Catedráticos de Universidad
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Catedráticos de Universidad

De líderes académicos a académicos que lideran

  1. 296 páginas
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Catedráticos de Universidad

De líderes académicos a académicos que lideran

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A lo largo de toda la obra, la autora trata de responder a esta pregunta clave: ¿Cómo ser catedrático en la Universidad del siglo XXI? ¿Qué espera la sociedad de ellos y ellas de cara al futuro? Un interesante libro de cabecera para recuperar el sentido y los compromisos académicos (y no académicos) que se asumen con el rol de catedrático.Presenta y examina los hallazgos de cuatro importantes y validados estudios de investigación, en los que se profundiza sobre el futuro del desarrollo del cuerpo de catedráticos y sobre su liderazgo académico en la educación superior. Analiza los conceptos de liderazgo y de profesionalidad, e ilustra cómo, al tratar de satisfacer las expectativas, la profesionalidad "ejecutada" de los catedráticos está modelada por la profesionalidad que los demás les exigen. Cuestiona asimismo si las universidades están sacando el máximo provecho de sus académicos senior y propone maneras de reformular el ejercicio de la cátedra.El prólogo de la obra contextualiza las argumentaciones de la autora en el entorno español e iberoamericano. En definitiva, un libro imprescindible y muy interesante para quienes son ya catedráticos/as y, sobre todo, para quienes aspiran a serlo.

