I
EL CONTEXTO Y LAS BASES DE LA TRANSFERENCIA DE CONOCIMIENTO EN EDUCACIÓN
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Universidad y transferencia de conocimiento. Un nuevo modelo para una nueva realidad
Introducción
La universidad es una institución comprometida, desde siempre, con el saber, la educación y la formación. A lo largo de la historia, ha ido asumiendo funciones y misiones nuevas inducidas por los cambios, en ocasiones disruptivos, experimentados por la sociedad.
La universidad española, como institución nuclear de la formación superior; fuente principal de generación de conocimiento, y como institución con una dimensión social irrenunciable es ahora interpelada por un nuevo desafío. La universidad española es, sin duda, la protagonista indiscutible en el escenario socio-tecnológico y digital que introduce la denominada sociedad del conocimiento. Asume nuevos compromisos y funciones, que incluyen la transmisión del saber para la formación, la generación de nuevo conocimiento: su difusión, su transferencia y su aplicación. Pero también integra otros elementos como los de la innovación, el emprendimiento y, en definitiva, la responsabilidad social corporativa. Aspectos, todos ellos, que conforman las tres misiones de la universidad del siglo XX: docente, investigadora y divulgadora del conocimiento científico, tecnológico, social y humanístico.
En el siglo XXI, y con mayor fuerza que nunca, se añade como función adicional la «valorización» del conocimiento, que adopta diferentes formas, como son las del emprendimiento social y responsable en su compromiso con la sociedad civil. Estos nuevos patrones están, a su vez, condicionados por el impacto que generan en su entorno geográfico más próximo y remoto. Se trata, pues, de una universidad «social» y de una universidad «cultural». Pero también es una institución respetuosa con el medio ambiente. En definitiva, estamos ante una universidad sostenible, eficiente, orientada a la empresa, claramente productiva y socialmente comprometida.
Es en este contexto donde florece el concepto de «tercera misión de la universidad». Hasta hace poco, este término ilustraba el fin último de las universidades, siempre en la procura de la transmisión efectiva y eficiente del conocimiento universitario (Bueno y Casini, 2007). Los orígenes del concepto se remontan a la década de los años 1990, cuando surge en el sistema de la Ciencia y de la Tecnología anglosajón, a ambos lados del Atlántico, y con un enfoque particular en el contexto del Reino Unido, una nueva corriente de opinión crítica respecto al rol y a las funciones de la universidad contemporánea. Dicha corriente encontró de manera natural e inmediata, seguidores universitarios y científicos, fundamentalmente en el Centro y el Norte de Europa.
Sus planteamientos llevaban, necesariamente, a la revisión exhaustiva de los procesos y metodologías necesarios para integrar a todos los pilares sociales en los procesos de interacción con la universidad: centros de desarrollo tecnológico, sectores industriales, empresas, gobiernos, agentes sociales y Estado.
En el caso de España, la Ley 6/2001, de 21 de diciembre, Orgánica de Universidades, definió a las universidades como «entidades dotadas de personalidad jurídica para el desarrollo de sus funciones en régimen de autonomía y de coordinación entre todas ellas». La Ley recogía además de la creación, el desarrollo, la transmisión y la crítica de la ciencia, la técnica y la cultura, la preparación para el ejercicio de actividades profesionales, la aplicación de métodos científicos, artísticos o tecnológicos, y otras finalidades comunes como, por ejemplo, las acciones destinadas a la transferencia o a la divulgación del conocimiento hacia la sociedad civil. Desde este punto de vista, son también funciones de la universidad: la difusión, la valorización y la transferencia del conocimiento al servicio de la ciudadanía, de la cultura, de la calidad de vida, y del desarrollo económico.
Con este propósito nace el informe realizado por Mato (2018). En él se ha planteado un cambio de paradigma, consistente en abordar el tránsito hacia esta tercera misión de la universidad. Para tal fin, se plantea y se diseña un procedimiento metodológico que resulta homogéneo, objetivo a la vez que replicable (cuantitativa y cualitativamente) en todas las universidades españolas que propugnan y trabajan en esta tercera misión, entendida como el motor indiscutible para el progreso y la mejora del bienestar general en la sociedad civil.
La transferencia de conocimiento
En la actualidad, coexisten distintas definiciones en relación al modelo teórico y conceptual de la transmisión y de la transferencia del conocimiento universitario hacia la sociedad. En la mayoría de las universidades anglosajonas, por ejemplo, el término de Knowledge Transfer se centra, casi exclusivamente, en dos de las dimensiones que derivan de la aplicación del conocimiento científico al tejido productivo (empresarial e industrial)1: la primera de estas dimensiones es la que se refiere a la transferencia de tecnología (Technology Transfer); la segunda, hace referencia a la denominada gestión del conocimiento (Knowledge Management).
