Capítulo 1
Producir cultura desde acá: sentidos de ciudad (mediatizada) de productores y productoras televisivos de Jujuy
Los programas de TV no son producidos por especialistas de un estatus social diferente del de los espectadores (como los sacerdotes o los bardos) sino por profesionales de una clase diferente –a menudo más urbana que rural, con identidades y vínculos sociales nacionales y a veces transnacionales– que trabajan dentro de estructuras de poder y organizaciones vinculadas entre sí y dan forma concreta a intereses nacionales o comerciales.
Lila Abu Lughod (2006, p. 62)
Claudia Briones (2005) sostiene que la cultura es un proceso conflictivo de construcción significativa y es, además, un hacer reflexivo que produce “nociones en base a las que ciertos aspectos se naturalizan y definen como a-culturales, mientras algunos se marcan como atributo particular de ciertos otros, o se enfatizan como propios, o incluso se desmarcan como generales o compartidos” (p. 15). Los medios masivos (junto a diversas instituciones estatales y de la sociedad civil) son actores centrales en los procesos que conducen a una configuración hegemónica sostenida por esas “nociones de base”, pues participan activamente en la producción del sentido común, y por lo tanto amplifican y potencian maneras naturalizadas de circulación del poder en las relaciones sociales. Las narrativas audiovisuales televisivas intervienen en el proceso de enmarcamiento y definición de las identificaciones e interpelaciones sociales que entreteje determinada configuración cultural pero, además, impactan en el lugar relativo de sus productores y productoras en determinado momento de determinada sociedad. Como prácticas culturales, contribuyen a la producción del contexto como una organización de poder. En palabras de Grossberg (2012) “construyen el contexto como una experiencia de poder vivida a diario” (p. 40). Esa potencia co-constructiva del orden social por parte de las instituciones y actores de las industrias culturales los involucra en términos de producción de cultura y de cultura de producción (Nigus, 2005).
Es por ello que, como indiqué en la introducción, entiendo que los sentidos de ciudad ofrecidos en narrativas audiovisuales locales brindan un interesante punto inicial y situado para abordar una configuración cultural. Tal como se ha expuesto allí, el análisis de sentidos de ciudad de narrativas audiovisuales producidas localmente permite comprender las disputas en torno a “(q)ué significa estar ubicado en lugares particulares (…) qué distintas (…) modalidades de pertenencia son posibles (…) (y) de qué diversas formas se vinculan emotivamente las personas entre sí y con el mundo” (Grossberg, 1996, pp. 185-186), ya que consienten explicar el proceso de representación y definición de la ciudad (quiénes debaten, cómo definen y representan la ciudad, qué categorías y calificativos usan para representarla, a quiénes mencionan para hacerlo, cuáles son los marcos de interpretación y las lógicas de interrelación preferentes, quiénes muestran, quiénes dicen, cómo muestran y cómo dicen); trabajar sobre interculturalidad y lugar (qué tipo de relaciones interculturales se proponen y cómo se las vincula con la ciudad y el espacio, cuáles son las nociones de cultura que se proponen y cómo se asocian a la ciudad); y analizar la “topografía” de la ciudad (tanto en la percepción y valoración diferencial de las áreas que la constituyen y la asignación de espacios a los actores; como en sus relaciones con otras escalas y órdenes espaciales).
Este capítulo describe parte de las circunstancias productivas de las narrativas audiovisuales televisivas seleccionadas, interrogadas desde los sentidos de ciudad de sus productores y productoras. La indagación se estructura alrededor de algunas preguntas vinculadas a la percepción del propio lugar (urbano y social) en el proceso productivo de los programas del corpus: ¿desde dónde dicen que producen quienes producen localmente sentidos de ciudad en estas narrativas televisivas? ¿Cómo se construyen esas posiciones y sus pertenencias? ¿Mediante qué categorías se cristalizan las identificaciones y agrupamientos (con qué referentes, con qué oponentes y con qué compañerxs)? ¿Qué posiciones y relaciones emergen de esos sentidos de ciudad? ¿Cómo se relaciona este específico espacio productivo con otras escalas, ciudades y lugares?
