La leyenda del Caballero del Cisne
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La leyenda del Caballero del Cisne

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La leyenda del Caballero del Cisne

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A medio camino entre el folklore y las leyendas mitológicas, "La leyenda del Caballero del Cisne"es la historia mágica de Godofredo de Bouillon, el principal protagonista de la primera cruzada. Sin embargo, la obra va más allá, pues en realidad articula dos historias distintas: la conversión en cisnes de siete hermanos perseguidos por su malvada abuela, y las aventuras de un caballero que, mientras recorre el Rin en una barca tirada por un cisne, salva a una viuda y a su hija de las aviesas intenciones de un conde. EstaLeyendaes, sin duda, una de las narraciones más destacadas de la prosa medieval castellana, y desde su primera publicación una de las obras con mayor recorrido en toda la literatura europea medieval, llegando hasta la ópera de Wagner o las novelas históricas el siglo xx. La cuidada edición que José Manuel Querol presenta nos ayuda a descubrir su dimensión documental para el proceso de la creación literaria, así como los elementos propios que la caracterizan como buena literatura, dejando entrever la profundidad de la historia contada gracias a combinar lo mejor de los cuentos de hadas, de las narraciones épicas y de las aventuras caballerescas con un cierto toque de misterio.

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Información

Editorial
CASTALIA
Año
2014
ISBN
9788497406703
Categoría
Literature
Categoría
Classics

LA LEYENDADEL CABALLERODEL CISNE

I

Cuenta la estoria que una tierra es allende la mar en la partida de Asia, e avía ý1 un rey que llamavan por su nonbre Ponpeo e a su muger la reina Genesa, e avían una fija infanta e desían/f1 v le dona Isoberta; queríanla casar, ca era ya tienpo para ello. E essa infante fisiérase tan apuesta e tan fermosa que era maravilla, e demandavan para casamiento reyes e nobles infantes e otros onbres honrados e muy altos, e amavanla todos mucho. E deseavanla cada uno para casar con ella, lo uno porque era muy fermosa, lo al porque era de alto lugar, commo deximos, e de más sobre esto que era ella de buenas e muy nobles costumbres. E ella, cuando oyó dezir estas razones e que la demandavan para estos casamientos de tan altos omnes, tanto ovo el miedo que la casarían, e que era la cosa que non amava nin presçiava nin avía a coraçón de non casar tan aína2. E quiçá fue por esto por lo que Dios quería que conteçiese de ella segund agora oiredes.
Desde que la infanta Isonberta vido que non avía al salvo que le conbeníe casar por fuerça, salió sola, encubierta, de casa de su padre, e andudo tanto fasta que llegó a la ribera de un braço de mar. E falló ý por ventura un barco que estava ý atado a un árbol e cátol3 e non vido en él omne ninguno; e llegóse a él e desatole de la cuerda con que estava atado e metióse en él e cogó la cuarda a sí4. Et dexóse correr en el mar por aventura sin remos e sin vela e sin otro governador5, e commo quien non sabe ninguna cosa de remar nin de navío nin de fecho de sobre mar; demás que lo fazía con grand saña por el casamiento que le querían fazer tomar por fuerça e contra su voluntad. Mas una cosa le acaesçió bien a esa infante, ca falló en el batel vianda/f2 que comiese.
E a cabo de días yendo ella por aquella aventura sobre la mar, arribara a una ribera de la mar a un desierto6, e salió allí del batel e atólo ý porque cuidó tornar a él, e començó de andar por ese desierto por folgar allí. E ella ansí andando por allí espaçiándose e folgándose a su voluntad así, acaesçió que un conde que avía nonbre Eustaçio, que era señor de aquella tierra, tenía aquel desierto defensado7, de guisa que otro omne ninguno non osava ý entrar nin a caçar. E mientra aquella infante se asolaçava por allí, andava ý entonces aquel conde Eustaçio buscando venados con sus monteros e con sus omnes. Los canes de la caça, que andavan delante del conde, vieron la donzella e fueron yendo contra do ella estava; et desde que la vieron fueron contra ella latiendo8 muy de rezio. La infante, con el grand miedo que ovo de los canes, metióse en una enzina hueca que falló ý de çerca, e los canes, que la vieron cómmo se metió allí, llegaron a la enzina e començaron a ladrar en derredor de ella. E el conde entonçe, oyendo los canes latir e ladrar tan apriesa e tan afincadamente, cuidando que algund venado tenía arrequexado9 en algund lugar, fuese para allí do los oyó, et cuando llegó oyó las bozes que la infante dava dentro en el tronco de la enzina con el gran miedo que avía de los canes que la morderíen. Et el conde, a esa ora que oyó las bozes de muger, fue maravillado, ca nunca en ningund tiempo en aquella tierra le acaesçiera que ningund omne nin muger fallase en aquel monte dehesado, lo uno por que el monte era mucho espeso/f2 v, lo al por que era tan temeroso que ninguno non osava por aí andar nin entrar por razón de los muy fuertes venados que ende avía, por que estava así dehesado10.