En el primer caso, de acuerdo con Roessner (2000), la transferencia de tecnología puede definirse como «el proceso para la formalización de conocimientos, habilidades y técnicas que proceden de las actividades de investigación y desarrollo (I+D)». Una interacción adecuada entre los distintos agentes que intervienen en los procesos para trasladar y transmitir el conocimiento universitario a la sociedad parece, consecuentemente, necesaria. Entre otras razones, porque los flujos y canales de información económica en una organización permiten una mayor capacidad de anticipación en la resolución de conflictos y facilitan la toma de decisiones.
Otras nociones complementarias a este marco conceptual son las específicas a la Open Innovation y a la innovación social (inter y multidisciplinar). En el primer caso, la «Innovación Abierta» nace en el año 2006 como consecuencia de la publicación del artículo Open Innovation: Researching a New Paradigm (Chesbrough, Vanhaverbeke y West, 2006). El concepto de innovación abierta hacía referencia «al uso intensivo de conocimiento tanto interno como externo, para acelerar la innovación interna y expandir los mercados para su uso exterior»(Chesbrough, 2003).
En el segundo caso, el de la innovación social (inter y multidisciplinar); las Ciencias Sociales y las Humanidades han constatado a través de diferentes proyectos de éxito, en qué medida el impacto de los resultados de investigación es proporcional al del número de investigadores asociados al proyecto. En el artículo «La Transferencia del Conocimiento en las Humanidades: posibilidades y características», se aborda la problemática del contexto de aplicación del conocimiento procedente de las Ciencias Sociales y de las Humanidades, cuyos resultados aparentemente se asimilan a «intangibles» y no suelen estar siempre sujetos a una protección intelectual o industrial (Castro-Martínez, Fernández de Lucio, Pérez-Marín y Criado-Boado, 2008).
No obstante, hasta ahora los sistemas de medición del impacto de la transferencia en las universidades públicas se fundamentaban en el objeto a transferir(conocimiento científico, tecnologías «físicas», métodos, procesos, know-how, etc.) no siendo necesario cuantificar su impacto social. Estos sistemas tradicionales de medición del impacto han privilegiado el contenido, la forma y las posibilidades de comercialización de lo que se transfiere, en lugar del impacto social que el conocimiento genera en el territorio. Consecuentemente, los sistemas tradicionales de medición del impacto se centran en lo que se denomina conocimiento «tácito o explícito».
Por todo esto, las corrientes de pensamiento crítico europeas (a diferencia de la escuela anglosajona) entienden la transmisión del conocimiento como una forma integral del saber, que se genera a través de la educación y de la investigación. Desde este punto de vista, la transferencia de tecnología es sólo una de las formas que adoptaría el proceso de transmisión y de transferencia del conocimiento universitario.
Por todo ello, en los denominados rankings universitarios de impacto internacional, tanto los «rankings de excelencia científica» (SCIMAGO Institutions Rankings; CWTS Leiden Ranking, Shanghai Index, etc.) que miden única o preferentemente, el impacto de las publicaciones, citaciones, colaboraciones; como los «rankings comprensivos» (Academic Ranking of World Universities, The World University Rankings, U-Multirank, QS, etc.) que además de la excelencia científica, se interesan e introducen otras variables y criterios de identificación y de selección de las mejores universidades en el mundo, tales como: la calidad en la educación; la selección del profesorado y del estudiantado; el desempeño per cápita; la contratación con empresas; los ingresos privados procedentes del entorno industrial; la reputación académica de la universidad o la visibilidad internacional, no incluyen la transferencia de conocimiento en su sentido más amplio, excluyendo totalmente su parte más social.
Desde el año 2010, en Estados Unidos y Reino Unido fundamentalmente, se vienen publicando algunos estudios que ponen de manifiesto en qué medida resulta necesaria una revisión de los sistemas de métrica de los impactos generados en las actividades de transmisión y de transferencia del conocimiento universitario a la sociedad. Por ejemplo, la publicación The economic impact of research conducted in Russel Group Universities (Russel Group, 2010) analiza un total de 125 estudios de caso en 17 instituciones del grupo Russel e introduce sistemas para la medida del impacto, tales como: los retornos financieros de licencias y spin offs universitarias; el número de puestos de trabajo creados y el potencial de impacto social.
Por otra parte, la publicación Economic impacts of technology transfer: two case studies from the U.S. Department of Defense (Swearing y Slaper, 2011) se centra en el análisis de un total de 429 acuerdos de transferencia (Technology Transfer Agreements) de los grupos de investigación adscritos al departamento de defensa federal de Estados Unidos, y aplica una metodología «Input-Output» a efectos de cuantificar los indicadores para interpretar dichos resultados con el apoyo de entrevistas cualitativas y métodos de análisis empíricos.
Estudios más recientes (Kelly, McNicoll y White, 2014) demuestran cómo los resultados de la investigación aplicada y de la transferencia de conocimiento de las universidades en Gran Bretaña, tienen un mayor retorno para el tejido productivo y para la sociedad en general, que otras actividades económicas, tales como la publicidad, el marketing estratégico y competitivo, los servicios legales, la producción de hardware informático o el transporte.
