La ayuda entre iguales para mejorar la convivencia escolar
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La ayuda entre iguales para mejorar la convivencia escolar

Manual para la formación de alumnos/as ayudantes

Juan Carlos Torrego

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La ayuda entre iguales para mejorar la convivencia escolar

Manual para la formación de alumnos/as ayudantes

Juan Carlos Torrego

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Información del libro

Los alumnos son una pieza clave en la mejora de la convivencia escolar, por eso es importantes animarles a ayudarse unos a otros en esta tarea. La singularidad de la aportación de esta obra consiste en que surge del contexto de un trabajo de investigación, asesoramiento y formación en centros educativos a lo largo de estos últimos años, donde se ha impulsado un proyecto de implantación de Programas de Mediación y de Alumnos Ayudantes. El propósito de este libro es facilitar a profesores, equipos directivos, responsables de los sistemas educativos, etc., un material que posibilite la reflexión sobre la importancia de los programas de ayuda entre iguales, así como los módulos para implementar un Programa de formación de Alumnos Ayudantes en el centro educativo.

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Información

Año
2018
ISBN
9788427724846
Edición
2
Categoría
Pedagogía
1. La capacidad de ayudar como dimensión fundamental de la convivencia
En qué consiste la ayuda
El término “ayudar ” según la Real Academia Española de la Lengua significa prestar cooperación, auxiliar, socorrer, hacer un esfuerzo o poner los medios para el logro de algo. El ser humano es el único ser vivo incapaz de sobrevivir y subsistir sin la ayuda de otro. Ya desde la infancia, como receptores de ayuda, vamos ganando autonomía y capacidad de ayudar a otros. Todas las personas construyen su desarrollo con experiencias de ayuda.
El interés común y la formación de redes de ayuda aparecieron en fases muy tempranas de la evolución de las sociedades humanas, lo cual ha facilitado la supervivencia del hombre. La tendencia a buscar el apoyo de otras personas y particularmente en ciertas situaciones, ha caracterizado al ser humano durante toda su evolución. Esta capacidad articula la vida social, desde la familia y los grupos de iguales hasta las comunidades y la sociedad entera. Así se ha situado la base del comportamiento altruista en una “emoción empática hacia una persona necesitada” (Batson et al, 2002).
Las redes sociales se establecen de forma natural dentro de un grupo, brindando a sus componentes no sólo apoyo emocional sino también ayuda instrumental para conseguir servicios, bienes, información, etc., posibilitando tanto la promoción de la salud del sujeto como un apoyo que previene desajustes ante una situación de intensa dificultad.
Los sistemas de ayuda encierran y expresan valores de respeto, aceptación, aprecio y cooperación de unos hacia otros. Estos son los principios éticos que los orientan y desarrollan, creando o recreando culturas de participación, responsabilidad, diálogo y solidaridad. Cuando nos referimos a éstos sistemas de ayuda, dentro de la institución educativa, se propone llevar los valores de la amistad a la organización del centro (Villaoslada, 2008), configurando así, en el mismo, redes de apoyo que faciliten el desarrollo integral de cada uno de sus miembros.
También Cowie, investigadora del Reino Unido, especialista en violencia escolar y gran estudiosa de los sistemas de ayuda, ha acuñado el término befriending para definir esta faceta de la ayuda (Cowie y Wallace, 2000).
Sin embargo, debemos aclarar que no se trata de imponer amigos, la red espontánea de amistades que existe en un centro permanece inalterada al poner en marcha estos programas o sistemas de ayuda, pero lo que sí favorece es que nadie se quede aislado, algo que normalmente ocurre en otros grupos distintos, facilitando así la integración de todos sus miembros y evitando los problemas que estas situaciones generan (depresiones, desapego, exclusión, abuso, etc.).
