hay por otro lado una cuestión paradójica que podríamos presentar como la contradicción que puede darse entre un ambiente escolar, entre un posiblemente aparente avance de la libertad personal, y la presumiblemente generalizada no aceptación de la autoridad de los educadores, padres y profesores. ¿Es posible lograr avances en la libertad de todos cuando conceptualmente se considera la libertad como ausencia de normas? ¿No se trata más bien de la eliminación de la libertad de muchos promovida por unos pocos que imponen sus caprichos y egoísta voluntad?
Una consecuencia de la dignidad de la persona es afirmar, proteger y promover el derecho de toda persona humana a tener sus propias opiniones aprovechando todas las ocasiones posibles para que los educandos, hijos o alumnos, aprendan a pensar por cuenta propia huyendo de todo tipo de adoctrinamiento despersonalizador. Ahora bien, una visión parcial de lo que es el sentido crítico puede llevarnos, de significar la capacidad de no aceptar pasivamente ninguna aseveración sin preguntarse por el valor que tiene, según los fundamentos en que se apoya, a interpretarse como una actitud negativa, de rechazo de todo lo que venga de los demás, especialmente de los que de alguna manera están constituidos en autoridad.
Una condición para que la persona que se está educando alcance un grado adecuado de desarrollo personal posible parecer ser la aceptación de la realidad que, demasiadas veces, se ve sustituida por meras opiniones no contrastadas. Si las palabras se vacían de su contenido objetivo para llenarse de la significación que cada uno les da, se acaba haciendo imposible el diálogo; el hombre se ve reducido a un mero juego de impulsos primarios, sensitivos, en definitiva exclusivamente al ámbito biológico.
Siguiendo el conocido ejemplo de Ortega y Gasset referido a lo que ocurre cuando desde distintos puntos de vista dos hombres miran el mismo paisaje coincidimos con él al declarar sin sentido esa forma de pensar que puede llevar a considerar que la perspectiva del otro ha de ser falsa por ser distinta; ahora bien, aunque distintos observadores vean un mismo objeto desde distintos ángulos ¿el objeto no tendrá unas propiedades propias independientemente de cómo sean observadas? ¿Por el hecho de ser percibido visualmente de distinta forma según diferentes observadores, tendrá el objeto simultáneamente diferentes formas? Si no aceptamos la existencia de una realidad que exista independientemente de cómo sea percibida ¿qué sentido tiene investigar si todas las conclusiones, aún contradictorias, son aceptables?
Hacia un concepto integral de persona
A la vista de lo expuesto podemos preguntarnos: entonces, ¿qué es la persona y, en consecuencia, en qué ha de consistir su educación? Para responder a estos interrogantes se hace necesario aclarar antes algunos conceptos que constituyen el “quid” de un concepto auténtico, real, de la persona y de su educación.
En primer lugar nos encontramos con el concepto de naturaleza, que es el fundamento de todo lo demás. Con frecuencia oímos hablar de la “naturaleza del hombre” y, en general, de la naturaleza de las cosas. Pues bien, la naturaleza es lo propio de cada uno de los distintos tipos de seres, lo que tienen en común. Si esto lo aplicamos a los seres humanos, podemos afirmar que su naturaleza es lo que todos tienen en común; o lo que es igual, un ser es hombre en la medida en qu...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Título
  4. Índice
  5. PRÓLOGO
  6. INTRODUCCIÓN
  7. 1. LOS FUNDAMENTOS
  8. 2. PRESUPUESTOS PARA LA PRÁCTICA DE LA EDUCACIÓN PERSONALIZADA
  9. 3. CÓMO PERSONALIZAR LA ENSEÑANZA
  10. 4. CÓMO PERSONALIZAR EL APRENDIZAJE
  11. 5. CÓMO PERSONALIZAR LA ORGANIZACIÓN EDUCATIVA DE UN CENTRO
  12. 6. CÓMO PERSONALIZAR LA ORIENTACIÓN
  13. 7. A MODO DE SÍNTESIS PRÁCTICA
  14. BIBLIOGRAFÍA
  15. Página de créditos