Elogio de la literatura
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Elogio de la literatura

  1. 176 páginas
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Elogio de la literatura

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Información del libro

Conversación epistolar entre el eminente sociólogo Zygmunt Bauman y el editor y traductor italiano Riccardo Mazzeo sobre la relación "líquida" entre sociología y literatura, entre las ciencias sociales y las artes en general.Según Bauman y Mazzeo, para interpretar nuestra realidad y nuestro mundo es necesario entrelazar literatura y sociología, psicoanálisis y filosofía, antropología y política; disciplinas complementarias que además de compartir argumentos, objetivos y campos de investigación, se alimentan recíprocamente con su compleja red de metáforas y discursos.En este sentido, el libro está repleto de referencias culturales y reflexiones inspiradas en autores como Calvino, Camus, Littell, Proust, Freud, Goethe, Perec o Kundera, que ayudan a entender y explicar el declive de la sociedad, la importancia de la educación, el valor de la libertad, la crisis de paternidad o los riesgos de la tecnología.

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Información

Año
2019
ISBN
9788417690458
Categoría
Scienze sociali
Categoría
Sociologia
1
Las dos hermanas
RICCARDO MAZZEO: Has explicado claramente por qué motivos la literatura es tan importante para la sociología, hasta el punto de considerar a ambas disciplinas como «hermanas»: cierto, ambas se dedican a desgarrar constantemente el velo de la pre-interpretación7 —en palabras de Milan Kundera— como se ve en la obra Don Quijote, de Cervantes.
Para dar cuenta de la complejidad y de la infinita variedad de la experiencia humana tal y como se vive y percibe, los individuos no pueden ser reducidos a homunculi, identificados y descritos como modelos y estadísticas, como datos y hechos objetivos. La misma naturaleza de la literatura es ambivalente, metafórica y metonímica. Puede explicar la solidez y fluidez, así como también la homogeneidad y pluralidad, la uniformidad e incluso la naturaleza «agria, dura y crujiente»8 de nuestras existencias. No sólo nos faltan las palabras para decir quiénes somos y qué queremos, sino que también nos alimentan, atiborran y saturan con palabras que son tan vacías como carentes de vida pero cuyo relucir nos atrae y seduce: las palabras comunes que son repetidas por parte de las sirenas de la fama, usadas para los increíbles nuevos dispositivos de alta tecnología y los últimos productos imprescindibles e irresistibles que nos permiten ocupar un lugar en la sociedad tal como se espera de nosotros.
Así pues, «si quieres cooperar con tus lectores en su deseo (consciente o no) de encontrar la verdad de su propia forma de ser-en-el-mundo y aprender sobre las alternativas ignoradas, abandonadas o escondidas, aún por explorar», es esencial que la sociología y la literatura trabajen juntas para aumentar nuestra capacidad de juzgar y revelar la autenticidad oscurecida por los velos que nos rodean y proporcionarnos la libertad de guiarnos por nuestras necesidades.9
He pensado en llamar a esta nueva serie de conversaciones, Hermana literatura (aunque el título acabe siendo Elogio de la Literatura, visto lo visto, no muy distinto de mi idea original) en reconocimiento a las consideraciones de tu último libro, cuyo objetivo está resumido más arriba y que se encuentra en el corazón de todo tu trabajo sociológico, que siempre se ha alimentado de la literatura. También está un poco inspirado, en parte, en dos libros escritos por amigos míos que han intentado, de distintas formas, demostrar lo extraordinaria que es la literatura para dar sentido a nuestras existencias y a los acontecimientos de nuestro tiempo que vivimos juntos.10
Naturalmente, la idea del título original también se debe, en parte, a mis propias inclinaciones, ya que me gradué hace mucho tiempo con una tesis sobre el Edipo de Marcel Proust y quería ir a París a estudiar con Lacan. Tuve que conocer tu trabajo a principios de los años 1990 para que pudiera mejorar mi consciencia y mi punto de vista sobre la sociedad, sin perder de vista a los individuos que la componen.
Así que me gustaría que prosiguieras tus esclarecedoras reflexiones sociológicas principalmente como un autor narrativo, por supuesto, pero también usando el psicoanálisis u otras ciencias humanas, porque las divisiones que separan estas disciplinas son de todo menos impermeables.
En tu último libro, ¿Para qué sirve la Sociología?,11 te esfuerzas por subrayar desde el primer capítulo la importancia primordial de usar las palabras adecuadas para describir la realidad. Por ejemplo, señalas que, en tu forma particular de ver la sociología como una conversación con la experiencia humana, el inglés [y también el español] es un obstáculo porque no tiene dos palabras distintas para describir «experiencia». Éstas sí que existen en Alemán: Erfahrung, referida a los aspectos objetivos de la experiencia, y Erlebnis, referida a los aspectos subjetivos de la misma.
La tarea de un sociólogo, con la imaginación suficiente para completarlas, es expandir el alcance de las Erlebnisse y sacar a la gente de sus caparazones («como barcos en su pecera / siguen su melodía», por usar palabras de Mario Luzi)12 para que se dé cuenta de que muchas de las experiencias que vive individualmente como si fueran únicas, de hecho, están socialmente generadas y pueden ser manipuladas (sustituyendo «con el objetivo de» por «debido a»). El sociólogo debe expandir su mirada sometiendo las Erfahrungen a una evaluación similar. Estas experiencias objetivas son como el mercado que, como clarifica Coetzee, no ha sido creado por Dios o por el Espíritu de la Historia, sino por nosotros mismos, los humanos, y por lo tanto es susceptible de «ser construido y deconstruido de una manera mucho más aceptable»13 Estas experiencias pueden, a su vez, ser modificadas tomando una postura más crítica y activa. A veces todo puede avanzar partiendo de una comprensión auténtica de las palabras que usamos para describir nuestra vida y el mundo que nos rodea.