Cuando los Alumnos Ayudantes (miembros de la red) se aproximan a sus compañeros, y propician el diálogo, están prestando atención a las emociones de éstos, contribuyendo a que resuelvan por sí mismos sus asuntos; por ello que acceden a un tratamiento individualizado difícil de conseguir por otros medios. Así, a la vez, se tienden puentes entre quienes se encuentran alejados, solos o aislados propiciando vínculos amistosos. Los alumnos brindan compañía e ingenian propuestas para llevar a la práctica, repercutiendo, sin duda, en el clima de convivencia y ofreciendo oportunidades reales de crecimiento personal y social (Andrés, 2009).
La idea central es que el ser humano es un ser social y necesita cooperar con otros para alcanzar sus objetivos y aspiraciones. Sólo a través de las interacciones establecidas con los iguales mejoramos nuestra competencia social y somos capaces de negociar, crear normas y cuestionar lo injusto. La ayuda, por tanto, no sólo les sirve a los receptores de la ayuda; también sirve a los que prestan esa ayuda.
De hecho, algunos equipos de alumnado ayudante tienen el slogan: “Ayudar nos ayuda”. Porque tal y como expresan ellos mismos ayudar a otros mejora la seguridad en sí mismos, incrementa su responsabilidad y el sentimiento de utilidad, y por lo tanto, su autoestima. Todo ello, además de ser muy positivo, permite establecer relaciones sociales de interdependencia, lejos de lo que algunos consideran como relaciones de dependencia (del ayudado hacia el ayudante), debido a que ambos obtienen beneficios y aprenden el uno con y del otro. Se potencia de este modo, por imitación, un modelado y contagio positivos que impregnan el clima social general del centro escolar.
La relación de ayuda implica el manejo de un conjunto de competencias, habilidades y destrezas, pero es también un arte que precisa de sensibilidad. Y lo que hoy sabemos es que puede aprenderse (Galán, Mas y Torrego, 2008) y, esto implica convencimiento, tiempo, paciencia y humildad para desarrollar estas habilidades.
Estos programas pueden fundamentarse desde distintos puntos de vista. Por un lado, en la ayuda se producen sentimientos positivos, de satisfacción personal y de protección. Aporta beneficios a los ayudantes a nivel personal porque les dota de mejores recursos personales para sus vidas, además de reportarles un protagonismo positivo que les mejora la autoestima y la estima ajena. Por otro lado, están las ventajas que el programa proporciona al ayudado en aquellas circunstancias en las que tenga unas necesidades concretas que verá satisfechas por sus propios compañeros en el ámbito escolar, mejorando su situación personal, su integración y satisfacción con el centro. Y por último, el beneficio que le reporta a la comunidad educativa (alumnado, profesorado y familias) por la conciencia social que genera, los valores que promueve, en definitiva, por como humaniza al centro.
Relación de ayuda y resiliencia
Además, la relación de ayuda, el brindar afecto y apoyo proporcionando respaldo y aliento incondicional, posibilita y fomenta la resiliencia. El término resiliencia es acuñado por la psicología y las ciencias sociales para referirse a la capacidad de las personas de superar las adversidades, aunque originalmente proviene de la física y según Martínez y Vásquez-Bronfman (2006: 30), se refiere a:
“La capacidad del acero para recuperar su forma inicial a pesar de los golpes que pueda recibir y a pesar de los esfuerzos que puedan hacerse para deformarlo. La palabra proviene del latín resalire, “saltar y volver a saltar”, “recomenzar”. Hoy en día, varias definiciones coinciden en destacar dos polos fundamentales de la resiliencia en el campo de la psicología: por una parte, la resistencia a los traumas y, por otra, algo que se podría considerar como una dinámica existencial”.
La resiliencia no es un estado, sino un proceso que se corresponde con una dinámica a lo largo del ciclo vital, por lo tanto, debemos potenciar que el ayudado, alumno que está atravesando un problema o un conflicto, encuentre las fuerzas y las alternativas para seguir adelante y superar los obstáculos. Tarea para la cual pueden resultar de suma utilidad los alumnos ayudantes.