En el ámbito nacional, el reciente informe de Pérez, Pastor y Peraita (2015) conjuga los denominados indicadores de resultados (cuantitativos, objetivos y descriptivos) con otro tipo de impactos sobre el capital humano y en la actividad económica de los antiguos miembros y estudiantes de la comunidad universitaria. Un estudio más reciente publicado en 2016 y pionero en la Comunidad Autónoma de Madrid (Benito, Casini, Romera y Sanz, 2018), evidencia cómo el Sistema Público Universitario Madrileño (SPUM) constituye una importante industria, con un gran impacto en la economía de la región.
De acuerdo con lo expuesto con anterioridad, se puede concluir, que la ausencia de un marco conceptual unívoco, impide promover y generalizar un análisis de impacto que responda a las necesidades reales de calidad y excelencia universitaria en los procesos de transmisión del conocimiento universitario a la sociedad.
Esto lleva necesariamente a redefinir en su conjunto, la carrera investigadora, lo que implicaría indirectamente reconocer que los sistemas de acreditación de sexenios y otros sistemas de reconocimiento del mérito y de la capacidad investigadora deberían aplicarse igualmente al ámbito de la transferencia del conocimiento. En este sentido, el modelo para la consolidación de un tramo de transferencia podría convenir como pauta para estimular el entorno de la transferencia de conocimiento en las universidades.
Definición de un nuevo modelo
Tomando como referencia el modelo de Bozeman2 nuestro marco conceptual para determinar el éxito en los modelos de transmisión de conocimiento universitario se interesa por la medición del impacto cuantificable y económico, pero también por el impacto que se genera en la sociedad civil (Mato, 2018).
Las universidades son los principales productores de conocimiento científico, tecnológico, social y humanístico. No obstante, en todos los procesos de transmisión de conocimiento universitario (incluyendo la transferencia tecnológica y de conocimiento) conviven una multitud de agentes. Los procesos de transmisión y de transferencia de conocimiento que resultan eficientes bidireccionalmente, influyen en la naturaleza y en la evolución de los cuatro estados que componen el modelo conceptual que se expone y se describe a continuación.
En la Figura 1.1, se representan las relaciones que coexisten entre los flujos bidireccionales y los distintos estados que conforman el sistema de transmisión del conocimiento universitario. Para comprender mejor las relaciones que se generan entre los distintos agentes que intervienen en el proceso, el modelo conceptual distingue cuatro estados, que son los siguientes:
Figura 1.1. Molinillo del conocimiento universitario que ilustra gráficamente la relación entre las entidades beneficiarias o receptoras del conocimiento generado en el seno de las universidades. Fuente: Mato, 2018.
• Estado 1. Provisión continuada en la generación de conocimiento de calidad, en el que se relacionan e interactúan los siguientes agentes: Universidades, Organismos públicos de investigación(OPI) y Centros hospitalarios. Una eficiente relación de estos agentes entre sí, proporciona como resultado «Ciencia Excelente»
• Estado 2. Innovación a través del conocimiento, en el que se relacionan e interactúan los siguientes agentes: Centros tecnológicos, Parques científicos y tecnológicos, Empresas(en particular, spinoffs y start-ups), Organismos de intermediación («Interfaces») y Organismos para la empleabilidad. Cuando la transferencia de conocimiento y la relación bidireccional entre la universidad y estos agentes es intensa y eficiente el resultado es «Crecimiento Económico y Competitividad Empresarial».
• Estado 3. Políticas de conocimiento eficientes: distingue a todos los órganos de instrucción y agencias ejecutivas que participan en la planificación y regulación de las políticas para la financiación competitiva y específica en materia de investigación y de innovación (I+I). Este estado integra como agentes decisivos a todos los Ministerios y Secretarías de Estado en el ámbito de la Administración General del Estado, así como a las Agencias de Innovación, en el plano autonómico o regional, y por supuesto las direcciones generales y agencias en I+i de la Unión Europea. Una actitud proactiva de la Universidad con estos actores y una actitud de puertas abiertas y receptividad por parte de ellos, promoverá «Mejores políticas públicas».
• Estado 4. Desarrollo social, económico y cultural: distingue como agentes al conjunto de ciudadanos en un territorio, y a todas aquellas organizaciones y asociaciones representativas del tercer sector (ONG y ONL principalmente) que trabajan en la promoción de sociedades cada vez más participativas, cualificadas e inclusivas. La actividad de transferencia de las Universidades al ciudadano, bien directamente de forma abierta al gran público (cultura, divulgación científica y difusión profesional) o bien a través de los actores que los representan, movimientos civiles, sociales y culturales promoverán «Progreso y valor social».
A partir de los distintos estados que intervienen en el modelo, se articularían una infinidad de relaciones entre sí, y los agentes se coordinarían entre ellos para prestar servicio a la sociedad civil que es, en...