II

El conde estando en esta dubda, e la donzella con la grand cuita en que se veía nombrava muchas vezes a Dios e a Santa María e acomendándoseles muchas vezes. E cuando aquello oyó el conde, que era buen cristiano, e sopo que non era diablo nin cosa que lo podiese engañar aquella que tales bozes dava e ansí nombrava a Dios e a Santa María, e entonçes el conde menazó los canes e mandó a los omnes que los tirasen de allí e los atasen, e ellos fiziéronlo así. E él llegóse esa ora11 adelante e vido la infante do estava metida en el tronco de la enzina commo muy llorosa e mucho temerosa, et preguntole qué cosa era. Et respondiole ella muy omilldosamente que era cristiana e muger, que acaesçiera allí por ventura en aquel logar. Díxole el conde que quería saber qué era o qué razón fuera porque ella acaesçiera allí, e seguróla que se non temiese de fuerça nin de desonra ninguna, ca él la guardaría; e la infante, cuando oyó aquello que le dezía el conde, gradesçiógelo mucho, e pidiole por merçed que lo fiziese así; e estonçe12 el conde Eustaçio desçendió del cavallo e llegóse a la enzina e tomó a la infante de la mano e sacóla fuera del tronco de la enzina. E cuando la tovo fuera plogole mucho con ella, ca la vido muy/f 3 fermosa e grande e de buen donaire, así que se pagaría de ella quien quier que la viese.
E commo quier que ella menguara ya cuánto de su fermosura, lo uno por el grand trabajo que tomara andando de pie, lo que ella non avía usado, lo otro por el mar en que ella nunca avía entrado que le enpesçió mucho commo fáze a quien quier que nuevamente entra aí13, e lo al por el pesar que pasava e en que [se] veíe14, et otrosí15 porque non comiera tres días avía que saliera del batel; mas por todo esso, de guisa paresçía ella que bien entendió el conde que de alto logar era. E entonçe fuese a sentar con ella e començole a fablar e a fazerle sus preguntas por saber de ella quien era. E ella puñó16 essa ora de responder de guisa que, en cuanto lo ella podiese encobrir por sus palabras, que el conde non sopiese la verdad de su fazienda. Mas tanto la afincó el conde e en tantas maneras por sacar de ella la verdad del fecho que non podía ella estar que gelo non dixiese; e contógelo todo en aquella manera que lo avemos dicho E desde que gelo ovo todo contado, demandó esa ora el conde por un su escudero su sobrino en que fiava mucho e mandole que le llevase a una cibdad17 que avía nonbre Portemisa. E en esta çibdad estava la condesa Ginesa, madre del dicho conde. Et diole veinte omnes18 de cavallo en guarda de la donzella e fueron e lleváronla a la condesa muy guarda. La condesa resçibióla muy bien e onróla mucho e fizole todas las cosas que entendía que le plazería.
E entretanto el conde fincó en el desierto/f3 v con la otra su gente a correr el monte a tomar de los venados que avía ý muchos commo aquél que lo sabía muy bien fazer e que se pagava ende mucho. E después que acabó su caça de aquella vez, fuese para aquella çibdad de Portemisa a casa de la condesa su madre, allí do enbiara aquella donzella. E luego cual ora llegó, demandó por ella; e dixiéronle que estava con la condesa. E él entró luego allá do ella estava, e la condesa su madre levantóse a él e respondiole muy bien, e la donzella omillósele. E el conde, como quier que se omillase a su madre, llegóse luego a la donzella e dixo a su madre cómmo la fallara en el desierto e la enbiara allí a ella porque sabía que estaría con ella bien guardada, e que quería él saber de su fazienda, que no le pesase porque fablase él con ella aparte. La condesa tóvolo por bien e otorgogelo, e el conde tomó esa ora a la donzella por la mano e levóla e metióse con ella en una cámara; et començole a demandar su amor muy afincada mente, E ella escusógelo19 mucho en manera que entendió el conde que non podría acabar con ella ninguna cosa si a pesar de ella non fuese. E el conde commo era muy mesurado, commo quiera que él tenía el poder de acabar con ella lo que quisiese, non quiso con ella obrar por allí, mas fuese luego para su madre e díxole commo aquella donzella era de alto lugar e que se pagava mucho de ella, e que quería casar con ella. La madre, cuando lo oyó, pesole de coraçón e començole a esquivar la razón de ella e destorvarlo cuanto ella podía diziendo/f4 le commo todo el mundo lo ternía a mal e qué avrían que dezir por ello en casar con muger que non conosçía.