A lo largo de la vida los sujetos pueden encontrarse con personas que ejercerán como tutores de resiliencia. Lugares de sustento a los que aprehenderse para recuperar el equilibrio perdido, para tratar de afrontar los desafíos y dificultades que la vida presenta. Martínez y Vásquez-Bronfman (2006) hablan de compañeros resilientes, es decir, aquellas personas que proporcionan un apoyo emocional en un momento de vulnerabilidad. Las autoras tratan de demostrar que la existencia de esos compañeros ha jugado un rol fundamental como parte del proceso terapéutico de superación ante la adversidad, sin los cuales a lo mejor atravesar solo esa experiencia hubiera sido mucho más duro, más difícil o con peores resultados. Dicen estas autoras (2006:30) que:
“En la mayoría de los casos, es el contacto con “el otro” el que abre la posibilidad de tejer una resiliencia: es la mirada amistosa, la escucha atenta y respetuosa, el apoyo de una persona, lo que permite iniciar un proceso de resiliencia. En el transcurso de su vida, el niño encuentra personas (educadores, miembros de su familia, maestros, amigos...) que devienen “tutores de resiliencia”, puntos de apoyo, a quienes un niño (y, más ampliamente, una persona de cualquier edad) que se encuentra en una situación difícil puede aferrarse para iniciar su reconstrucción”.
También definen a los tutores de resiliencia como personas que generan en el niño entusiasmo, confianza en sí mismo y que le hacen sentirse aceptado y valorado. Todo aquello que consideramos puede aportar un alumno ayudante entrenado para ello.
Relación de ayuda y apoyo conductual positivo
Para finalizar, queremos destacar la relación existente entre los sistemas de ayuda y el de apoyo conductual positivo. Dicho apoyo es concebido según Grupo Global cEsS (2007:10) como:
“Un proceso participante, basado en evaluaciones y dirigido al desarrollo de intervenciones individualizadas y efectivas para las personas con discapacidad, que manifiestan conductas problemáticas. Este enfoque se centra en planteamientos proactivos (dirigidos a prevenir la conducta problemática) y educativos, enseñando a la persona habilidades y creando ambientes positivos que favorezcan el aprendizaje y el desarrollo social (Koegel, Koegel & Dunlap, 1996). En un principio surge en el ámbito de la discapacidad, como alternativa a las intervenciones aversivas, a las que estaban expuestas las personas con discapacidad que presentaban conductas problemáticas. Sin embargo, las prácticas y las investigaciones han demostrado que este planteamiento puede utilizarse en diferentes ámbitos y dirigidos a personas sin discapacidad”.
Y más adelante (2007:11) agregan: “este tipo de intervención se caracteriza por centrarse en el estilo de vida de la persona, y proporcionar apoyos en diferentes áreas no sólo en la conductual, en dirigirse a incrementar el control personal y la autodeterminación, dando relevancia al contexto y llevando a cabo intervenciones basadas en la comunidad”.
Es decir, que este modelo, deja de centrarse en la conducta y su modificación, para poner el foco en el entorno y en cómo éste puede favorecer la no aparición o la superación de la conducta no deseada. De ahí, el paralelismo con los sistemas de ayuda entre iguales, que actúan sobre el contexto, debilitando los aspectos negativos y promoviendo conductas más funcionales.
En ambos casos, se trata, de una intervención global orientada a diversificar, enriquecer y adaptar las habilidades de quien recibe la ayuda; siempre con el fin de lograr un mejor ajuste con el entorno, en el contexto de la vida diaria, contando con los recursos disponibles, respetando los valores, características y preferencias de las personas con el objetivo de mejorar su calidad de vida o sus circunstancias vitales.
Dimensión ética de la ayuda
En un sistema tan complejo como es el de ayuda entre iguales, la dimensión ética es fundamental, por eso el objetivo último es el desarrollo y la autonomía de los ayudados, porque la misión se dará por cumplida cuando se pueda prescindir de dicha ayuda, persiguiendo cambiar la dirección de la historia personal o parte de ella, aprendiendo nuevas habilidades, integrarse socialmente mitigando la creencia de que las circunstancias del destino no se pueden controlar. Lo que se busca, en definitiva, es promover expectativas de eficacia personal y sensación de control a través de la intervención personal.