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Información

Año
2019
ISBN
9788427725720
Edición
1
Categoría
Education
I
CONTEXTOS Y CONCEPTOS
1
Qué sabemos sobre los catedráticos y sobre el ejercicio de la cátedra
Como observé en la Introducción, aparte de lo anecdótico, realmente sabemos muy poco sobre el papel o el trabajo de ser un catedrático. El discurso académico sobre la naturaleza de la cátedra es más o menos un lugar común; pocos investigadores se implican en ello, e incluso pocos han contribuido al mismo. En su sentido más amplio concierne al «aspecto» de las cátedras y los catedráticos, a por qué tienen ese aspecto, y cuáles son las consecuencias de ello para los catedráticos mismos y para el amplio sector de la educación superior y el sistema. Dentro de estos parámetros contextuales, el discurso aborda problemas como: qué implica una cátedra, cuál es su propósito, cómo surgió y, cómo y por qué todo esto aún está en desarrollo.
El examen de este capítulo sobre la naturaleza de la cátedra es selectivo. Planteo preguntas sin necesariamente contestarlas todas, ya que algunas respuestas se irán desvelando en los capítulos que siguen. Abro algunos problemas clave como puntos de partida, sabiendo que volveré sobre ellos más tarde y en algunos casos se ampliarán, ya que todo el libro gira, en su sentido más amplio, en torno a la naturaleza de las cátedras.
Aun así, aunque mi objetivo en este capítulo sea presentar una panorámica de la naturaleza en desarrollo de las cátedras, subrayando qué es lo que ha cambiado a lo largo de los años, y qué sigue siendo fundamentalmente como siempre ha sido, esa panorámica describe rasgos clave o influencias sobre el paisaje del conocimiento vinculado al catedrático tal y como era antes de que mis hallazgos de investigación —como hacen todos los hallazgos— lo volvieran a delinear.
Empiezo por el principio, considerando qué es lo que sabemos sobre los primeros tiempos de las cátedras.
Orígenes y etimología: la cátedra en tanto que docencia
¿Cómo surgieron las cátedras? ¿Quiénes fueron los primeros catedráticos implicaba su trabajo? Para abordar estas preguntas he seguido la guía de Malcolm Tight (2002) y he consultado el Oxford English Dictionary (OED, 2007). La entrada de professor [catedrático] del diccionario está entre el 9% de primeras entradas, y su fuente de evidencia se remonta al 1387. Bajo la categoría de «sentidos vinculados a la función o al estatus académico u de otro profesional», el professor se define como, inter alia: Académico universitario del más alto rango; espec. (en Gran Bretaña y algunos otros países de habla inglesa) quien posee un puesto universitario en una facultad específica. Además, en N. Amer.: cualquier profesor de una universidad. También aplicado a personas de estatus similar en instituciones ajenas a las universidades. De acuerdo con esta fuente, la cátedra tiene su origen en la universidad medieval europea, en la que el título de «catedrático» evolucionó de ser un sinónimo de magister o doctor (denotando a alguien cualificado para enseñar), para implicar distinción dentro de una jerarquía de profesores gradualmente en desarrollo:
El derecho originalmente poseído por cualquier maestro o doctor para enseñar públicamente en las escuelas o en una facultad se fue restringiendo gradualmente a un círculo interno de profesores, y el término de catedrático llegó entonces a limitarse a los poseedores de un salario o a quienes poseían despachos docentes, o la clase más alta de estos, y los títulos de lector6, profesor, instructor, tutor, etc., se les dio a los profesores de menor rango. (OED, 2007, en cursiva en el original).
Aun así Verger (1992, p. 144), se basa en sus raíces latinas para argumentar que los orígenes de la palabra professor [catedrático] son previas a la Edad Media: «La función del profesor es obviamente mucho más antigua que las universidades medievales, como sugiere que se tomen prestados los términos clave del latín clásico: magister (master), doctor (doctor) y professor (professor [catedrático])».
Independientemente de cuándo emergió el término «professor» [catedrático], parece que la cátedra de la universidad moderna en el Reino Unido le debe más a la dinastía real de los Tudor7, ya que aunque los Tudor no inventaron las cátedras, sin duda las dieron un empujón en su momento en Inglaterra. Fue Lady Margaret Beaufort, madre del primer rey Tudor, quien otorgó las primeras cátedras (de teología) a las universidades de Oxford y Cambridge8.
La fecha precisa de las donaciones de Lady Margaret es difícil de encontrar porque el proceso de donación parece haber sido prolongado. Rashdall (1895, p. 461) fecha la fundación de las cátedras en 1497. Corroborando esto, Jones y Underwood (1992, p. 207) escriben que en cartas patentes de Lady Margaret de 1497 se garantizaba una «licencia para establecer sus lectorados en las universidades, y donarlas con el valor de 20 libras», pero ellos añaden (p. 208) que «debieron pasar otros cuatro años antes de que se fundaran oficialmente los lectorados de Margaret, con sus propias regulaciones» y se refieren a «contratos de fundación», que dirigen al pago de los estipendios de los profesores, establecidos en 1502, una fecha confirmada por Hibbert y Hibbert (1988) y en publicación mucho más reciente vinculada a la cátedra de Cambdridge (Collinson et al., 2003).
Aunque al norte de la frontera inglesa, el Rey Jaime IV de Escocia fundó, en la Universidad de Aberdeen en 1497 (Evans, 2013), lo que en general se acepta como la primera Cátedra Real9 en lo que ahora es el Reino Unido, pasaría al menos otro medio siglo antes de que aparecieran las Cátedras Reales en Inglaterra. La práctica de referirse a los profesores financiados por una donación, como «catedráticos», aparentemente empezó seriamente en la década de 1540 cuando el rey Tudor Enrique VIII financió las primeras Cátedras Reales en Inglaterra, de Teología, Derecho civil, Medicina, Hebreo y Griego:
