La educación mediática y los profesionales de la comunicación
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La educación mediática y los profesionales de la comunicación

  1. 160 páginas
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Este libro recoge los testimonios de los profesionales de la comunicación sobre un asunto de máxima actualidad y da algunas respuestas a preguntas tales sobre: ¿Cómo enfocar las múltiples alfabetizaciones necesarias para reforzar la formación de una ciudadanía más educada? ¿En qué competencias deberíamos formar a los ciudadanos? ¿Cuáles son los principales contenidos que los profesionales de la comunicación deberían conocer? ¿Cómo renovar unas metodologías docentes obsoletas que no se corresponden con las exigencias del actual universo transmedia?

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Información

Año
2015
ISBN
9788416572014
Edición
1
Categoría
Didattica
1
La competencia mediática en el contexto de la educomunicación
Alejandro Buitrago, Manuel Canga
y Agustín García Matilla
1.1. Introducción al concepto de competencia mediática
Actualmente una gran mayoría de los profesionales de la educación dan por hecha la importancia de incorporar la competencia digital en el currículo dentro de los diferentes niveles educativos; sin embargo, muy pocos conocen el amplio recorrido realizado por muchos pioneros que a lo largo de décadas reflexionaron sobre la necesidad de usar los medios y de enseñar a analizar y producir con medios, con el fin de incorporar al currículo escolar nuevas alfabetizaciones en los lenguajes, en el manejo de las herramientas técnicas y en las formas de decodificación de los diferentes mensajes audiovisuales.
En el contexto anglosajón el término empleado para referirse a la alfabetización en los lenguajes, las técnicas y las formas de aprovechamiento social, educativo y cultural de esos medios de comunicación convencionales es literacy, con matices, en toda Iberoamérica se ha utilizado el término de alfabetización audiovisual que se incluía a su vez en un concepto más amplio de educación para los medios. (García Matilla, 1993, 2003). Las teorías del pedagogo brasileño Paulo Freire (1969) sobre el poder transformador de la alfabetización como instrumento de «concientización» han servido para que en América Latina, los movimientos de comunicación popular hayan configurado el concepto de educomunicación como territorio capaz de aplicar los hallazgos de Freire a un área más amplia de la comunicación.
Autores como Echazarreta (2013), recuerdan cómo la «alfabetización digital» ha tenido a su vez otro corolario de denominaciones: «ciber-alfabetización», «alfabetización en Internet» o «alfabetización en red» por citar sólo algunas de las denominaciones que recogen la necesidad de incluir dentro de esa alfabetización las posibilidades de hipertextos, hipermedia, multimedia y transmedia.
Los problemas que desde la segunda década del siglo XX se han venido planteando para el desarrollo de esas nuevas alfabetizaciones se podrían relacionar con algunos de los problemas que vuelven a surgir en la actualidad. Debemos aceptar que el mundo ha cambiado tanto que las intuiciones y los sueños de los grandes pioneros han sido superados por la propia realidad que compartimos hoy. El que Internet dé acceso a innumerables fuentes de información escritas, audiovisuales o audioescriptovisuales, o que los móviles, celulares, smartphones, permitan desarrollar funciones de intercomunicación que superan ampliamente los usos asociados con la simple telefonía, dando oportunidad de registrar y enviar imágenes y sonidos, comprar, interactuar en juegos online con jugadores que se hallan al otro lado del globo, etc. y que los propios ordenadores, computadoras, portátiles se hayan encontrado también con la competencia de las tabletas, etc. nos sitúan ante un panorama de cambio permanente.
Sin lugar a dudas, hoy nadie discute la importancia de incluir competencias digitales en el currículo, lo que ahora realmente se plantea es cómo hacerlo. Internet se está convirtiendo en un contexto fundamental para la alfabetización y el aprendizaje, que exige nuevas competencias, y para incluirlo dentro de las prácticas educativas, es necesario pensar lo que significa ser un lector en el siglo XXI y de acuerdo a eso redefinir el concepto de lectura y de enseñanza. (Leu, Mc Verry, Zawilinski, Castek, Hartman, 2009).
[…] el uso de Internet exige la resolución de problemas que implican nuevas competencias, estrategias, disposiciones y prácticas sociales inherentes a teorías tanto socioculturales como cognitivas. (Echazarreta, 2013).
Damos por hecho que el concepto de CM es comprendido por la sociedad y sin embargo existe una dificultad de partida que consiste en hacer inteligible un concepto que no ha sido incorporado en los diferentes niveles educativos. La tecnología ha avanzado y sin embargo la enseñanza del audiovisual y del multimedia en el contexto digital parecen darse por hechas, sin haber logrado el nivel de sistematización que llegó a alcanzarse en décadas anteriores en el caso de la alfabetización audiovisual, o la posteriormente denominada EM.
1.2. Breve recorrido histórico hacia una terminología común
Una de las denominaciones más habituales hasta los años noventa del siglo pasado fue la de «educación en materia de comunicación». La utilización del audiovisual para fines educativos se conoce desde principios del siglo XX, ya en España se han encontrado documentos que se remontan a la segunda década del siglo XX en el reinado de Alfonso XIII, en donde se recomienda utilizar el cine al servicio de la educación. El propio Célestin Freinet (1977), a comienzos de los años veinte del siglo pasado, utilizaba una tecnología como la imprenta escolar para que sus alumnos redactaran textos libres y los intercambiaran con los niños de otros pueblos y aldeas de Francia creando una forma innovadora de comunicación educativa que diera protagonismo a la libre expresión de los escolares.