III

El conde, commo era ya muy pagado de aquella donzella e porque sabía otrosí que era de alto logar, non quiso tirar por aquello que la madre le consejava, ante se pagó de casar con ella si lo ella quisiese fazer. Et tornóse luego a ella e díxole commo quería casar con ella, e que le rogava mucho que lo toviese por bien, ca le faría él tanta honra e tanto plazer que se toviese ella por bien casada de él. Et tanto puñó de lo dezir en esta razón que gelo ovo ella de otorgar, e entendiendo que más onra le era este casamiento que los que su padre le quería dar, e demás que, segund que su fazienda estava parada, entonçe que le fazía Dios mucha merçed en ello. E los otorgamientos fechos de amas partes, fizieron luego sus pleitos de casamiento segund su ley de Roma.
E a cabo de pocos días después de aquello fizieron sus bodas onradamente, ca vinieron a ellas de muchas partes por estas razones: los unos porque eran sus vasallos, los otros por fazer honra al conde, los otros por ver tal cosa como aquella que tenían que era muy estraña de así casar su conde con dueña non conosçida. E fueron de esta manera las bodas mucho onradas. En aquella primera noche de las bodas que el conde e la condesa durmieron en uno fincó ella preñada.

IV

/f4 v Estando el conde en aquella çibdad de Portemisa con su muger a grand sabor de sí acaesçió que el rey Riconberte el bravo, cuyo vasallo era aquel conde Eustaçio, enbió por él, que lo avía mucho menester por cuanto estava en guerra muy afincada. E este rey era muy poderoso, e aquel sobre nonbre que le dezían las gentes, bravo, era porque cuando su padre finó e él fue alçado por rey fincó mucho omeçiado20 e con muchos enemigos: lo uno por que oviera su padre muchas guerras con reyes e con otros omnes poderosos sus vezinos, lo al por omnes poderosos de su tierra que non amavan su pro nin su honra ansí commo devían, sobre que ovo él a fazer con la ayuda de Dios e con buen esfuerço tantas de cavallerías e tantos buenos ardimentos21 que por fuerça lo ovieron a llamar las gentes el rey Recunberte el bravo.
E cuando el conde Eustaçio ovo aquel mandado del rey su señor e cómmo enbiava por él, ovo ende grand pesar, ca sabía que si luego avido el mandado non moviese luego con su gente para irse para él, que se perdería con él. Et él non estava entonçes tan aperçebido de guerra commo otras vezes avía estado nin commo era menester, por lo cual ovo de tardar algunos días más del plazo que el rey le enbiara mandar, lo uno por que casara nuevamente, lo al por que cuidó que non era la guerra tan afincada, mas pero con todo esso enbió luego por todos sus cavalleros e por todos los otros omnes de su señorío que armas podiesen tomar. E movió con su gente muy buena e dexó su muger e toda su fazienda a un cavallero que dezían Bondoval, que era su/f5 privado e omne en que se fiava mucho, e castigole22 en cómmo fiziese. E desde que esto ovo acordado, movió con su hueste para aquel lugar do el rey su señor era; e desde que llegó allí do el rey era, pareçió ante él, e el rey cuando lo vido fuele muy sañudo por que tardara tanto, e juró luego que ante pasarían diez e seis años que a su tierra tornase, de que el conde ovo muy grande pesar, mas non pudo al fazer si non conplir mandamiento de su señor el rey, e el rey púsole por frontero en un logar do moró todos los dies e seis años con la ida e con la venida.