Tengo la impresión de que las palabras en nuestro moderno mundo líquido están bajo una presión cada vez mayor. Como señalas, no es sólo que su número disminuya, sino que también se están acortando y se las reduce a series de consonantes en los mensajes electrónicos que hoy son, cada vez más, el medio principal de comunicación. Pero, incluso las palabras que siguen siendo pronunciadas por entero, tienden a diluirse en un área similar y a ser elegidas por razones emocionales-hedonistas. Haciendo zapping en la televisión entre los canales dirigidos a los jóvenes, como la MTV, M20 y la DJ Television, el aspecto visual más chocante son las imágenes de cuerpos semidesnudos, masculinos y femeninos, que representan escrupulosamente una variedad de grupos étnicos para asegurarse de que se respeta la corrección política. Por su parte el oído capta la incesante repetición de algunas palabras clave: fiesta, bailar, sexo, beber, noche, diversión. La música pop siempre ha tratado sobre el amor, en particular el infeliz, para que la gente corriente pueda identificarse fácilmente con las letras corrientes. Si unos alienígenas vieran la TV para «jóvenes» de hoy en día y observaran esas escenas, pensarían que los terrícolas no hacen otra cosa más que bailar, emborracharse y tener sexo, principalmente por la noche, en un frenesí extravagante y sin control. Obviamente, si tenemos en cuenta la naturaleza precaria y la carestía de oportunidades en las vidas de nuestros hijos, las pruebas del delito proporcionadas por la televisión son peores que una antífrasis, es algo completamente engañoso.
El vocabulario de la juventud ha quedado impregnado de otra enfermedad no menos peligrosa: la expansión incesante de frases simplificadas hasta la médula, preparadas para que todo el mundo pueda cantarlas o descifrarlas incluso cuando su conocimiento del inglés sea modesto. Sería ciertamente una consecuencia positiva si todos los no anglófonos fueran capaces de dominar el vocabulario básico de lo que se ha convertido en el «lenguaje de comunicación», pero la terminología de las letras de estas canciones es peor que básica, es tan pobre y marchita que se ha convertido en una especie de verbalización de grado cero, igual de monótona que compartimentalizada con palabras diseñadas para penetrar en el tejido mental de los niños, invadir su imaginación, colonizar sus gustos y preferencias, y dictar la dirección de su placer. Desde hace algunos meses, cuando sale una nueva canción —como «Roar», de Katy Perry o «Bonfire Heart», de James Blunt— durante varias semanas el video muestra sólo la letra de la canción en lugar de las imágenes. Esto es para garantizar una experiencia como del karaoke, para que todo el mundo pueda aprender la letra de forma fácil y rápida. Únicamente cuando la hayan aprendido, la alegre andanada verbal de banalidad dará paso a las imágenes, que contienen varios grados de lascivia, de comicidad arriesgada en «Roar» de Katy Perry, y que protagoniza un motociclista bienintencionado en el video de «Bonfire Heart». Aparte del tono edulcorado y pasteloso de los mensajes de estas canciones —o, como ocurre en otros casos, la carga erótica enérgica y desenfrenada— lo más chocante es la erosión, la retirada y la dilución del lenguaje.
La hiper-simplificación del lenguaje encuentra su eco en la hiper-simplificación de la música, como se quejaba poéticamente Milan Kundera en un libro traducido del checo en 1978, El libro de la risa y del olvido.14 El escritor se sentía estimulado ante las innovaciones dodecafónicas de Schönberg, quien consiguió repensar la música de forma audaz, pero lo que vino después fue un desierto creativo que, en lugar de ser silencioso, vierte sin cesar música kitsch por doquier:
Schoenberg murió, Ellington murió, pero la guitarra es eterna. La armonía estereotipada, la melodía banal, el ritmo tan insistente como monótono, esto es todo lo que le queda a la música para toda la eternidad de sonidos. Todo el mundo puede sentirse unido por las simples combinaciones de notas, porque es como si todos estuvieran gritando alegremente: «¡Estoy aquí!». No hay comunión más unánime y placentera que la existencia simple y compartida. En este mundo, los árabes pueden bailar con judíos y los checos con los rusos, los cuerpos se mueven al ritmo de las notas, embriagados por la consciencia de existir. Por este motivo no hay obra de Beethoven que haya sido vivida con tanta pasión colectiva como los éxitos musicales producidos en masa para una guitarra.15
Pasa lo mismo con las palabras: han quedado reducidas a una masa de eslóganes de usar y tirar. El declive progresivo del medio más importante para articular nuestra visión del mundo sin ser rehenes de las ideas comúnmente admitidas es algo...

Índice

  1. Prefacio
  2. 1 Las dos hermanas
  3. 2 La salvaciónmediante la literatura
  4. 3 El péndulo y el centrovacío de Calvino
  5. 4 El problema del padre
  6. 5 La Literatura y el interregno
  7. 6 El Blog y la desapariciónde los mediadores
  8. 7 ¿Nos estamos volviendotodos autistas?
  9. 8 Metáforas del siglo XXI
  10. 9 La arriesgada twitteratura
  11. 10 Seco y mojado
  12. 11 El atrincheramiento en la «unidad»
  13. 12 Educación, literatura, sociología