La aplicación del título [de catedrático] a los que poseen cátedras financiadas por donación se debía en gran medida a la creación de cinco Regius o Catedráticos del Rey por parte de Enrique VIII (un número que aumentaría en años posteriores) (…) Los profesores financiados de algunas otras materias se llamaron primero praelectors, pero este título fue gradualmente sustituido por professor [catedrático]. (OED, 2007, cursivas en el original).
Con el paso de los siglos, al tiempo que los sucesivos monarcas británicos creaban más Cátedras Reales, este cuadro de élite de académicos senior ha ido creciendo hasta formar unos setenta, distribuidos entre una veintena de universidades británicas.
¿Qué nos dice esta excursión por la historia británica de la naturaleza de las cátedras? Este tipo de puestos eran financiados, cosa que significa que efectivamente provenían de una cartera concedida para la docencia remunerada; cada una de las Cátedras Reales de Enrique VIII en la Universidad de Oxford, por ejemplo, iba con un estipendio de 40 libras (Hibbert & Hibbert, 1988). La provisión de remuneración es significativa, porque la partida para la enseñanza en esas épocas era inestable, espoleando a las dos universidades medievales de Inglaterra a buscar soluciones creativas a lo que eran efectivamente recortes vinculados a las finanzas del personal docente.
Hubo (…) intentos de brindar puestos de profesorado con una base financiera más segura. En 1432 Oxford le suplicó a John Duke de Bedford que financiara algunos puestos de magister para enseñar en la facultad de artes y en otras. Más entrado el siglo, Cambridge se las arregló para dar algo de apoyo directo a los lectorados regentes de la universidad por medio de un sistema de recogida a partir de los colleges por medio de los bedeles de la universidad. En 1481-2 se hizo un intento de mantener un profesor de teología al margen de la gracia real en otro lugar. El arzobispo de Salisbury, Richard Beauchamp, persuadió a Edward IV para que financiara una capellanía10 en el oratorio de St Georges en Windsor y el nombramiento del sacerdote que trabajaría en la Universidad de Oxford. La universidad pidió que este sacerdote dispusiera de tiempo para dar clases de teología en Oxford (Jones & Underwood, 1992, pp. 205-206).
La idea esencial es que en esta época el propósito principal de los catedráticos, y por tanto la faceta clave de la naturaleza de las primeras cátedras, era la docencia.
De la docencia a la investigación. Cambiando objetivos y prioridades
La comparación de las Cátedras Reales del siglo XVI con las del XXI indica hasta qué punto ha evolucionado su naturaleza. Para señalar el noventa cumpleaños de la Reina Isabel II en 2016 se celebró una competición en 2015 de las universidades de todo el Reino Unido para lograr Cátedras Reales (que se ofrecían solo como marcas de prestigio y de estatus; financiarlas debía ser responsabilidad de los exitosos competidores). Aunque, como un elemento clave de la competición, las universidades participantes debían proponer sus campos disciplinarios, la pretendida naturaleza de estas cátedras se hacía explícita en la narrativa que anunciaba la iniciativa: «Una Cátedra Real es un raro honor garantizado por el Soberano para reconocer la excelencia en la investigación», y estaba implícita en la clara directriz que se había dado sobre qué tipo de universidades serían competidoras: «Se acogerán las solicitudes de las nuevas Cátedras Reales de todas las universidades que tengan unos excelentes registros de investigación académica relevante» (Gobierno del Reino Unido, 2015a, cursiva de la autora).
En el transcurso de cinco siglos, por tanto, parece que ha cambiado el foco del propósito profesional; la retórica en torno a lo que en el Reino Unido se considera en general como profesorado del orden más alto —cátedras que denotan un «honor excepcional» (Gobierno del Reino Unido, 2015b)— implica que, en el siglo XXI, todo gira en torno a la investigación. Se ha abandonado el factor de la docencia.
¿Ha sido así? De hecho, en los últimos años la docencia no se ha dejado al margen de manera consistente. Menos de tres años antes del lanzamiento de la iniciativa de la Cátedra Real de 2016 hubo una muy similar, para señalar el jubileo de oro de Isabel II, en 2013. Pero lo que es particularmente interesante es que llegados a este punto la docencia estaba aún dentro del marco, cosa que es evidente en el relato de acompañamiento planteado por el gabinete ministerial del Reino Unido (Gobierno del Reino Unido, 2013): «Una Cátedra Real es un raro privilegio, solo se crearon dos en el pasado siglo. Es un reflejo de la excepcionalmente alta calidad de la docencia y la investigación de una institución». Representando el gobierno de coalición demócrata conservador-liberal de esa época, el entonces Ministro de Universidades y Ciencia, David Willetts, es citado en el artículo de noticias del gabinete posterior a la competición: «En conjunto, las solicitudes exitosas demostraban un nivel de logro excepcionalmente alto tanto en la docencia como en la investigación» (cursiva de la autora).
Aún más clarificadora es la comparación de los conjuntos de criterios (presentados, en su formulación original, en la Tabla 1.1) con los que se juzgaron las dos competiciones de Cátedras Reales del siglo XXI.
TABLA 1.1. CRITERIOS PARA JUZGAR LAS COMPETICIONES EN PRO DE LA CONCESIÓN DE CÁTEDRAS REALES PARA SEÑALAR EL JUBILEO DE ORO DEL DIECINUEVE CUMPLEAÑOS DE LA REINA ISABEL II, EN 2013 Y 2016, RESPECTIVAMENTE
CRITERIOS DE COMPETICIÓN DEL 2013
(fuente: gobierno del Reino Unido 2013,la cursiva es mía)
CRITERIOS DE COMPETICIÓN DEL 2016
(fuente: gobierno del Reino Unido 2015a, la cursiva es mía)
La excelencia del trabajo de la Institución en la disciplina propuesta (1-20 puntos).
El reconocimiento de la disciplina ha ganado, nacional e internacionalmente, independientemente del tiempo que hace que se la estudia (1-20 puntos).