Otros aspectos de la relación de ayuda
Dicho todo lo anterior, puntualizamos algunos aspectos de la ayuda que es importante aclarar:
Ayuda y élite. No interesa que el equipo de ayudantes sea un grupo elitista, es cierto que hay alumnos más prosociales que otros, así como más implicados, solidarios, etc. La opción por hacer un equipo no se debe a ser selectivos, sino al aprovechamiento de recursos; la formación de estos alumnos demanda tiempo, entrenamiento, asesoramiento profesional y lamentablemente, los recursos son limitados. Otro aspecto, vinculado a que sólo unos pocos pueden ser ayudantes es que la exigencia del voluntariado y el compromiso de este agente hacen que no sea apto para todo el mundo. A lo largo de varios años formando ayudantes se ha hecho evidente que no todos tienen la misma dedicación y entrega, y aunque lo ideal sería que todos pudieran aprovechar este programa, lo real es que no todos lo viven con la misma ilusión. Es necesario creérselo. Lo mejor para evitar este sesgo es la posibilidad de rotar, para otorgar más oportunidades para que más alumnos puedan beneficiarse.
Ayuda y asimetría. Como consecuencia de la aparición de un grupo privilegiado, se genera la sensación de que no son todos iguales. Para proteger de esta creencia, es necesario evitar favoritismos. Son personas que desempeñan unas funciones en pro de la comunidad y, como parte de esas responsabilidades que asumen, a lo sumo, podrán obtener unas compensaciones, pero es muy importante que no se vea como arbitrario. Valga como ejemplo: en algunas ocasiones tienen que salir del aula para alguna reunión y esto es visto por los compañeros como un privilegio (porque no están en una clase), cuando en realidad se van para realizar otras tareas dentro del centro.
Ayuda y dependencia. La ayuda no es algo que se hace a unos “pobres desgraciados que no pueden con sus vidas”. Todos somos vulnerables y a todos se nos presentan situaciones que debemos superar: que alguien tropiece y otro le tienda la mano no significa que no sepa caminar. Para muchos existe la creencia de que las personas que necesitan ayuda no son autosuficientes, son débiles, problemáticas, etc. La ayuda nos coloca desde el ángulo de la interdependencia, en la que dar o recibir ayuda es nada más que una respuesta a una situación casual, coyuntural que da a cada uno la oportunidad de sacar lo mejor de sí mismo y en la que se deben promover los recursos personales de superación, en una perspectiva comunitaria en la que todos necesitamos de todos.
2. Los Alumnos Ayudantes: perfil, funciones y valores
Quién puede ayudar. Perfil del alumnado ayudante
El alumno ayudante es un componente de la red de ayuda constituida en el centro educativo, red configurada y organizada dentro del medio escolar como un sistema encargado del amparo y la promoción de la comunicación y la mejora de las relaciones.
La red de ayuda está compuesta por alumnos de cada grupo-clase (habitualmente suelen ser dos/tres en cada grupo) que cumplen las siguientes características:
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Tienen una formación en resolución de conflictos y ayuda.
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Gozan de la confianza de sus compañeros.
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Están pendientes de la convivencia en el grupo.
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Apoyan a aquellos que se encuentran mal o que tienen dificultades académicas y/o personales.
En definitiva se trata de alumnos/as que han adquirido determinadas competencias sociales: empatia, solidaridad, bienestar general, etc.; que tienen contacto fluido con el grupo; que son sensibles a las necesidades de sus compañeros; y que están dispuestos a participar en un programa que ofrecerá esa ayuda y apoyo de un modo estructurado.
Concluyendo, podemos definir asi el Perfil del Alumno Ayudante es la persona que:
Está pendiente del bienestar/malestar de sus compañeros.
Da confianza.
Sabe escuchar.
Ayuda a sus iguales.
Conoce los recursos del centro para resolver problemas graves.
Informa a quienes lo necesiten de su existencia.
Deriva los problemas que superan su capacidad de actuación...

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