Las narrativas biográficas y profesionales de realizadoras y realizadores locales sobre las condiciones de producción de los programas elegidos refieren a la propia posición, en vínculo con diversas escalas espaciales y temporales, y ofrecen un conjunto de preocupaciones que entreteje las identificaciones culturales con la reivindicación de derechos (laborales, a la comunicación, a la participación equitativa). Se trata de interpretaciones de actores sociales que producen cultura dentro de culturas de producción específicas y variables, en procesos espacializados y espacializantes.
Ambas situaciones, la producción de cultura y la cultura de producción (Nigus, 2005, p. 35), iluminan las asimetrías entre posiciones diversas de quienes ofrecen sentidos de ciudad en programas televisivos locales, superando la imagen de medios omnipotentes y homogéneos que persiguen intereses idénticos en el ejercicio de la hegemonía, y de medios alternativos disputando ese poder desde posiciones igualmente homogéneas e idénticas y siempre impugnadoras de lo existente. Por eso entiendo que las narrativas de productores y productoras son una vía para indagar la experiencia del propio lugar y las disposiciones estructurales en las que trabajan estos hombres y mujeres insertos en tramas de conflicto y de colaboración específicas.
Tanto una como otra preocupación (la condición estructural de una ciudad periférica en el mapa de las industrias culturales y la diversidad de posiciones dentro de esa condición no-central) emergen de los sentidos de ciudad relevados en el trabajo de campo con productores y productoras y del análisis de información secundaria, e intentan cartografiar una configuración cultural amplia que incluye a la televisión en el proceso de producción social del espacio.
El juego entre geografías del poder y sentidos de ciudad de estos productores y productoras se ordena en dos conjuntos de problemas imbricados: el de la constitución espacializada y espacializante de las industrias culturales en términos de su participación en los procesos de urbanización del capital descripto por David Harvey (2001); y el de la inscripción de sus propias prácticas en las dinámicas de las formaciones nacionales y provinciales de alteridad que indica Claudia Briones (2005) para Argentina. Dicha inscripción forma parte de la experiencia social y urbana narrada en el complejo ensamblaje de la televisión local. En el primer apartado de este capítulo se sistematiza información descriptiva sobre dinámicas productivas en un enfoque relativamente amplio que busca restituir el contexto situacional en el que las realizaciones audiovisuales analizadas tuvieron lugar. En los sucesivos acápites, se desglosan las diferentes y específicas posiciones en la ciudad mediatizada jujeña que se condensan en las diversas y heterogéneas experiencias de quienes producen televisión localmente, relevadas mediante trabajo de campo. Otros emergentes de la combinación de esas grandes líneas se retomarán en relación con los específicos sentidos de ciudad de los capítulos sucesivos.
Raquel Paiva y Muniz Sodré (2004) incluyen a las y los realizadores televisivos en un “estamento” constituido por una fracción profesional históricamente reciente y privilegiada en el juego de clases sociales urbanas de la “cidade midiática” (p. 30) en Brasil. Esta “ciudad mediatizada” puede entenderse como localización privilegiada del desarrollo de las industrias culturales en marcos nacionales. Los autores recorren esa ciudad mediatizada a través de entrevistas a actores representativos del estamento que la conforma, de la reconstrucción crítica de una “geografía de la TV” en la que se abordan los procesos de gentrificación y su relación con la mediatización en Río de Janeiro (especialmente, la televisiva), y del papel de la fama en la construcción de un bios mediático, modelado principalmente por la forma social televisiva (tanto en las subjetividades de la “comunidad mediática de la fama” como en la función de géneros como la telenovela en términos de “operador sociopolítico de la hegemonía urbanística” carioca) (Paiva y Sodré, 2004).