Ese uso pionero de una tecnología de comunicación inspiró las videocartas que representaron un uso realmente innovador en educación, especialmente en la década de los ochenta. En 1952, Antoine Vallet acuña la denominación de langage total (lenguaje total), para referirse a la necesidad de una nueva alfabetización al concebir que la presencia creciente de los medios audiovisuales hacía necesario pensar en nuevas alfabetizaciones acordes con esos lenguajes audiovisuales, especialmente, el del cine (Vallet, 1970). En 1972, el canadiense Jean Cloutier, acuña el término de emerec, para referirse a la doble función del nuevo ciudadano potencial emisor y a la vez receptor de mensajes audiovisuales. Mario Kaplún (1998) rescata el papel relevante de Cloutier para justificar el uso de medios como recursos que permiten la participación de las minorías valiéndose de instrumentos de comunicación popular como la radio o el vídeo. La lista de pioneros es larga y la educación en materia de comunicación cobra carta de naturaleza definitiva a principios de los ochenta cuando la UNESCO publica un libro que recibe el título de La educación en materia de comunicación, en él se reseñan las experiencias realizadas con medios audiovisuales en diferentes países del mundo. Previamente, en 1977 la investigadora francesa Geneviève Jacquinot, discípula de Christian Metz, había escrito un libro fundamental titulado Image et Pedagogie, en el que se hablaba de la pedagogía de la imagen y de la pedagogía con imágenes; en este texto se distinguían dos campos complementarios, el de la educación en los lenguajes de los medios y el de la utilización de medios al servicio de la educación. Dos territorios complementarios que confluirían en esos años en el ámbito de la educomunicación.
Numerosos autores de los cinco continentes han ido actualizando el concepto de educación en materia de comunicación a lo largo de las últimas cuatro décadas. En estos momentos, el concepto anglosajón de Media Literacy, textualmente «alfabetización mediática», englobaría el mundo del audiovisual pero también el del hipermedia, multimedia y transmedia. Existe una amplia bibliografía especialmente desarrollada en Europa, América Latina y, en menor medida, en Estados Unidos.
La profesora Carmen Echazarreta ha repasado recientemente la alfabetización digital como un nuevo paradigma. Esta autora reconoce la identificación inicial de esta alfabetización con la actualización permanente de unos conocimientos tecnológicos que exigen de una continua revisión y aun cuando los jóvenes son reconocidos como usuarios en ocasiones mucho más expertos que los adultos, también se hace hincapié en esa necesidad de actualización. Entre los autores que Echazarreta destaca, podemos citar el nombre de Sonia Livingstone (2011) quien recuerda la necesidad de que los ciudadanos alfabetizados no se limiten a saber analizar las producciones de otros sino que también deben aprender a producir sus propias obras, o Manuel Castells (2009) que recuerda la importancia de unas redes que exigen nuevas alfabetizaciones.
Echazarreta se refiere al concepto «ALFIN» como «la alfabetización informacional que alude al proceso de cuándo y por qué necesitas información, dónde encontrarla, y cómo evaluarla, utilizarla y comunicarla de manera ética»; es un requisito previo para participar eficazmente en la sociedad de la información. Vincula el concepto con la Declaración de Praga (2001), Debate UNESCO y la OCDE que parte de los derechos básicos de la humanidad para un aprendizaje de por vida; y más adelante subraya que:
El reconocimiento de la naturaleza social y colaborativa de estas nuevas formas de leer y escribir el mundo, permite la creación e interpretación de textos existentes en contextos sociales variados, condicionados por sus propias realidades, en donde no sólo se requieren destrezas o habilidades específicas para conocer el mundo a través de las tecnologías, sino saber leerlo con nuevos ojos, valores y actitudes. (Echazarreta, 2013).
En este artículo se hace hincapié en conceptos como la participación, a través de los procesos de interacción y de interactividad, el papel de las emociones, o el problema de la brecha digital y cómo resolverla. En este punto no se trataría tanto de subrayar las diferencias entre los que saben (alfabetizados) y los que no saben (analfabetos mediáticos) sino de incorporar a los procesos de alfabetización digital a los segmentos de población de riesgo como personas mayores, inmigrantes, etc., creando puentes intergeneracionales. También resulta preciso replantear el rol de los docentes como facilitadores del aprendizaje.
En esta investigación hemos llegado a una definición abierta y flexible de medios y sistemas de información y comunicación que sirve como ref...

Índice

  1. Claves para entender la importancia de la educación mediática. A modo de introducción
  2. 1 La competencia mediática en el contexto de la educomunicación
  3. 2 La opinión de los profesionales del periodismo
  4. 3 La opinión de los profesionales de la comunicación audiovisual
  5. 4 Los profesionales de la publicidad y la competencia mediática
  6. 5 La publicidad desde la investigación en alfabetización mediática
  7. 6 Comunicación transmedia
  8. 7 Reflexiones sobre las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades en la educación para la comunicación
  9. 8 La educación bastarda como metáfora del cambio de paradigma educativo
  10. Bibliografía y webgrafía