E desde que el conde fue ido, su madre, que non avía sabor de fincar con la nuera, commo aquella que non avía amor en ninguna manera, fuese luego de la çibdad para un castillo que dezían Castiel Fuerte.

V

/f5 v Después que el conde Eustaçio fue ido en ayuda de su señor el rey Ricunberte el bravo, entre tanto que estudo allá, llegó el tienpo que la dueña ovo de encaesçer23 e parió aquel parto siete infantes todos varones, las más fermosas criaturas que en el mundo podían ser, e así commo cada uno naçíe, venía un ángel del cielo e ponía a cada uno un collar de plata al cuello. E el cavallero en cuyo poder avía dexado el conde su muger e toda su fazienda, desde que esto vido fue ende muy maravillado e pésol mucho; e fazíalo con razón, ca en ese tienpo toda muger que de un parto pariese más de una criatura era acusada de adulterio, e matavanla por ello24. E por ende pesava mucho al cavallero en cuya encomienda la dueña fincara, pero conortávase25 él en sí por razón que él cuidava que los infantes naçieran con los collares de plata. Et semejávale que era commo cosa que venía por Dios por ventura que non devía morir mas escapar de muerte por este milagro, e començó de fazer sus cartas para el conde su señor, e puñó de fazerlas lo mejor deitadas que él pudo: e cómmo encaesçiera la dueña e contole todo su fecho de ella e de lo que pariera, e enbiólas al conde con un su escudero. Fuese luego con ellas.
E en yendo, fízosele el camino por aquel castillo do estava la madre del conde e fue así que ovo de alvergar ý. E la madre del conde, cuando vido el escudero, fue muy alegre con él, e sacólo aparte e començólo a preguntar, e la primera pregunta fue de su nuera si encaesçiera. E el escudero díxol que sí, e que pariera siete infantes, e cada uno de ellos naçiera con un collar de plata al cuello, e que tales cartas e tal mandado llevava. E la condesa Ginesa, cuando esto oyó, tóvolo por maravilla, e pesole mucho por que entendía que era fecho de Dios, ca non avía sabor nin plazer de ningund bien que oyese dezir, que la non quería bien, segund que adelante oiredes.

VI

La condesa, desde que ovo fechas sus preguntas a su escudero, llamó su mayordomo e díxol cómmo pensase26 muy bien de aquel escudero del comer e del bever cuanto quisiese. Et desde que el escudero ovo bien comido, madole dar la condesa a sa/f6 biendas de muchos vinos, cada uno de su natura, con sabor de enbeudarlo27. E esto fazía la...

Índice

  1. Portada
  2. Créditos
  3. INTRODUCCIÓN
  4. NOTICIA BIBLIOGRÁFICA
  5. BIBLIOGRAFÍA SELECTA
  6. NOTA PREVIA
  7. LA LEYENDA DEL CABALLERO DEL CISNE
  8. ANEXOS
  9. Notas