En la traducción como “ciudad mediatizada” y no como “ciudad mediática” busco explicitar mi asociación de esta propuesta de los autores brasileros con otros dos antecedentes de trabajo relativos a la producción social del espacio, para vincularla al análisis de las situaciones de producción de narrativas audiovisuales locales que surgen de entrevistas a realizadores y realizadoras. Concretamente, deseo potenciar esa idea asociándola a la “ciudad letrada” de Rama (1998) y a los “paisajes mediáticos” de Appadurai (2001). Digo, entonces, que además de señalar el ejercicio del poder simbólico de la ciudad letrada ofrecido por Rama (1998) me interesa pensar a la ciudad mediatizada como enclave del tipo de paisaje con el que Appadurai se refiere
tanto a la distribución del equipamiento electrónico necesario para la producción y diseminación de información (periódicos, revistas, estaciones de televisión, estudios de cine, etc.) disponible actualmente para un número creciente de intereses públicos y privados en todo el mundo, como a las imágenes del mundo producidas y puestas en circulación por estos medios. (2001, p. 33)
Traduzco la expresión brasileña para retomarla en relación con esas otras lecturas, y para matizarla en conversación con las posiciones diversas que esta específica ciudad mediatizada habilita, de acuerdo a mi trabajo de campo.
Para Paiva y Sodré (2004), la ciudad mediatizada incluye discursos sociales y flujos electrónicos, y está compuesta por un estamento que representa el “monopolio oficial de ideas y obras –materializadas en instituciones públicas y privadas– denominado ‘cultura brasilera’” (p. 30).
A partir de la hegemonía de la televisión, tanto esta como otras culturas nacionales remiten a las prácticas y al repertorio completo de películas, telenovelas, series, programas de entrevistas y canciones, es decir, al conjunto de los productos del cine, la televisión y la industria discográfica. Los medios –que los autores definen como “novísimo intelectual colectivo de bases neotecnológicas” (Paiva y Sodré, 2004, p. 31)– se diferencian del antiguo intelectual letrado por la magnitud de los intereses económicos que lo sostienen y por las maneras específicas de estructuración de esos intereses (conglomerales, transnacionales y concentrados económica y geográficamente, cfr. Mastrini y Becerra, 2002; De Moraes, 2011).
Con distancias evidentes en relación con el marco nacional brasilero, por un lado, y con los enclaves principales de las industrias culturales en Argentina, por el otro, San Salvador de Jujuy puede pensarse como (otra) ciudad mediatizada: las y los realizadores televisivos también constituyen una fracción específica de clase media profesionalizada en Jujuy que si bien no ha representado históricamente a la “cultura argentina” (al menos, no lo ha hecho de una manera que se presente a sí misma como autoevidente, como ocurre con sus pares radicados en Buenos Aires), ha formado parte de manera continua de la “cultura jujeña”. Las y los realizadores audiovisuales dialogan desde ese lugar relativo con “la” “cultura nacional” y con el conjunto de las relaciones que estructuran la vida social local. Es decir, ocupan lugares preferentes en la agenda de la sección cultural de los diversos medios locales, son convocados por el estado provincial y municipal para participar en distintos roles en eventos culturales (como jurados, como concursantes, como invitados e invitadas), o bien organizan acontecimientos públicos vinculados a su trabajo.
Por otra parte, e interponiendo aquí ya cierta distancia con el ejercicio del poder simbólico en la ciudad letrada de Rama (1998) y en la idea de intelectual colectivo homogéneo que parece desprenderse de la consideración crítica de Paiva y Sodré (2004) sobre la televisión, algunos de estos hombres y mujeres se organizan para firmar petitorios, tomar posiciones, criticar, defender o rechazar políticas públicas de comunicación y cultura. Esto es, ocupan posiciones diversas que no solamente sostienen y reproducen el orden social establecido mediante una posición dominante (como quienes conforman la “ciudad letrada” de Rama) sino que lo interpelan y, en algunos casos, lo revolucionan (como las “ciudades revolucionadas” –que propone e...