Otros factores, tales como la oportunidad de señalar un acontecimiento significativo en la historia de la institución o la disciplina (1-4 puntos).
Reconocimiento nacional e internacional de investigación excelente en cualquier campo o campos de investigación (1-15 puntos).
El papel destacado de la universidad en traducir la investigación en el uso en la sociedad en general como una contribución al conocimiento, o para resolver un problema (1-15 puntos).
Un beneficio directo y significativo para la eficacia económica del Reino Unido y la productividad a escala regional o nacional (1-15 puntos).
Otros factores, tales como la oportunidad de señalar un acontecimiento significativo en la historia de la institución o en el campo de investigación (1-5 puntos).
Cuando los criterios del 2013 y del 2016 están alineados de este modo la distinción entre ellos es llamativa. Las referencias del primer conjunto (2013) al «trabajo» de las instituciones y al «estudio» de disciplinas son lo bastante ambiguas como para connotar la docencia, la actividad investigadora, o ambas. Esta amplitud de enfoque representa un agudo contraste entre enfoque investigador de los criterios del 2016; concretamente, en una investigación que tenga un impacto significativo en el crecimiento económico y social. Un documento de guía (Gobierno del Reino Unido, 2015b, pp. 1-2), con un estilo de preguntas y respuestas que acompañaba el anuncio del gabinete de gobierno de la competición de Cátedras Reales del 2016, hace referencia a este cambio de enfoque que el gabinete de gobierno había anticipado claramente:
¿Por qué han cambiado los criterios respecto a los utilizados por el premio de Catedráticos Regios anterior? El tamaño y calidad de la base de investigación del Reino Unido ha crecido de manera importante durante el reinado de la Reina. La investigación y el conocimiento resultantes subyacen en la fortaleza económica del Reino Unido y han mejorado significativamente la vida de las personas en el Reino Unido y más allá de este. Estos criterios reconocen la investigación excelente a partir de la cual esta base universitaria ampliada obtiene el mayor de los beneficios para el Reino Unido.
¿Qué se entiende por beneficio? El beneficio, apoyado en la evidencia, debería ser la mejora de la eficacia económica y la productividad del Reino Unido a una escala regional o nacional. Aunque esto obviamente incluye todas las áreas de negocio y de la economía, también incluye actividad en otras áreas que pueden demostrar un vínculo entre la investigación excelente y el beneficio económico y la mejora de la productividad; por ejemplo, la riqueza y el bienestar, el entorno, la política social, la iniciativa cultural o el prestigio internacional del Reino Unido.
¿El beneficio debe producirse en el Reino Unido? El beneficio no debe ser exclusivo al Reino Unido, pero debe incluir un componente significativo de país.
El conjunto de criterios aplicados a la competición del 2015-16 representa una revisión estrechamente confeccionada, casi una revocación, de su precedente. La implicación de esta revisión es clara: llegado el 2015 ya no se consideró que los criterios del 2013 encajaran con el propósito u objetivo.
Intentando hacer algo: Influencia, imposición e instrumentos de estado
¿Y cuál es ese propósito u objetivo? Más concretamente: ¿Cuál se consideraba que era en el 2015-2016? Evidentemente, era expresar el mensaje de que las universidades deben alinear sus agendas de investigación con las políticas de crecimiento económico del gobierno, centradas en la expansión del conocimiento, por medio de una investigación relevante, puntera, excelente a nivel internacional y de impacto, dirigida por los académicos más distinguidos. La iniciativa de crear un montón de nuevas Cátedras Reales fue, después de todo, incluida en el Plan de P...

Índice

  1. Cubierta
  2. Título
  3. Índice
  4. PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
  5. INTRODUCCIÓN
  6. I. CONTEXTOS Y CONCEPTOS
  7. II. LAS PERSPECTIVAS DE «LOS LIDERADOS»
  8. III. LAS PERSPECTIVAS DE LOS CATEDRÁTICOS
  9. IV. REFORMULAR LA PROFESIONALIDAD DEL CUERPO DE CATEDRÁTICOS
  10. APÉNDICE: Jerarquía de grados académicos en el Reino Unido
  11. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  12. Página de créditos